lunes, 29 de septiembre de 2008

De Pakistán a Honduras, o de cómo el imperialismo es igual en todas partes

Amistades Con lo que ocurre hoy en Pakistán, cuando estadounidenses y pakistaníes (aliados, supuestamente) se caen a balazos entre ellos en la frontera con Afganistán, se descubre una vez más el engaño y el peligro que hay implícitos en aceptar las relaciones de "apoyo", "ayuda", "alianza" o "solidaridad" de los EEUU, para no hablar de tutelaje, cosa mucho más grave desde el punto de vista del ejercicio de la soberanía de los países "protegidos", y cosa hacia la que indefectiblemente tienden los EEUU en su ansiedad de andar fundando protectorados por doquier, países satélites o candidatos virtuales a integrarse a su Estado de la Unión (como Puerto Rico y Colombia), custodios estúpidos de una soberanía y zona de influencia propias que no les pertenece a fin de cuentas. Es la fisiología del imperialismo en todo tiempo.

Andaban (y andarían) los muchachos de la mano mientras Parvez Musharraf, el dictador pakistaní, no cayera internamente en desgracia, como en efecto acaba de ocurrir hace ya unos meses.  El otrora hombre del poder total ha sido desbancado de sus sitiales de mando, específicamente civiles, y ahora le queda el reducto de su cuartel militar, donde seguramente gozará de alguna influencia, pero nada preocupante para los cambios que se operan, con toda seguridad, porque, cuando se cae en política, se cae por completo, y porque cuando se ven a unos dolientes EEUU actuando ahora como guerrilleros, violando la soberanía del país, dando pataletas como de protesta, es porque hay que suponer que la cosa es seria,  el hombre está hundido, duele, pues, sin que haya otras marionetas a la vista para sucederlo.

Y todo de la manera más traumática posible, como seguramente es preciso tratar a los amigos que más se quieren, a los protegidos, antes que decidan lanzarse por el camino de ver el mundo sin auxilios tutoriales, desplazado de las "grandes" amistades.  Mucho fue la sangre que corrió en ese país a título de atentados y asesinatos para mantener al pelele en el poder, eliminándosele sus adversos políticos por aquí y por allá, cualquiera sea su denominación, sea funcionario del Estado, político, militar, dirigente religioso, etc.  Benazir Bhutto, la dirigente opositora con más opción de desalojar del poder a Musharraf, y asesinada; y el reciente atentado más letal en la historia de Pakistán, donde aparentemente aparecen implicados los servicios de inteligencia de los EEUU, constituyen el legado de la gran amistad con los EEUU.

Estamos, claros, podría decirse que el país pertenece a la élite tecnológica de quienes poseen armamento nuclear, pero sobre eso hay que echar un demoledor cuento.  Bástese con señalar que el país es una simple figura de uso de la teoría maquiavélica que se pone azuzar a una de las partes para debilitarla y manejarla en su confrontación con la otra.  Léase Pakistán "defendiéndose" de la India, su rival vecino, también con potencial atómico.

Hoy los amigos se caen a tiros en las fronteras con Afganistán (EEUU incursiona desde aquí) sólo porque al país no lo gobierna un homúnculo gorilón como Parvez Musharraf (u otro de la misma ralea o genética).  Se perdió poder allí, pues, vale decir, influencia; el fantasma de Bhutto cobra con su cuota de sangre, clamando un poquitín más de dignidad política para la patria.  Y ya todos sabemos qué habrá de ocurrir en breve con Pakistán por obra y gracia de los antiguos amigos, ahora sin sosten representativo en el poder político:  el país corre el riesgo de ser acusado de terrorismo, o de permeable y maleable a sus actos, si es que la determinación es seguir caminando con el peso de ese gran favor aliado, como es la bomba atómica, y sin la directriz "progresista" de su entrañable amigo.

El más puro y vulgar chantaje, como es sólo susceptible de aplicársele a los mejores amigos, por aquello de que "Tu mejor amigo puede llegar a ser tu peor enemigo" , en virtud del conocimiento que una de las partes logra alcanzar sobre la otra.

Y empezaron.  Los EEUU provocan desde Afganistán, a título de perseguir diabólicos terroristas en esas montañas escondidos; invaden el territorio pakistaní con su cuento de perseguir detonadores de Torres Gemelas y hasta balean a sus custodios.  Como si el objetivo fuese la provocación, precipitar una actitud, infundir miedo, obligar a la digna defensa de la soberanía para después acusar.  Y he allí la amenaza de acusación:  ellos persiguen terrorista, adelantan su inventada guerra contra el terrorismo, realizan guerras preventivas,  y todo aquel que no esté a favor está en contra.  Simple, vulgar y conveniente chantaje.  Casi como si pidieran a gritos que se olviden de la democracia, del voto popular, y le retornen a su pelele al poder, bajo cuyo mando ellos, los EEUU, mugían de felicidad al hacer lo que se les pegaba en gana.  No vale Pakistán (ni cualquier otro país bajo fraternidad gringa) un esfuerzo de soberanía democrática si los resultados delineadores del poder no son favorables a los buenos y viejos amigos.

Pero ¿por qué este cuento loco traído por los pelos?  ¿Pakistán terrorista implicado en la voladura de las Torres Gemelas o algo parecido?  ¡Vaya desproporción, ¿no?!  Y es cierto, así parece; como también es cierto que lo lógico siempre será lógico con toda la locura que pueda implicarse en sus silogismos.  Los antecedentes sobran.  Acuérdense que Irak tenía armas de destrucción masiva para justificar una invasión, encontrándose nomás que petróleo y geoestrategia por todas partes; acuérdense de las siembras de marihuana de Manuel Antonio Noriega en el patio de su casa, en Panamá, para justificar la invasión, encontrándose por doquier espacios nomás que para asegurar el Canal de Panamá... Acuérdense de tantas cosas, y no se vayan tan lejos hacia el pasado.  Véase nomás el uso que en propio país quieren hacer de unidades especiales del ejército para controlar a la gente enfurecida con la crisis económica, con la falta de empleo y la pérdida de viviendas, a la que ya quieren endilgarles el mote de cortinaje para la posible comisión de ¡actos terroristas durante sus manifestaciones! Los EEUU contra ellos mismos…, sonando hasta lógico, como se entiende.

Pero Pakistán... ¿qué tiene Pakistán, más allá de una bomba atómica que le dio un amigo para que, llegado el caso, se la lance a su vecino hindú, pudiendo así defenderse en caso de guerra, pero también teniendo que pagar eternamente el favor por el dispositivo con la concesión de autonomía soberana nacional?  Más allá del innegable valor de una presencia en el Asia a través de emplazamientos militares en la región (Afganistán), lo que tiene Pakistán es un triste parecido con otros formatos de guerras pasados, en especial con Irak, donde se difuminaron las fronteras nacionales en virtud de una guerra civil cuando el gobernante de turno se decidió por ser independiente, autosuficiente, reacio a lineamientos provenientes del extranjero, así sean de amigos.  ¿De qué diablos vale negarlo con el argumento de que es diferente la correlación, esto es, que el Saddam Husein pakistaní ya no está en el ejercicio del poder y que la amistad americana proveyó a Pakistán con un dispositivo de guerra invencible?

Vale un ápice.  Con la nueva dirigencia, Pakistán se le está poniendo reacia a Washington, con Musharraf o sin él, y pesa un millón desalentador en la balanza de la amistad y de la lógica el hecho que también la India , el virtual enemigo (nuclearizada por la antigua URSS), pueda ser objeto de coqueteos ahora por los EEUU, en detrimento de ellos, los pakistaníes.  Haciendo abstracción de que la India fue primero armada, lo importante sobre el tablero es considerar que, tanto la India como Pakistán, así como el espurio gobierno afgano, no son más que tristes peones de ajedrez, de paso apartados a un lado por hecho de estar ya virtualmente "comidos", si se piensa en el hecho de que el área está penetrada mayoritariamente por la influencia del Pentágono y sus viejos aliados ingleses (el emplazamiento de los gringos en Afganistan apunta a ser determinate, más el trabajo arduo que hace para halar bajo su influencia a la India, incluso siendo aliado de Pakistán, confeso enemigo de los indios).  Es la pura verdad, sobre el contexto de esa carrera loca imperial de ir haciéndose con zonas de influencias en el mundo, donde los países locales indefectiblemente pierden potestad y soberanía a título de imaginarse que prosperan y se "desarrollan".

Simple neocolonialismo, países que otrora, cuando el descubrimiento de América por aquí, recibían espejitos por su oro, con la diferencia de que ahora -los países por allá, hoy- comprometen su integridad territorial con el cuento de recibir el oro nuclear para defenderse de sus enemigos.  La India y Pakistán armados; Afganistán, el otro vecino, sitiado, provisto de un gobierno títere, expoliado a fondo en la captación de sus recursos naturales y geoestratégicos.  Y en general, como se ve, la presencia de los EEUU y de algunos otros países aliados europeos, haciendo del hambre en el primero, la tribalidad en el segundo y arrasamiento en el tercero, los rasgos sintomáticos de su influjo.  A unos se les azuza para que se defiendan de otros, cuando no para que se ataquen; como se le dice a Pakistán que se ponga "mosca" antes de que la India lo reclame y se lo trague (a la provincia de Cachemira), y como se usa ahora a Afganistán para establecer un tercer elemento en la discordia.

"Los EEUU ya han hecho el trabajo imperial de penetrar para chantajear nuestra cultura e instituciones; revertirlo en nada suena a flor y paz, porque, como en el Medio Oriente y en el Asia de la India y Pakistán, el trabajo se hizo para que no tenga otra salida que el trauma [...] de la guerra"

Ya sabemos:  el objetivo es mantener la división encendida, sumidos sus dirigentes en el más nutritivo lodo de la estupidez.  Todo el mundo sabe cómo fue impelido Saddam Husein a atacar a sus vecinos, y como fue provisto, por sus mismos acusadores después (antiguos "amigos"),  de elementos comprometedores de posesión de armas nucleares.  Se trata de un bufo teatro de la manipulación.  El Pakistán de hoy, de no someterse a los designios de los EEUU, corre el riesgo de ser acusado de blando ante el terrorismo desde Afganistán o de ser provocado desde la India  con apuntalamientos de carácter territorial o sectario religioso.  Un tablero de ajedrez donde EEUU pretende hacer de rey y reina a una vez, despachándose y dándose el vuelto, como decimos en coloquio, tal vez intentándose jugar la carta del poder perdido en los recientes hechos del Cáucaso.

Al final de cuento lo que queda al descubierto, como insinuamos al principio, es la mecánica del poder imperial desplegado sobre el mundo.  Dada determinada región, en un principio se penetra en ella libremente en virtud de las soberanas determinaciones de los pueblos, bajo conceptos como el comercio, el intercambio, la solidaridad, etc.; avanzado el tiempo, cuando el poder imperial establece una célula en el interior del huésped, se dedica a estudiar las costumbres e idiosincrasia del pueblo, su temores, sus diferencias bélicas con vecinos, sus convicciones religiosas, buscando el modo de apoyar sobre tal conocimiento un ofrecimiento de ayuda “desinteresada” ante supuestas amenazadas, sólo por ellos ideadas (por los "invitados" invasores), sobre la base de la exacerbación y radicalización de posiciones nacionalistas.  Para el caso del que hablamos, recibe este punto el nombre de tribalismo, mismo que EEUU, como en el Medio Oriente, explota a placer para ejercer su dominio.

Una vez que el país acepta la "ayuda" del amigo extranjero, todo empieza a andar sobre ruedas para los intereses foráneos.  Como si se hicieran las potencias con una tremenda adquisición del globo terráqueo, al dotar a los países de armamento, ponerlos a pelear y mediarlos desde bases militares destacadas sobre sus propias tierras.  Como si, yendo más allá, se hiciera una adquisición del alma de los países, comprando su ser, su autonomía, su capacidad de libertad, su soberanía, su historia, para chantajear con ello después, luego que sus antiguos huéspedes se pongan reacios a la obediencia.  ¡O lo haces o no lo haces... o te jodemos!Imagen tomada de Pakistan Election

De forma que es ya un lugar común afirmar, bajo el aura de Nicolás Maquiavelo,  que EEUU tribaliza, divide, incauta, indicia o compromete a sus amigos (víctimas) para luego poderlos manejar.  Es ya clisé universal que no pone objeciones a la hora de saltar de territorio, viniéndonos acá, hacia América Latina y Centroamérica, para seguir con las consideraciones y preguntarnos por la suerte de los países distribuidos en su llamada zona de influencia, aquí tan cerca de ellos, mejor dicho, en su llamado "patio trasero", como les gusta oirlo a ellos allá en Washington.  ¿Cuál habrá de ser la suerte, en general, de estos países, hoy montados en una ola reformista y de revoluciones?  Sobremanera, vale hacer la pregunta para los países centroamericanos, verdaderos asientos de la planta imperial, agostados por las inveteradas miserias del condicionamiento político a lo largo ya de una centuria.  Piénsese en Honduras, por mencionar el país más emblemático como patio trasero, uno de los más pobres de la Tierra, hoy haciendo esfuerzos porque su "gran amigo" comprenda que es necesario dotarse con amistades más provechosas que la suya, porque él también, el país hondureño, es gente y necesita vivir.  A su presidente, Manuel Zelaya, hombre de la derecha política sin embargo, le ha tocado este primer paso de la audacia, y ya ha recibido su respectiva amenaza de muerte, en correspondencia con el dictamen maquiavélico de eliminar físicamente al enemigo.  Como Bhutto en Pakistán, país de inaceptable desobediencia política, corre peligro mortal de intentar emprender seriamente reformas para su pueblo, donde, a propósito, el 70% vive en pobreza.

Sin duda el destino es la guerra, diciéndolo con historia.  No existe otro modo de hacer comprender a quienes por la espada viven y mueren.  A las propuestas de muerte, como se le ha ofertado a todos aquellos que intentan deslastrarse de la égida imperial, como Evo Morales, Rafael Correa y Hugo Chávez; no se le puede responder con flores. Significaría seguir con el juego discursivo de la "paz y la democracia" que tanto han sembrado sobre nuestra huerta mental.   Los EEUU ya han hecho el trabajo imperial de penetrar para chantajear nuestra cultura e instituciones; revertirlo en nada suena a flor y paz, porque, como en el Medio Oriente y en el Asia de la India y Pakistán, el trabajo se hizo para que no tenga otra salida que el trauma difuminador de fronteras que acarrea la guerra, momento cumbre del aprovechamiento imperialista.  Cual pescador en río revuelto que también hace leña de los árboles caídos, y que no deja otro camino que las revoluciones, sean de paz o de guerra.

Así como la India y el Pakistán fueron dotados con bombas que no pueden ser desmontadas sin ser explotadas, obligando a medio mundo a la sumisión política, chantajeando con la puerta abierta de las tragedias si se insiste en cambios, el sino para los países suramericanos y del Caribe es la sola presencia y adyacencia de los Estados Unidos de América con su sistema de gobierno imperialista, y esta afirmación no puede ser interpretada fuera del contexto de los actos de piratería histórica y burla del derecho internacional que han acometido, cabroneados por la institucionalidad servida de organizaciones internacionales como la ONU y la OEA, última ésta que, restringida a América Latina, afortunadamente vive sus últimos momentos.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Del egoismo y humanismo revolucionarios

"Humanismo", "Humanismo".  Por allí, por la vía de esa palabra, muchas veces se ha ido a caminar el discurso cuando se ha tratado de delinear la semántica operaria (señores, permítanme la expresión) del actual proceso de cambios que cobra cuerpo en la totalidad de América Latina.  "Esta revolución es humanista", se oye por aquí y por allá, hasta en boca del más modesto apologista de un planteamiento que se ha dado en llamar "socialista" más por lo que tiene de urgente necesidad de atención política a cierto sector mayoritario de la sociedad en general que de doctrinario.

No caeré en el matiz semántico de aclarar si lo que se adelanta es una revolución precisamente, como en propiedad se habla de la Revolución Cubana o cualquier otra; o si es un proceso de cambios en ciernes apuntando hacia allá.  No es el plan. Hasta no hace poco hubo una discusión sobre el tema, a propósito de una publicación de un analista político, militante de la izquierda, quien apreciaba que se vivía un proceso de cambios "revolucionarios" inserto dentro de un plan mayor de transformación de la sociedad y economía de un país, siendo esto último, luego de un largo proceso, el precipitado final que con justicia habría de llamarse "revolución".

No me adentraré tampoco dentro de la sutileza de sopesar si tal proceso es "socialista" porque a émulo de la teoría filosófica de Carlos Marx discurre sobre la figura conceptual de las "clases sociales" y la "lucha de clases", o si lo es porque sí, per se, original y genuinamente, coincidiendo más bien Carlos Marx en sus postulados con nuestros regionales planteamientos, en vez de nosotros con él, a pesar de que haya sido él uno de los primeros conceptuadores sobre la materia.  (Alguien -nunca faltan los nacionalismo humanistas- podría argüir que sus elaboraciones alcanzaron la trascendencia universal como teoría sobre la base de observaciones críticas a la sociedad inglesa de su momento, y que por aquí navegamos en América).

Nada de eso.  Tales disquisiciones, así, desde los libros, me parecen material de papel, bastantes alejadas de los hechos vitales.  No pretendo dormir a nadie, mucho menos a mí mismo.  Prefiero el reto de hablar con y sobre emociones, incluso cuando me toque utilizar palabras tan  libresca como "humanismo" o cualquier otra, definido, a propósito,  como "corrientes filosóficas centradas en el estudio del ser humano", así y con todo que haya humanos por ahí en extremo aburridos cuya disección pueda resultar en tremendo fastidio.

Fijaos.  Fidel Castro hace poco en uno de sus escritos daba en el clavo.  Decía que el reto disquisidor entre capitalismo y socialismo consistía en discernir que un modelo de vida centraba su comportamiento sobre el hecho brutal del egoísmo humano, mientras que el otro aspiraba a su aplacamiento.  De allí el lugar común de que el hombre es explotado, vilmente, por el hombre mismo, según viva bajo un sistema capitalista, en contraposición a la otra postura que plantea, más idealizadamente, un modelo de vida  más solidario, más desprendido, de menos competencia social en términos de rivalidad por alcanzar prebendas y beneficios, donde medie un Estado interventor como expresión, precisamente, de la ética y moral de esa determinada aglomeración humana.

He allí el asunto.  La sociedad latinoamericana cambia, de modo evidente, continentalmente, fundamentalmente como reacción a un modelo de vida asfixiante, expoliador e injusto, y nosotros, los sesudos analistas de siempre, saltamos en el acto unos a catalogarla como "revolución", otros como "socialismo" y muchos más como "humanismo", sin ver que el asunto no es cuestión de libro cabalgante sino de carencia cierta de atención, de olvido, de llamada de atención, de ausencia de políticas de Estado hacia sectores en necesidad.  Hay para escoger y para meterse en camisa de once varas por doquier, siendo la última mención (el humanismo) el meollo de quien estas líneas escribe.

Cuando Fidel -para seguir con su idea- le quita y le pone egoísmo a una vertiente o a otra, y de allí puede uno lanzarse a interpretar "humanismo" por todos lados, catalogando en expreso al egoísmo como materia inhumana, no hace uno más que reducir pobremente el asunto.  Un egoísta es humano como cualquiera, como un asesino y hasta como un genocida, así vaya contra la materia de la que hablamos.  Es una cuestión de palabras, de semántica, de filosofía; y de espectro abarcador, como decía el viejo filósofo cuando repetía que  "Nada humano me es ajeno", siendo todo humano en realidad, para no obviar el hecho de que las cosas existen porque las interpretamos.

De forma que nuestra palabrita "humanismo" se nos complica tristemente cuando un adverso viene e infiere que tendría que considerarse como un hecho inhumano al socialismo o a la revolución porque propone versar o catalogarse sobre una materia inexistente, como lo son tendencias y sentimientos idealizados como "inhumanos" por la interpretación, tales como el egoísmo dicho, la mezquindad, la explotación, el esclavismo, etc., siendo atribuciones y deducciones, como sabemos, expresamente humanas.  ¡Vaya problemita, espinoso por demás, pero sofisma al fin!

Se ve la necesidad de acotar que una revolución o proceso de cambios lo que hace es plantear una confrontación del hombre contra el hombre, en sus sentimientos y modo de vida, de donde unos y otros medran acostumbradamente según mentalidades desarrolladas, dando por hecho que el todo que nos envuelve es una materia humana.   Unos acostumbrados y otros rechazando el acostumbramiento.  Tan simple como eso.  Conservadurismo y liberalismo.  Pasado y presente.  Estatus y revolución.  Nuevas visiones de mundo. Prehistoria e historia.

Se viene el filósofo a nosotros y nos auxilia, sin quedarse atrás tampoco el psicólogo, mismo que clasifica la sustancia sentimental humana como destructiva o autodestructiva, humana de todas maneras.   De forma que nos quedamos con que es humanismo y humanista la revolución o proceso de cambios, socialista o no, cuando hace apología de valores humanos constructivos, como la solidaridad específica, la justicia y equitatividad entre las masas.  Pero ni aquí  caemos en acuerdos, porque tiene también que decirse que sentimientos o actitudes tan estigmatizados como el egoísmo podrían empezar a trascender como "positivos" si la sociedad donde nos desenvolviéramos viviera en una cultura de la guerra. Es un asunto de clasificación positiva o negativa de los sentimientos.

De manera que esta reflexión, que inspirara y hasta pidiera una amiga convencida de la necesidad de cambios, no puede terminar -frustradamente- más que con una relatividad conceptual.  Se es revolucionario, humanista o cualquier otra cosa “positiva” para el mundo y la especie humana porque se hace apología de valores  constructivos específicos de difícil ejercicio para el hombre, como el altruismo.  La condición natural, animal y selvática del hombre juega su necesario papel de proveedor instintual, con efectos finales de supervivencia.  La selva está en los genes, de allí que tenga que afirmarse siempre que es idealista y hasta utópico ser un real revolucionario.  El día que el hombre mute en virtud de su educación y erradique aquellos estigmas culturales que propendan a la animalidad selvática con su cadena alimentaria y todo, se estará hablando de una sociedad idealizada, ciertamente, pero en mi criterio nada humana.  Porque el hombre es eso, ese problema en construcción y deconstrucción permanente, permanente aspiración.   Si hacia allá se propendiera, se estaría realmente planteando una utopía:  el no-hombre.

Muy bien -o mal- dentro una sociedad marxista estatuida podrían andar unos humanos planteando una revolución propugnadora de los valores esencialmente animales de la especie humana:  egoísmo, supervivencia y competencia, con todo y que se llame capitalismo a semejante aventura "libertaria".  Por cualquier lado le sale una quinta parte al gato, o salta la liebre, como decimos.

Para efectos más de calle, de mayor vitalidad, dígase que en América Latina ha habido un proceso de agostamiento de la materia humana y social, inveterado, minante, cuyas secuelas se encarnan en unos sobrevivientes históricos, mismos que se resisten a continuar siendo objetos de expolio.  Existe un hecho de miseria social generalizado que se resiste a lo estamental y propone una severa crítica y desmontaje del sistema de vida político y económico vigente, léase el capitalista.  La revolución o proceso de cambios consiste en atender lo que es necesario atender, políticamente, so pena de caotizar el histórico y civilizado modelo de vivir en sociedad, en paz, como recomienda el instinto, independientemente de que las páginas de los libros utilicen la oportunidad para hablar de marxismos históricos, de revoluciones o humanismos.   Se vicia el molde, se cansa el hombre y se propone un cambio.  Se muta.  Simple devenir histórico.

Y ello, naturaleza humana al fin, puede tener sus intérpretes e interpretaciones (actitud revolucionaria, comprensión de la necesidad de cambios, humanismo, etc.),  y nada la obstaría en su acaecimiento o evoluciones (revolución real, cambio, otra vez humanismo).

lunes, 22 de septiembre de 2008

Vienen por Chávez y lo demás es cuento

Paisaje venezolano Malo, mis amigos, parece ser esta la hora del cumplimiento (al menos acometimiento) de ciertas proyecciones políticas, largamente desglosadas en los análisis.  Digamos que es una hora de la lógica del diablo, primero por lo que de lógica tiene, como es claro (todo el mundo lo preveía), y segundo por la calidad satánica de sus contenidos.  El mismo que escribe pasó jornadas plasmando en el papel lo que de cualquier forma andaba en la boca de la calle, en el discurso de esa infalible ciencia coloquial que es el pueblo con sus alegrías y temores:

El golpe exterior

No teniendo ya nada que perder el gobierno más impopular en la historia de los EEUU, ya en su fase final gubernamental y bajo la más inquietante situación de pérdida de influencia geoestratégica en el área, la gestión de George W. Bush y sus halcones se dispone a la aventura definitiva con Venezuela, como sea que se les presente en el papel:  asesinato de Hugo Chávez o su implicación en un historial de narcotráfico que soporte un trato parecido al que le dieron a Manuel Antonio Noriega en Panamá, con una final captura.  No es admisible que la mayor potencia militar del mundo pierda la contabilidad de sus yacimientos fósiles en propio patio trasero, mucho menos si frente a sus propias narices hay amagos de consolidación de alianzas con factorías del poder enemigo, como Rusia y China.  90 mil millones de barriles de petróleo certificados en la Faja Petrolífera del Orinoco no se tiran por la borda así como así, tanto menos cuanto si el talón de Aquiles de la economía estadounidense es su provisión de combustibles fósiles. 

En mundo hoy acusa la exploración de los dos grandes sedientos de petróleo:  EEUU y China, convirtiéndose las contabilidades de las reservas en guarismos de la geoestrategia.  Dado que los chinos propulsan una agresiva política de mercado petrolero tanto en Asia como en África, se han erigido desde hace rato en el mayor competidor de los EEUU por los recursos, siendo intolerable su presencia en la zona misma de influencia de los estadounidenses, esto es, América Latina.  Tanto más si dicha presencia comporta un tono de alianza con el enemigo de todos los tiempos:  Rusia.

En semejante contexto, en una América Latina tensada por los esfuerzos de cambio y el conservadurismo, donde cada vez más los EEUU pierden influencia de la manera más grave (ya le han  expulsado dos embajadores y han perdido la fuerza que ejercían a través de la OEA, alzándosele hasta Centroamérica), no parece tener contención el accionar de alguna medida de fuerza de la Casa Blanca.  Porque, más allá de algún capricho imperial en contra de las democracias del continente suramericano, lo que está en juego es la supervivencia propia del régimen consumista y expoliador de los EEUU, hoy a punto de abismarse en un severo proceso de recesión económica, siendo lo más barato para ellos lo que se encuentre más a la mano:  América Latina.  Habrá de tener algún valor sus cuantiosas reservas de crudo (cada vez más emanantes, como en Brasil), las fuentes estratégicas de agua dulce, la amazonia, entre otras tantas cosas que ellos imaginan pueden ayudar a paliar sus crisis.  Porque ese país se traga lo que tiene a su entorno, con crisis o sin ella; véase México, para poner un ejemplito.

Pero la amenaza mayor es la certeza de tener al enemigo en propia casa, con un Hugo Chávez y varios otros presidentes proclamando una "retrasada" toma de conciencia histórica, hablando de independencias política y atrayendo en forma de alianzas las otras mencionadas factorías de poder del mundo:  Rusia y China.  Perturba el sueño sobremanera la posibilidad de reedición del capítulo de la vieja Crisis de los Misiles de los años sesenta, con unos barcos rusos con potencial nuclear ahora mismo navegando hacia aguas venezolanas para realizar ejercicios militares conjuntos y una decisión del Kremlin de reconsiderar el establecimiento de bases militares en Cuba, cuando no en Venezuela misma. 

