Se firma una tregua cuando se dan y se dan.
Ambos bandos.
Uno para buscar aire, otro quizá para dormir un rato.
Es la guerra y sus singulares detalles.
La locura, pues.
Nadie apuntala. Ninguno vence.
Hay un equlibrio de muerte entre contrincantes.
Pero hay una tregua entre Israel y Palestina.
Así dicen, lo confirman,
o por lo menos lo proclaman los más fuertes.
Los señores del adentro y del afuera.
Quieren decir una tregua genocida.
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