Por supuesto, la crisis no es buena para nadie que no sea tremendo plutócrata que, en el festín, se trague a su semejante financiero y obtenga descomunales ganancias. Como pasa con los diez bancos privados de la Reserva Federal de los EEUU que, a título de ser una entidad gubernamental, "nacionaliza" (en realidad privatiza) aquellas empresas que no pudieron resistir el ritmo de marasmo del capitalismo salvaje. La reciente ayuda de $700.000 millones aprobada por el Congreso estadounidense, a más de ser una pesarosa acción de conjuras críticas, es un acto lujurioso de euforia financiera donde los más poderosos se llenan. Negocio redondo desde el que fabrica el billete (Tesorería), pasando por la banca de la Reserva Federal, que se autofija los intereses a cobrarle al gobierno por "el rescate financiero", hasta la misma esfera del gobierno que, a discrecionalidad, "parte y reparte" la torta de los millones.
Las crisis son para los más pendejos, para el contribuyente, como es lugar común ya decirlo. Y dado que, como sea que el sistema capitalista presupone un equilibrado orden de relaciones financieras en el ámbito mundial, su ruptura afecta también a los países de economías más débiles o monodependientes, que es como si dijéramos también países más pendejos. Aquellos que por cultura y tradición se apegaron a ciegas y a tontas a la práctica del "modelo"; aquellos que, sordos a la inminencia de la crisis, no movieron un dedo para la toma de contingencias; aquellos que, vía chantaje o lo que fuese, se encuentran en el callejón sin salida de la no elección. En fin, los que de cualquier forma dependen casi completamente del vaivén de la economía del norte.
Porque así como el contribuyente estadounidense mantiene las virtudes y funcionalidad de su siniestro gobierno, así también las pequeñas economías del mundo, militarizadas o colonizadas, contribuyen con el soporte imperial del sistema capitalista. Países hay que, a fuer de pequeños o raquítico en su salud económica, obtienen ingresos anuales menores a los de una transnacional como Microsoft, por citar un nombre muy conocido y también poderoso. Muchos hay que dependen de la remesa de sus emigrantes, como El Salvador, cuya fortaleza financiera se soporta en lo que sus ex-nacionales envían desde los EEUU; otros hay entregados hasta el fondo con la causa del capital del Tío Sam, como Colombia y Honduras, cuya mayor notoriedad es el apelativo de ser el genuino patio trasero de la nación de Monroe.
El primero cometía la torpeza hasta hace poco de suplicar por la aprobación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con los EEUU (¡en época de crisis y todo!), a pesar de que está visto que lo que acarrea es miseria para sus subscriptores menores, como lo ha demostrado la experiencia. El segundo, Honduras, es uno de los países más pobres de la Tierra, tradicional patio de entrenamiento de las tropas belicosas de los EEUU, lo cual hace suponer un sistema económico completamente volcado hacia la matriz imperial.
La pregunta obligada es ¿qué habrá de ocurrir con estos países que lo único que les falta es figurar en el mapa del Estado de la Unión del país de George W. Bush? Porque es ya casi un hecho que los países que habrán de ser afectados por la crisis son aquellos cuyo mayor comercio se da con los EEUU.
¿Se imaginan economías como las de México y la misma Honduras, cuyo apadrinaje gringo no ha servido más que para plagarlos de falsas expectativas y reales miserias, respectivamente? La primera ya sin petróleo, lista para ser abandonada a su suerte, después que le chuparon hasta la última gota (hasta un muro para atajarla le construyeron); la segunda, desde siempre abandonada. No digamos nada de Colombia, cuya porfía firma hasta la muerte al lado del destino de su jefe mayor, aunque ahora mismo dé señales de acercamiento con su vecino Venezuela.
Pero digamos cosas buenas, también, para no anegarnos de pura incertidumbre, y que nos sirva para albergar esperanzas de cambio para los pobres de la tierra, que son la mayoría. Los humanos mayoritarios, si se quiere ver así, dado que los ricachones capitalistas son una ínfima minoría, como si fueran otra cosa. Digamos, por ejemplo, que la misma Honduras ya dio pasos en firme para salirse del esquema económico que siempre la ha satanizado con miseria a montón (7 de 10 viven en pobreza): hace poco declaró su presidente, Manuel Zelaya, que su alejamiento de la "ayuda" de los EEUU y su adhesión a la Alternativa Bolivariana de Las Américas (ALBA) constituía una "verdadera y segunda independencia" de su país.
