Se prepara el despojo territorial contra Venezuela, el robo del siglo. El Esequibo, con sus 160 mil Km² minados de estratégicos minerales para el desarrollo de cualquier país del mundo, está más que en picota: está siendo tomado progresivamente por Guyana. De hecho, Guyana extrae 250 mil barriles diarios de petróleo de la zona en litigio y ya lo catapultan como el país con más reservas per cápita del mundo. Es decir, en medio de un leonino coro de poderosos aliados para explotar las riquezas, ese país cuenta como suyo lo que no es para proyectar su desarrollo nacional y pagar apoyos.
En franco desconocimiento del Acuerdo de Ginebra de 1966 (la instancia de derecho civilizado más formal y legítima para zanjar el diferendo), en medio de un convulso momento histórico de irrespeto a la institucionalidad mundial, Irfaan Ali, presidente guyanés, juega su audaz carta de apropiamiento del territorio. Lo toma, lo explota y lo ofrece a países como Estados Unidos e Inglaterra para sofocar el precio de enfrentar a Venezuela.
Cual pirata, utiliza plataformas y laboratorios móviles de la ExxonMobil para el robo, transnacional petrolera a quien licenció. Así, recientemente, con semejante adecuación, tuvo que huir de una zona marina donde perforaban y extraían hidrocarburos varios barcos y un buque Flotante de Producción, Almacenamiento y Descarga (FPSO) ante la presencia de un patrullero de la Guardia Costera venezolana. Vengativo, prometió desquite y amenazó a Venezuela con invitar al Secretario de Estado gringo, Marco Rubio, como su padrino de pelea.
Y Rubio se presentó, en efecto. Anda de gira en el Caribe para desmedrar a Venezuela respecto de sus vecinos. Inmediatamente anunció ejercicios militares de su país con Guyana, especificando que el crucero de la Marina de USS Normandy acompañaría al patrullero guyanés Shahoud. Dijo a Venezuela que "Si atacaran a Guyana o a ExxonMobil o algo así, sería un día muy malo". Desde Caracas, Nicolás Maduro, presidente bolivariano, lo llamó "imbécil".
En otras palabras, por la fuerza se entroniza el robo, pues, imperialmente, como ya ocurrió en 1899 con el Laudo Arbitral de Paris. Guyana rifa una soberanía que no le pertenece y los colonialistas gringos se apresuran a participar en la rapiña con obvios intereses. Y, como de apadrinamiento se trata, hay expectación sobre la respuesta venezolana y la efectividad defensiva de sus alianzas.