La pérdida de geoestrategia norteamericana en los recientes acontecimientos del Cáucaso, hito que disparara la nueva rivalidad de las potencias por el mundo, el avecinamiento de una situación económica nada reconfortante, más la desastrosa política hacia América Latina, colocan a los EEUU en una actitud de precipitado accionar hacia una área de influencia considerada vital, de "seguridad de Estado", como es el clisé utilizado para significar alerta.  Después de los hecho históricos de la invasión de Irak, por encima de las resoluciones prohibitivas de la ONU, la legislación internacional nada garantiza en relación al respeto de la soberanía de los países, mucho más si quienes empujan el tren de la violencia se escudan detrás de una gestión presidencial tremendamente desacreditada en el mundo, como la del actual gobierno de los EEUU.  La licencia que tiene el gobierno de los EEUU, después del bochorno de las Torres Gemelas, la invasión a Afganistán y el cuento de las armas de destrucción masiva, es la peor licencia de la irresponsabilidad humana:  la de la locura.  Poco importaría una raya más para un tigre, como dice el refrán, "tomando" a Venezuela y dejándole el trabajo hecho a los centros de poder económico y militar interesados, listos para el próximo ejercicio republicano o demócrata gubernamental norteamericano.

"Poco importaría una raya más para un tigre, como dice el refrán, "tomando" a Venezuela y dejándole el trabajo hecho a los centros de poder económico y militar interesados, listos para el próximo ejercicio republicano o demócrata gubernamental norteamericano"

Por ello se habla de una lógica del diablo:  terriblemente las proyecciones con visos de demoniaca realidad.  Alianzas, armamentismo y guerras.  América Latina ingresa al contexto de la pugna por el poder en el mundo a través de la puerta grande de los acontecimientos traumáticos.

El golpe interior

El otro punto a considerar es aparentemente interno, pero se enmarca en el plano mismo de la urgente necesidad de los EEUU y las élites económicas tradicionales de salir de Hugo Chávez.  Y es el magnicidio, cocinado a toda costa entre tanto factor comprado e interesado dentro de Venezuela.  Es el cuento eterno de nunca acabar porque precisamente no cesan los planes de asesinato, casi desde el mismo momento de acceso al poder del proceso de cambios.   Y se explica precisamente en el contexto de lo exterior, porque sólo así es posible (la compra de conciencias con muchos millones), dado que internamente la oposición política venezolana, en este caso la extrema derecha, no posee arraigo significativo en el alma del pueblo como para, por sí sola, calar el efecto devastador e irresponsable del asesinato del presidente de la República.  Tanto deseo de muerte y siniestro sino para Venezuela no puede provenir de venezolanos, sino de factores extranjeros y extranjerizados, indolentes ante lo que no consideran más que una clara moneda de intercambio comercial.

El asunto está claro, y es ya una repetición histórica:  en cada justa electoral se precipitan los esfuerzos defenestradores y las más sucias campañas deslegitimadoras en contra del Estado venezolano en materia de certificación de la voluntad popular.  Chávez es un régimen, no reconoce victorias opositoras y hace trampas:  para tapar las derrotas propias y para preparar el terreno para cualquier otra aventura, sea asesinato o invasión.  Da igual:  si se mata, quien muere es un gorila militar aspirante a la eternidad de un cargo presidencial; y si se invade, se hace para desalojar del poder a un tirano, en breve a ser implicado como narcotraficante mayor por el asunto del "Maletinazo", desde allá, los laboratorios políticos de los EEUU, donde se trabaja durante las veinticuatro horas para parir el engendro justificatorio de los ataques. 

Porque lo que se trabaja con gran tesón en la hora presente, momento de elecciones en Venezuela, suerte de escudo contra ilícitas acciones opositoras, es implicar al presidente Hugo Chávez como narcotraficante con el cuento del "Maletinazo", buscándose de cualquier modo presentarlo como un potencial Manuel Antonio Noriega susceptible de captura. (Acuérdense que la propaganda dijo que este infausto personaje sembraba marihuana en su patio). Es lo que se mueve.  Ya empezó el trabajo sobre su entorno, declarando al ex ministro Rodríguez Chacín como buscado por la justicia "internacional", y no es de extrañar que en breve otras personalidades en puestos claves para la seguridad nacional sean acusadas de terrorista o narcotraficantes, con precios de recompensa sobre sus cabezas.  Una vez declarados como delincuentes funcionarios de una gestión de gobierno, nada más fácil que acusar a un gobierno como promotor de actos peleados contra la civilización y la democracia.  Cerrándose el círculo de ataque, se llega poco a poco al chivo mayor, Hugo Chávez, el gran responsable.

De modo que, podría decirse, América Latina empieza por Venezuela, visto que es este país de cualquier manera el campo de batalla continental, echándose en estos momentos sobre su mesa las cartas agüeras, cuyas lecturas los EEUU procuran sea destino, pero el tradicionalmente forjado por ellos, ese el del "patrio trasero".  Mientras los barcos de la alianza rusa se acercan a costas venezolanas, en Washington no será poco el revuelo levantado por la "invasión" de su patio trasero.  Y el ultimátum sería acabar con ese proceso de revoluciones en América Latina, tomando acciones más audaces, más efectivas, del calibre trascendental comportado por la inminente presencia rusa en Suramérica y el Caribe, de conformarse alianzas militares estratégicas y construirse bases.  Como sea, es un momento preocupante para nuestros países, porque la presencia rusa como alianza no va más allá de la pura simbología, estando lejos el momento de una real alianza disuasiva, con tornillos y tuercas sobre el terreno.  Mientras tanto, EEUU queda con un largo margen de manos libres, durante el cual es seguro habrá de echar sus restos para declarar estos confines como una especie de protectorados bajo su administración, como ha sido siempre su costumbre imperial.

Tanto los barcos rusos como el proceso revolucionario de cambios sociales de América Latina y el Caribe han  de incrementar los nudos de su velocidad de avance, so pena de que se haga demasiado tarde.  El tiempo ahora mismo vale más que el petróleo.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Caricaturas para llorar o reir, 2008

Bush zapateado en Irak

Bush zapateado en Irak 

Peticiones de Ravell al niño Jesús

 

  Yo no juí:  El descontextualizado rostro de Patricia Janiot cuando Hugo Chávez le reclama su trabajo desinformativo en la Cadena CNN

 

Tomado de Ria Novosti 

La última víctima de Irak 

Urinario Bush 

 Contradicciones

Banca, gobierno y pueblo

Apenas comienza la crisis 

El emperador se desencadena 

Bush pidiendo rescate financiero

Crisis económica

Pedro Méndez Suárez:  Metas del milenio de Bush

Mickey pidiendo

Blogalaxia: ,
Technorati: ,

 

  Yo no juí:  El descontextualizado rostro de Patricia Janiot cuando Hugo Chávez le reclama su trabajo desinformativo en la Cadena CNN

 

Tomado de Ria Novosti 

La última víctima de Irak 

Urinario Bush 

 Contradicciones

Banca, gobierno y pueblo

Apenas comienza la crisis 

El emperador se desencadena 

Bush pidiendo rescate financiero

Crisis económica

Pedro Méndez Suárez:  Metas del milenio de Bush

Mickey pidiendo

Blogalaxia: ,
Technorati: ,

 

Blogalaxia: ,
Technorati: ,

jueves, 18 de septiembre de 2008

La temida unidad latinoamericana

Imagen tomada de Peña Folklórica Los Lanceros Sería demasiado poderoso, sin duda.  ¡Todos los países latinoamericanos protestando, retirando embajadores o negándose a recibir las credenciales de los embajadores de los EEUU o de cualquier otra potencia que injiera en los asuntos internos del continente!  ¿Se dan cuenta?  Demasiado idóneo como para no soñarlo.  La nueva y ansiada unidad latinoamericana; la otra gran unidad poderosa del mundo -en términos de vecindad-, además de la Unión Europea (UE).  Porque hay que decirlo:  le ganó Europa al mundo en estos términos, y, fuera de ronchas oprobiosas de la cultura, como el etnocentrismo y la mezquindad civilizatoria, encarna el modelo inicial hacia donde deben de apuntar nuestros países.

Ya sabemos:  una moneda única, el sentido de la defensa integral del territorio, acuerdos económicos, tribunales regionales, políticas mancomunadas...  Todo eso que ellos mismos, los europeos junto a sus jefes los EEUU, se niegan a reconocer a otros y en otros, como si fuera la unidad un legado histórico para unos pocos, suerte de secreto civilizatorio, militar, cultural, que proporciona poderío y debe permanecer en la sombra de la mezquindad estratégica, a disposición de unos pocos, privilegiados comandantes del mundo.  Como en la vieja cultura faraónica, cuyos sacerdotes custodiaban el saber agrícola en torno al Nilo y el conocimiento astronómico para ejercer un ascendente de poder y magia sobre el maravillado pueblo; como los EEUU hoy día, cuya infinita preocupación es que no se masifique el conocimiento nuclear para mantenerse en el ejercicio del poder mundial, ya mermante, por cierto.

Semejante custodia de las bases del poderío imperial ha sido ensayada tradicionalmente en América Latina, con las secuelas conocidas y flagrantes de atraso y caos para nuestros países, y efecto exitoso para ellos, los europeos y estadounidenses, quienes -si no es por la historia que avanza y recuerda- hubieran querido perpetuar aquel inicial hechizo de sus espejitos conquistadores.  Fuera del momento presente, cuando los países mirando hacia el porvenir se ven luego obligados a mirar hacia los lados, buscando mejores alternativas de desarrollo, de tecnología, de crecimiento y prosperidad para sus pueblos, sea en el aspecto militar defensivo o tecnológico o económico; nuestros países, después de las guerras patrias, inveteradamente se resignaron al engaño de que una unidad política entre ellos era imposible.  América Latina jamás pensó en que hubiera de tener la necesidad de defensa de sus recursos ante quien o quienes se presentaban como sus bienhechores, y fue peormente llevada a creer que, en consonancia con el sueño de sus próceres, era menester que buscase una unidad continental irremediablemente imposible, extrañamente irrealizable.

Hoy el cuento ha cambiado.  Caída la mascarada de la incapacidad propia, o más bien descubiertas las manos de quienes la sostenían sobre tantos rostros, nuestros países pueden ver la verdad.  Tanto Europa como los EEUU han jugado un papel de dosificador de la historia respecto de América Latina, de encantador de serpientes, inicialmente indias.  Sistemática y arteramente le acarrearon a este continente heridas profundas de división, hasta el grado que casi instauran una cultura de la incompatibilidad con los propios valores.  Ergo Bolivia.  Hoy mismo, en hora tan impactante de despertar histórico, se comprende el engaño, y se animan los países a soñar más allá de la unidad política pasiva de románticos países entendiéndose en sus necesidades de subsistencia y familiaridad histórica.

Como en los viejos tiempos, época de independencia, van hacia una unidad activa, única vía para disuadir a los encantadores de siempre.  La muestra del colmillo de la cobra, para aquellos que, todavía en tiempos de conquistas, se imaginan que con América Latina toparon con la India.  Superado el sopor, en renaciente vigilia, comprenden nuestras naciones que se les había negado la unidad como fórmula mágica para acceder a ese estrato superior de existencia que es la defensa, tan natural en la especie.  ¡A semejante aberración se había conducido a estos ensoñados países!  Y hoy mismo saben los países latinoamericanos, a pesar de tan recientes despertares, que en hora tan viva de toma de conciencia de poder geoestratégico en el mundo, que la unidad es parto tan traumático como una guerra de independencia en el pasado.  No es casual que muchos analistas hablen de segunda independencia latinoamericana. Hoy mismo hablan algunos países centroamericanos de independencia, por el sólo hecho de escapar de la zona de influjo político de los EEUU.

Por ello mismo no es tonto vaticinar un armamentismo para América Latina, la creación de unidades políticas de integración, restrictivas ellas, nacionalistas, regionalistas o lo que sea que mancomune la historia y puntos de encuentros entre sus integrantes a objeto de salvaguardar soberanías.  Ergo, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), enterradora de la OEA, brazo administrativo y operativo de las apetencias imperiales estadounidenses y europeas en América Latina.  Porque se sabe que los imperios son por antonomasia soberbios, injerencistas, aplastantes, y no se disuaden lanzándosele inocuas piedras, ni mucho menos recitándosele a cada rato historias de David contra Goliat.

Cuando los imperios caen, lo hacen completos.  La soberbia misma de sus genes no les permite el razonamiento de su supervivencia.  En época romana, cuando el senado estuvo a punto de capitular ante el avance paquidermo de las tropas de Aníbal, fue la resolución predominante de que Roma debía caer con los honores de un coloso, porque se le atacaba en el patio propio, y en ese trance anímico fueron -milagrosamente- gratificados con la victoria, hasta con sorpresa propia.  De forma que la caída del aparato imperial en América Latina luce como una tarea titánica, porque es lugar común de que quienes se sublevan lo hacen desde las instancias administrativas propias de los amos de todo.  Desde el "patio trasero", pues, donde no se pueden permitir guachafitas.

Puestos a rodar los países latinoamericanos en la hora presente con la idea de que no hay vuelta atrás y que es imposición histórica la unidad para sobrevivir políticamente, han de topar con la férrea costumbre de la mezquindad cultural de quienes sacralizan y ejercen el poder:  la dosificación del conocimiento, en todo plano, sea militar, tecnológico, y hasta en la simple posibilidad de ejercicio económico y político.  Una cerrazón de plano a cualquier posibilidad de que los países se unan para "aprender" o "aprendan" para unirse.  De modo que las unidades políticas y el bagaje de conocimiento del que disfrutan las naciones poderosas respecto de América Latina, son patrimonio exclusivo de ellas, esto es, de Europa y los EEUU, los grandes expoliadores de nuestro continente.

"De forma que la caída del aparato imperial en América Latina luce como una tarea titánica, porque es lugar común de que quienes se sublevan lo hacen desde las instancias administrativas propias de los amos de todo"

En lo posible –es el cometido- se deben coartar acciones mancomunadas que conduzcan a la “maravilla” de su Unión Europea, a su moneda única y a la conciencia unitaria de defensa.  Ello no es recomendable para indios, ni asíaticos ni siquiera para extraterrestres.  En lo posible no se le deben permitir alianzas económicas o militares para tales efectos.  Mucho menos hablar de dotación y producción de armas defensivas...  ¡Ni soñarlo!  ¿Conocimiento nuclear?  ¡Locura!  ¿Rusos en Suramérica?  ¡Ni soñarlo!  De forma que parezca -y sea así de hecho- que quienes sueñen con la achicharrada unidad se dispongan a luchar con hondas, piedras y palos, de frente a un sofisticado armamento, como se hace con los palestinos contra los israelíes allá en Gaza, sin ninguna posibilidad de victoria, aunque ejerciendo su “libertad” de lucha.   De forma que queda claro que el ejercicio de determinadas prácticas y la asimilación de determinados conocimientos es un hecho discrecional del poder, como siempre lo ha sido.

Y ahí está claro:  ya comprendida la necesidad de unidad, indetenible ella, resta ahora confrontarse a los esfuerzos señoreantes para combatir su ínfula, de modo que se luzca como ya dije, como un ejército tirapiedras contra sofisticados marines, sin capacidad persuasiva, mucho menos ofensiva.  Ni más ni menos.  Comprendido que la comprensión (valiendo la redundancia) de que la unidad continental comporta un esfuerzo supremo de hacer cambiar percepciones en otros de que no somos un puro granero o reservorio naturales o patrio trasero, lo que viene entonces es hacer valer acciones y posiciones para tales efectos, nada fáciles, por cierto.  ¿Cómo inculcársele a un país como los EEUU, arraigado depredador del continente, que estás riquezas poseen un valor de disfrute propio y de circunscripción nacionalista?  Tarea algo menos que imposible, pero que cobra ánimos en la convicción precipitada de que hay que defender para usufructo propio la dotación natural del continente suramericano, mediante la unidad.

Por ello la afirmación de que a la conciencia de unidad se le debe aparejar la de defensa y poder disuasivo.  No hay otra salida.  Si el depredador se condoliera del sentimiento penoso de la presa, se pondría en peligro de muerte él mismo.  De manera que no queda otra que remedar a las rosas mismas, para decirlo en términos hasta ingenuos, que poseen espinas -venenosas algunas- para disuadir a sus captores.  ¿Adónde habremos de llegar sin capacidad de defensa o integración?  Nada lejos.  Porque una vez unidas las naciones suramericanas, habrán de requerir recursos para su defensa, para obligar al trato simétrico de los demás seres de este mundo globalizado, aspirante de multipolaridad. Y es que hoy mismo, en el trance de la unidad, no es menos lo que se requiere en armas y alianzas con otros factores de poder en el mundo para disuadir gigantes malacostumbrados. Porque a quien vive de la guerra no se le disuade con otro lenguaje sino con el propio.

Nuestra historia recuerda nuestros orígenes, después de este breve sueño de la idiotez cultural, y nos condena a un destino bravío de libertad.  Eso no se puede borrar.  América Latina es cuna de próceres y leyendas baluartes de códigos honoríficos del hombre que lucha.  Eso no se borra.  Y hoy los países caminan a construir aquello con lo que la progenie republicana e ilustrada nació:  unidad de culturas, unidad de hombres, unidad de países, unidad de historias.  Y ya sabemos que ello (¡la unidad!) es arma demasiado poderosa para ser permitida.

De manera que resta luchar, fortalecer defensas, prepararse para ataques, conformar alianzas.  Ya los EEUU empezaron desde hace rato, conspirando, dividiendo, haciendo lo que siempre han hecho.  Impidiendo tecnología, evitando mediante chantajes la conformación de inusitadas alianzas militares y económicas, con Rusia o China; impidiendo el rearme o la dotación de armamento defensivo, como hizo con Venezuela al frustrar la operatividad de sus aviones F-16, negándoles los repuestos, y al impedir la compra de navíos tanto a España como a Brasil, alegando derechos tecnológicos; como hace con Bolivia, donde arma una guerrilla de derecha con sofisticados pertrechos militares; como hace con su intimidatoria IV Flota navegando en el Caribe y atracando en Cartagena; como hace con sus bases militares, instalándola y desinstalándola sobre países hermanos, como Colombia y Perú, únicos ejemplares aparentemente perdidos para la causa de la dignidad histórico-americana.

Como hacen y han hecho durante tanto tiempo.  Pero en la hora presente, de toma de conciencia de los países y de su consecuente unidad en la práctica, o en el plano idealizado de que todos los países fuesen de la misma opinión y arrestos de valentía en aras de la unidad libertaria, tendría que vérselas el imperio del norte con su propio destino de ver limitado o desplazado su poder, corrido de las "colonias" en donde han ensayado su impudicia moral durante tanto tiempo, posiblemente tanteando con el pensamiento la implementación de alguna medida "final" para impedir su debacle, una de tantas de esas que han venido aplicando desde la era del Japón bombardeado, el Irak desolado o el Afganistán sitiado, todo en nombre de la sujeción imperial y custodia de áreas de influencia.

