Desde poco antes de las elecciones regionales, la oposición extremista venezolana andaba a dos aguas, como es hábito político ya en sus andanzas: por un lado preparaba su zarpazo, buscando matar al Presidente de la República, convencida de que nada significativo obtendría en las votaciones, llevando armas magnicidas por aquí y por allá y preparando sumir al país en el caos, listos para acabar con una democracia que para ella es una dictadura; por el otro, se presentaba ante el país como la opción política del "cambio" (o del regreso hacia el viejo sistema de cosas), asediada por la maquinaria "oficialista", en desventaja, victimizada, violada en sus derechos humanos y civiles... A todo el mundo decía que eran demócratas que luchaban hasta con las uñas para salir, cívica y electoralmente, de este gobierno.
De acuerdo con informaciones, tenía pautada para el 26 del corriente su día "D": desconocimiento de los resultados electorales, canto de fraude, toma de la calle e intento de incendio de la tranquilidad ciudadana. Sencillamente temía que los resultados decretasen su muerte política, no tanto desde el ángulo del apoyo militante (tiene casi 4 millones de votos) como desde la desgracia que esa militancia fuese insuficiente para coronar numerosas gobernaciones y alcaldías. La medida más optimista en su tiempo le llegó a deparar cálculos de catorce gobernaciones. Hechos en países como Nicaragua, donde el sandinismo casi arrasa en las elecciones municipales y la oposición (la derecha política) de inmediato se enfrasca en propalar que hubo fraude, escenificando violencia callejera, se le erigieron en modelos alentadores para sus planes.
Pero ya se ve: los resultados, con todo y que no obtuviera la oposición política venezolana la meta soñada de más de la mitad de las gobernaciones, la sorprendieron. De las cinco ganadas en buena lid, tres la sorprenden extraordinariamente, por lo que comportan en geopolítica y geoestrategia: más control en la frontera con la nueva Táchira, además del ejercido desde antes por Zulia; y, con Carabobo y Miranda, más adyacencia al corazón político del país: Caracas. Pero no llegó al colmo su sorpresa: dentro de la misma Región Capital, lograron el control de la Alcaldía Mayor.
Ante tal redimensión del mapa político, que le augura más calidad que cantidad (geoestrategia y estados densamente poblados), la efervescencia desestabilizadora ceja –por ahora- en sus planes para reconsiderarlos y, seguramente, relanzarlos. Los resultados le hacen concebir la ilusión de la toma del poder, del mismo modo en que ha venido intentándolo, doblemente: con el discurso de la democracia (modo lento), pero sin desechar la idea de dar un zarpazo cuando las circunstancias sean propicias (modo rápido). Por lo pronto, con parte de Caracas bajo mando, con la Miranda tan cercana y la simbólica tierra de Carabobo bajo su titularidad, se le hace necesaria una pausa para rediseñar la estrategia a seguir, la cual dejo a imaginación de los lectores.
De momentos, mientras hace efectiva la toma de posesión de las parcelas conquistadas, queda en el aire, como un cuento, el asunto de las armas magnicidas, de los previstos zaperocos para el día "D", como cuando queda a la vista una plantilla cuyos pronósticos jamás se llevan a ejecución. Como ocurrió con los planes mismos magnicidas que esbozó el oposicionismo extremo para los momentos de la coyuntura electoral, cuando el gobierno se los develó, quedando en el aire el esquema, sin la soñada concreción. Hechos todos que no hay que olvidar a la hora de mirar el rostro "democrático" coyuntural que la dirigencia opositora ensaya en estos momentos de reacomodo político.
Pero a pesar de que se serena y toma nuevo aire para maquinar sus cosas, no todo es control entre sus filas. A algunos, como el candidato a la gobernación de Barinas, Julio César Reyes, les resulta cuesta arriba desprenderse de los preconcebidos planes que esbozaban para luego de las elecciones: había que gritar fraude y él lo gritó, azuzando a las partes a una confrontación. Una denuncia de fraude irresistiblemente tonta e improcedente, dado el hecho que algunos de sus correligionarios lograron el triunfo por un margen más ínfimo que el alegado por él, sin que la autoridad electoral tuviere el inconveniente en reconocerlo. A pocos podría convencer con el cuento de que es confiable el resultado electoral cuando su factoría política gana y fraudulento, cuando pierde.
"En el ámbito nacional, de las 326 alcaldías en juego, el chavismo logró el control en 263, lo cual, para decirlo con propiedad, y sumado al hecho de las 17 de las 23 gobernaciones, tiñe a Venezuela de rojo. De un anterior control de 15, el chavismo pasó a 17"
La oposición política, pues, por los momentos, cesa en el empeño de incendiar el país, para tomarse un segundo aire, por lo pronto, como se dijo, para redimensionar sus planes. Digiere cuidadosamente lo que no vacila en calificar como "triunfo" (o "alternativa democrática", como lo calificara un dirigente de ella, a quien ya no le parece "oposición" la oposición), a pesar que bajaran a 5 el número de gobernaciones bajo su control, de 7 gobernaciones que controlaba. En poco tiene que el chavismo haya controlado 17 entidades de las 23 que compitieron en la justa electoral, como si adujera que el país está concentrado en Zulia, Carabobo y Miranda, básicamente.
En su mente sólo anida el éxtasis de haber controlado algunos estados estratégicos, mismos que, para sus arrestos secesionistas, no tendría inconvenientes para declararlos como la nueva Venezuela, si ya con el solo estado Zulia intentó hacerlo. Aunque semejante control lo presientan de forma y no de fondo, por el hecho que, por cada gobernación que controlaron, las fuerzas del gobierno dominaron internamente en sus alcaldías. En el ámbito nacional, de las 326 alcaldías en juego, el chavismo logró el control en 263, lo cual, para decirlo con propiedad, y sumado al hecho de las 17 de las 23 gobernaciones, tiñe a Venezuela de rojo. De un anterior control de 15, el chavismo pasó a 17.
Queda, en fin, la oposición como titular formal de 5 estados, mas no de fondo, como dijimos, puesto que sobre este nivel mayoritariamente ejerce el control el chavismo en sus alcaldías. Véase: 13 de 19 alcaldías en Zulia; 10 de 14 en Carabobo; 15 de 20 en Miranda, 16 de 29 en Táchira y 6 de 11 en Nueva Esparta, si mi verificación no fue imprecisa, excusándome si el tiempo me pone en apuros.* Pero sabemos que (y debemos estar preparados), para el caso que no haya asimilado el riel de la democracia y el civismo (oportunidad que tan hermosamente se le ofrece ahora), asimila por los momentos el hecho de sumar una nueva estrategia para sus planes desestabilizadores, y repiensa sus nuevos pasos, para seguramente ofrecerle al país algunas conmociones posteriormente. Sólo es cuestión de tiempo.
Elementos como el control de las policías regionales (lo cual puede envalentonar), la adyacencia política a la capital, el control en la frontera, la presión desestabilizadora desde Colombia y los EEUU, los dólares de la USAID y la NED, y la misma tradición golpista que alberga su corazón desbocado; hacen pensar no tan optimistamente en el devenir tranquilo democrático de la Venezuela de los próximos años . Si antes, con el dominio único del Zulia como estado geoestratégico, se creía mayoritaria en Venezuela, ahora con Carabobo y Miranda, lo menos que puede pensar es que es dueña de la América Latina entera.
A repensarse el chavismo también. Es lo que mandan los hechos.
Notas:
* Consulte, para verificación, los resultados publicados por el Consejo Nacional Electoral: http://www.cne.gov.ve/divulgacion_regionales_2008/
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