miércoles, 20 de agosto de 2014

La fortuna de ser un bárbaro y la pobreza ilustrada europea

Del patio trasero sólo queda la costumbre (algunos todavía se agachan).  Se desmorona, se caen las verjas y la vitalidad libertaria bárbara penetra en el jardín cual enredadera.  Porque sí, somos bárbaros, esas criaturas naturales que aman la libertad y abominan de los imperios y sistemas explotadores.  Civilizados son los que desde adentro y desde afuera bregan para hacer peyorativo el término, calificándonos de terrorista o narcotraficantes con el objeto de seguir aplanándonos bajo la tierra silenciosa de las tumbas; son los que realmente invaden.

A excepción de Colombia, Chile, Perú, Paraguay y Honduras, donde las cadenas se oyen aún chirriar desde sus bisagras con los grilletes, tobillos y conciencias, ningún país latinoamericano o suramericano o centroamericano o de la patria grande anda hoy arrastrándose sobre el fango para besar un dedo gringo.  Nótelo.  Brotes de revolución cunden por doquier y las conciencias críticas del sistema esclavista sembrado se multiplican.  Hoy la libertad en nuestras tierras poliniza y se prepara para la flor.

Bolivia, paralelo a Venezuela, es puntal.  Argentina se descamisa de seculares opresiones.  Ecuador es una dignidad que avanza.  Uruguay es conciencia.  El Salvador y Nicaragua son puntos geográficos pequeños en desamarres heroicos.  Brasil nos pertenece.  México sólo con trampas electorales ha contenidos los cambios.  Cuba es antecedente y realidad.  Lamentablemente otros países, arriba mencionados, se debaten entre ser o seguir aplastados.  Colombia, por ejemplo, es un país precursor en eso de los brotes “bárbaros”, con el bárbaro Gaitán a la cabeza, a punta de sangre reducido.  En el país neogranadino no se concretó lo que hoy con Chávez prendió en Venezuela.

De manera que no, no, aquí ya no hay más patio trasero de nadie.  Es la generalidad.  No más al bote de desechos sobre nuestras conciencias, no más al esclavismo colonialista, al diablo con el indigno escabel grandeamericano, granero secular de imperios.  Andamos en rebelión retirando nuestros oros empeñados por espejos, recuperando activos voladores en otros países, sembrando en tierra propia, mirando hacia adentro, abriendo nuestras fronteras a países y paradigmas más solidarios con la causa humana y su desarrollo.

Hoy el patio trasero de los EEUU es Europa.  ¿Lo pillas?  Lentamente hundiéndose en problemas (¡qué casualidad!), algunos países recogiendo de la basura, ideológicamente en bancarrota.  Los gringos han entubado a esa región a ser vertedero de su desarrollo y eventual campo de guerra.  Obligados compradores, comensales y guerreros.  Sutiles esclavos del primer mundo, de paso con el remoquete de “civilizados”.  ¡Humm!  ¡Huele a azufre!  Lo último incoado para ella, para Europa, fue la estúpida guerra de Ucrania, donde todos pierden y uno allende de los mares gana.  Muertos de allá y vampiros de acá, por decirlo señaladamente.

Pensamos también en otra de las últimas preseas logradas para el nuevo patio trasero de los EEUU:  su obligada ruptura de relaciones con Rusia.  Esto es, le imponen al viejo continente la cartilla.  ¡Haz, haz!  El resultado es que Rusia se ha volcado hacia los países “barbaros” latinoamericanos, más libres hoy en decidir su destino.  Lo que por sanciones no pueden adquirir en Europa lo compensan comprando en Latinoamérica, y vendiendo.  No hablemos de China, la primera economía del planeta, desparramada en América Latina. Cosa que no deja de tener una gracia irónica:  hoy los esclavos (Europa) lucen en el pecho una placa de “civilización” y los bárbaros cabalgan fronteras.

No hay comentarios: