miércoles, 11 de diciembre de 2013

Los candidatos faranduleros y la dedocracia derrotada

No sé de tí y tu opinión, ni de la oposición con sus candidatos, pero en lo que a mí respecta no estoy de acuerdo con las designaciones a dedo de los candidatos a elecciones, así el designado sea un ministro del cielo o una luminaria de los medios de comunicación, el deporte o la farándula.  Me importa un coroto cómo hayan puesto en la oposición, por ejemplo, a Fabiola Colmenares como abanderada en Vargas (hoy derrotada, por cierto); o cómo le haya ido al basquetbolista Iván OIivares, también derrotado.

Lo que sí me importa es lo ocurra en la filas del Partidos Socialista Unido de Venezuela (PSUV) con sus candidatos, esta vez con ese montón de “faranduleros”, si me permiten la expresión para englobar a todos estos famosos que fueron impuestos en el PSUV y que, lamentablemente y con excepción de Magglio Ordoñez, salieron derrotados en el combate electoral.  Tales son, como sabemos:  el periodista Ernesto Villegas (área metropolitana), el presentador de TV Miguel Ángel Pérez Pirela (Maracaibo), el cantante-beisbolista Antonio “El Potro” Álvarez (Sucre, Miranda), el animador de TV Winston Vallenilla (Baruta, Miranda,), todos con sus respectivas tablas sobre la testa.

Se lo había criticado siempre al presidente Chávez, que en su tiempo impuso unas tantas candidaturas, y ahora lo hago con Nicolás Maduro, que parece adoptar también ese camino.  No se puede estar pasando por encima de la organización partidista, menos cuando su institucionalidad política amaneció cristalizada después de las elecciones municipales como la única organización propiamente partidista de Venezuela, con más mérito si consideramos que satisfactoriamente exorcizó los temores de pasar la dura prueba sin la presencia del líder Hugo Chávez.

Es una falta de respeto de plano.  El PSUV se supone que cultiva y concentra la conexión con las bases; luego sus abanderados proceden de tales honduras populares, según decantación normativa, disciplinaria y democrática.  Pasar por encima de tal estamento, incluida la omisión de los naturales candidatos que se ganan la nominación trabajando en sus respectivas jurisdicciones, figura una abominación.  Las tablas en la cabeza obtenidas en estas elecciones con los impuestos mencionados hablan por sí solas.  Leña.

 

“La práctica de las imposiciones a dedo, por lo dicho anteriormente, por ética y disciplina, debe llegar a su fin.  Véanse los resultados:  Caracas faranduleramente derrotada.”

 

Sencillamente porque una persona sea más conocida a través de las pantallas de televisión en Venezuela y el mundo no asegura el apoyo electoral en la región específica donde sea impuesto como candidata.  Es una lógica descabellada y huérfana de alma.  Un cascarón.  Allí, en el sitio donde las bases han cultivado sus naturales liderazgos, la gente conoce a su gente y votará por ella.  Cualquier otro bicho, famoso o bonito que advenga, podría ser rechazado como contranatural, impuesto, injusto, inmerecido, arribadizo, arrimadizo o lo que sea.  Cuando una persona vota por alguien lo hace guiada por factores de identificación y pertenencia, reconocimiento y familiaridad.  En política ni el miedo ni la gratitud, cuando están en condición de imponer, necesariamente obligan.  A la historia y al tiempo presente nos remitimos.

El candidato, para ganar, requiere ser valorado en la circunscripción donde se lanza a la batalla, y no ha de importarle su popularidad en el resto del mundo, al menos circunstancialmente.  Algunos de los candidatos mencionados, que no señalaré por vergüenza, dada la cantidad de votos obtenidos, pudieron haber sido derrotados por un recoge-latas conocido en la comunidad.  El caso de Magglio, sin ser propiamente un político y ni siquiera nativo del sitio donde ganó las elecciones, no es tan excepcional ni da una impresión tan cabal de paracaidismo:  jugó con los Caribes de Oriente, compró el equipo, jugó en la Grandes Ligas, tiene sus cobres y la gente lo percibió digamos como un “rico completo” que no se venía a robar sino ayudar.  Encarna un par de premisas que deben personalizar a un político respecto de su mundo elector:  identificación y arraigo.

La práctica de las imposiciones a dedo, por lo dicho anteriormente, por ética y disciplina, debe llegar a su fin.  Véanse los resultados:  Caracas faranduleramente derrotada.  Al presidente Chávez se le consintió por su condición fundadora, pero el presidente Maduro debe en lo sucesivo dar el ejemplo del respeto partidista y dejar que sean las bases quienes elijan sus gallos de pelea.  No se puede seguir enfrentando a famosos o faranduleros (me vuelven a perdonar la palabrita) contra políticos de oficio, quienes (¡estos sí!) son en la práctica difíciles de derrotar y hasta te ganan elecciones desde la cárcel, con el perdón de la ética (hubo en Venezuela un tal Modesto Freites que así ganó, lanzado en Guárico en 1989), o apolillados (como un tal vendedor de madera podrida que, también, recién ganó en Valencia).

lunes, 9 de diciembre de 2013

Gracias, Daka; gracias, Pablo Electrónica: Maduro, artífice de la victoria

El presidente Nicolás Maduro, tan aparentemente bisoño como político en su cargo, y tan vilipendiado por afectos (“Maduro no es Chávez”) y extraños (“es un chofer, no político”), acaba de asestar un magistral golpe político y ganar las elecciones municipales en Venezuela con mayoría amplia para su tolda pesuvista.

Se aguantó hasta las últimas de cambio, muy cerquita de la contienda electoral, para proclamar su magnífica guerra económica y, principalmente, para actuar en contra de especuladores y ricachones, consiguientemente en favor de una mayoría poblacional, potencialmente electora, trajinante masa popular que consume, compra y patea las calles de Venezuela.  Al punto tal fue su efecto que alguien podría exclamar con sorna y como corolario:  “¡Gracias, Daka; gracias Pablo Electrónica!”

Fuera de los necesarios y anónimos esfuerzos de quienes hicieron posible la campaña y la elección, las llamadas hormigas trabajadoras del partido, y también aparte la acción de las grandes dirigencias, que encauzaron la disciplina y la claridad en el logro del objetivo; el golpe de timón provino de Nicolás Maduro desde el poder central.  Fue contundente en el resultado de las elecciones municipales y lo perfila como un hacedor político de inusitada capacidad para el combate.

 

...“Nicolás Maduro suple así de modo satisfactorio, y como en primera prueba, la expectativa de lo que habría de ser del país fuera de la conducción concreta de Hugo Chávez.”

 

Pero esto de “inusitado” es per se, visualizando a Nicolás Maduro por sí mismo como una abstracción histórica en la Presidencia; porque harto conocido es que Hugo Chávez lo postuló para sucederlo en el cargo, y tal recomendación no la habrá realizado el líder supremo del socialismo en Venezuela sobre la base de un vacío, sino de algunos talentos y virtudes que circunstancialmente han empezado a emerger, como se ha dicho.

Y a propósito, para decirlo con Chávez, quien no se hartaba de proclamar que lo político va de la mano de lo económico, el golpe de Maduro es una confirmación de una sentencia en materia marxista:  las fuerzas económicas determinan el ser político de una sociedad y en amplia medida su historia.  Y para decirlo con el socialismo, hijo doctrinario (aunque no histórico) del marxismo, la movida de pieza de Maduro evidencia también el rol determinante del Estado sobre los bienes y medios de una sociedad, con incidencia sobre su configuración social, política y hasta psíquica, aparte, lógicamente, del efecto histórico.

Lo cierto de hecho, aparte ya de consideraciones cuasifilosóficas o sociológicas, es que Nicolás Maduro suple así de modo satisfactorio, y como en primera prueba, la expectativa de lo que habría de ser del país fuera de la conducción concreta de Hugo Chávez.

martes, 3 de diciembre de 2013

“Extraño” nada, Sr. Presidente

El presidente Nicolás Maduro declaró ayer, luego del “extraño” apagón en aproximadamente diez entidades del país, que no había razones que lo justificasen, lo cual nos lleva a concluir que tendría que ser un sabotaje, sumidos como estamos en medio de un proceso electoral que, como sabemos, incorpora a un sector político opositor harto abierto a la penetración de intereses extranjeros y a la traición patria.

Y estamos de acuerdo.  No hay sequía, que hace poco nos las puso fea para generar electricidad, y se dispone en el país de una capacidad adicional de generación eléctrica de unos casi 2 mil megavatios, precisamente instalada por las recientes situaciones que se presentaron durante el verano.  Aun con un eventual aumento de la demanda, la electricidad ha debido estar fluyendo con normalidad, sin baches, sin apagones mucho menos.

Pero ya ustedes ven:  contra toda esta lógica, hubo un descomunal apagón en el país, evento que no deja muy bien parada la capacidad gubernamental de calar el ataque adversario para accionar preventivamente a futuro.

Lo que acaba de suceder no es ni extraño ni nuevo como para estar tomando de sorpresa a nadie.  Rememórese un poco:  venimos de eso, de recientes actos de sabotaje, y hasta unos detenidos pillados in fraganti hay; además, ¿no andamos en elecciones, momento de gran irracionalidad política donde cualquier cosa se puede esperar, conociendo como conocemos a nuestra “entrañable” oposición?  Súmese el hecho de que el día de ayer, cuando el apagón, se cumplían 11 años de haber empezado esta funesta oposición nuestra el paro petrolero de 2002, que tanto daño infligió a la economía venezolana.

Por más que estemos reacios a creerlo, eventualidades por este orden se celebran en el bando adverso, tal cual como si estuviéramos en una guerra o de una biblia invertida se tratase:  lo que es bueno para ellos es malo para nosotros, y viciversa.  El enemigo nos derribó un avión atestado de soldados o nos hundió una nave.  Uno podría conmemorarlo, recordarlo como la calamidad que fue, para extraer permanentemente del hecho el jugo moral necesario para reafirmar el valor filas adentro y evitar parecidos descalabros en el porvenir.

 

“Sin tapujos humanistas, una declaratoria de guerra al punto es un acto de justiciera simetría, muy necesario”

 

De manera que nuestra inteligencia ha debido amanecer revisando el calendario, como debe hacerlo a diario, para intentar develar el pensamiento enemigo, ahíto de tanta carencia de amor nacional (si tal malabarismo del lenguaje me permite expresarlo así).  Pero falló, y del modo más injustificado si consideramos la recurrencia saboteadora enunciada anteriormente.  En vez de electricidad, se ha dejado fluir más profusamente la ingenuidad por la venas del aparato político nacional.

No es admisible, pues, que salga un ministro a vociferar que la cosa fue un “acto de sabotaje”.  Se ha contado y se cuenta con suficientes recurrencias y elementos históricos como para prevenir.  En lugar de lamentaciones lo que procede son tomas de acciones, renuncias,  purgas si es posible de esas quintas columnas que hacen vidas dentro de las instituciones del Estado, tanto más cuanto si son de importancia estratégica para lo económico y político del país.  No puede ser sostenible que mientras el adversario nos golpee, uno apenas se lamente y, lo que es peor, no se disponga a prevenir acaecimientos posteriores.  Golpes que asestan daños reales contra quejas que en nada mellan siquiera la malvada moralina del atacante.  Duros de aprender.

Puede, en fin, Sr. Presidente, que el hecho sea injustificable como usted lo dice, pero en modo alguno extraño.  Muchos más allá podríamos ir:  era esperable.  Simplemente pifiamos y, una vez más, hemos dejado de caer en la cuenta de que el enemigo permanentemente está en guerra contra nosotros, esto es, de que estamos en guerra nosotros también, por más que nos atapucemos con elevados valores revolucionarios del humanismo y la paz para amarrarnos las manos.

Comprender tal punto es crucial para penetrar en la psique del contrario y prevenir sus maquinaciones, evitándonos así tantos descalabros.  Sin tapujos humanistas, una declaratoria de guerra al punto es un acto de justiciera simetría, muy necesario.  Hay que cristalizar la comprensión de que nuestro adversario es único en el mundo, el mismo en cada rincón del planeta, lo cual constituye una enorme enciclopedia que tendría que ilustrarnos el devenir:  es esa derecha ─moderada o recalcitrante─ que se sostiene en el capitalismo y no vacila en realizar ventas patrias a franquicias exógenas; es esa que se enquista en pequeños porcentajes de explotadores sobre grandes cifras de esclavizados; es esa que se deja permear por valores mercenarios para atacar a su propio país y hasta a los suyos; son esos rebeldes sirios comprados por fuerzas exteriores; son esa facción opositora en Francia que durante la segunda guerra mundial coadyuvó a la formación de un gobierno nazi sobre propia tierra; son esos soldados tras el dictador PInochet, comprados por los EEUU contra Allende; son esos opositores nuestros, desesperados por subvertir a Venezuela para vivir de sus pedazos en compartición con poderes innominados extranjeros.

Procede la acción en vez del lamento.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Hay que desenterrar a Chávez

Por ahí he visto en semanarios artículos de opinión sobre la muerte de Chávez.

Moderados, por supuesto, se van hacia el centro, y concluyen lo que la humana lógica y razón pueden hacer concluir, soportados en apoyos lo más científico posible:  el hombre tenía cáncer desde el año 2003 (según se trasluce de misiva de Fidel Castro), es mantenido con vida a lo largo de una década con lo mejor de la medicina cubana y luego, ya no dando para más, en medio de tapaderas y misterios políticos, muere.

Fuera del hecho de que al parecer tenía cáncer desde 2003 o antes, es el criterio generalizado.

Otros, más audaces o irresponsables, prefieren irse a los extremos.

Unos simplemente especulan que el gobierno ─de quien el mismo era cabeza─ lo mató.  Lo estiró hasta el final para que, en caso de que se diese el hecho de su partida, dejase el legado de una victoria electoral como primer paso para continuar la gesta bolivariana sin su presencia.  Tal posibilidad se sustentaría en el propio apasionamiento de Hugo Chávez, reacio a recibir imposiciones de nadie que no fueran sus propias convicciones, inclusive a precio de la vida propia.  Hugo habría sido una suerte de reo, aprisionado en propias pasiones y abarrotado por sus allegados que explotaron hasta el final dicha “debilidad”, incapaces de sugerirle un retiro por razones de salud.

Otros, más dados a tesis conspiratorias, proponen la muerte de Chávez como un logro de la pérfida maquinaria de guerra de la derecha internacional, en constante caza y aniquilamiento de líderes carismáticos y circunstancias propiciatorias de la causa contraria, la izquierda política.  Chávez mismo lo había perfilado cuando receló de las enfermedades de Lula, de la Kirchner y la suya propia.  Para nadie inteligente es secreto que los EEUU son unos maestros en el arte de asesinar y hacer luego parecer que la cosa fue natural o fortuita, y locuaz a alguien si se le ocurre explicarla con la verdad, esto es, acusándolos a ellos mismos.  Así se han manejado desde sus interiores vísceras, desde que como sistema asesinaron a su propio presidente, John Fitzgerard Kennedy, y extendieron el éxito de su práctica al mundo entero.

Que alguien diga que no fue Lee Harvey Oswald y apunte hacia el FBI, los cubanos mayameros o la CIA como responsables trasunta un acto de locura de la misma catadura que creer en avistamientos de Ovnis.  Por fortuna para la razón y hasta para la locura, las suspicacias de Chávez fueron hasta cierto punto reivindicadas con el descubrimiento de las causas mortales de Arafat, quien fue envenenado con polonio radioactivo por el Mosad, la agencia de inteligencia israelí.

 

“propongo que se examinen los restos de Hugo Chávez”

 

Entonces aquellos que se mofaron de que era una estupidez creer que Miraflores había sido puesta bajo un haz de luz cancerígena para matar a un presidente, por poner un ejemplo, empezaron a sentirse estúpidos en carne propia.  Chávez pudo ser asesinado, sino de cerca, de lejos (el resultado es el mismo).  Si ya se sospecha que es posible generar sismos a través de ondas de radiofrecuencia enfocadas sobre determinados sitios de la Tierra (HAARP: High Frequency Active Auroral Research Program), a distancia y del modo más impune, ¿qué problema puede haber en creer que es posible matar a un simple mortal que duerme en un espacio terrestre no mayor a varios kilómetros cuadros?  Para los efectos, el enemigo pernota cerca, a escasos kilómetros en unas islas caribeñas, dotado de sofisticados equipos militares de suyo de experimentación sobre las gentes.  Y esto para el caso de que no haya sido inoculado directamente con alguna sustancia radioactiva, lo cual supondría que existe un gran traidor por allí.

La especulación pertenece al arte de la ficción, en tanto no es ciencia ni certeza, según cimientos paradigmáticos que nos dominan, y establece cuotas de responsabilidad para aquellas mentes que la paren.  Julio Verne en su tiempo fue un hombre con un hacer de ficciones; hoy podría parecer un hombre de ciencia quizá con muy poca imaginación, desplazada como ha quedado su especulación.  Si en su tiempo usted especula utilizando su imaginación al servicio de la ficción, bienvenido sea; pero si usted, por el contrario, pretende cimentar especulaciones como hechos valiéndose de ficciones, podría terminar sus días en una mazmorra, aunque pasados los siglos se demuestre que tiene razón.

A nadie se esconde que la realidad puede rebasar los límites de nuestra contorneada razón, haciéndose mágica o real maravillosa a nuestra percepción.  Entonces estalla ante nuestros ojos en su esplendor y mueve a la razón a ampliar su cobertura y dotes de especulación (¡qué contradicción!), así como a ser un poco más osada en cuanto al sentido de la responsabilidad a la hora de elucubrar.  Fíjese usted:  después de lo de Arafat, ya no parece locura lo del envenenamiento de Hugo Chávez con radioactividad; claro, nos sigue pareciendo realismo mágico que pudiera haber sido víctima de una maquinación a distancia, al estilo HAARP, mentalista o cualquiera sea.

Yo, como muchos otros tantos extremados, con mi arte de la especulación y osada irresponsabilidad, rayante en la locura quizá, propongo que se examinen los restos de Hugo Chávez.  Si usted cae en cuenta, se fijará que ahora la práctica parece de moda:  recientemente fueron exhumados los de Pablo Neruda.

Mis razones:  no me dan buena espina los gringos, matadores de los Kennedy, Luther King, Lumumba, Allende, Arafat, etc),  y mi imaginación barrunta constantemente asesinato si el hecho es que Hugo Chávez se presentó a la política venezolana como un hombre sano y cabal, y “enfermó” cuando se perfiló como una amenaza para los primeros.  Además por ahí vuelan unos detallitos que no son producto precisamente de una bien sembrada reputación del Mosad, esa sarta de criminales israelíes:  Shimon Peres anduvo por Colombia en el 2009 y soltaba a ratos con gran satisfacción que Hugo Chávez pronto dejaría de ser un problema. Además, chico, me rehúso a dejar de tener razón para el caso de que lo real maravilloso de hoy pase a ser cierto en el futuro, y nunca me perdonaría no haber sido un poco más irresponsable u osado con mis especulaciones.

viernes, 30 de agosto de 2013

EE.UU. contra Siria, mucha fábula y pocos cojones

No habrá ataque aliado contra Siria. 

No puede haberlo, al menos como recién se estaba planteando, en plazo brevísimo, como escarmiento al uso de armas químicas por parte del ejército sirio.

Y varias son las razones.  La primera es lo que ciudadanos del mundo estemos dispuestos a creer, lo cual constituye el acto de fe principal para licenciar aventuradas ficciones; y la segunda, que un país ─así se trate de los EE.UU.─ no puede así nomás pisotear la construcción normativa del planeta so pena de propiciar severos resquebrajamientos del orden mundial.

Cuando el gobierno de los EE.UU. dice que hubo ataque químico lo hace de modo calculado, en el contexto de maquinaciones trazadas sobre mapas de guerras y, de modo importante, sobre el apriorismo que tú y yo estemos dispuestos a brindarle a sus aseveraciones.  Manejan la gran prensa para distorsionar consciencias con su tinta, y, si no estamos dispuestos a ver  más allá de los titulares, nos quedamos con la certeza de sus mentiras.

El INTERNET ha hecho su obra y el ciudadano del mundo es más consciente y menos fofo mental.  La gente sabe de verdades e intereses y traga el cuento si quiere darle la razón a quien comulga con sus propias creencias.  Hemos llegado a un punto estúpido de evolución humana que confunde interés con verdad o mentira, y a eso muchos lo denominan ideología.  Si EE.UU. únicamente se creyera la mentira para sus maquinaciones y no existiera por allí tanta devoción idiota, le costaría más la osadía de sus “ficciones”.

Pero, como decíamos, no obstante la baba de tanta sandez, el mundo está más consciente y sabe que los gringos se inventaron el cuento; que el cuento es nomás eso, mentira, y que se acostumbraron a ofender la inteligencia humana, esta vez con su ficción química del mismo modo que lo hicieron en Irak con la destrucción masiva y en Libia con los bombardeos sobre la población civil por parte de Gadafi.  Que tan notoria mitomanía, como cualquier enfermedad, responde a desórdenes orgánicos internos:  deuda nacional, soporte ideológico acezante, morbidez plutocrática (esa que necesita de vez en cuando invertir en una guerra para luego ganar con contratos de reconstrucción).

El otro punto es el pisoteo del establishment mundial, el intento de ruptura del equilibrio de fuerzas en el planeta, hoy contrapesadas por Rusia y China.

Los EE.UU. poco a poco se decantan por alcanzar a trancos su dueño de establecer una dictadura mundial, seguramente partiendo de la base de que ya lo logró con su pueblo, a quien parece pastorear con embustes “democráticos”, control de su libertad de expresión y velada represión.

 

“Para entrar con sus cuentos químicos han de tener más cojones y menos fábulas, más cuando corre la especie de un probable ataque ruso a Arabia Saudita como factor compensador ante pérdidas (rusas) y ganancias (gringas) geoestratégicas en Siria.”

 

Ya para ellos no es problema pasar por encima de las resoluciones de la ONU, al menos hasta hoy que se proponen aventurarse contra Siria.  Usted sólo repase su comportamiento desde Kosovo hasta ayer, con el desastre que hicieron en Libia.

Su fácil intervención en países como Irak y Libia parece haberle alimentado el ego romano del dominio mundial, y un pequeño país como Siria se les antoja como un espantajo al paso de sus botas militares.

Pero todo tiene una forma, volumen o peso de idea delineada.  El cuento con Siria hoy es diferente y no podrán pasar al ataque de manera tan simple, ni ellos ni sus aliados.  Y no es porque la población mundial sea más consciente hoy y mayoritariamente repudie sus pretensiones, sino porque la Rusia de hoy no es la misma que cuando el desastre en Kosovo, donde los aliados hicieron lo que quisieron.

Entonces los rusos estaban en ruinas, sin capacidad de respuesta, recuperándose del desmoronamiento soviético, y aún con secuelas parecieron seguir hasta lo de Irak.  Lo de Libia, donde perdieron intereses y espacios geopolíticos, por fuerza tuvo que significarles un colmo.

Siria es socio económico de Rusia, aliado, y Rusia allá posee bases navales.  No es concebible, por tanto, un ataque tan deportivo contra ese país, menos aun cuando de lo que se trata no es de llegar a la Siria misma, sino a Irán, uno de los diez países potencias militares del planeta, socio también de Rusia.  Y menos cuando parece haberse llegado al colmo con las burlas en el seno de la ONU, donde China y Rusia vetan y los EE.UU. y sus aliados violan.  Los rusos han protegido en tres oportunidades a los sirios con sus votos o vetos, y esto ha de ofrecer una lectura.

De manera que los gringos hacen aspavientos y tientan con sus ruidos la capacidad de respuesta de los rusos.  ¿Siguen sumidos en la pereza de ver cómo el mundo se les pierde de modo geopolítico?   Eso es todo.  Para entrar con sus cuentos químicos han de tener más cojones y menos fábulas, más cuando corre la especie de un probable ataque ruso a Arabia Saudita como factor compensador ante pérdidas (rusas) y ganancias (gringas) geoestratégicas en Siria.  Ya usted sabe…  Los sauditas son aliados de los gringos y…, como se dice en Venezuela, lo que es igual no es trampa.  ¿El argumento para entrar en Arabia Saudita?  ¡Pues, hombre, cualquiera, desde una carantoña de un príncipe embajador a Vladimir Putin hasta una “presunta” amenaza saudita de ataque a los Juegos Olímpicos de Invierno a realizarse en Rusia!

A Cameron ya su opinión pública y parlamento le dijeron que no; los gringos yo no parecen evidenciar tanta testosterona y sólo siguen chillando por más guerra los franceses, los que menos aparataje bélico tenían previsto aportar para la guerra.

jueves, 29 de agosto de 2013

Caricaturas para llorar o reir, 2013

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(1) Título:  Caricaturas para llorar o reir – Autor: título

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Ago 29:  Basura gringa

Vicman - Estiércol de guerra contra Siria

Vicman

 

Jun 6:  ¡Santos cachorros imperiales!

Vicman - Santos cachorros imperiales

Vicman

 

May 18:  Chavez, Mendoza y la soberanía alimentaria

 

 

Mar 20:  Mensaje de “niña” a la oposición venezolana

 

 

Abr 21:  Aprendiendo en la escuela

Perdedor

Vicman

 

Feb 26:  Iglesia, evolución espiritual

Kalvellido - Iglesia al final del camino

Fuente:  Kalvellido en la red

viernes, 31 de mayo de 2013

¿Por qué se vende Globovisión y por qué sale La Hojilla?

La concesión a Globovisión está por vencerse.  Usted averigüe la fecha, métase en la WEB y confúndase un poco.

Un montón aseguraba que se vencía en abril de 2013 y otro, en 2015.

Lo cierto del cuento es que es una inminencia el tal vencimiento, para algunos ya acaecido según desinformación detectada.

Pero lo realmente cierto es que, no obstante tan próxima caducidad, el canal fue vendido con todos los visos de un buen negocio, como se vende cualquier artículo por ahí, con legalidad, legitimidad (aunque ya cuestionan unas voces), recibo, ganancia, comprador y vendedor conocidos.

Ponga ahora a funcionar el seso:  ¿quién carrizos estaría interesado en comprar una planta de televisión problemática cuya acta de defunción de plano luce tan inmediata?

Vamos a entendernos.  No es secreto para nadie que medio país espera con ansias la tal fecha de vencimiento para disfrutar, justicieramente, del fin de transmisiones del canal.  Tu y yo sabemos, chavistas, que la vaina es un clamor nacional.  Ese canal de noticias, para muchos una emanación patológica en el país, es una soberano mojón de groserías e impunidad contra el cual nadie ha podido gran cosa (apenas una multita por ahí), aparentemente amparado bajo los derechos de libre expresión, pero con seguridad escudado bajo los poderes imperecederos del dinero y la trata de influencias. Eso tú y yo lo sabemos.

El gobierno revolucionario de Hugo Chávez, que no creía ni en dineros ni en macollas, como cerró RCTV, esperaba el fin de su  concesión para entrarle, para hacer las cosas con toda la legalidad y legitimidad posibles en virtud de ser el Estado el administrador del espectro radioeléctrico del país.

En consecuencia, estemos claros:  quien compra una mercancía podrida y caduca no puede ser más que quien posea el antídoto contra la pudredumbre y la caducidad.  Elemental…, si hablamos de moscas y gusanos. Gente poderosa, con segura incidencia en la toma de decisiones del gobierno (para no decir gobierno), único con potestad para prorrogar finalmente la concesión y la vida del canal.

Ningún loco comprará un pedazo de carne en putrefacción para verla desaparecer en breve plazo devorada por tales insectos.  A menos que...  Ya sabes, a menos que de la carne posea su respectiva varita mágica o poción de la eterna juventud, esa que tanto buscó Ponce de León en la Florida durante el siglo XVI. Y, lógicamente, ya no estaríamos hablando de orate alguno.

─La ley es la ley.  Ese canal podría seguir sólo si cambia de dueño y de línea editorial ─habría relampagueado una voz innominada.

Y así habrá tenido que ser su planteada continuidad, por fuerza, porque con Guillermo Zuluoga como enemigo jurado de la revolución y de las bases éticas del chavismo (el famoso especulador empleador) no había manera imaginable de llegar a una feliz renovación, por más que cambiase la línea editorial del canal.  Y esto hay que entenderlo bajo la óptica de los puntos de honor en el combate político (aunque de putrefacción se trate), del mismo modo que la reapertura de RCTV lo es para un gran sector de la oposición en caso de empoderarse.

¿Qué ocurre entonces?

Don Zuluoga, el señor delincuente de la especulación vehicular, claro y raspa’o en el cuento político de la supervivencia, decide “vender” su planta improductiva, plagada de multas, citas en tribunales, con déficit en sus arcas y señalada en el tiempo para ser liquidada de continuar él, ofensivamente, siendo su dueño.

─Está bien ─musita con su voz quejumbrosa─.   Lo vendo.

Y vende al tío de su mujer, el banquero Juan Domingo Cordero, una joya cuartorrepublicana señalada en la quiebra del Banco Barinas en 1994, hecho que lo puso en situación de huir del país, hasta que en 1999 regresa, en los albores de la revolución bolivariana.

¡Hummm!

Más allá del chisme de insinuar que, arteramente, el negocio se queda entre familia por medio de rutinarios ardides empresariales de cambio de nombre y papeleos… ¿Ya usted también mordió el cebo, verdad?

En efecto, sí, se trata tanto del chisme de familia como de un enorme esfuerzo político-comercial para, coyunturalmente, mientras llega la fecha fatídica del fin de la concesión, cambiar las apariencias, bajar los fuegos pasionales y salvar la temblorosa pantalla.

─Bueno, ustedes compren el susodicho canal, cambien la línea editorial y después hablamos de concesión ─habría  tronado la voz innominada.

Por favor, no nos caigamos a cuentos.  El mismo lobo con cuero de oveja, mientras bala, sigue preservando su original espíritu cánido.  Tal es el dueño, que pone y quita líneas editoriales (y también nombres) según supervivencia, y no tiene que sorprender a nadie que vuelva sobre sus pasos depredantes una vez logrado el objetivo.  Caperucita tiene que dejar de ser una pendeja en la vida y salirse de una vez por todas de esos montes.  Prorrogada la concesión, la línea lobuna retornaría sobre su pelaje.

¿Y el “comprador” qué?  ¡Vamos, pues, muévase e indague!  Busque por ahí y descubra líneas más allá del Banco Barinas.  Si usted lee meticulosamente, digamos entre verrugas, descubrirá que es un guabinoso hombre de banca:  en los noventa del siglo pasado empezó como presidente de la Bolsa de Valores de Venezuela, luego quebró el ya mencionado Banco de Barinas (1994) y fue absuelto un año después del inicio del actual período político (1999); después fue directivo del Grupo Santander (2009), proclive a la venta del Banco de Venezuela al Estado venezolano;  y ahora da paso como comprador de un canal de televisión en pico de zamuro.  ¿No queda a la sospecha que el hombre se mueve raro, errático, como dando pasos a la medida de acomodos o quiebras? Un mandadero de cuello almidonado, híbrido entre política y banca. Y por esta vía se nos viene la conexión gubernamental?  ¡Ah con el hilo! ¡El hilo secreto con la fuente de la eterna juventud concesionaria, mi don, ese mismo contra mosquitos, gusanos y mortecina!

─¿Y que nos dan a cambio después de este esfuerzo contra nuestras propias esencias? ─se habría oído de nuevo la voz quejumbrosa, esforzándose para que en el timbre no se le escapase algún aullido─.  Después de todo, vamos hacia un clima de equilibrio, entendimiento y paz, ¿no?  Damos y recibimos.

─¡Comprado! ─habría caído el rayo por alguna parte, más que apresurado.

Cuentan que un lector de estas líneas, control remoto en mano buscando en vano los espacios La Hojilla (de VTV), Radar de los Barrios y Buenas Noches (de Globovisión), no se pudo explicar cómo es que unas presuntas opiniones personales de un conductor de programa pudieron haber afectado tanto la parrilla informativa y de opinión de la televisión venezolana.   Dizque exclamó:

─¡Carajo, cómo no hacen un referendo sobre el tema éste del canal demoníaco, vinculante como sabemos, a ver si tanto atuendo de oveja piche sirve para algo a los negociantes!

jueves, 23 de mayo de 2013

Ismael Garcia y la maldición de La Hojilla [Cuentos políticos]

Cuando Ismael García, diputado a la Asamblea Nacional por el estado Aragua, presentó la grabación contra el conductor del programa televisivo La Hojilla, Mario Silva, fue estruendoso.

Jamás imaginó que su estrella política pudiera refulgir tanto.

El país se trastornó.  Los medios de comunicación social enloquecieron y no hicieron más que hablar de él, de su patriótica persona, siempre preocupado por la integridad moral de los suyos.

Miraba su nombre por doquier, entre luces de prensa y titulares de la fama.

─¡Ése es Ismael García! ─oía corear por los rincones.

Y hasta temió que sacasen a las calles pancartas con su imagen y nombre retribuyéndole así sus servicios al país, como le decían su abuelos que se hacía antes.

Porque no era para tanto, según se confesó muy secretamente.  Apenas había hecho lo que tuvo que hacer, como declaró a los medios, algo así como cumplir con su deber.  Nada extraordinario, realmente.  Nomás la actitud de cualquiera en la calle que acude a levantar al prójimo que tropieza; aunque, para el caso, se trate de hundir o castigar a la víctima de su trabajo político.  ¡Es el escarmiento de la patria, pues, que ha de castigar las osadas opiniones de un comunicador social sobre el sistema de valores político en el país, sistema tan corrupto y merecedor de castigos como el comunicador mismo!

Eso había sido todo.

Si la gente supiera de su amplitud de pecho y de su capacidad de amor patrio, si duda ya sería presidente del país, tal y como se lo había propuesto desde que salió como imberbe sindicalista de su natal Falcón.  Y es que por su país era capaz de mucho más; y por él mismo, siendo honestos, que se lo merecía: sus esfuerzos, su ardua carrera, sus largos estudios en Cuba como sindicalista, su fundación de partidos políticos varios, sus méritos como diputado regional, como alcalde por su amado Aragua o como lo que es al presente, diputado a la Asamblea Nacional y Secretario General de Avanzada Progresista, su última plataforma política.

─¡Que viva Ismael García, carajo!

“¡Ah, presidente! ─exclamaba mentalmente─.  Eso vendrá a su tiempo y poco a poco.  Pero ya se sabe como es la gente, estúpida cuando está en masas:  hacen de un grano una montaña, tal como ahora mismo.  ¡Ah, si supieran que es nada comparado con mis reales posibilidades.  Si fue apenas una simple grabación...”

Cuando su compañera entra de improviso a la habitación, corta brutalmente sus ensoñaciones y se ve obligado a dejar el balcón y volver a su cama. 

─¡Ya, Maelito, amor mío!  ¿Qué haces en el balcón de nuevo, con ese frío?  ¡Déjalo ya y estate quieto en la cama! ¡Ya tendrás tiempo para trabajar por tu causa!... Empeorarás la tos, querido.  Tómate esta infusión para ver si mejoras un poco.  ¡Vaina extraña esa, si ayer estabas bien, cariño, ¡súper!, con tu alboroto, rueda de prensa, grabaciones y demás!  Siéntate y bebe un poco.

El diputado Ismael García se acomoda en el borde de la cama, coloca sus lentes culos-de-botella sobre la mesita contigua, pasa la palma de sus manos varias veces por su calva sudorosa y, finalmente, apretando su pecho, tose convulsivamente.

─¿Sabes qué dice la comadre Pilar sobre lo que te pasa?...  Me hizo reír con sus cosas, la vieja, pero ella dice que es la maldición de Mario Silva...

─¿Qué es eso, mujer?... ¿Con qué se come eso?  Reconoce que es un gran trabajo y ya...

─Dizque la tos que tú le quitaste al gordo en la grabación ahora se te pasó a tí...  Que lo presentaste limpio, hasta sano, sin su peculiar tos y respiración fañosas, esas mismas que no deja ni por un minuto cuando habla por televisión...

El diputado Ismael García palidece repentinamente, sudando fino.  Toma varios sorbos del guarapo y le pide a su amorosa enfermera que lo deje nuevamente un rato para recuperase.  Luego se deja caer con suavidad de enfermo entre los almohadones de la cama y se dedica a contemplar el azul del balcón allá afuera.

─¡Que viva!

Piensa que el camino a la presidencia de un país cualquiera podría estar sembrado de inesperadas contrariedades y la frase “Nada es perfecto” se le vuelve una pasta pegajosa en su garganta.

 

viernes, 17 de mayo de 2013

Informe de membresía PSUV sobre el barranco electoral del día domingo 14 de abril de 2013 (III)

3.  ¿BUSCAR NUEVOS VOTOS O COSECHAR LOS QUE YA SE TIENEN?

Mire, hay un principio elemental de crecimiento que consiste en... crecer.  Simplemente.

La conceptuación podría complicarse un poco si decimos que se puede crecer aumentando el número de aquello que se procura o subiendo los niveles de calidad de lo acumulado, aunque no se aumente su número.  Usted escoja.

Más aun se puede complicar el rollo si concluimos que la mejor idea de crecimiento es aquella que invita a crecer, numéricamente, al mismo tiempo que con calidad.  Hasta acá la sofisticación del razonamiento.

En política hay que crecer o, en su defecto, mantenerse no importando que estancados pero siempre en un nivel de relativa superioridad respecto del adversario.  Se prepondera o se muere.

Éticamente hablando, más cuanto si se es socialista por apuntar al logro de una única, estable, segura y feliz clase social, el crecimiento ha de orientarse hacia la calidad, calidad revolucionaria para el caso, lógicamente no descuidando el número.  No se gana una elección con el voto de tres calidades contra 3 millones de números.

Ya decía Hugo Chávez que el desarrollo del país debe apuntar a la conformación de una única y poderosa clase media, y por acá, por cierto, se acomodan los tiros de la presente reflexión, punto que dejamos para el cierre.

De votos chavistas, sin calidad revolucionaria, ya sabemos y casi perdemos la república.  Nos referimos a los 600 mil y tantos votos menos que cotejó Maduro (14-A) respecto de Chávez (7-O), a ciencia cierta no muy claros en su destinatario:  si caprilistas o abstenidos.  Lo cierto es que, como hemos dicho, si emigraron de bando, queda evidenciada su importancia nomás coyuntural.  Cesado el embrujo carismático de Chávez,  un cúmulo de electores digamos de “baja calidad” decide votar por el adversario o sencillamente no hacerlo.

Significa que hay que crecer y crecer en sólido, con el agregado ideológico y de consciencia incurso en el hecho, no desdeñando la importancia circunstancial que pueda tener el voto supernumerario llamado “golondrino”.   Más allá de la ética, es política.  Un voto duro soporta viento y marea.

 

“¡Hay que buscar el voto donde no lo hay, aunque se trate de una lógica sin sentido!  ¡Hay que ir a por la clase media, caramba!”

 

Mi trabajo en la parroquia La Vega constató la violación de la lógica de la precedente reflexión.  Se conformó el PSUV con cultivar el voto que, aparentemente, lucia seguro en la zona popular y se olvidó de conquistarlo allí donde lucía precario, es decir, en los sectores de clase media como Montalbán (I, II y III).  Hubo una predeterminación en considerar que en tales sitios el voto chavista es inabordable, sino imposible.  Quien escribe vive en Montalbán II, así como muchísimos otros chavistas que eventualmente podrían abstenerse de validar sus preferencias políticas por causa de tan desalentadora actitud de liderazgo, no hablando ya de la intimidante hostilidad del sector opositor en el sitio.

¿Resultados?  La parroquia La Vega decreció chavistamente en un 3% (7-0 = 58.03%, 14-A = 54.33%) y creció opositoramente en 4 dígitos (7-0 = 41.34%, 14-A = 45.15%).  Y así habrá ocurrido ─¿por qué no?─ con el resto de las 20 parroquias del Municipio Libertador, donde en promedio el voto chavista con Maduro se redujo en un 4%.  De las 21 parroquias que tiene el municipio, el chavismo ganó en 9, incluyendo a La Vega.  Se habrá contentado el PSUV con cosechar lo cultivado en las zonas populares (que como se vio están dejando se ser bastiones, a excepción de las parroquias Sucre y el 23 de enero) sin interesarle la conquista de nuevos espacios.  El hecho es que en la actualidad la Gran Caracas, el área metropolitana, esa porción capital, mirandina y varguense, ya no es chavista.

¡Hay que buscar el voto donde no lo hay, aunque se trate de una lógica sin sentido!  ¡Hay que ir a por la clase media, caramba!  ¿No dijo el comandante que el propósito de la patria es hacer de Venezuela una poderosa clase media?  Ya veremos otras razones en capítulo siguiente, en estos momentos vitales.

Cuando Jesús de Nazaret invitó a un cobrador de impuestos (Mateo) a comer a su mesa, se arrecharon los demás y él tuvo que decirles: “No he venido a llamar justos, sino a pecadores”.    Tal es el trabajo político que debe afrontar el partido:  fundamentalmente sumar, y con calidad, aunque, si al momento no es posible tan carísima ética, simplemente sumar, no descuidando la verdura ideológica de los pastizales conservados.

Sirva la preliminar del presente escrito para enmarcar las imponderables interrogantes una vez la quemazón acaecida:  ¿qué fue lo que se hizo durante la elección pasada?  ¿Se mantuvo cómodamente  la calidad de lo conquistado?,  ¿se perdió numero,  pero se conservó calidad?, ¿se  conquistaron nuevos espacios y se perdieron los viejos?  ¿Qué es política?  ¿Qué es calidad?  ¿Qué es cantidad?  ¿Qué es revolución, socialismo, consciencia?  ¿Qué nombre recibe la confluencia de tales elementos idearios?

Confieso que es más fácil entenebrecer que clarificar, pero por ahí anda el ciego:  hay la gran esperanza de dar con un atisbo de luz salvador sin el riesgo de obnubilarse con su resplandor.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Informe de membresía PSUV sobre el barranco electoral del día domingo 14 de abril de 2013 (II)

2. ¿DECLIVE CHAVISTA?

No hay tal, como parece lógico pensar porque haya muerto el líder de la causa.

Como Bolívar, que no está en declive porque haya muerto, Hugo Chávez es un hecho de consciencia en Venezuela y América Latina.  Como el primero, por haber bregado por la soberanía superamericana, su nombre y legado está destinado al abanderamiento sacro en la lucha por la autosuficiencia de los pueblos.

Pero su muerte, en lo inmediato, en el plano cuantitativo electoral, generó una merma de más de 600 mil votos que casi hunden al país en una crisis de valores y posiciones, justamente cuando se pensaba que el elector revalidaría su fe por un cambio político en el país precisamente por causa de su fallecimiento.

Hablamos de un decrecimiento de 7.6% de votos respecto de los resultados obtenidos el 7 de octubre de 2012, cuando Chávez mismo comandó su campaña.  627 mil 385 votos menos.  Y hasta podrían razonarse como lógicos estos votos en merma si concedemos que sí, que fallamos al creer que la gente votaría más emotivamente por un Chávez ausente.  De allí que los 10 millones planteados nos hayan quedado como una sobreexpectativa.

Chávez son esos 7 millones 563 mil 747 (50.75%) que sacó Maduro, su señalado sucesor; y también fue esos más de 600 mil votos que se llevó a la tumba.  Es decir, se trata de un sinceramiento de las cuentas:  lo que queda cuando él se va y lo que se va cuando ya no se cuenta con él.  En fin, el precio del duelo, la reacción crispada de aquellos que lo apoyaban más por su carisma y figura protectora que por convicción ideológica.  Chavismo ligero o light, en clasificación de algunos (y con asistida razón porque lo que es ligero alza vuelo o se lo lleva el viento).

 

“en medio de la pavorosa situación de contrapeso electoral actual respecto de la derecha, ha de saberse con obviedad que los liderazgos ni se imponen ni se inventan y que en lo sucesivo la representación popular ha de cocerse donde se debe, esto es, al fuego legítimo de la participación con las comunidades”

 

De manera que su muerte, con todo el contrasentido que la expresión pueda figurar, constituye una depuración del chavismo.  La que queda, lo que hay, la baza con la que ha de contar su sucesión, hoy en el poder con Nicolás Maduro y su maquinaria partidista, el PSUV.

De un universo elector constituido por 18 millones 904 mi 364 venezolanos, Chávez es un pilar de un 40%, probamente lo más próximo a lo que se define como su voto duro, voto chavista, chavista sin Chávez, libre ya de la fluctuación referida del chavismo light.

Ergo no hay declive chavista, sino sinceración ideológica, electora, de consciencia, suerte de desembarazo de ese 3.3% que de la población votante significan los 627 mil 385 votos menos de marras.  Y al punto, no obstante la expresada preocupación por el destino quizás migratorio de esos tales votos, no importa tanto su vuelo golondrino como la certeza partidista de saber con cuánto se cuenta para continuar el camino.  Tal es el cúmulo con el que el PSUV, desprovisto ya del efecto carismático de Hugo Chávez, tiene que reempezar a planificar para en lo sucesivo conquistar apoyos de mayor peso de consciencia en lugar de esas fugacidades peligrosas que casi descalabran la republica.

Con Hugo Chávez no sólo se va el carisma y se sincera el ala izquierda ideológica del país, sino que también se ha de acabar el señalamiento a dedo de figuraciones políticas, perdonable en una personalidad con sus dotes, muy probablemente catastrófica en otras potestades.  En la maquinaria política que queda, en el seno de la realidad política forjada por el líder, en medio de la pavorosa situación de contrapeso electoral actual respecto de la derecha, ha de saberse con obviedad que los liderazgos ni se imponen ni se inventan y que en lo sucesivo la representación popular ha de cocerse donde se debe, esto es, al fuego legítimo de la participación con las comunidades.

El PSUV y su proyección de mando político han de ejercerse desde las bases como solución inmediata a la coyuntura presente.

martes, 7 de mayo de 2013

Antonio Ledezma en Florida, EEUU: Venezuela es una... [cuentos políticos]

El Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, se había ido hasta los EEUU a pedir ayuda para su país, Venezuela.

En Florida, rodeado de otros tantos varios alcaldes, expresó que “ahora más que nunca” el pueblo estadounidense debía entender la crisis que enfrentaba su patria, la cual ameritaba una solidaridad fraternal que él profundamente agradecía.

“─Que esa solidaridad sea preventiva, oportuna, y así como se ha planteado la posibilidad de hacer acuerdos de hermanamiento y adelantar trabajos compartiendo experiencias, Venezuela agradecería mucho un pronunciamiento de los alcaldes de Estados Unidos reclamando que se respete la voluntad del pueblo venezolano, reclamando justicia para el pueblo venezolano”

Entonces una prolongada ovación no lo dejó continuar.  Los alcaldes se habían levantado como resortes para celebrar sus palabras, preñadas ellas de amabilidad, invitación y democracia.  Flotaba en el ambiente un aire de gratitud, de aplausos a rabiar para compensarle la merced de pedir a unos alcaldes regionales lecciones de democracia y solución de problemas nacionales extrafronterizos.  Sin duda un generoso tributo de omnipotencia que se agradecía.

Complacido (¡lo aplaudían alcaldes de los EEUU!), el alcalde Ledezma se centró mejor el nudo de su corbata y se apalancó más decididamente frente al auditorio.  Rindió detalles espeluznantes sobre las condiciones de vida en su país, amordazado por la inseguridad y devorado por la pobreza; y lamentó, muy íntimamente, que tan magnífica ocasión y formas discursivas fuesen arruinadas por esas sus domésticas referencias dantescas.

Como a la sazón se conmemoraba el Día Mundial de la Libertad de Prensa, soltó:

“─Si uno va a una marcha encontrará a los periodistas con chalecos antibalas, que andan con cascos.  Parece que uno estuviera en Siria ─en este punto miró con detenimiento a la audiencia, como procurando que se entendiese el alcance de su petitorio─, pero no, está en Venezuela. Allá vivimos amenazados, bajo un toque de queda permanente.

“─Vengo a pedir auxilio para la democracia venezolana” ─exclamó finalmente, abrumado por los aplausos, consciente de que cerraba una ínclita pieza oratoria, concebida para mover voluntades.

Había sido un éxito.  Tomás Regalado, alcalde de Miami; Luigi Boria, de Doral; George Vallejo, de North Miami Beach, y el comisionado condal José Díaz lo zamaquearon durante varios minutos entre sus brazos y le confirmaron que sí, que estaban de acuerdo, que su país Venezuela era una completa mierda hedionda y que harían lo posible por dar una mano.

─"Que el mundo sepa que Venezuela y Caracas cuenta con solidaridad afuera de sus fronteras. Hay voces para denunciar los hechos impunes que se están cometiendo en la nación suramericana" ─sentenció al cierre Regalado, ya frente al micrófono, formalmente.

El alcalde Antonio Ledezma, pleno de la satisfacción por la obra hecha, regresa entonces a su patria, sonriendo en el avión la ocurrencia de aquellos tan distinguidos alcaldes de llamar a su país “letrina”.    Un efecto estético y artístico de su alocución maestra, a no dudar.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Capriles en llamas [Cuentos políticos]

El ex candidato presidencial 2012-13, Henrique Capriles Radonski, sentía un olor insoportable a chamusquina en su cuerpo.

Se agachaba, se erguía, levantaba sus brazos para inspeccionar sus axilas, revisaba sus delicados dedos, se contorsionaba sobre sí mismo como en busca de su cola, se ensortijaba los dedos entre sus cabellos, se introducía los dedos en los oídos, se olía la boca..., y nada, nada tangible a fuego.  Ni carbón ni cenizas por ninguna parte.

Simplemente era un olor que flotaba sobre su cuerpo, como de algunos lagos emanan vapores nauseabundos, sin que se notase, sin que nada evidenciara combustión alguna frente al espejo en el que se observaba.

Su familia y amigos más sinceros se lo habían dicho:  “Te van a quemar, hijo”, “Te van a quemar, mi cuate”, pero él nunca entendió que pudieran estarle advirtiendo sobre esto, sobre una extraña y nunca vista combustión invisible.

Porque nadie más lo notaba ni olía.  En su casa la mucama, que seguramente miraba el mundo desde una perspectiva diferente a él y los suyos (a lo mejor era chavista), jorungaba por acá y por allá y no hacía aspavientos de percibir anomalías.  Recogía con su escoba y pala polvo y arenilla del piso, y no cenizas.  Y lo miraba con la deferencia de todos los días, sin parecer ocultar complacencia alguna, sin estremecer un milímetro las aletas de su nariz obrera.

Patroclo, su más impoluta amistad, ajeno a esos guabinosos retruécanos de la política, había sido lapidario muy a su manera figurativa y hasta piadosa para enfocar las cosas.  Le dijo, poco antes de las nuevas elecciones de abril de 2013:  “¿De nuevo?  Hay dos tipos de guerreros:  los que se lanzan al fuego de la batalla y los que son lanzados.  Siempre te quemarás algo porque de eso se trata, de lo heroico, pero también siempre importará el control del fuego, querido”.  Y él le había devuelto una sonrisa de incomprensión.

Y ahora, ahora que se olía a chicharrón a quemado, lo comprendía a plenitud, como un repentino golpe sobre la mollera.  Se miraba en el espejo y caminaba preocupado por la estancia de su apartamento, estrujando sus manos encima del pecho, la mirada buscando asidero.

Pero ya no había vuelta atrás, como se dice.  El olor era insoportable y era evidente que se quemaba en vivo, aunque nadie lo notase.  Había oído de quemazones inexplicables, como la tan insólita combustión espontánea, sobre la que arduamente había leído en los últimos días, pero ninguna imaginación podía aproximarse a tan espantoso sentimiento que lo embargaba.

“Y pensar que la explicación siempre estuvo allí ─se repetía, mirando de reojo la mesa al lado del espejo─, tan cerca, en la acera de enfrente, latente, aunque sin verla”. Se detuvo un momento, vacilando, estrujándose un poco más de lo ordinario, mirando francamente hacia el sitio.

 

“Pero ya no había vuelta atrás, como se dice.  El olor era insoportable y era evidente que se quemaba en vivo, aunque nadie lo notase”

 

Molesto consigo mismo, y con el mundo, rumiando que en política no se pudiese conseguir un camarada (para utilizar expresiones del bando adverso), decididamente se va hasta allá y toma el recorte de prensa para releerlo una vez más, con aquella su verdad monstruosa, la que tanto sus asesores como afectos políticos le ocultaron.  Textualmente decía así uno de sus párrafos:

“El ex candidato opositor, Henrique Capriles Radonski, entrampado en su fatuidad, con negadas posibilidades de ganar elección alguna en Venezuela, ha sido utilizado arteramente por un entramado complot entre asesores y el Departamento de Estado de los EEUU para quemarlo políticamente ─como se hiciera con Carmona Estanga o Rosales en el pasado─ en medio una nada oculta aventura por derrocar al gobierno de izquierda que impera en ese país suramericano.   Aun hoy, cuando ya son oficiales los resultados de su derrota y el mundo ha reconocido a Nicolás Maduro como presidente constitucional de Venezuela, sorprende que el ex alcalde y gobernador mirandino persista en la suicida actitud de dejarse utilizar por innombrados poderes para protagonizar la última etapa de su proceso de combustión y manipulación políticas:  la desestabilización violenta de Venezuela.  Para nadie es un secreto que Capriles, militante de una oposición en bancarrota política y carente de liderazgo, fue nominado más por llenar una ausencia que por sus eventuales dotes de estadista...”

¡Bla, bla, bla! 

Capriles, arrugando el recorte entre uno de sus puños, retorna al espejo como para huir de sí mismo, de su inenarrable condición chamuscada.  Se mira fijamente, con toda la intensidad de sus ojos saltones, y siente el alivio de verificar que de su cuerpo parece no desprenderse nada.  Mesa su cabello enroscado, allí donde hasta hace poquito calzara su imbatible gorra de combate, y se queda absorto contemplándose, apretando y aflojándose las aletas de sus fosas nasales, pensando, intentando no respirar durante un rato, mirando de reojo el teléfono.  Toma una decisión.

Sabe que es absurda, infantil y... ¡hasta demente!, pero, millonario él, siempre con su dinero podría hacer lo que le viniese en gana, sea ya por necesidad, por capricho o a título de excentricidad.   Es su pedo, como se dice en vernáculo.  Levanta el auricular y ordena a la sede administrativa de sus propiedades y a todas las oficinas estatales bajo su jurisdicción que se compren muchas tinas y bañeras, rápidamente y sin gran pataleo. 

Da lo mismo ─pensaba, bajando los ojos y volviéndose a inspeccionar con la nariz─, porque ya tenía rato la vida pareciéndole absurda y sin sentido.

viernes, 19 de abril de 2013

Informe de membresía PSUV sobre el barranco electoral del día domingo 14 de abril de 2013 (I)

1. INTRODUCCIÓN

Nicolás Maduro fue proclamado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) con 7 millones 563 mil 747 (50.75%) votos, frente a los 7 millones 298 mil 491 (48.97%) de Henrique Capriles Radonski.

Una diferencia ínfima e insólita dentro del proceso bolivariano presidencial, un 1.78% que aparta el sueño y la tranquilidad tanto al candidato derrotado como a sus seguidores, últimos estos sempiternos e históricos cohonestadores de fraude electoral si atendemos al hecho de que llevan años marchando, tocando cacerolas y haciendo suya la acusación de trampa de su dirigencia.

No es para menos.  En el pasado, casi indefectiblemente, con márgenes de derrota de hasta un millón de votos o más, la oposición chillaba sus resultados adversos; hoy, con menos de un 2% diferencial (265 mil 256 votos), lo mínimo que se puede esperar es que se diga que no sólamente ganó unas elecciones en Venezuela, sino en el universo entero, por todos los tiempos de la eternidad.  De allí la renuencia actual a reconocer los resultados y la consiguiente situación de desasosiego político en el país.  La certificación por vez primera de que, en efecto, representa la mitad política del país es un aliciente poderosísimo para potenciar hacia la sublimación victoriosa viejas pasiones de la derrota, especialmente esas que jamás reconocieron la mayoría del contrario.

De un universo elector de 18 millones 904 mil 364 votaron 14 millones 967 mil 737, esto es, 79.17%, un guarismo en verdad sorprendente, muy próximo a la presidencial anterior, que desbancó la proyección pesimista de una escasa concurrencia en atención a la ausencia de un líder carismático como Hugo Chávez, por un lado, y a un presunto cansancio electoral (el país recién salía de otra elección presidencial), por el otro.

Ello pone en el tapete que el pueblo venezolano, de un pasado electoral caracterizado históricamente por una cruenta abstención, en virtud de las tres últimas lides presidenciales (25.3% en 2006, 19.52% en 2012 y el 20.83% presente), es hoy por hoy una realidad de una entusiasta cultura y ejercicio políticos.

El 7 de octubre de 2012, antes de irse, Hugo Chávez dejó una elección ganada en Venezuela con 8 millones 191 mil 132 votos; Capriles, por su parte, lado perdedor, obtuvo en esa contienda 6 millones 591 mil 304.  Hoy Maduro, designado por Chávez para sucederlo, recibe 627 mil 385 votos menos y Capriles, repitiente candidato opositor, recibe 707 mil 187 votos más a su favor. Un decrecimiento de 7.6% en la oferta gubernamental (para no hablar técnicamente de chavismo, dado los resultados) y un crecimiento opositor de 10.7%, todo sobre la base, claro está, de los resultados del año anterior.

El paquete de los 600 o 700 mil votos, o el decrecimiento o crecimiento de las diferentes toldas políticas, como se vea, es el objeto de la consideración del presente informe: ¿por qué tal?  ¿cómo?

Quien escribe es miembro Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y trabajó ad honorem como coordinador de logística y movilización (sendas actividades) en un eje de una populosa parroquia de Caracas.  Su motivación para asumir la dirección de la distribución de insumos y alimentos de los camaradas que como testigos y coordinadores de otras áreas se desempeñaron en los centros de votación, así como para calzarse un megáfono y empezar a arengar al voto salvador de la patria, se fundamentó en la incertidumbre efectiva de la ausencia física de Hugo Chávez como líder ínclito del largo y repetido proceso eleccionario en Venezuela.

Reciente el deceso del líder, la pregunta obligada fue:  ¿votará más o menos gente por la opción chavista aunque acéfala de Hugo Chávez?  La lógica podía llevar a pensar que, dolidos en luto por la muerte del comandante, hasta el más recóndito chavista, furioso con la opción grosera adversa que no cansaba de burlarse de la pena ajena, acudiría a votar en pleno, aumentando hasta límites no vistos la victoria revolucionaria.  De allí la meta de los 10 millones de votos planteada.

Y también podía la lógica llevar a pensar que, ausente Chávez , podría caer dramáticamente el apoyo al partido.  Entonces y ahora, como base especulativa explicativa, siempre se repitió la expresión “Nicolás Maduro no es Chávez”.  Esta última posibilidad, pues, fue la que determinó a este servidor en última instancia a participar activamente en la procura y motivación del voto, acuciado por la pesadilla de una eventual debacle política.  Había que trabajar por la causa, poner el granito de arena en el camino de la patria soñada, a la sazón bajo nubarrones amenazantes.

