domingo, 20 de abril de 2025

EL LOCO DIOS DE LA CREACIÓN HUMANA

Si usted es un ingeniero genético, un diseñador o creador de vidas, pongámoslo así, y le toca trabajar en un proyecto de poblamiento de un planeta, dos cosas son seguras en su cometido: primero, no creará una forma de vida que amenace a la suya como creador y, segundo, tampoco otra que ponga en riesgo el preciado hábitat donde se ha le encomendado diseminarla.
Es lógica elemental.
Lo primero es una locura, pues sólo un idiota crea una víbora para que posteriormente le quite la vida; lo segundo, una estupidez, porque no tiene sentido el trabajo de crear vida sobre un espacio para que luego la misma lo arruine y, consiguientemente, se autodestruya. No parece posible que exista un dios o creador o persona inteligente tan tonta que pueda empeñarse en propósito semejante.
Sin embargo, gran parte de la humanidad se afana en creer que al hombre lo creó un dios, teniendo esta criatura los atributos dichos. Históricamente ha evidenciado una soberbia inmarcesible, misma que lo empuja constantemente a superar a quien le pinten como dios y así erigirse él mismo en uno. Además, como complemento del rasgo, la historia también lo presenta como un asesino natural, difícilmente atenuando en su ímpetu por la empresa educativa.
Lo otro es el ambiente, su tabla de tiro al blanco, no obstante ser su casa. En aras del lucro o espoleado por algún tonto sentimiento de porfía, de entretenimiento o vanidad, es capaz de fabricarse una silla para su confort con la madera del último árbol del planeta. No se hable de los animales y sus pieles o dientes o uñas o lo que sea. Para el caso, tiene menos sentido una divinidad así que la misma humanidad creada.
Otra parte de los humanos dice que es un producto evolutivo, con una data de 500 mil años de combate contra el clima, el entorno hostil, animales, su misma especie… Un gato o un perro en la naturaleza no requiere ni vestidos ni herramientas para sobrevivir en su hábitat. El humano, en cambio, es una vulnerabilidad en pelotas que debe inventar de todo hasta para defenderse de un mosquito que, por cierto, puede acabar con su vida. ¿Qué evolución es esa que sobrevive sin tener la facultad probada para vencer tan enormes adversidades ambientales en épocas tan salvajemente primigenias?

sábado, 19 de abril de 2025

EL TRUMP SOCIALISTA CONTRA EL LIBRE MERCADO

China viene de representar más de 20% de peso en la economía de los Estados Unidos. En 2017 pesó 21.6%. En declive, en 2024 las exportaciones chinas representaron un 13.3% de las importaciones de ese país, lo cual, no obstante, sigue denotando una enorme desproporción en la balanza comercial recíproca.
En efecto, Estados Unidos apenas pinta un 6.5% en el total de las importaciones chinas en ese último año, implicando un déficit comercial notable en su balanza. Entonces China le vendió 438.900 millones de dólares y Estados Unidos a China 143.500.
Esa diferencia, esos 295.000 millones a favor del dragón, es lo que trae de cabeza a Donald Trump en su obsesión por volcar las ollas del destino. Y esa razón en cifras es lo que ha llevado al magnate a querer revertir semejante realidad económica adversa con la aplicación de locuaces aranceles. 145% es el arancel impuesto a China, y hay la amenaza de elevarlo a 245.
También esa razón en cifras documentó a Trump para elaborar su tabla de aranceles para el resto del mundo: aquellos países con quienes padecía un déficit comercial fueron pechados con un mayor porcentaje arancelario. Por ejemplo, Vietnam (46%) y Venezuela (15%) son un par de países que más vende que compra a los Estados Unidos.
La pregunta crítica en este ámbito capitalista es: ¿dizque no es el mercado una especie de organismo vivo que respira y se mueve de acuerdo con sus propias leyes "naturales", habiendo la necesidad de dejarlo solo, a sus anchas, para mejor desarrollo, sin intervención divina ni humana? ¡Pues, el capitalista Trump de pronto dejó ese credo a un lado y ha decidido intervenir para intentar revertir el mercado, al mejor estilo regulatorio socialista!
¿Alguien que no sea el mercado tiene la culpa de semejantes números? ¿Es posible arreglarlo de modo artificial, obligando a los países a comprar lo que no necesiten con tal de complacer al loco y tapar el hueco deficitario? Por ejemplo, Corea del Sur es una respuesta estúpida a tan loca pregunta: su líder ofreció comprarle gas licuado (GNL) con tal de que le bajen los aranceles.
China, por su lado, se vengó de los Estados Unidos. Acaba de revelar que todo lo que es marca en Gringolandia ella lo fabrica a bajo costo, por ejemplo, a $50, finalmente revendido a 10 mil.


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