Y ello por mencionar una pequeña arista del rombo del proceso de cambios que en firme se ha instalado a avanzar en América Latina, desmontándose del lastre que significa acunar el modelo capitalista imperial de los EEUU en nuestras tierras. Desde hace una década para acá, con Venezuela como cabeza de playa (y con Cuba desde más allá), los países latinoamericanos se han dispuesto al combate por una autonomía y soberanía político-económicas, tomando la previsión de no tratar de correr con la misma suerte que la del gran país ahora en crisis, intentando sincerar sus realidades de acuerdo con nuevas expectativas, otras proyecciones y en consonancia con su propia idiosincrasia, propias capacidades y reservas naturales.
"El caso Venezuela es de especial mención. Promotora fundamental de la integración político-histórica, es quien ha dado los pasos más contundentes en busca de la unificación económica regional y quien le ha propinado las más críticas bofetadas a la injerencia hegemónica de los EEUU en América Latina, de un tiempo para acá."
Bolivia, hoy sumida en desestabilización, vive el trauma del desprendimiento de la matriz norteña, misma que ya ha sufrido la baja de tener un embajador expulsado, pero que, ni corta ni perezosa, ya ha aplicado medidas de carácter económico para obligar a la tradicional sumisión que supuestamente se le debe; Ecuador, país que ya tenía dolarizada su economía, da pasos políticos en firme para escapar del influjo estadounidense y de las élites criollas que se afanan por la tradición de las rodillas sobre el pavimento; Nicaragua es un país que milagrosamente ha escapado de la garra norteña, y ello porque tuvo que derramar mucha sangre a través de una lucha revolucionaria. Otros países como Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, realizan el esfuerzo de volcarse soberanamente hacia mecanismos de integración política y económica regional.
El caso Venezuela es de especial mención. Promotora fundamental de la integración político-histórica, es quien ha dado los pasos más contundentes en busca de la unificación económica regional y quien le ha propinado las más críticas bofetadas a la injerencia hegemónica de los EEUU en América Latina, de un tiempo para acá. Para nadie tiene que ser un secreto que sus iniciativas, de corte autonómico energético, como Petrocaribe y Petrosur, y de corte político integrador, como el ALBA, hoy mismo son objetivos de guerra de la política diplomática imperial.¹
Y ello, ejemplicando con Venezuela, es proponiendo y haciendo, lo cual ha de otorgarle un mayor reconocimiento a la patria de Bolívar. Venezuela blindó su economía más que otros países, porque desde hace tiempo retiró sus reservas de la banca norteamericana y porque, entre otras iniciativas de proyección regional, como el ALBA mencionada y la creación del Banco del Sur, economía adentro reguló el comportamiento de la banca.² Un capítulo contundente que expone a las claras el esfuerzo del gobierno venezolano por combatir la monodependencia exportadora hacia los EEUU, fue el anuncio del presidente Hugo Chávez de colocar en el mercado chino un millón de barriles diarios de petróleo, en un plazo estimado de cuatro años, en vez de los 350 mil que hoy se le venden.³ Sin duda un esfuerzo de diversificación y de independencia económica, si tomamos en cuenta que EEUU le compra a Venezuela el 40% de su exportación petrolera.
Por ello, desde aquí, salutaciones a los países preclaros que intentan desligar su destino de los paradigmas en decadencia, con deblacles financieras, como la hoy vista. Que bueno sea en un futuro afirmar que nuestros países ejercen soberanía, poseen fortaleza económica y política, y dispongan de fondos de contingencia para afrontar ramalazos de crisis, cualesquieran sean. En este sentido, el anuncio del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de que el país cuenta con fondos estratégicos rozantes a los $100.000 millones para afrontar la recesión que supone la crisis financiera, constituye un alivio ejemplar y, al mismo tiempo, un arresto de dignidad para continuar con la labor de independizar pueblos.
Notas:
2 comentarios:
Muy interesante blog! Hace poco leí un reportaje en sobre el mismo tema en un portal dedicado a proveer información electoral y política en general, especialmente lo relacionado con las elecciones 2010 en Colombia y con los candidatos al congreso.
Muy interesante.
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