lunes, 29 de junio de 2009

Cambios en las honduras del alma

I

Se degeneró la derecha política en América Latina y el mundo.   Tuvo su oportunidad, su momento de gloria.  Por años se hizo modelo en el mundo, siempre preponderando “oficialmente” sobre su vertiente contraria, el socialismo, o sobre su fuente más ortodoxa, el comunismo, persiguiéndolo, exterminándolo, calumniándolo.  Llegó incluso su máxima plataforma de poder (EEUU) a declarar una completa hegemonía ideológica cuando uno de sus presidentes se ufanó de desmembrar a las antiguas repúblicas socialistas de la URSS, más o menos por el tiempo cuando también proclamó poner de rodillas a los países productores de petróleo agremiados en la OPEP.  El mundo se perfilaba dizque bajo el “modelo único”.  Contaba con la energía suficiente para recorrer los campos abiertos a sus pasos.

Ahora se cae a pedazos, bajo el rótulo de una galopante crisis financiera producto de su propia fisiología de la decadencia, cuya menguante gloria no la deja sopesarse en todo su escandaloso desastre.  Vive el síndrome de la negación, no mirando su propia desgracia, no oyendo las trompetas de los tiempos de cambios, cerrándose al tenue rayo de sol procedente del ocaso, confinada en su “gloriosa” oscuridad.  Viviendo en el pasado, imaginándose la vida tan refulgente como antes para ellos (la derecha política), llegando a una situación en la que sólo empiezan a quedar restos, a sobrevivir apéndices, a regurgitar resacas.

Queda, en fin, la ultraderecha, el cuerpo político del pasado sin la humana razón, provista nomás de los extremismos y los impulsos animales.   La violencia política organizada intentando aferrar partes vacías de una antigua humanidad menguada.  Los puntos extremos del poder económico y político, haciendo los dos mil esfuerzos por comunicarle a sus viejas huestes ideológicas que el mundo sigue igual, próspero como siempre, con un leve problema transitorio pero siempre ella mandando, lo cual no debe impedir que se tenga que tomar las calles en nombre del capital y el progreso (es decir, en nombre de ellos) para protestar contra vencidos fantasmas del pasado, trasnochadas alucinaciones comunistas, antiprogresos, responsables en el fondo de los males del mundo.  Algo así como que la derecha política trabajaría tranquila y rendiría felicidad a sus cultores si no existiesen plagas como el comunismo, socialismo, terrorismo, antisemitismo, antidemocracia, todos elementos ideológicos, a fin de cuentas, inventados como excusas para preponderar sus tesis en el mundo.

Pero se ha ido quedando sin gentes, sin criterios de apoyo, sin votos, con formatos de cascarón vacío, con ruidos de discursos huecos.  Sus adeptos han muerto en sus puestos de eterno oficio, sin prosperidad particular, pero siempre a su servicio, dándole forma a esa nueva especie de esclavitud “progresista”  inventada por la ideología derechista para sostenerse en el mundo; o han perdido sus empleos, casas, familiares a quienes no han podido asistir por carecer de recursos, como los que poseen sus jefes, los magnates, los cabezas del sistema neocolonial y liberal, ésos inmunes a los problemas que aquejan a las masas, la gran familia plutocrática transnacionalizada.  O simplemente han mudado de opinión, lo que puede equivaler a decir que han madurado (por no decir “podrido”), han tomado conciencia, han descubierto el engaño, han cobrado el sentido de la propiedad y pertenencia histórico y político.  Es decir, se han hecho pueblos.

Pero para ellos, para la derecha política en declive, o ultraderecha en refulgencia (que es lo que queda), el trago amargo no ha pasado o, peor, incluso, no ha llegado.  Se ha vuelto ciega, loca, alucinante, viviendo de la historia y fraguando fantasmas por doquier para ordeñarlos.  Como consecuencia:  he allí los viejos partidos políticos, ahítos de ranciedumbre, huérfanos de la vitalidad popular; he allí la democracia, cascaron sin votos, sin alma política, otrora arma de los nuevos discursos para la manipulación de las masas.  He allí cualquier cosa hueca que no se quiera aclarar a unos ojos fanatizados, aterrados con los vientos de cambios, en medio de negadas estampidas.

Si hay elecciones, se sigue ganando como siempre, así sea con el hurto o la forja de los votos, regando a los cuatro vientos que los (fugados) adeptos los siguen apoyando, que tienen pueblo; si sus pueblos se sublevan y van contra ellos para pedirles pan y explicaciones, adeptos incluidos, entonces los acallan apagándole los micrófonos, imponiéndole la propiedad particular de sus grandes medios de comunicación, donde sólo hablan las voces de la conveniencia.  Pero igual, como lo hacen ver con su enorme maquinaria, sigue habiendo democracia, aunque realmente no existan los votos.  No está en la genética política y económica del sistema neoliberal, derechista y neocolonial el dar cobertura o transigir con la figura social, a no ser que sea para la explotación inmoral de siempre.

II

El revuelo empezó en Argentina, hace ya unas décadas, cuando en brazos de organismos crediticios como el FMI le pintaban al mundo un panorama de regularidad y progreso; la Argentina pagaba y le iba, presuntamente, a las mil maravillas con sus deudas.  Hasta que la cosa explotó y el mundo y los pueblos descubrieron el engaño:  perdieron todos, menos los magnates; el famoso “corralito” para los primeros y el capital para los segundos. Socialización de pérdidas y privatización del capital.

“El fruto de una actitud revolucionaria podría no alumbrar; pero, eventualmente, una vez dado, no se pudre jamás sin consecuencias.”

Luego el revuelo tomo forma concreta con Venezuela, quien con la Revolución Bolivariana invitó a su pueblo a verse en el espejo del descalabrado país hermano, donde sus habitantes no parecían dueños ni del agua.  ¡Tan transnacionalizados estaban!  Así como dicen de México que sus habitantes no pueden bañarse en las orillas de sus propios mares por estar privatizados.  La patria de Bolívar, sin bajar la guardia, ha confrontado a las viejas castas del poder político y económico y ha persistido en el empeño de hacerles ver la realidad, su error histórico, su quiebra política, llamándolas a conciencia (si eso es posible), dejándolas, como se dijo, en el hueso de los extremos, dada su recalcitrancia.

