martes, 21 de junio de 2016

CLAP Y CONTEXTUALIZACIÓN CRÍTICO-POLÍTICA

Algunos correligionarios han manifestado desacuerdo con la implementación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).  Lo hicieron mucho antes de que un diputado opositor manifestara en Caricuao en días pasados que el dispositivo era un invento gubernamental para administrar la miseria del pueblo venezolano, sumido en un real problema de abastecimiento y escasez no solamente alimentario, sino generalizado.  Es la realidad.

Los más extremados ─correligionarios, no opositores─ hablaron de replicación de la realidad cubana en cuanto al racionamiento, cuasi argumentando que no podía haber en semejante esquema ninguna gloria, dejando claro en el discurso la disecación clásica de que la única hoja de olivo cubana es el acto de guerra y rebelión en contra de la hegemonía imperial estadounidense.  Olvidándose, quizás por la pasión política y el furor que causa la inacción contundente del gobierno en la materia, olvidándose de que un país cuando va a la guerra, en especial cuando se rebela, le toca administrar lo que queda o salva en los combates.  Tal ocurrió con Cuba, que salvó su país, lo deconstruyó y lo levantó de nuevo a fuer de grande penalidad, penalidad intensificada por el bloqueo político y económico de la potencia derrotada.

Otros más moderados rechazan a los CLAP por considerarlos imbricados, retardatarios, casi burocráticos al esperar que el pueblo, hecho institución, los habilite en sus comunidades; y fundan su impaciencia en la decepción a la que los ha conllevado la falta de respuesta del gobierno inclusive antes de la asonada parlamentaria del 6 de diciembre de 2015, cuando de manera cansina se le indicó al gobierno por dónde venía cojeando la política, la imagen y oferta gubernamentales de cara a los comicios.  Entonces se habló de bachaqueros, cadenas de distribución, mafias, militares, frontera, y la perplejidad se apoderó de quienes gritaban, en vez de escribir, esperando respuestas.

Son puntos de vista sobre un hecho lamentable que lacera hoy al venezolano.  Opiniones legítimas de la razón humana sobre un problema puntual, económico, filosófico, ideológico y político.  No hay el suministro, la dote, el pote, lo que la gente, siempre coloquial, llama "bolsa", apenas refiriendo el aspecto alimentario.  Hay más problemas, escasez en cada parcela; no se puede llamar a invidencias.   Quien no reconozca el hecho es posible que no viva en Venezuela o haya perdido  para siempre la mollera en el tobogán del fanatismo y la locura; no compre, no chille en la cola o es posible que se trate de un lama consumado que proponga  la preponderancia del la mente sobre los retortijones en el estómago.  Es la realidad dura, como de concreto.

Pero hay otro punto a considerar, pregunta a responder.  ¿Está el país bajo el efecto de una guerra, no tanto convencional como taimada y de X generación, de esas que no echan mano de los ejércitos sino de otros tipos de fuerzas?  Responda la pregunta y súmase en la reflexión.  El país entonces estaría luchando por su integridad, salvando lo que queda o preserva en los combates, administrando los despojos, sobreviviendo, siendo como Cuba en la época gloriosa de la lucha, cuando después se sobrepuso mediante un esfuerzo ingente contra las carencias.  Y ello deviene en el esfuerzo de administrar, de intervenir, de proponer una solución de distribución, como se propone ahora con los CLAP.  Sobrevivir es más que potestativo en uno de los bando en combate; es obligación.  Es, entonces, obligación del Estado accionar e implementar lo que pretende implementar, por más que parezca tardío, molesto, figurativo o comparativo con otras realidades nacionales peyorativas.  El asunto es el asunto como está, y procede la acción.

Quien se imagine que este mundo de ideas no se enmarca dentro de los hechos de la convención, y vea guerras nada más en la imagen de un soldado disparándole a otro, o injusticia nada más en la violación de una ley, es una criatura que mea fuera del excusado, perdido para la razón provechosa.

jueves, 2 de junio de 2016

LUIS ALMAGRO, DERROTADO ANTE VENEZUELA, PODRÍA SER REMOVIDO DE LA OEA

Luis Almagro, el Secretario General de la OEA, se la jugó.  Se empujo hacia sus quince minutos de gloria que, a un tiempo, podrían trocarse en derrota, vergüenza y renuncia.  Evaluó la situación.  La oposición venezolana le hizo la solicitud de aplicación de la Carta Democrática Interamericana (CDI), primer requisito; del lado de la acera derechista contaba ya con la Argentina de Macri, segunda consideración; luego cayó Dilma Rousseff en Brasil, condición espectacular para sus pretensiones, y se dijo que los votos en el Consejo Permanente de la OEA contra Venezuela ya estaban completos.  Luego estaban allí los EE.UU., prelación máxima, siempre moviendo la cabeza afirmativamente contra Venezuela.  Entonces se lanza y solicita la activación de la CDI contra el país de Simón Bolívar.

Pero ocurre que, por segunda vez, la canciller de Argentina, le baja los humos, la floración de bilis, le aplica peróxido de hidrógeno, cosa increíble considerando que es la canciller de Mauricio Macri, el mismo que antes de ser presidente juró aplicarle de todo a Venezuela.  La canciller primero dijo que le parecía "apresurada" la posibilidad de aplicación de la CDI; y ahora, ¡ahora que Almagro pide la activación!, el momento cumbre de su gloria personal contra Venezuela, increíblemente la misma señora le empuja la rueda hacia el monte recomendando  diálogo entre gobierno y oposición, y nada de eso de estar aplicando cartas.  La propuesta acumula preferencia entre los países miembros.

Ocurre ahora que, de consolidarse la derrota de semejante sujeto, víctima de sus propias aberraciones personalistas contra un país, podría salir de la OEA, siendo mejor que renuncie con tiempo.  Los mismos EE.UU., sus padres ideológicos y monetaristas, se han visto obligados a alinearse con Argentina en la petición de diálogo, Almagro quedando magro, solo en la cuenta, apenas apoyado por Paraguay, quien porfiadamente reclama que la solución en Venezuela es un referendo revocatorio contra Nicolás Maduro.

El artículo 113 de la Carta de la OEA habla del debido apego del funcionario a las Normas Generales de Funcionamiento de la Secretaría General de la Organización;  el 137, letra b, propone que el Secretario General deberá abstenerse del ejercicio de toda actividad que dé la impresión o pudiera resultar en "Pérdida de su independencia o ausencia de imparcialidad en sus respectivas actuaciones"; o que resulte en "Perjuicio del buen nombre e integridad de la Secretaría General" (letra d).

Almagro incurrió en todo ello, hunde a la OEA más de lo que pudiera haberlo hecho el cambio de los tiempos históricos en América Latina, trenzado en una guerra personal y feminista contra la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, quien le ha dicho, en su cara, que es una criatura comprada por el imperialismo estadounidense.  El odio visceral que siente contra Nicolás Maduro es proporcional al afán desesperado que lo impele a complacer las líneas de la política gringa en materia de invasión y saqueo de los pueblos, pueblos suramericanos, hermanos de él, por cierto, suponemos...  De manera que, más que hundidor de flotas, este hombrecito es en sí mismo una vergüenza con peso macizo que lo jala hacia el fondo del abismo.

Y finalmente, en virtud de lo dicho, consideraciones imbatibles, el hachazo, Art. 116:  Luis Almagro, por intentar arrastrar a la organización en medio de sus humores personales, parcializado y con certeza comprado, podría ser removido de su cargo.