Pero la marcha es indetenible, como se dijo, si bien es cierto que no todos los países se atreven a tanto como Venezuela, Cuba o Ecuador en materia de eliminar la brizna molesta en el camino hacia la unidad.  Ayer mismo habló Honduras, uniéndose a la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) y a Petrocaribe, y negándose a darle credenciales al embajador gringo a título de solidaridad con la aporreada Bolivia... ¡Honduras, el verdadero patrio trasero de los estadounidenses, como lo fue la Cuba en la época de Batista, aquel indigno burdel gringo!  Ayer mismo fueron expulsados los embajadores intrigantes americanos de Bolivia  y Venezuela; ayer mismo habló Brasil justificando la acción defensiva del Estado boliviano contra EEUU;  ayer mismo desbancó la UNASUR a la tradicional OEA estadounidense de su autoridad para mediar en los asuntos interamericanos; ayer mismo nació el ALBA contra el Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA), derrotándola; ayer mismo dijo la presidenta argentina que "El primer mundo se derrumba como una burbuja" y profirió Hugo Chávez contra los estadounidenses su gran despedida:  "yanquis de mierda"; ayer mismo vinieron los rusos y tomaron posición de alianza y geoestrategia en confluencia con Venezuela y Cuba.  Hoy mismo es el día de la unidad y de la gran lucha por la segunda independencia.  Resta sumar a países hermanos, como Colombia, Perú y Chile, perdidos en la garras de los perpetuos opresores.

Como se dijo al principio:  la unidad es demasiado buena como para no soñarla y, si bien es cierto que otros conceptos como conocimiento o tecnología se pueden mezquinar culturalmente, nada se puede hacer para impedirla al menos en su fundamento esencial:  la voluntad.  Así que la Historia tiene la palabra.

martes, 16 de septiembre de 2008

Al general Luis Trigo, hombre de brazos caídos en un país con masacres (Bolivia)

Tomado de La Razón, edición digital ¿Qué hay que saber sobre el general Luis Trigo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, a la hora de reconvenirle por qué no actúa en ejercicio y defensa de la constitucionalidad de su país, hoy amenazado por fuerzas autonomistas que apuntan a desmembrar su territorio?  La respuesta es “Nada”.  Ni siquiera su fecha de nacimiento.  Detalles estos superfluos a la hora de tasar por qué  un militar se queda de brazos cruzados viendo cómo su país poco a poco es recortado por la tijera secesionista, cubriendo su uniforme de indignidad.  ¿Quién quiere saber algo adicional de alguien con semejante catadura?  A menos que se quiera escribir una suerte de psicopatología de la traición o del alma vendida o del espíritu recortado, como escribiera Freud en su tiempo una Psicopatología de la vida cotidiana, donde por primera vez el detalle de los actos humanos se vistió de protagonismo y hasta de gala.

¿Para qué intentar saber, por ejemplo, que nació un 13 de agosto de 1953 en un lugar de Santa Cruz; que egresó del Colegio Militar de Aviación en 1975 y fue luego el Comandante de la Fuerza Aérea Boliviana, entre otros detalles, si con semejante conocimiento ni se avala ni se repele lo que el militar actualmente no está haciendo por su país?  ¿Quién quiere saber el detalle mayor de que fue el 3 de enero del año en curso cuando, jurando lealtad a la institucionalidad de su país, se posesionó del cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Bolivianas, frente a la figura refrendante del presidente Evo Morales, quien le pidió entonces "defender la unidad del país y la democracia"? [1]  Podría también quien escribe jugar suciamente y preguntar quién querría saber otros detalles, no muy gloriosos que digamos, como, por ejemplo, que fue denunciado por nepotismo y tráfico de influencias en favor de su hijo en el 2.007, Ricardo Trigo Cuéllar.  Pero, como dije, sería irrelevante y, además, no representa el estilo de quien escribe.

Da igual saber o no si determinado militar fue a la Escuela de la Américas a formarse como traidor, a ejercitarse en el arte del gorilismo latinoamericano, donde les inculcan a los alumnos -idiotamente- que el interés de los EEUU es el mismo que el de los países suramericanos, y que se están formando a la sazón como especies de soldados subhemiféricos de la libertad. (¡Vaya gloria) ¡Qué carrizos interesará conocer si un militar así, con semejante catadura de desprecio constitucional, como Luis Trigo, tiene una madre bizca, un hermano paria o una mascota ganadora de concursos…! Si lo que importa es el presente flagrante, la situación de hecho, el papel donde estás y lo que de tí en efecto puedas estar dando a tu país y su constitucionalidad, clase para la cual se te ha formado como militar.   El resto es detalle inútil, revisiones del pasado, estupidez libresca, estructuralismo gafo, que en nada ni conjuraría ni realzaría una situación de facto de incumplimiento de funciones, como a la que nos referimos.

Porque da igual un militar paria egresado de la famosa escuela mencionada a otro que se haya formado en su país, sin alienación extranjera, cuando ambos incumplen con sus deberes morales y éticos.  ¿A quién diablos habrá de importarle que vengas del Sol o de la Constelación de Escorpio si estás cubriendo de indignidad tu uniforme y bañando de vergüenza a tu país de origen al no ejercer tus deberes?  Tanto vale un militar egresado del infierno pero recapacitado como otro instalado en el cielo cumpliendo sus funciones (y nadie afirma aquí que el general Trigo haya ido por maíz a dicha escuela).  ¡Al carajo con los detalles!  Aquí no importan expedientes, sino tu trabajo presente y la consiguiente patria futura que deparas con tus actos.  Tu país, pues, general Trigo.

Es bueno repetir el lugar común de lo que debe aprender un militar:  amor a la patria, defensa de su soberanía e integridad territorial, como si se estuviera en la primera clase, desde cuando se empiezan a recitar los valores formadores de un hombre de armas por su país, aquí y en cualquier otro planeta.  Pero, como vemos, según evidencias, tales máximas no parecen significar gran cosa para el general cruceño del que venimos hablando, Luis Trigo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, militar que lleva meses cruzado de brazos ante el accionar secesionista de la tijera opositora e imperial sobre su ¡propia patria!  Padre mío –se pregunta uno-, ¿qué estará esperando?

¿En qué parte del cuento es que actúa usted, señor general Luis Trigo:  antes de que corten en pedazos al país o después que haya que pegarlos maltrechamente con cola?  Es la pregunta de cajón, como se dice aquí en Venezuela.  ¿No fue su corazón formado para la patria, para salvaguardar su integridad y hacer respetar su soberanía, como quisiera uno remedar a Simón Bolívar (palabras mayores) cuando daba gracias a Simón Rodríguez, diciéndole “Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande”?  Bueno, fíjese:  la oposición política de su país, en alianza con factores extranjeros, está jugando a secesionar a Bolivia, general Trigo, y lleva meses en ello, tomando instituciones del estado por aquí y por allá, cerrando avenidas, golpeando gente, violando la constitución, proclamando una fulana "República Camba".  ¿No es eso, por ventura, de su incumbencia, general Trigo?  ¿No lo ve usted, general, importando un bledo si usted en el pasado padeció una especie de migraña, fue miope, veía Mickey Mouse o se dio un golpe en el cerebro, detalles todos de irrelevancia para impedir el ejercicio crucial de sus funciones?  Usted está allí, en tan alto cima de dignidad y poder moral, para ver.  Haga su trabajo.

A menos que esté proponiendo que su rol de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas no da para "meterse" en política, porque de antemano usted considera que es “política” el actual esfuerzo autonomista de los cuatro o cinco departamentos opositores al gobierno constitucional de su país.  Y usted no se mete, a tenor de que es apolítico, como todo buen militar.  Eso si lo levanta a los cuatro vientos. Caramba, general, intentan desmembrarle el país frente a sus propias narices y anda usted con un cuento político de no intervención, de no acción, de no reacción, nomás porque interpreta que el precepto constitucional de defensa del territorio no está siendo ultrajado.  ¿Qué está usted sugiriendo con su presente ceguera, señor general, para no hablar ya de achaques o detalles del pasado?  ¿Qué será?

¿Que nunca ha sido buena idea que la figura de la Comandancia en Jefe de las Fuerzas Armadas descanse sobre la humanidad de un militar, siendo como es usted en el presente un permanente acto de brazos caídos ante la disolución de la República, siendo como es usted un militar que no considera la secesión de su país como una razón suficiente para intervenir, restableciendo la constitucionalidad sojuzgada?  Caramba, general Trigo, ¿qué más es no es constitucional para usted, de tal modo que mueva su resorte ético y moral para actuar en el ejercicio de sus funciones?  ¿Qué tiene usted que esperar para que comprenda, por ejemplo, que la masacre de El Porvenir se habría podido evitar si usted cumpliera sus obligaciones?  Responda:  ¿es, por ventura o desventura, constitucional el presidente de su país, Evo Morales, elegido por la voluntad mayoritaria del pueblo? ¿O es que eso que lo eligió no es pueblo, no es gente, sino indios?  ¿Insinúa, como es su actitud con la integridad territorial de su país, que tendría que esperar que matasen al presidente para finalmente intervenir y salvaguardarlo de la garra conspirativa?  Pase, general:  no le comprendo.