Posteriormente el pajal prendió hacia el resto de América Latina y el Caribe.  Ecuador contiene bajo gran expectativa a las cúpulas del poder tradicional, tocadas por las reformas de su presidente Correa; Bolivia vivió los zarpazos del secesionismo, intento fallido de los grupos de poder de hacerse con las más ricas regiones económicas del país; Argentina se recupera, reivindicándole viejas concesiones a su pueblo; Perú vive el último mandato de la derecha política con Alan García; Colombia se debate en cómo mantener el cartel de una derecha en el poder, desde hace tiempo fementida democracia, impuesta por las armas; en México la derecha pretende haber engañado al mundo con sus elecciones fraudulentas (Felipe Calderón versus Obrador); Cuba, sobre la ola de un sistema neoliberal en fuga, acaba de ser reivindicada en su sistema político crítico de la neoliberalidad, hoy en crisis; Guatemala ya vivió en ataques a su presidente el intento de los grupos de poder de desprenderse de un “incómodo” síntoma de los cambios; lo mismo Paraguay, a cuyo presidente, incómodo síntoma también de los cambios, se le explotó hasta el colmo una matriz de opinión orientada a sacarlo de la elección popular; Nicaragua es gobernada por un antiguo guerrillero sandinista, antineoliberal y antiimperial por principios; un hombre de izquierda recogió el sentir mayoritario de su pueblo en El Salvador.

En toda la región la derecha política no se ve (no quiere) a si misma en mengua; no quiere reconocer el paso desastroso de sus años en ejercicio del poder ni el desgaste de su aparato de control y engaño popular, ni siquiera imaginarse que ha perdido el afecto que alguna vez le habrá dispensado el pueblo.  Se erige, en consecuencia, como una figura política sin pueblo, o a su margen, asumiéndose legítima así sea sobre la base de dos o tres votos procedentes de los suyos, de mayor valor que los dos o tres millones de “patas en el suelo” que han dejado de votar por ella.  Así, su nueva democracia de las minorías no encuentra distinción entre los dos o tres votos de los ricos respecto de los dos o tres millones del pueblo.   De forma que la derecha tiende a lo que le queda, a sus restos, a sus pilares fundamentales plutocráticos, a su extremismo, a sus medidas de fuerza… A su ultraderecha osificada.

III

Y ahora Honduras.  Bastante había durado su presidente sin un sacudón desesperado de los carteles oligárquicos de la derecha política y extremo-liberal del país, preocupada por el vuelco de timón de los últimos años:  Honduras renuente a su patronazgo tradicional (EEUUU), Honduras en el ALBA, Honduras coqueteando ideológicamente con países como Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia (el “eje del mal”); Honduras descubriendo tristemente que el padrinaje de su “amigo” imperial no ha servido más que para declararlo al presente como uno de los países más pobres de la Tierra.   Y con más poder de intimidación para las castas si ese hombre, hoy presidente expulsado del país, procede de sus propios confines familiares, terrateniente él, volcado hacia las masas en los giros últimos de su evolución política.

Naturalmente, como es el hábito demencial de quien decae, quienes quedan “adueñados” del país no dan en ver la dimensión de su barbaridad golpista al defenestrar a un presidente mayoritariamente elegido por las masas.  No miran lesión para el concepto de “democracia” por ningún lado, mismo que ahora utilizarán descaradamente para embaucar al pueblo hondureño, en la eventualidad de que se salgan con la suya.   Respiran “normalidad” en un ambiente donde dos poderes públicos se confabularon contra la expresión mayoritaria popular para imponerle el mandato ilegítimo e ilegal de la cofradía de los ricos del país.   Huelen el aire cargado de gloria y pasado por todas partes, negando que haya ocurrido algún cambio, que haya advenido ningún nuevo tiempo a Honduras.  Parménides y su mundo estático –puede decirse-.   Viajaron a su época de las cavernas de un tirón a visitar a sus antepasados.  El mundo sigue igual a cuando ellos andaban montados en el poder (Suprema Corte de Justicia, Congreso, militares), haciendo y deshaciendo de su pueblo sin el estorbo de ningún terrateniente traidor, como deben de llamar al Presidente Manuel Zelaya.

Pero en Honduras ya prendió la cultura de los cambios.  No hay vuelta atrás, y quienes se aferran a un poder anticonstitucional tienen sus días contados. El paradigma ya cosechó en Venezuela, con toda su revolucionaria repercusión. El fruto de una actitud revolucionaria podría no alumbrar; pero, eventualmente, una vez dado, no se pudre jamás sin consecuencias.  Habrá de levantarse Honduras, como El Salvador y Nicaragua, en una lucha titánica contra el coloso mayor, allí en su mero pie, emulando al pequeño guerrero que enfrenta gigantes.  Gran reto y extraordinaria configuración geográfica de la lucha por el cambio en América Latina y caribeña, de extremo a extremo.

viernes, 26 de junio de 2009

En busca de la derecha perdida

Cuando estalla la crisis, las posiciones se extreman; se desbordan las pasiones, como dice el lugar común, y el hombre, animal político por condición, ante la pérdida de sus códices de comportamiento –para decirlo con toda la fuerza de su historia y costumbre- empieza a hormiguear, a boquear, a desbandarse, dejando en el cajón de un sistema de cosas que se le escapa la métrica y contención de la razón.

Mira avecinarse una nube de cambios por lo menos incómoda, cuando no en extremo traumática, arrasadora, reformadora de los viejos hábitos de vida, hecho jamás nunca bien visto cuando una sociedad se anquilosa o petrifica en un modelo, en un sistema, visión de mundo, etc., sobremanera cuando esa sociedad empieza a ser propiedad de determinados grupos, quienes basan su condición propietaria en la explotación de los demás.

Entonces empieza la lucha, las tildadas, las campañas admirables o lo que sea que bloquee la reforma del sistema de cosas conocido, sacrosanto, genético, normal, milenario y a veces hasta divino.  Moderada al comienzo, cuando nadie cree que el mundo cambiará porque está hecho de una única e invariable materia; pero harto desquiciada cuando el cambio empieza a tocar rancias posiciones, privilegios, cartas, conceptos de sangres azuladas, etc.

El sentido de la propiedad, siempre peleado en su individualidad con lo difuso de la materia social; el modo político cómo se ha arreglado una nación determinada, donde conocidamente pueda el rey de la creación caminar; y las llamadas libertades civiles que permitan a cualquiera ejercer reclamos en nombre de milenarios títulos de propiedad universal, sea ya sobre el planeta o la vida de otras personas (esclavitud), empiezan a convertirse en banderas de batalla, agitadas contra el cielo con toda la fiereza de un guerrero que arguye que la pérdida de una de estas propiedades equivale a perder la vida misma.

¡Y cómo no! –puede exclamar cualquiera de los señores contrarrevolucionarios que valoren que sus fincas, carros, edificios y hasta vidas humanas no sólo son de su propiedad, sino que constituyen su propio modelo de vida, su comodidad, su servicio, la especie de aire que dispara un abanico sobre su cara o genitales-.   ¿Cómo no?  ¡Se tiene que luchar!  Porque las nuevas ideas lo que hacen es invertir la vida, son obras del demonio, y es cosa de fin de mundo que un esclavo pase a estirar sus “patas” para que sus antiguos amos se las laven.  ¡Pardiez!  ¡Fin de mundo con estas revoluciones!