Hoy los resultado muestran que la participación fue un poco menor, 79.17% respecto de 80.48% de 2012, una disminución no muy significativa de 1.31%, lo cual equivale a 208 mil 516 ciudadanos.  ¿Qué significa si, además, consideramos que el padrón electoral apenas aumentó en 49 mi 429 electores.  Podría ser que:

  1. Los 627 mil votos menos del chavismo que dejaron de votar lo hicieron desalentados por la muerte de Chávez (Maduro no es Chávez) y, coincidencialmente, la votación a favor de Capriles creció en 707 mil votos.
  2. Los 627 mil votos menos del chavismo emigraron hacia la oposición para darle forma a sus 707 mil votos de crecimiento.
  3. Hubo un decrecimiento y crecimiento simple y espontáneo del chavismo y la oposición, respectivamente, en virtud de la percepción electoral de sus ofertas políticas.  Esto es, la izquierda se vicia y decae, y la derecha se fortalece y prospera (ojo), tesis última esta bastante floja debido a lo abrupto del crecimiento experimentado y a la eventualidad simultánea de la muerte de Hugo Chávez.  El análisis parece concluir que la respuesta se encuentra en 1 ó 2.
  4. Triunfalismo:  el chavista no salió a votar porque estaba seguro de que Nicolás arrasaría como “hijo” de Chávez  y con tan fresco fervor en el ambiente por la muerte del comandante.
  5. El intenso intento de hackeo de la página del CNE desde el exterior, que sumó más de 45 mil conatos, hecho que evidencia el complot de factores opositores internos con intereses contrasoberanos externos, podría haber pervertido la integridad de la data electoral favoreciendo la opción de Henrique Capriles Radonski.  De allí que resulte verosímilmente fundada la expresión de Nicolás Maduro “¡Cuidado y si más!” cuando inicialmente aceptó la solicitud de conteo de votos de parte del candidato opositor, refiriéndose a la probabilidad de tal anomalía y a la certificación de una votación mayor en su haber en caso de hacerse la revisión pedida (los votos fraudulentos del hackeo).  Dado el caso, se justificaría así, aun a contra ley, la persistencia de la solicitud opositora de conteo del 100% de los votos porque la detección de una inconsistencia aunque sea a favor de Capriles vulneraría igualmente la credibilidad del sistema electoral venezolano (una jugada política maestra ésta, con toda su carga de cinismo y desvergüenza ética).

Demás está acotar, para finalizar, que las presentes líneas se escriben a título personal, sin más autoridad que la de ser miembro ordinario del PSUV, venezolano, partícipe de tan esplendente democracia,  en ejercicio pleno de la libertad de consciencia y de expresión personales, en el entendido de que tales elucubraciones no vulneran la disciplina del partido sino que, por el contrario, allanan el camino para una necesaria revisión, rectificación y eventual reimpulso, las tres “R” tan aconsejadas por el difunto presidente Hugo Chávez.

 

 

miércoles, 17 de abril de 2013

Alerta: ¿por qué Capriles desconvocó la marcha del día miércoles 17 de abril de 2013?

Pasada la marea genético-golpista inicial de nuestra oposición venezolana, que no reconoció los resultados electorales (nunca lo ha hecho) y pretendió incendiar el país el día después de las elecciones (aunque no se descartan “histerismos” hasta el día viernes cuando se juramente Nicolás Maduro)..., incursiono en el trabajo de fondo de ir en contra de estas mis propias, iniciales  y “tranquilizantes” palabras, expresadas casi frescamente y en pretérito, casi deseadamente, como si el futuro de la patria no estuviese preñado de peligros y los problemas se resolviesen con palabras conjugadas y percepciones puramente optimistas.  Es decir, en breves líneas y con humildad, me dispongo a desdibujar algunas apariencias, básicamente a desentrañar una mórbida verdad escondida detrás del prurito acomodaticio y defensivo humano de no ver más allá de lo deseado.  Ese temerario “pasar la página” y hablar en pasado que nos desperfecciona. 

Empecemos diciendo que la oposición y Capriles andan así como andan, desesperados, porque nunca en catorce años estuvieron tan cerca de una victoria como el domingo pasado, a apenas unos doscientos mil y pico de votos.  Y así como ellos, sus parientes externos, que sempiternamente han buscando la caída de la revolución Bolivariana (léase EEUU, España, etc.).

La lógica de su razonamiento delincuencial, que los induce a desbocarse, a hacer prevalecer el impulso sobre la razón, como lo insinuara el mismo Henrique Capriles Radonski en su última rueda de prensa (16-04-2013), es que, si antes protestaban y hasta casi “ganaban” perdiendo con mayores márgenes de derrota, ahora que la diferencia fue de un 2% o de 250 mil votos, lo mínimo que creen les calza es que la vaina fue una gran victoria.   Si antes perdiendo con un millón de votos de diferencia decían que había sido por fraude, ahora que es mucho menor, imaginen ustedes, ¿qué no dirán?

Esto conduce a que no se minimicen los cuidos respecto de sus acciones futuras, como pareciera que lo acabo de hacer yo mismo, ligeramente, al principio del escrito cuando dije “histerismos”.  Ven hoy la ocasión de oro para ensamblar un ataque lo más demoledor posible, como se lo brinda la oportunidad de haber casi ganado la contienda electoral del domingo (¡sincerémosno!), y no la desaprovecharán.  Cuando digo histerismo me refiero a esas especies de mordidas de pirañas que impulsivamente parecieran dar (y que darán hasta la juramentación de Maduro el viernes), en realidad pequeños ataques con el propósito de mantener el clima desestabilizador caliente hasta la emersión del iceberg golpista completo:  una acción coordinada de deslegitimación ensamblada entre la ultraderecha y el gobierno interventor de los EEUU que, sobre las pautas del manual de la CIA, se debe de estar trabajando a toda máquina.

Durante el día de ayer (martes 16), Capriles desconvocó la marcha pautada para el día de hoy.  Pensó y repensó su oportunidad de oro, que consiste en mantener a sus huestes “cargadas” y activas, incendiar el país, decretar un estado de caos en nombre de su otra mitad nacional “democrática” y proclamar un vacío de poder sobre la base de su ya tan mentada “ilegitimidad” presidencial (la de Maduro, obviamente).  Esquemas de intervención imperialistas aplicados en otros países (Irak, Libia, Siria, etc.) que aterrizan sobre sus planes con pilotaje estadounidense.

 

“se dice que ya mandó a su familia al extranjero, así como otro desestabilizador que lo acompaña en la aventura, Leopoldo López.  Es decir, toma previsiones de combate para minimizar en lo posible daños en su contra”

 

Pero la desconvocó por táctica y no por cambio de estrategia.  Apresurar a un montón de gente hacia el centro de Caracas y tentar a un mortal enfrentamiento entre las partes ha debido parecerle un acto repetido, ya histórico (golpe de Estado de 2002), de prevenidas consecuencias entre el factor chavista y el colectivo nacional.  La oportunidad de oro no se podía lanzar a la calle de manera tan impulsiva, pensando con el hígado, como parecía empujarle la química de sus emociones, tal cual como el mismo lo expresara disfrazadamente en su rueda de prensa.

Además, pensando en muertos, los que se podrían generar en la suspendida marcha de marras hacia el CNE, centro de Caracas, podrían estársele apilando muy rápidamente bajo su responsabilidad considerando los recientemente acaecidos durante el día lunes cuando desconoció los resultados electorales y azuzó a sus jaurías desestabilizadoras.  Es decir, para no tener un plan ahora mismo contundente que no sea el repetido esquema del 2002, los contra (como los muertos y la formación de una letal matriz de opinión pública adversa) empezaron a florear más rápidamente que los pro.

De modo que el hombre prefirió, tácticamente, darle largas al asunto, es decir, distanciarse un poco del funesto lunes en su contra (asesinatos, persecuciones, allanamientos, incendios, destrozos), mantener así sin “descarga” el ánimo de sus anarquizantes seguidores y concentrarse con todas sus fuerzas sobre la figura del Consejo Nacional Electoral (CNE) a efectos de desprestigiarlo paulatinamente.  Porque un renqueante CNE ─y tal es el plan con apoyo desde los EEUU y sus manuales de guerra de IV generación─ carecería de institucionalidad para sostener la proclamación de Nicolás Maduro como presidente electo de la República Bolivariana de Venezuela.

Su propósito final es restearse en una aventura de país dividido (¡ahora sí, al estilo de Libia o Siria!), según resultados electorales, comandando una de sus partes en contra de la figura del Nicolás Maduro, a quien espera redefinir como ilegítimo, como ya abiertamente lo llama cuando le toca aludirlo.  Una aventura golpista larga y pausada, dando tiempo al ensamblaje mediático e institucional a su favor (del exterior, principalmente) y al apoyo logístico e ideológico extranjero.  Una aventura erosionante en contra del CNE y de la imagen presidencial, con extremistas sueltos en las calles haciendo el trabajo sucio de delinear el chantaje de la renuncia o conteo de votos a cambio de la paz y civilización nacional.   ¡Ahora o nunca! ─es su percepción.

Juzgue usted:  se dice que ya mandó a su familia al extranjero, así como otro desestabilizador que lo acompaña en la aventura, Leopoldo López.  Es decir, toma previsiones de combate para minimizar en lo posible daños en su contra, familiares en este caso (sus seguidores han perseguido a familias chavistas).  Por supuesto, cuenta para su guerra con la carne de cañón de quienes no pueden hacer lo mismo, o sea, poner a resguardo a sus familias y enseres en el extranjero:  los pendejos y engañados opositores de a pie, los de siempre, los que patean sin saber hacia dónde marchan, esto ideológicamente hablando y sobre la consideración de que el neoliberalismo se derrumba a patadas en el mundo y no parece una opción de futuro.

Es, pues, Capriles y el inicio de su guerra extranjera en Venezuela lo que se esconde detrás de la trampa de las palabras deseadas, con carne de cañón nuestra y recursos económicos y logísticos que finalmente empeñan la integridad de la patria.

martes, 16 de abril de 2013

Mi diana chavista contra las cacerolas de la demencia

Henrique Capriles Radonski llama a sus seguidores a protestar los resultados electorales presidenciales 2013 adversos mediante toque de cacerolas.

En esta ocasión, luego de tantas elecciones en el país donde la oposición ha perdido holgadamente, la “fortaleza” del conocido candidato golpista estriba en que la diferencia de derrota resultó menor, unos 270 mil votos respecto de los obtenidos por Nicolás Maduro, muy distinto a eventos pasados cuando Chávez los aniquilaba a él y sus seguidores por márgenes superiores al millón, al diez por ciento.  Sin ir muy lejos, el año pasado, 7 de octubre, antes de su trágico deceso, Chávez los fulminó (al mismo candidato y sus seguidores) con una ventaja irrefutable.