"es mi opinión y sugerencia que desde el momento de la masacre de El Porvenir ha debido renunciar, por encarnar usted responsabilidad en el asunto y en los asuntos en general de su país... "

¿No ve usted la injerencia externa en su país, donde se plantea una nación Camba con operarios militares procedente de los Balcanes y todo?  ¿O quiere usted señalarnos, como dijera el presidente Hugo Chávez hace poco, que sólo es anticonstitucional para usted (para que usted actúe y se atreva por lo menos a despegar los labios) no lo que provenga de afuera sino de adentro, de las entrañas de América Latina, de su propio país, de los países hermanos, de la mancomunidad histórica que contextualiza a Bolivia?  Se hace usted de la vista gorda ante el trabajo separatista que despliegan en su país el recientemente expulsado embajador estadounidense Philip Goldberg, un tal Marc Falcoff (asesor en Irak)  y cualquier otro que no sea el presidente de un país vecino expresando solidaridad, como el mismo presidente Hugo Chávez, ante quien usted reaccionó, rápida y virulentamente, acusándolo de injerencia, a pesar de que los EEUU ya tienen años tratando se dividirle a su patria.  Por favor, general Luis Trigo, ¿qué tipo de balanza utiliza usted para hablarnos de deberes, injerencia y agresiones extranjeras?  ¿Injieren o no los EEUU en su país?  ¿Dónde está su porte y estampa, pues?  ¿O es usted de los que se arredran ante la tecnología de quienes se dicen hasta invisibles?  ¡Vaya, vaya:  así habrá de ser, porque es que usted ni los ve...!

Fíjese que no lo insulto.  No, hombre, ¿para qué?  Como un detalle del pasado para los efectos de sopesar su actuar  presente, pueden resultar irrelevantes mis palabras.  Pero vea que lo salvo:  es mejor ser cobarde, manifestar miedo al enemigo "invisible" (ante el cual usted parece sugerir no actuar), esconderse, correr encharcado si es posible...; a ser un hombre comprado, peor aun, un militar tasado.  De Judas para acá no hay delito peor en la historia de la humanidad, sentimiento más cuestionado.  Nadie afirma que sea así, general, respecto de usted, pero es que tanto corre el oro monetario en su país de manos de organizaciones como la USAID y la NED [2], que los malos pensamientos acucian a las almas innobles como la mía, que juzga quizás por propia condición.  Después de todo, es mi palabra ventolera contra su monolítica dignidad de general en jefe de las fuerzas armadas, y eso a usted no se lo quita nadie, dado que cubre su persona esa plaza, aunque por acá digamos que no la ejerce.  Por supuesto, debo decirle que, con todo y mi escasa licencia para hablarle a usted, es mi opinión y sugerencia que desde el momento de la masacre de El Porvenir ha debido renunciar, por encarnar usted responsabilidad en el asunto y en los asuntos en general de su país...  Sino antes, incluso antes asumir el mando, general, si es que usted presentía que le habría de acarrear daños a la nación.

Las fuerzas armadas de un país no han de ser un coroto al servicio de una parcialidad, sino de un estamento constitucional, elaborado por la mayoría de los hombres para el beneficio propio y nacional. Tal es la democracia, general. En su seno (el de las fuerzas armadas) se peca tanto por omisión como por comisión de actos peleados con el deber y la ética.  Tres cosas se habrá de defender, encarnada en las leyes:  el corazón, el patio y la dignidad de los países y  sus hombres.  Su no actuación (es decir, su omisión) , general Trigo, trae a colación grandes verdades, por demás dolorosas para nuestros países, aparentemente renuentes a salir del gorilismo que tradicionalmente los ha caracterizado, al servicio de intereses extranjeros.  No los menciono, por no hacer esto más largo, pero sí le pido que pose sus ojos en el Chile de Allende.

Tal ha sido la mentalidad que ha sembrado la derecha política en nuestro continente, con su ley de los mercados neocapital, que todo tiene su precio.  Tanto civil como militar.  Tanto gritos como silencios.  Se para un general por allá (o renuncia a pararse), sobre una barricada o una bandera extrajera o propia, y detrás de él hay que adivinar los guarismo impresos en sus etiquetas. Como un enviado, un comprado, un mercenario. Situación lamentable de contracultura nacional.  Tal es el porte y estampa de la derecha política tradicional, que va a la escuela no de la patria, sino de la expatriación; que se deja penetrar por el dulce influjo de la cultura extranacional para minar las bases de su propio Estado.  Su norte es el Norte, literalmente, y su ciudad natal la metrópolis de los EEUU o una capital europea; su familia, la familia del capital internacional, concretada en inversiones, en empresas transnacionales, en valores de la intemperie y del mundo globalizante.  Sin raíz, sin alma.  Como un cascarón llevado por el río. Un puro molde del ser hombre, pero sin patria ni humanidad.

Por ello vuelvo a predicar el asunto de los detalles, irrelevantes para conocer más sobre la situación presente de un general en silencio, precipitada situación vergonzosa y automática de las escuelas de lo desnacional.  Pero es eso. Es la familia capitalista latinoamericana una sola, renuente a cambios y revoluciones, distribuida por doquier desde antaño, con toda su implicación de compra y venta de conciencias, de nacionalidades, de almas, de vidas, de asentamiento a cómo de lugar sobre los pueblos de la máxima que reza la explotación del hombre por el hombre. Un producto transcultural.  Un Luis Trigo en Bolivia, pecando por omisión en el ejercicio en de sus funciones, …hasta inocente él, si es que un hombre no tiene culpas por su formación; o un Wellington Sandoval en Ecuador, reaccionando emotivamente en su momento cuando negó aprioristicamente la posibilidad de que su país entrase a formar parte del Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), incluso declarando por encima de la autoridad presidencial de Rafael Correa, su presidente constitucional. O un Pinochet más atrás.  Es la familia de la derecha política latinoamericana.

Por ello resulta irrelevante saber cómo, dónde o cuando nació alguien, si la derecha política no tiene ni patria ni arraigo en Latinoamérica (y en cualquier parte), seres de volátiles huestes que aspiran a lo exterior, como si fueran extranjeros ellos, como si odiaran lo propio, seres acuñados en el  universo de la Europa y lo norteño.  Como si se fuera un producto, del que se espera un mercado:  sin sentimientos propios, sin nociones de ser, sin valores peculiares, sin humanidad, sin amor, sin historia, con un puro y expreso interés materialista o monetario.  Como si de pan nomás viviera el hombre. Como si se fuera un puro producto, defensor de intereses, y no precisamente éticos ni humanitarios.

[1] [La cursivas son nuestra] "El presidente cambia el Alto Mando Militar" [en línea].  En La Razón. - 3 ene 2008. - [4 pantallas]. - http://www.la-razon.com/versiones/20080103_006140/nota_249_527741.htm. - [Consulta:  16 sep 2008].
[2]  Por sus siglas, Agencia del Desarrollo Internacional de EEUU (USAID) y National Endowment for Democracy (NED), sucursales estadounidenses financistas de la desestabilización política.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Ensayo una Venezuela libre y soberana

Imagen tomada de Todoarquitectura.com Desde hace un tiempo vengo hablando del asunto y acumulo ya unos cuantos títulos de artículos sobre el tema:  por ser necesario para su defensa, es inevitable que Venezuela incursione en un concepto armamentista de aprovisionamiento militar y conformación de alianzas con uno de los polos del poder en el mundo.¹  No hay ni vuelta atrás ni salida alguna por los costados.  Instinto, simple cuestión de supervivencia, donde nadie queda facultado para desarrollar discursos baladíes sobre la ética, la civilización o el pacifismo.

Hecho de cajón, pues, como se dice en Venezuela, expresión de la animal genética del mundo, selvática, donde priva el instinto y se aspira a la supervivencia.  Como los animales en la cadena alimentaria, son también los países, las personas, las culturas, las ideas:  genéticas conceptuaciones.   Ha de huir la gacela de Thomson del chita en el Sherengueti, como el jaguar se esfuerza por sobrevivir, cazando,  en las selvas americanas.  El mundo, pues, es una selva, y, a pesar de luminarias del intelecto y de la civilizada inteligencia, como Sócrates, Platón, Aristóteles, Jesús de Nazaret, Santo Tomás de Aquino, Leonardo de Vinci, la ilustración francesa, o cualquier otro sabio o científico creador de fórmulas, el mundo ha vivido en la guerra y padecido conflagraciones atómicas. ¿De qué cultura hablamos?

Y, como se sabe, median en la selva conceptos como depredación, presa, extinción, relación equilibrada, supervivencia, mutación, agresividad, astucia animal, etc.  Nadie, pues, vendrá a proponer, por ejemplo, a título de humanistas concepciones, que nos extingamos todos, que nos "dejemos", algo así como que el jaguar se deje tragar por los venados o las hienas comer por una partida de pájaros dodos, extintos, por cierto.  Sencilla estupidez, contrasentido angular.  El mundo es una "configurada" cadena alimentaria, de depredaciones y supervivencia, escrito en el lenguaje de las culturas, y denominado pomposamente "civilización", alta o baja.  La selva de las ideas, paralela a selva real de las bestias de atronantes estampidas.

Cada quien aspira a "ser" o a prevalecer, en general tendiendo la vida y la civilización hacia una situación de fuerzas equilibradas.  Mientras se muta, mientras se piensa, mientras se avanza; mientras se reacomodan las especies (animales o culturales), y se diseñan artificios de ataque y de defensa para dar el siguiente paso o... zarpazo.  Un río de relaciones simétricas y asimétricas, de muerte y supervivencia.  El hombre cada vez mejor exponente de sus cultísimas civilizaciones salvajes.