El hombre se extrema.  Empieza a perder tornillos.  A disparar contra cualquier brinza de paja en el viento que suene a reforma.  A satanizar.  A ensalzar y a asesinar, asumiendo propios criterios de justicias, dado que los reculantes conocidos han sido desbancados por los locos principios de la nueva legitimidad, basada en el inválido criterio de eso que llaman pueblo, es decir, en la opinión de quienes siempre han sido sometidos y explotados por la convención, la costumbre, la ignorancia y las armas.

¡Vaya, vaya:  si la prosperidad y el progresismo no está en el futuro ni en los cambios, sino en la costumbre conservadora-de-privilegios de un pasado que debe ser inalterable!

Grita la derecha política que el hombre siempre ha tenido un dios, un rey, un emperador, y que ese mismo modelo, donde alguien es cabeza de algo, es lo que debe vertebrar el sistema de castas y privilegios para con los demás, más abajo de la escala.  No importando que alguien pueda inferir que se es arrodilladizo, inmoral, impersonal o lo que sea; es un asunto de la historia y sobrevivencia.  Es una licencia que faculta a que cada quien más abajo del eslabón pueda fundar sus particulares reinados, sembradíos, emporios comerciales, cofradías de sangre o cualquier otra leyenda que faculte la explotación humana en nombre de semejantes conceptos sagrados.

Entonces se sientan los grandes personajes a la derecha de una cámara parlamentaria para llamarse monárquicos, y empiezan a ejercer su derecho a la historia y a repudiar los demoníacos cambios.  Hasta a Jesús de Nazaret lo colocan por encima de las almas, replicando en el cielo el modelo de los magnates en la tierra.

Explota la crisis de valores políticos y sociales por los cuatro lados de la humanidad y cada quien diestro siente el piso movérsele por debajo de los pies.  Desbandada hay en el mundo y traen los vientos viejos recuerdos, pasadas propuestas de vidas, incómodas elucubraciones de que el mundo no era sostenible como al presente daba sus pasos, exprimiendo a millones para con el zumo alimentar a unos pocos.  ¡Ecos de voces que vienen a cuestionar el Modelo!  ¡Anatema!  ¡Pecado!  ¡Contrarrevolución!  ¡A las armas!  A la sinrazón.  No pueden aceptarse semejantes valores de igualdad que proponen que un miserable descalzo de la tierra tenga que ser igual a un potentado de los cielos.  ¿A dónde se puede dirigir el viaje con semejante veleta del mundo patas arriba?

Entonces surgen los métodos de la locura, de los Cruzados recuperando la propiedad perdida, del viejo filósofo creyente en las cosas eternas, ése que nunca dijo que se podía bañar en un río contentivo de las mismas aguas del día anterior, pero que lo hacía igualmente bajo sus creencias.  La razón empieza a oler a locura, a mundo al revés en verdad, afectando seriamente la percepción, llegando al extremo de no notar diferencia entre un amanecer o una caída nocturna.

“Nunca ha caído en cuenta ni por un segundo la derecha política mundial, en sus afanes de victimizar a la izquierda por su fracasos, de que ha llevado las manos libres en el mundo para imponer su modelo en las últimas décadas, mucho menos de que ha fracasado redondamente”

Y las cuentas empiezan a seguir cuadrando con la lógica necesaria de los viejos tiempos, esos que nunca cambian por los siglos de los siglos, como es propio mental de una senilidad ilustrada.  Se dice, para empezar, que no ha llegado ningún cambio y que las revoluciones son aires demoníacos expulsados de la tierra desde tiempos inmemoriales, con la especificación de que el Jardín de Edén es la tierra con su sistema neoliberal conocido y que lo otro, el demonio y su séquito de revolucionarios, yacen flotando en el interespacio.

Sin ningún tipo de comedimiento se pierden las ampulosas posturas de clase, esas que en los libros te refieren un mundo [hipócrita] de nobleza, obligante al ejercicio de connotados valores…  No importan…; hay que ir a la guerra.  Sin ningún tipo de comedimiento se empieza a ejercer la praxis del cinismo, esa teoría que en público te ponía a hablar de valores humanos, de rescate de los más desposeídos o desvalidos…   No importa…; hay que ir a la guerra.  Sin ningún tipo de comedimiento se empieza a mentir, a manipular, a confundir colores, a negar montañas y cifras, a ansiar, en fin, el término de los desagradables vientos reformatorios, no importando que durante unos breves segundos la descompostura obligue al ejercicio de la irracionalidad, de lo contraético, de todo lo que apunte a la aniquilación de otros seres que en algún momento soñaron con un mundo para todos.  ¡Cómo se les ocurre:  si el mundo ya es una propiedad privada!

Hitler excediéndose hacia los campos de concentración; Franco y su totalitarismo en España; EEUU persiguiendo comunistas; Israel cazando palestinos…  ¡A la guerra, a la guerra!

Repaso, rápidamente, algunas mentiras o motivos de la sinrazón pura de la derecha política mundial, latinoamericana o venezolana, último esto para no olvidarnos de nosotros mismos.  Es decir, cuando los sentidos empiezan a fallar, el entendimiento se obnubila y una oscura noche se apodera de las emociones:

  • Paramilitarismo:  en Venezuela la derecha extremada lo siembra y fomenta para rescatar lo “suyo”, no importando que en el intento pierdan o destruyan al país.
  • Hugo Chávez:  no es popular, no tiene un 70% de aprobación de gestión y, por el contrario, cada día cae palo abajo en las encuestas.   Es un ritornelo paralelo a la gesta de los cambios en Venezuela, desde el año 2.000.
  • Secesionismo:  como en Bolivia o cualquier otro país del mundo donde la izquierda prenda, se hace perentorio dividir a las naciones en partes, como en la Francia vieja se dividió el parlamento entre derechistas e izquierdistas.  Venezuela no habrá de ser una excepción, con la diferencia de que se busca formar repúblicas dentro de otros (República del Zulia, otra de Guayana, otra de Carabobo o Táchira), cada una asiento de las bases ideológicas de la disención.
  • El presidente Ahmadineyad, de Irán, presuntamente hizo trampas en las elecciones al ganar con semejante margen de ventaje (33%); pero no hizo trampas el presidente de México (de la derecha política) al ganarle las elecciones a Obrador con una ventaja de 0,2%, si no me equivoco
  • Mario Vargas Llosa, de reciente visita en Venezuela, es un corolario del pensamiento humano que apoya las ideas progresista de la derecha política, demostrándose con ello que Venezuela retrocede hasta la quinta paila del oscurantismo en el mundo.
  • Barack Obama:  es un peligro porque predica, a diferencia de Bush, cesar algunas guerras; es decir, propone tumbar algunos negocios de algunos halcones de la guerra de la Casa Blanca.  Y tal guerra no es más que el ejercicio del viejo método de fundar comunidades esclavizadas, al servicio de emporios imperiales, como es el gusto de los desquiciados del poder, como es la costumbre –a su decir-, como dios manda…
  • El magnicidio es la solución a los problemas:  aniquilar físicamente a uno o a unos cuantos en medio de esos segundos de descomposturas ética y moral.  Total:  naturalmente la mente olvida lo que ofende al ego.
  • La lucha de la oposición en Venezuela, que tanto pide libertad de expresión y tanto pide a diario matar al presidente, así como la sublevación de los militares, no hace más que sonar a la locura de pregonar que en Venezuela hay una dictadura con libertad de expresión, cosa loca y no vista nunca que lleva a aceptar que hay la dictadura porque no la hay y no la hay porque la hay. Algo así como que existen depredadores que no depredan o cualquier otra tontería que pueda idear el sofisma humano.

Nunca ha caído en cuenta ni por un segundo la derecha política mundial, en sus afanes de victimizar a la izquierda por su fracasos, de que ha llevado las manos libres en el mundo para imponer su modelo en las últimas décadas, mucho menos de que ha fracasado redondamente, no teniendo los arrestos necesarios (esos que utiliza para perseguir, torturar y asesinar) para reconocerlo.  Al no tener cojones, no le queda otra opción a la derecha política que dejarse vivir en la ilusión de un pasado pleno en el presente, donde nada ha ocurrido y toda verdad es mentira, en el continuo vivir y gozo de sus eternas glorias imperiales. 

sábado, 13 de junio de 2009

Hiperliderazgo: Hugo Chávez y el principio necesario

   Sin duda, como sugerencia y crítica positiva a viejos lastres de la IV  República en la V, las observaciones de algunos intelectuales en relación al hiperliderazgo que se ejerce en la dirección de la Revolución Bolivariana no son nada deleznables.  El asunto cobra forma preponderante cuando se personaliza y se encarna en la figura de Hugo Chávez, el hombre fuerte por antonomasia, militar de profesión, civil de verbo incendiario revolucionario, cuya capacidad de trabajo, de ensamble e idealismo en procura de una sociedad más igualada, justa e integrada ha brotado en chispas hacia el resto del pajal continental suramericano, generando un verdadero revuelo de cambios, con anclaje fundamental en los sectores mayormente oprimidos por la historia neocolonial.

La mayor crítica se centra en su efecto avasallante sobre la iniciativa popular, quien en extremo debe confiar en la fortaleza y sabiduría del líder, castrando de manera importante la participación, arrojando, finalmente, un saldo negativo sobre el proyecto de socialización que el movimiento revolucionario contempla como meta.  Lógicamente, se trata de una observación constructiva, emitida desde la instancia de una intelectualidad que protege y milita en la fe bolivariana, no escatimando la salvedad de explicarla desde el ángulo de una herencia cultural inevitable de la Venezuela histórica, militarista, corrupta, violenta, clientelista y cuartorrepublicana, lamentablemente todavía patente en la V.

Y si bien es cierto que la tal salvedad deja a la figura de Hugo Chávez como un factor inocente de la historia, de la corriente revolucionaria, hoja de los tiempos y destinos, como diría el poeta; no es menos cierto que, de cara a un futuro socialista evolucionado, la observación no deja de concitar la reflexión, dado que la figura del cesarismo choca frontalmente con la idealizada figura protagónica de los colectivos.  Ni más ni menos el quid del problema, o de toda humana teoría que busca precipitar postulados sostenibles en el espinoso tema social.  Siempre el idealismo versus la praxis.

Se comprende, pues, que la exégesis relativa a la cultura contextual venezolana como factor influyente en el sentido dicho se maneje como un condescendiente exculpamiento del líder revolucionario Hugo Chávez, cuya preponderancia política hasta extracontinental tendría que verse como un “mal” necesario, tanto más si su protagonismo es apalancamiento hoy día de la esperanza socialista en el mundo.  De manera que resulta más simple “dejar pasar” un hecho en desarrollo histórico, bajo la perspectiva de futuros atornillamientos y correcciones, que enfrascarse en las imperfecciones silogísticas del teorizar humano, incapaz de recetar el proceder del hombre ni de contener los designios de la historia.

De manera que pareciera que entre intelectuales hoy se repitieran cansados ciclos de la argumentación, cosa que no desmerece a nadie, dado que, como dijimos, el hombre, único y diverso, es materia infinita para tales menesteres.  En un pasado ya lo vimos con un sociólogo como Laureano Vallenilla Lanz cuando manejó su argumento de “el gendarme necesario” respecto de Juan Vicente Gómez –salvando las necesarias distancias-; y hoy mismo, en el evento “Intelectuales, democracia y socialismo. Callejones sin salida y caminos de esperanza” (2 de junio de 2009), lo vemos cuando algunos participantes se disponen a ejercer una sana crítica sobre el derrotero de la Revolución Bolivariana pero a un tiempo dando cuenta de las objeciones epistemológicas a la hora hacer corresponder la letra con la vida.

“Muchas fueron las guerras que se ganaron con el cadáver del líder aun muerto montado sobre el caballo, enfrentando el enemigo.  En la China de Mao […] el movimiento revolucionario encontró el modo de resurgir y vencer personalizando el logro de la lucha en la figura concreta del líder”…

Expresiones como “cuartarrepublicanismo sociológico”,  “mantuanismo sociológico”, “perezjimenismo sociológico”,  “guerrafederalismo sociológico”, como “ADN” cultural de lo venezolano –en palabras del filósofo español Juan Carlos Monedero-,¹ señalan factores de inevitable trasunto en los vicios que todavía confronta nuestra sociedad en proceso de cambios, pero, dado que constituyen hitos de una configuración genética en mutación, la reflexión aconseja continuar empujando la barca bajo la esperanza de llegar al puerto de los ideales, libre de las anclas (superadas) de los muelles de la partida.

No se puede esconder que la observación comporta una gran verdad, dado que el hiperprotagonismo de Hugo Chávez es un hecho que anima al detalle la agenda política revolucionaria; y bienvenidas tienen que ser todas las reflexiones que echen luz sobre el factor determinante cultural a la hora de las adecuaciones idealistas o teóricas, más cuanto si su consideración abona alertas depuratorios en el porvenir revolucionario; pero tendría también que dejarse sentado, como sin duda lo ha hecho de modo tácito la reunión de intelectuales, que la figura genética y hasta cultural del hombre lejos parece distar del lineamiento directriz del liderazgo, en lo natural como respuesta instintiva de conservación de la vida, respetando estructuras de organización que la preservan (la fuerza y la jerarquía), y en lo social, en lo humano filosófico, como respuesta compensatoria que se da el hombre al hecho de su orfandad, de vivir sin dioses, sin protección ante los designios de una vida misteriosa, como decía nuestro filósofo Guillent Pérez.  Desde un ángulo y otro la figura del líder asume especificaciones de lo necesario, de corolario, de ombligo del mundo, de amparo, de guía, de amuleto, como si se dijera con eso que el hombre no está preparado para la soledad o la mancomunidad protagónica, aunque esto último se va derrubando en la medida en que la experiencia socialista avanza.  Es bálsamo el tema que ha permitido el sostén de las teorías soñadoras que lo suprimen (al liderazago personal)  para dar paso al comunitarismo protagónico.