Claro, como sabemos, no fue Chávez el que contendió electoralmente contra la oposición y, como es dicho corrido, Nicolás Maduro (el candidato chavista) no es Chávez, sino su señalado sucesor.  De allí los resultados:  mucho fue el que no votó porque Chávez no era el candidato, mucho fue el que emigró de bando (no hablando ya de abstención, dado que fue muy baja) por la ausencia carismática de Hugo Chávez.  De allí los 700 mil votos de merma en la cosecha chavistas respecto de las elecciones presidencias 2012 (Maduro obtiene unos 7 millones 500, Chávez había obtenido casi 8 millones 200 mil) y al mismo tiempo el crecimiento opositor (Capriles obtiene casi 7 millones 300 mil votos y el año pasado había obtenido casi 6 millones 600 mil votos).  Súmense y réstense, respectivamente a cada candidato, los 700 mil votos de marras y mírense luego los resultados de la elección de hoy.

Si en experiencias anteriores, cuando perdía por márgenes irrebatibles, la oposición siempre accionaba contra el Consejo Nacional Electoral (CNE) clamando "¡fraude!” y se rebelaba contra la institucionalidad democrática del país, hoy que pierde por un margen cercano al 2%, a nadie puede sorprender su actitud de querer incendiar el país.  Dentro de la lógica delictiva de su razonamiento y comportamiento, tal diferencia ha de sembrarles en sus convicciones que nunca estuvieron tan cerca y que, por ello mismo, se hacía impositivo recrudecer el comportamiento agresor con el propósito de empujar al país hacia una situación nacional de desestabilización buscando imponer su derrota como victoria del modo más locuaz posible.

 

“La misión idealista humana es y será siempre corregir, enderezar entuertos, no importa que como soñadores quijotes”

 

Quien opositor en el día de ayer sonó su cacerola en el balcón de su casa avaló de manera expedita el anterior razonamiento.  Cuanto mayor fuese el margen opositor que tocó ollas la noche de ayer, mayor es el porcentaje de la problemática mental o de percepción de la realidad entre filas opositoras.

Por supuesto, hay el opositor desquiciado que se figura que, si antes ganaba elecciones con un millón de votos por debajo del triunfador, ahora que se aproxima a una diferencia de 250 mil (ya no un 10, sino 2%), gana por una abrumadora ventaja.  Dos más dos no son cuatro.  Podría aterrar si el resultado de una encuesta arrojará que la mayoría opositora cree que ganó las elecciones, entando en presencia de un verdadero problema de salud mental pública. En dicha encuesta apenas habría que preguntar si caceroleó.

Quien escribe, acérrimo seguidor de Hugo Chávez, respetuoso de la institucionalidad democrática y creyente de que el resultado de 2+2 es igual a 4, al llamado opositor de tocar cacerolas en los balcones de sus casas, acudió por su parte al llamado opuesto de tocar la diana chavista para contrarrestar el chillón efecto de la demencia desconocedora.

Raudo, por allí como a las 7:30, bajó de la INTERNET la diana con la que solía Chávez llamar al voto el día de elecciones, la grabó en un megáfono repetitivo y la reprodujo indefinidamente en el balcón del apartamento.   Tuvo un efecto excelente.  Otros seguidores de Hugo Chávez, de su sucesor Nicolás Maduro, también acudieron a sus balcones y colocaron música partidista alusiva o lanzaron petardos, sea ya porque se animaron con la diana, sea porque también siguieron el mismo lineamiento de quien escribe.  Así, en el sector, centro de Caracas, en la cuadra residencial, fue combatida la hojalata de la locura que a la fuerza ha pretendido subvertir el orden natural de la inteligencia humana.

La misión idealista humana es y será siempre corregir, enderezar entuertos, no importa que como soñadores quijotes.  Con complacencia, pues, el autor pone su grano de arena para combatir semejante desbarajuste neuronal y comparte con todos algunas imágenes de su accionar se dirá cuasiguerrillero, mejor si emuladas por algunos camaradas para próximos desbordes de incivilización.

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jueves, 11 de abril de 2013

El sabor a miel... de abejas del voto opositor venezolano

En elecciones, lo lógico y más frecuente es que votes por tu candidato para llevar la opción de tu preferencia a la victoria.  Parece irrefutable:  el elector, satisfecho con su líder, con su gestión de trabajo, o con su programa y proyección de gobierno, va y vota, y lo elige o reelige, según sea el caso.

No parece lógico y plausible que el elector lleve a la victoria a su candidato no votando por él, por más que el mundo se vuelva loco y mueva hacia arriba las patas.  Por más que se haga apología de ese medieval mítico mundo al revés...

Se vota, el candidato cuantifica el voto y punto.

Pero en política existen los mil y un demonios de las sutilezas que no se manifiestan en el acto simple de escogencia del elector, aunque lo haga sobre dos básicas opciones.

El elector es una materia cargada de infinidad de motivaciones y susceptibilidades al grado tal que uno lo puede medio barruntar por su  lado patológico cuando lo observa sufragar, mayormente  en medio de situaciones de irregularidad:  hay el que se come el papel comprobante del voto, el que escupe, el que golpea la mesa o máquina de votación, el que vocifera o protesta y encuentra dificultad por doquier...

Uno mira y dice:  “Bueno, este tipo loco y todo, vino a votar (o a tratar de hacerlo) por el candidato de su locura”

Y hay el que vota tranquilamente, ese cívico animal de ciudad, que es la mayoría.  “Votó de modo inexpugnable ─piensa uno─.  ¡Quién sabe por quién!”.

Respecto del primer ejemplar, y para el caso concreto de Venezuela, donde se ha desatado una campaña política contra la institución electoral desde el bando político opositor, que repite incansablemente que el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el gobierno son una única tramoya, no es difícil entresacar que se trata de un elector opositor.  Un enloquecido votante ─se dirá─ de las filas de la oposición que, victima de la guabinosidad del discursos de su dirigencia, cargado de malsania, salió a patear electoralmente al contrario.

Pero en Venezuela (y en el mundo entero, se supone) hay más peculiaridades más allá de la cordura.  O mejor dicho, existe una gran peculiaridad en el elector opositor, largamente reflexionada por los analistas sobre el tema.  Y es un tema por allí, por los ados de la disociación, de la esquizofrenia, para decirlo ya sin mucho rubor, y para lamentarlo también porque es lo que mayoritariamente parece afectar al grueso del universo opositor venezolano, esté ya compuesto por votantes pateadores de mesas, como se dijo, o también por esas criaturas electoras de aspecto manso que no dejan traslucir su infernal mundo interior de odios y afectos.

Porque tal cosa última es lo que ha enseñado la experiencia, que conduce a meter en el mismo saco a casi todo el mundo opositor venezolano, cívicos votantes o pateadores de mesas:  se cansa uno de ver a tanta gente “educada”, representante del sector digamos moderado o culto, expeler el dragontino fuego de la decepción al abrir las fauces, soltando sapos y lagartos contra sus llamados “pat’en el suelo” chavistas, contra los bidentes o recogelatas seguidores de un líder zambo.  De modo que uno puede llegar a pensar que el título académico y el cultivo de la inteligencia que el hecho titular presupone se les bajó de la cabeza hacia esa parte del cuerpo donde casi nunca llega el sol; y piensa uno, constructivamente, que para tales criaturitas (y para el país) es de conveniencia permanente no decir palabra para así uno quedarse con la percepción de que existe un sector de la oposición exenta de afecciones psicopáticas.  “Calladito te ves mejor”, se dice mucho en Venezuela cuando no se quiere percibir aristas de personalidad abominables.

 

“sino que vota en contra del otro, situación que se le ofrece menos escatológica al gusto y más patriótica al amor propio, según cultura de su fisiología política”

 

En fin, la peculiaridad en cuestión es esa locura del mundo al revés mencionada al principio del escrito.  El elector opositor venezolano cuando vota no lo hace realmente por su candidato, aunque físicamente lo marque como su elección en las tarjetas, sino que vota en contra del otro, contra Hugo Chávez y el chavismo, para el caso, de modo tan intenso que hasta le parece deseable perforar la máquina con su dedo.

De plano, podría no sonar nada extraordinario, si se considera que el elector escoge entre dos proyectos de país y al votar por el suyo se podría interpretar que elige el menos malo.  Pero no, queridos lectores, entre la oposición venezolana el cuento no es así de sano.  No se trata simplemente de rechazar al contrario, votando por el suyo propio, sino de una lamentable sensación de vacío e inutilidad al ensayar la escogencia propia.

El elector opositor venezolano, loco de perinola por tanta TV y discurso internacional interventor, pobre, mediano o rico, culto o ignorante, sabe de entrada que su opción es una plasta de ñoña atravesada por un palo que no destaca del suelo respecto de  la humanidad y programa de gobierno del candidato contrario; y vota por sí, no obstante, todo resentido, fruncido en su alma, fallido, a sabiendas de que de alguna manera su dedo se embarra sobre la imagen de un candidato inconcluso, castrado, fútil, fatuo e imbécil, sin poder en la mollera y carente de un programa de país que al menos combata mínimamente la emanación nauseabunda.

Entonces, para efectos de autoestima, desarrolla el mecanismo de defensa de imaginarse que al votar por su opción no se embarra el dedo con la propia ñoña (deficiencia, carencia, inutilidad), sino que vota en contra del otro, situación que se le ofrece menos escatológica al gusto y más patriótica al amor propio, según cultura de su fisiología política.

Y así, para finalizar, de tan loco tan loco proceder en el elector venezolano no es difícil concluir lo que no se aguantan estas líneas:  que el acto de no valorarse a sí mismo, en su propia idea y condición, votando contra el otro, establece que su sufragio no se emite por amor y obra de lo propio, sino por odio al contrario.  Lo cual equivale a decir que la oposición venezolana vota por odio, cosa muy diferente a aquella opción política que, afecta a su propio líder, obra y gestión, vota por convicción, por reconocimiento positivo de la autoestima, por amor.

Tal es la fabulosa condición psíquica del elector opositor venezolano, digase en aproximación, en su perfil habitante de la otredad, entre paredes de un mundo bifocal patas arriba.