Venezuela no es un país cascarón que, por no poseer un valor geoestratégico o de riqueza natural, se pueda dar el lujo de no defenderse porque a nadie le interesa.  El lujo de prescindir de sus fuerzas armadas, de tecnología, de escudos protectores, de alianzas, de satélites.  Nada que ver.  Por el contrario, es una mina, tal vez uno de los pedazos de tierra más caro del planeta.  En su seno se gestan emporios de materia fósil, todavía en proceso de cuantificación, aparte otros rubros que también pierden el sueño de aquellos que milenariamente se quedaron con sus bolsas vacías, "desarrollándose".  Sobre su humanidad se posa la mirada siniestra del depredador, manejador de discursos y recomendador de especimenes roles.  Su defensa soberana es responsabilidad, obligación, moral y ética  de sus dirigentes, so pena de que "dios y la patria" se lo demanden algún día.

A ojo depredador, nuestro país reúne condiciones para instituirse en una feria, en un plácido lugar de recuerdo de las dotes naturales de la tierra, donde el oro negro mana y se toma libremente, donde la rapiña se ejerce engañando a unos tontos, donde la vida es un juego y la extensión territorial un patio solaz de altaneros ánimos conquistadores.  Carne de cañón, como se dice.  Ejemplar para la depredación y la barbarie, figura llamada a ocupar y a ejercer su rol "recomendado" en la cadena de la cultura alimentaria de la humanidad.

Nada más lejos de los hechos, sea ya por el ángulo de la genética animal o cultural (o como se le quiera denominar).  Ni sus originales caribes se "dejaban", así como tampoco los subsiguientes criollos o vástagos de la mezcla, generadores de una cultura de la libertad y la independencia a través del dispositivo de los dispositivos:  la guerra.  Así de salvaje, sin cortapisas.  Su nacimiento fue de sangre y fuego derramados.  Y su mundo de las ideas, de la cultura, de la civilización rampante, no es un natural accidente, como no lo es la palabra resistencia, Guaicaipuro, Tiuna, español, criollo, Miranda, Bolívar, Sucre, guerra patria, independencia, soberanía, autonomía, integridad e integración.  Contra la apetencia imperial o depredante de factorías externas conspira su naturaleza total, de carne y espíritu. Así es Venezuela.

De manera que nuestro país no es ni presa ni carne, mucho menos solaz de nadie.  Es un país para amar, para admirar, con los ojos del respeto soberano, con la honra respecto de su historia; mas no para depredar, impunemente, como pretender proponer las históricas águilas de siempre.  Pero, como es lógica animal, semejante postulado, así, a secas, sin elementos de convicción o persuasión, no se puede proponer a la buena fe de la inveterada depredación del mundo.  Que no deprede a otros no significa que invite a la depredación propia.  Como si se dijera que, aun país dormido por la pócima de imperios contiguos, nuestro país ha ser y ejercer un concepto de defensa, porque la base de su capacidad de ataque o de agresión jamás ha sido violador de otras individualidades nacionales y, desde el mismo principio de su saga emancipadora, se ha circunscrito a hacer de la patria una soberanía y a soñar con mancomunidades históricas.  Naturaleza ocupante de un territorio vital, nada expansiva, pero sí vertical, republicana, intensiva, si me acepta el término.

Quienes pretendan considerar a Venezuela como un paraíso no precisamente para los venezolanos tienen que necesariamente chocar contra las naturalezas culturales o animales mencionadas arriba... Esa de que somos o un guerrero en carne y hueso o una proposición ideológica de libertad. A menos que la patria sea ejercida por extranjeros...  La apetencia asaltante de lo nuestro tiene que chocar contra nuestra capacidad de defensa, sino de agresión...  A menos que la patria sea ejercida por extranjeros al servicio de sí mismos, esto es, una especie depredando a un país de dormido, plácidamente dejándose comer por su "dueños".  ¡Vaya complejidad!

"Venezuela no es un país cascarón que, por no poseer un valor geoestratégico o de riqueza natural, se pueda dar el lujo de no defenderse porque a nadie le interesa."

Brasil ha poco acaba de declarar su necesidad de custodiar los cada vez mayores recursos hidrocarburos encontrados en sus costas.  Ha propuesto la construcción de submarinos nucleares para los efectos, sobre el plano dicho de que este mundo es una pradera donde unos pretenden comerse a otros.  Inclusive, para ilustrar esto de la cadena alimentaria, en tiempo pasado soñó alguna vez con tomar parte de Venezuela, hasta el punto norte del Orinoco, lugar de concentración de las mayores riquezas naturales.  Tal es el sino de la supervivencia y el expansionismo vital que, encarnando emblemáticamente en la histórica aventura nazi o en el mismo capítulo sionista de los presentes tiempos, palpita en el interior de los animales humanos, apenas diferenciadoss de los otros, esos a secas.

En fin, se puede inferir que la cuentuchesca versión esta del "espacio vital" como máxima de supervivencia es un hecho desprovisto de culpa, completamente excusable sobre el plano de unas naturalezas que se comen a otras para prevalecer y otras que son comidas para sostener así lo mejor de la especie animal y controlar el número.  ¡Vaya, vaya, vaya!  Todos inocentes, nadie culpable. Como si se dijera, por ejemplo, que los EEUU (la potencia de turno) tienen el perfecto derecho de tomar los bienes y enseres venezolanos (o cualquier otra nacionalidad) para sostener el ritmo de consumo de sus habitantes.  Su sueño americano.  Sus correrías en la pradera.  Que no habrán de propinarse una crisis económica o energética a sí mismos si con derechos depredantes pueden tomar del pasto lo requerido.  Que no dejarán morir a los suyos si pudiéndose alimentar de otra sangre logran mantener circulante la propia.

Podrán tener semejante derecho, pero visto como un sofisma del discurso discutido, artificio que infaliblemente coloca siempre un palmo de ventaja a la tortuga sobre Aquiles.  Podrá razonarse su "vital necesidad", hay que decirlo, hasta su expansión, si otros quieren; pero no con Venezuela, país en nada bovino o porcino (o carne de cualquier otra especie) en su naturaleza, como quedó dicho, sino más bien provisto de una altura moral, libertaria y emancipadora incuestionada.  Ni nace el crisol de culturas ni la "raza cósmica" de su seno para arrastrarse sobre el fango o huir aterrorizada ante el tigre; ni tampoco es tigre que arrastre por el fango a otros porque tenga que expandirse.

Nada de eso.  Las ideas formadoras de la cultura nacional (y continental), mejor expresadas como bolivarianismo republicano, tienen un carácter ante todo de intensidad, de inamovible presencia sobre el  área, custodias de naturalezas y legados de soberanía y hermandad.  A otro cuento con la teoría del "espacio vital expansivo", hábito de imperios; háblese de espacio vital intensivo, hábito de países libres, de modo que se ejerza la soberanía como una defensa de la integridad nacional y no como una agresión imperialista.  Aunque... toda defensa en algún momento pudiera ir a las fuentes del ataque para anularlo y asegurar su supervivencia, y aquí mismo caeríamos en otra situación de ambigüedad discursiva, llamándose ataque a la defensa y viceversa.

Ármese, pues, el país para su defensa y constitúyanse las alianzas para la necesaria supervivencia.  Sea la flota rusa bienvenida, a contrapeso de custodias imperialistas navegantes en el Caribe.  No queda otra.  No existe la posibilidad de cambio ante la visión depredadora (por lo de la vitalidad conceptual implicada) de los EEUU y, como se dijo, Venezuela no es carne de parrilla para nadie.  Los EEUU han obligado a la polarización de nuestro país con su intransigencia, soberbia, injerencia, amenaza militar, golpes de Estado, expoliación y desprecio.  (¿Qué es aquello del "patio trasero?").  Y nuestro país está obligado, como cualquier animal, como cualquier ser de ideas, constitucional o legal, a su defensa.  Con derechos a la libertad y la vida, muy a lo América Latina, y no en el lenguaje acostumbrado de imperiales humanismos.

No hay vuelta atrás.  En la nueva relación del poder en el mundo,  nuestro país está llamado a no quedar por fuera.  Con su dote histórica y natural; con su geoestrategia; con su liderazgo continental.  Con su búsqueda de equilibrio multipolarizante, dando peso en la balanza mundial a las naciones de América Latina.  No son adornos del discurso ni Bolívar ni Miranda, si hablamos de ideas; no es poca cosa la riqueza natural, alimento del mundo, si hablamos de moneda y pan.  Sea, pues, Venezuela la Cuba rampante de la época de las luchas revolucionarias, para venirmos más acá de las luchas por la Independencia.  La Cuba aquella retadora de la Crisis de los Misiles, en la pata misma del coloso del norte.  Hágase valer la geotraestrategia de hacer respetar en propia zona de influencia a aquellos acostumbrados al abuso y a la injerencia.  Pónganse gigantes en fuga, como en tantas historias del pasado.  Siémbrese el suelo de alianzas, de activos elementos de geoestrategia, de nuevas relaciones y modelos en detrimento de los viejos, y se verá cómo el encebado depredador muta... o se encarama.

Séase Venezuela, más cuanto hoy día empieza a pesar en la balanza de la toma de decisiones mundial y a enfrentarse con su propio destino de libertad y soberanía.

Notas:

¹  Vea Oscar J. Camero "Venezuela,  el tema nuclear y las alianzas contra el abuso imperial" [en línea].  En Animal político. - 17 oct 2007. - [7 pantallas]. - http://zoopolitico.blogspot.com/2007/10/venezuela-el-tema-nuclear-y-las.html. - [Consulta:  11 sep 2008].  Consúltese en la misma página, mediante los ítems "Venezuela" y "Rusia", los artículos que desarrollan el tema de las alianzas y la defensa nacional.