El liderazgo cohesiona, enhebra, ensambla, y ha sido la única constante protagónica de la historia del hombre, con todos los vicios que la crítica le pueda ensayar.   El mundo ha dado vuelta en torno a su ombligo, y pareciera decir un montón sobre no conocer otro modo de jerarquización y dinámica humanas.  Si no, no habría tanto texto escrito soñando, aún hoy que la esperanza socialista propone una serie de aboliciones sobre el sistema tradicional de vida.  Todo el hombre ha sido una historia perenne de cofradías, de grupos, reunidos en torno a un concepto dinámico, sea religión u hombre, con la capacidad de hacer converger en sí los puntos del interés común.

Muchas fueron las guerras que se ganaron con el cadáver del líder aun muerto montado sobre el caballo, enfrentando el enemigo.  En la China de Mao, en momentos en que el enemigo lograba espacios triunfadores, amparado en la impersonal anonimia que imponía el idealismo, el movimiento revolucionario encontró el modo de resurgir y vencer personalizando el logro de la lucha en la figura concreta del líder, hasta el grado desnaturalizado de la exacerbación.

Al momento presente la figura de la barca revolucionaria en Venezuela, y aun en Latinoamérica, no se puede concebir sin el efecto aglutinador y de punta de lanza de Hugo Chávez, de manera que no cabe a la praxis, sino a la reflexión, la consideración de la omisión o mancomunión de su liderazgo.  Tendrá, pues, el prurito intelectual, así como la teoría en su afán de hacerse cuerpo en lo real, que conformarse con la consideración de que todo principio, en todo plano, requiere la fragua iconoclasta de un hacedor.  Y no digo que ninguno de estos importantes intelectuales propongan tal especie; sólo agrego la consideración de un rasgo que me parece muy vivo en la condición humana.  Pueblos hay de alta civilización que aún, en pleno siglo XXI, esperan su Mesías con la mayor naturalidad del mundo.  Sin duda es una etapa de la especie, propuesta por su propia intelectualidad para la superación. Las presentes líneas subscriben la preocupación expresada por el grupo de intelectuales, más cuanto el objetivo es la expectativa y la superación, pero no pueden dejar de avisar que el liderazgo, en su extremo que roza al cesarismo o mesianismo, es una tara [así conceptuada por el intelecto] en la tan presente condición incierta de la humanidad. No entenderlo como punto de partida, aunque su final lo erradique, es una condena a no empezar nunca.

Notas:

¹ Juan Carlos Monedero: “Fantasmas de ayer y hoy en Venezuela” [en línea]. En Rebelión. – 6 jun 2.009. – [Pantalla 4]. - http://www.rebelion.org/noticia.php?id=86595. – [Consulta: 12 jun 2.009].

lunes, 8 de junio de 2009

Archivo de encuestas, 2.009

El presente es un archivo de las encuestas que a lo largo de su vida irá realizando el blog. Al no tener la certeza si blogger de algún modo las almacena, una vez finalizada, y al no ser posible dejarlas consignadas en el blog mismo, se crea el archivo con el propósito de guardar un momento de historia y de opinión pública. Probablemente resulte tener alguna utilidad, más allá de la evocación.

Son de dos tipos: las breves, tipo avispas, con duración de un mes o una semana, de naturaleza circunstancial; las prologadas en el tiempo, con duración de 6 meses hasta un año, un poco más con valor de "encuesta", propiamente. Están a continuáción dispuestas en orden cronológico.

Archivo general de encuestas

El presente es un archivo de las encuestas que a lo largo de su vida irá realizando el blog. Al no tener la certeza si blogger de algún modo las almacena, una vez finalizada, y al no ser posible dejarlas consignadas en el blog mismo, se crea el archivo con el propósito de guardar un momento de historia y de opinión pública. Probablemente resulte tener alguna utilidad, más allá de la evocación.

Son de dos tipos: las breves, tipo avispas, con duración de un mes o una semana, de naturaleza circunstancial; las prologadas en el tiempo, con duración de 6 meses hasta un año, un poco más con valor de "encuesta", propiamente. Están a continuáción dispuestas en orden cronológico.

Archivo de encuestas, 2.010

Archivo de encuestas, 2.009

Archivo de encuestas, 2.008

 

sábado, 6 de junio de 2009

¿Caerá la OEA?

Repetir que la Organización de los Estados Americanos (OEA) es una institución torpedeada por un pasado escandaloso, intolerablemente parcializada hacia el específico interés de uno de sus miembros, es un clisé.  Al grado tal que da como pena ajena rememorar su historial, háblese de sus “logros” o “fechas importantes”, o dígase de sus omisiones funcionales; rememórelo un funcionario de la Casa Blanca, genética criatura de la derecha política, o hágalo un hombre de izquierda:  en ambos casos, el cometido “fundamental” de su formación humanista se resiente.

Porque por más que a un espécimen afecto a viejas inclinaciones monárquicas (derecha política) se le inculque arteramente que la pirámide del poder se basa en el esclavismo y la explotación de muchos para que unos pocos floten en privilegios, es difícil que en su alma no hagan mella los elementos de una educación humanista idealizada, aunque la vida futura de semejante espécimen no sea más que un fraude a sus principios formativos y quede demostrado que el discurso sobre el hombre, es decir, el concepto educativo imperante, es un gran engaño.  Ni qué hablar de un hombre de la izquierda política, cuya formación es fundamentalmente contrahistórica, crítica, descreída del discurso sobre los engaños del mundo, que niegan sistemáticamente valores como la igualdad social y la humana libertad.

Para uno u otro enfoque podría o no pasar por debajo de la mesa el fulgurante trayecto de viejas glorias humanas o culturas de la antigüedad que con su existencia dignificaron el hecho de “ser humano” del hombre, loable en sus virtudes y capacidades, imitable en su formidable organización política o social, encomiable en su capacidad de idealización o utopías…  En fin, el hombre como modelo, digno de seguir, como reza el concepto de “humanismo”.  Podría, inclusive, uno u otro enfoque, asumir o no que semejantes seres luminosos del pasado (hombre, institución o cultura) son de condición supra, más allá de los reinos de este mundo:  Jesús de Nazaret el supra-amoroso, la cultura griega supraterrena, los romanos rutilantes estrellas, con todo su bagaje en tropel de nombres inusitado (Heráclito, Parménides, Sócrates, Platón, Aristóteles, Séneca, Tales de Mileto, Arquímedes o cualquier otro apunte de ingenio que pueda hacer merecer que el hombre es digno de amar e imitar,  de seguir en sus construcciones física y morales, o en su capacidad idealista de imaginar repúblicas maravillosas, de soñar con mundos igualados, de hombres en justicia, de seres inherentes y coherentes con virtudes, cualesquiera sean).

Podría todo ello irse al despeñadero de la omisión o la obliteración, por debajo de mesa o de la alfombra, como dijimos; pero no podrá ser posible escapar jamás a su influjo cincelador de eso que llaman espiritualidad, espíritu de los tiempos, alma de la cultura, peso de la historia, visión de mundo o de la vida, aunque se intente también hacer del efecto lo mismo que con la causa (¿no procede el mismo diablo de los cielos?).  De forma que, por fuerza, ha de ser fraudulento quien funcionario de un determinado departamento de Estado rinda un informe deslumbrante sobre una organización sumatoria de humanidades y pueblos como la OEA, recontando especies históricas como las que siguen:

  • 1959:  Creación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
  • 1986:  Creación de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD)
  • 1991:  Adopción de la Resolución 1080, que establece mecanismos para tomar medidas ante amenazas contra la democracia en el hemisferio
  • 1997–Ratificación del Protocolo de Washington, que otorga a la OEA el derecho de suspender a un Estado miembro cuyo gobierno democráticamente elegido haya sido derrocado por la fuerza
  • 2001–Tercera Cumbre de las Américas. Los líderes del hemisferio instruyeron a la Asamblea General de la OEA que preparen una Carta Democrática Interamericana. Esta fue adoptada el 11 de septiembre en Lima, Perú
  • 2002- Firma de la Convención Interamericana contra el Terrorismo durante la Asamblea de la OEA, celebrada en Barbados. (Entró en vigor en el 2003)
  • 2004- Cumbre Extraordinaria de las Américas sobre gobernabilidad, desarrollo social y crecimiento económico con equidad; ¹

y omitiendo situaciones de escandaloso silencio, como las que, también, siguen:

  • La OEA se crea en 1948 para promover la paz, la democracia y el desarrollo social y económico de los pueblos americanos; pero tales principios de nada sirvieron para evitar la expulsión de Cuba de la organización dizque porque interrumpía la democracia, afirmación que se cae por peso propio dado que el país ya vivía en medio de la dictadura de Fulgencio Baptista (amigo de los EEUU) cuando lo que ocurrió en verdad fue un acercamiento al bloque soviético.
  • La OEA ha de preservar la paz entre los pueblos, pero no condenó la invasión de Guatemala en 1954, no frenó a los mercenarios que actuaron en Nicaragua después del triunfo del sandinismo, ni la invasión de los EEUU a Santo Domingo en 1965 ni a Granada en 1983.
  • Igualmente, no condenó las dictaduras suramericanas de los años 70, ni el golpe de Estado contra el gobierno popular de Hugo Chávez en el 2.002.
  • Y la perla máxima:  el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), subscrito por los miembros de la OEA, que reza que “un ataque armado por cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inminente de legítima defensa individual o colectiva”, de nada sirvió para el caso concreto de la Guerra de Las Malvinas, entre Gran Bretaña y Argentina.²

Asumiendo por progreso –nos seguimos refiriendo al homúnculo funcionario que rinde el informe- la letra de un burdo control político al servicio de una parcialidad, por encima del descalabro consiguiente de su aplicación real sobre una masa de países chantajeados y obnubilados por un poderío militar.

Tiene que, por fuerza, mojar su pantalón mental el hombre (intelectual, educando, funcionario o lo que sea, de derecha o izquierda, como dijimos) que por temor o conciábulo sacrifique su humanismo para preservar un denigrante vitalismo condenado por la historia, sea el de traidor, ciego, apátrida, malinche, cipayo o pitiyanqui, para ya irnos a lo concreto de los EEUU.  Más cuanto si en su argumentación pretende hacer constar que el más luminoso antecedente de la OEA fue la idea de Bolívar en 1926, con el Congreso de Panamá, de crear una asociación de Estados Americanos, siempre soterrando que los demás futuros intentos de conformación de una unidad interamericana tuvieron seno en el país que trasuntó sus decisiones hasta hoy:   en 1890, con la Primera Conferencia Internacional Interamericana, en Washington; en 1910, con la Unión Panamericana; hasta que en 1948 se firma definitivamente la Carta de la OEA y se cierra el puño definitivo imperial sobre el continente suramericano, más que todo como expresión consiguiente al hecho de fuerza de haberse convertido los EEUU en la primera potencia militar mundial y erigirse en custodio de zonas de influencias, como es uso con los países colonizados.

Yendo un poco más atrás, hacia 1823, tres años antes del Congreso de Panamá, ya James Monroe desplegaba su famosa doctrina, evolucionada con el tiempo hacia el famoso concepto de “patio trasero”:  EEUU no toleraría de potencias europeas intromisiones en sus zonas de influencias.

De forma que si fuese la OEA persona de carne y hueso, como institución fraudulenta y vergonzosa que es, mucho tendría que rendirle en tribulación a un alma humana estafada, pervertida en su menor sentido humanista de obviar lo propio para entregarse a lo extraño.  Un hombre así, como funcionario o institución, le miente a la cultura, a la historia y, sobremanera, al valor esencial de sí mismo.  No de modo natural tiende el hombre hacia la otredad, por aquello de su animalidad y la egoista preservación propia, sino en virtud de la alienación y el chantaje cultural (debe de ser un kamikaze lo contrario a un cipayo).  No hubo dispositivo mejor para convertir a América Latina en el patio pisoteado de otras distancias que la fulana OEA, cuyo positivo mérito tiene que encontrarse nomás en el hecho de haber concretado el encuentro de un conjunto de países, más allá de la semántica de sus reuniones “oficiales” pinturreadas de raras decisiones. 

“¡Que no tenga más un hombre de nuestras tierras que pararse en un púlpito de la Asamblea a rendir las cuentas extrañas de sus “intereses”, presionado por la fuerza o la alienación cultural, faltando al principio universal de los valores humanistas, faltándole a la historia, a la cultura y a su propia moral, de modo que tenga que encajarle la maldición aquella de que “dios y la patria se lo demande”!  No cabe a la hora rectificación, sino cambio.”

Hoy que su Asamblea General da un recorrido sobre sus propios pasos y rectifica la aberración histórica de haber pisoteado sus propios estatutos en el pasado, anulando las condiciones que otrora excluyeron a una nación caribeña como Cuba, da un vuelco casi definitivo sobre su propia desaparición, dado que su naturaleza y condición es mímesis de los intereses de su miembro más conspicuo (EEUU), el mismo que la financia en un 60% de su gastos y tiene su sede administrativa capitalizada en el seno de su país.  En muy pocos casos, como el presente, el rectificar no es tarea de sabios, como es costumbre ensalzar, si se ve a la sabiduría como un don que redunda en la prolongación de la vida propia y no en su extinción; pero es el caso que en la América Latina y sureña, la hija de próceres como Bolívar, San Martín, O’Higgins y Martí, se están suscitando cambios de épocas y de criterios que imponen la necesidad de otros tipos de sabiduría y sabios:  también con los finales o muertes de algo se puede cobrar más vida. Nada tan aberrante como que un extraño te expatrie de tu propia casa.

La suerte de mea culpa planteado con su última resolución la aborda hacia su consumación en virtud de reconocer implícitamente que es una entidad extemporánea y extraespacial (por no decir extranjera o intergaláctica), volcada hacia la peculiaridad predilecta de uno de sus miembros.  Su estructura, resoluciones, funciones, genética, perfil, sangre, administración, etc., poseen un sello desmedidamente anglófilo, de fría y extraña circulación por tan cálidas geografías de este nuestro continente de las mezclas.  Atenidos nomás a considerar el único y fundamental  aspecto de su naturaleza y condición, como lo es el hecho de ser herramienta de dominio imperial y perpetuación política de los EEUU, cuya argumentación ha dado para sucesivas formulaciones de sojuzgamiento histórico (Doctrina Monroe, Destino Manifiesto, “patio trasero”, Consenso o Protocolo de Washington, todos artilugios del afinamiento contralor); tiene que interpretarse que una medida como la última aprobada, contraria en su espíritu a la naturaleza misma del agente emisor, habrá de conducirla hacia una inevitable crisis de valores.

El ser extemporáneo y extracultural que es la OEA sin remedio habrá de chocar con la rectificación que implica que los países americanos están libres para entablar relaciones con otras potencias económicas y militares del mundo, como Rusia y China, y que el llamado “fantasma del comunismo”, estructuralmente combatido con aires de Guerra Fría, no es ya una maldición en la medida en que el capitalismo neoliberal no ha resultado lo contrario, una bendición.  De forma que su resolución reciente reconoce un repliegue o rechazo a su actor predominante (EEUU), da un voto de confianza al cambio político en el continente, propone su propia anulación organizacional y ensaya invitaciones hacia destinos nacionalistas de mayor autenticidad.

¡Que no tenga más un hombre de nuestras tierras que pararse en un púlpito de la Asamblea a rendir las cuentas extrañas de sus “intereses”, presionado por la fuerza o la alienación cultural, faltando al principio universal de los valores humanistas, faltándole a la historia, a la cultura y a su propia moral, de modo que tenga que encajarle la maldición aquella de que “dios y la patria se lo demande”!  No cabe a la hora rectificación, sino cambio.

El destino de la OEA está fuera de ella misma, de su propia condición extranjera y extranjerizante.  El día que como pulpo imperial retire sus tentáculos de sí misma, deje de servir a sus propias ventosas, cambie de sede administrativa (hoy en Washington) y todos sus países miembros costeen los gastos de manutención de manera proporcional o simétrica, por supuesto, ya no se estará hablando de OEA, sino de su abolición.  Es decir, no hablaríamos ya de una organización bastarda, servida a extrañas latitudes, como la de los EEUU, porque –se ha dicho desde hace mucho- la OEA es en gran medida EEUU y no ella misma, lo que proyectan sus fundacionales estatutos. Tiene dueño; si no, vea usted las reacciones de algunos parlamentarios hoy en los EEUU, que hablan de “castigar” a la organización recortándole los $47,1 millones solicitados para el 2.010, por ir en sentido contrario a sus intereses, esto es, por no comprometerse ”con la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho”.³  No más pareció faltarle siempre una cláusula sobre su destino y propiedad.

Así no es extraordinario concluir que el cambio de época, la crisis de valores políticos y económicos, apunta al repliegue del coloso imperial o al replanteo de una lucha por la independencia de los países latinsuramericanos.  Puede como organización seguir existiendo, en ocaso, como lo que se va definitivamente del mundo de lo vivo, porque no es fácil desprenderse de las cadenas estructuradas de la maldición imperial; pero nadie podrá impedir el acto de soberanía patrio de conformar una nueva organización circunscritamente ceñida a sus propios intereses, sin la presencia espuria de los EEUU, en alborozado reconocimiento y encuentro con los puntos comunes idiosincrásicos de sus miembros, haciendo realmente de Latinoamérica un asunto para los latinoamericanos.  La OEL (Organización de Estados Latinoamericanos) es una perentoria exigencia de los tiempos que pasan, ansiosos de marcar su evolución con señales de humanismo, donde nadie tema ofender la moral propia, el sentido de pertenencia y de la diferencia deferente, ni de traicionar los mandatos de la cultura y la historia.

Notas:

¹  “Breve historia de la OEA” [en línea].  En Organización de los Estado Americanos. - [s.d]. - [pantallas 3-4]. - http://www.oas.org/key_issues/spa/KeyIssue_Detail.asp?kis_sec=17. - [Consulta:  6 jun 2.009].

²  Maximiliano Sbarbi:  “¿Para qué sirve la OEA?” [en línea].  En Observador Global.com. – 3 jun 2.009. - [Pantalla 6]. - http://observadorglobal.com/para-que-sirve-la-oea--n1109.html. - [Consulta:  6 jun 2.009]

³  “Buscan castigar a la OEA por decisión sobre Cuba” [en línea].  En Nuevo Herald. – 6 jun 2.009. -  [Pantalla 4]. - http://www.elnuevoherald.com/212/story/466834.html?storylink=omni_popular. - [Consulta:  6 jun 2.009].

 

lunes, 1 de junio de 2009

Thomas Shannon y Hillary Clinton: crónicas de unos cambios políticos en tiempos de crisis

Thomas Shannon, ex subsecretario de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental, y ahora embajador de los EEUU en Brasil, realizó un inesperado giro en su percepción sobre América Latina en apenas los cien días de gobierno que lleva el presidente Barack Obama.  De ser una suerte de abanderado oficial contra todo lo que huela a Cuba o Venezuela revolucionarias en América Latina, o a integración política para afrontar el acostumbrado atropello de los países grandes contra los más pequeños,  pasó sorpresivamente a ser ahora un funcionario “comedido”, de “consenso”, sobremanera “comprensivo” respecto de los cambios políticos que se operan en Suramérica.

Sentado a la mesa con países como Cuba y Bolivia, ofreciendo ahora el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela, suelta sin tapujos que su país debe respetar los “cambios internos” que se vienen operando en varios países del continente, así como los nuevos liderazgos y sectores que al presente “tienen voces significativas” (mayo de 2.009)(1).  Pero poco antes, apenas en el 2.008 (julio), soltaba prendas de la intransigencia política, condenando eternamente a Cuba por comunista y antidemocrática (en su criterio) y acusando al presidente Chávez de cooperante con las FARC y como responsable de que América Latina haya perdido espacios por abanderar los cambios para los cuales hoy pide respeto en los EEUU (2).  Entonces había “ejes del mal” por doquier.

¿La razón…?  El hombre salvó el cargo, se puede decir, si bien no para continuar siendo subsecretario de Estado, sino embajador en Brasil; pero siempre ejerciendo un trabajo, digamos.  La llegada de Obama –digamos otra vez- le estremecería el piso político, dado que desde un principio el gobernante se proyectaba en la presidencia de los EEUU bajo la óptica de los cambios, necesarios para recuperar la imagen deteriorada de su país en el mundo, así como de la desastrosa crisis financiera.

No de otro modo se puede comprender semejante mutación de criterios, travesura acrobática que muy fácilmente podría facultar afirmar que el cinismo político es el único recaudo que debe perfilar a un funcionario del Estado norteamericano.  Por supuesto, se trata de una consideración ingenua, dado que tales funcionarios deben expresar la posición de su país por encima de consideraciones personales, pero también es cierto que semejante cabriola gimnástica (brusco cambio de criterio) deja mucho de qué hablar respecto del ser humano consistente que debe de encarnar en la piel de semejante funcionario.

Probablemente lo más decoroso habría sido la renuncia a cualquier trabajo político en América Latina, dado que el perfil conciliador o de cambio que presuntamente busca la gestión de Obama en Suramérica choca de lleno con su definición ideológica y visión de mundo:  Thomas Shannon fue una de las criaturas que más se opuso al entendimiento de las Américas sobre el nuevo contexto de naciones experimentando cambios.  Hoy alguien podría decir –quizás con ingenuidad política- que su nueva faceta de hombre de la “concordia” fue lo que le aseguró que siguiese ejerciendo un puesto destacado en nuestro continente.

Un tanto igual ocurrió con la Secretaria de Estado de los EEUU, Hillary Clinton, aunque no con tanta vergüenza personal como en el caso de Shannon.  En marzo de 2.009 declaraba furibundamente que Hugo Chávez debería promover una "economía de libre mercado y no caer en las políticas fracasadas del pasado", aludiendo al liderazgo transformador del presidente venezolano en América Latina (3); pero ya en mayo de este mismo año, como consecuencia de su encuentro con Hugo Chávez en la V Cumbre de Las Américas, declaraba ante la Cámara Baja del Congreso de su país que los “ocho años de aislamiento” a los que lo sometió la gestión de Bush no sirvieron para gran cosa (4).

“De modo que la consideración boba o sana de la buena fe a la hora de acoger ‘nuevas’ y repentinas visiones de mundo tiene tanta cabida en el discurso de la razón humana como la suspicacia de creer que el monstruo jamás muta, sino que juega sus cartas de guerra”

La cosa sin duda pone a pensar, porque tanta cambiadera de opinión no es usual, más cuanto quienes la originan (Bolivia, Cuba, Ecuador y Venezuela) proponen una nueva relación de soberanía entre las Américas, con pérdida inevitable de geoestrategia para una de las partes; y quienes la experimentan reciben no pocas críticas en su país por su acercamiento con tanto fulano integrante de ejes malignos.  El estrechamiento personal entre Obama y Hillary con Chávez le valieron ingentes críticas en su país de parte de los factores derechistas más conservadores.  La V Cumbre de Las Américas acababa con la política del desencuentro y el silencio como medida recia para asegurar el desconocimiento y la otredad entre las partes.  Hugo Chávez regalaba un libro a Obama, luego Obama se refería a él como “amigo”, mientras Hillary lo catalogaba como una persona muy “sociable”.  Frutos del diálogo, se dirá, capaz de partos de ideas y mutación de criterios.

Pero yendo más allá, hacia las honduras de la materia política maquiavélica y calculada, no puede dejar de considerarse las movidas de piezas en el tablero de la geoestrategia política y militar de los EEUU, país de las corporaciones donde la figura personal e institucional no pasa de ser más que una expresión y madeja de unos sacrosantos intereses económicos, de incalculable poder plutocrático.  El milagro del cambio de criterio en su plantilla de funcionarios no puede estar exento de la más insidiosa de las sospecha:  que de la noche a la mañana el gobierno de los EEUU cambie su percepción respecto de la iconografía considerada por ellos de la discordia y el contraprogreso (Cuba y Venezuela) viene por un lado a llenar una larga expectativa de acercamiento históricamente acariciada, pero por otro, en el contexto de la estrategia internacional, corta campo de acción a su archirival militar en el mundo, Rusia, quien hasta no hace mucho declaró su interés en intensificar un intercambio militar con Cuba a efectos de reponer una simetría de ataque que los EEUU y la OTAN  le han instalado en sus fronteras (Georgia).

De modo que la consideración boba o sana de la buena fe a la hora de acoger “nuevas” y repentinas visiones de mundo tiene tanta cabida en el discurso de la razón humana como la suspicacia de creer que el monstruo jamás muta, sino que juega sus cartas de guerra, en el fondo procurando su pervivencia a cualquier precio, como es hasta natural lo haga cualquier organismo viviente, cuyo más mínimo movimiento no habrá de ir jamás contra su propia existencia.

Notas:

(1) “Thomas Shannon:  EEUU debe respetar cambios en Venezuela” [en línea].  En Aporrea.org. – 13 may 2.009. - [pantalla 1]. - http://www.aporrea.org/internacionales/n134421.html. - [Consulta:  1 jun 2.009].

(2) Vea, por ejemplo:  “Maduro rechaza declaraciones de Thomas Shannon” [en línea].  En Agencia de Noticias de Venezuela. – 18 jun 2.008. - [pantalla 1-2]. - http://www.noticias.com.ve/91/maduro-rechaza-declaraciones-de-thomas-shannon/. - [Consulta:  1 may 2.009].

(3)  “Hillary Clinton recomienda ‘libre mercado’ al presidente Hugo Chávez” [en línea].  En Venezolana de Televisión. – 29 mar 2.009. - [pantalla 2]. - http://www.vtv.gov.ve/noticias-econ%C3%B3micas/16287. - [Consulta:  1 may 2.009].

(4) “Aislar’ a Chávez no sirvió, dijo Hillary Clinton” [en línea].  En Ansalatina.com. - [pantalla 1]. - http://www.ansa.it/ansalatina/notizie/notiziari/venezuela/20090422210934865053.html. - [Consulta:  1 may 2.009].