martes, 16 de diciembre de 2008

Reeleccion, clase media y otras verdades dulces y amargas de la situación política actual venezolana

Imagen tomado de Google Imágenes Ya vimos:  las apariencias pueden llevar a apreciar un desmedido crecimiento de la oposición venezolana en las zonas populares.  La oposición gana la Alcaldía de Sucre (Petare), la Metropolitana y estados superpoblados como Zulia, Miranda y Carabobo.  Y tiene con ello suficientes argumentaciones para acomodarse una campaña mediática de cualquier cuño, más hoy cuando el país se prepara para afrontar, políticamente, la eventualidad de una enmienda constitucional.

Pero tras el velo de las apariencias, también sabemos qué subyace, como lo han dicho los números:  el chavismo, con excepción de Nueva Esparta y Táchira, abrumó con dominio interno en todos los estados del país, lo cual significa que en aquellas entidades donde la oposición conquistó las gobernaciones debe congeniar con gobiernos municipales políticamente adversos.  Las cifras del dominio chavista en el aspecto municipal se ubicó en el contexto del 75% de la generalidad del triunfo:  263 alcaldías a escala nacional de 321.

De forma que el chavismo* ejerce un dominio en los entidades incluso sin la formalidad espectacular del triunfo, perdiendo, por ejemplo, una gobernación como Carabobo pero dominándola municipalmente en una proporción de 11 a 3.  Primera verdad amarga para unos y agridulce para otros, porque no parece existir una correspondencia entre internalidad y externalidad:  ¿cómo se puede perder una gobernación cuando internamente, en el poder municipal, se gana abrumadoramente?  Retos para el análisis, que debe escarbar tras el cariz de las apariencias.  Por lo pronto, sospéchese que estuvimos en presencia de un elector muy conciente con su voto, por más que nos parezca irracional que, pongamos por caso, un Manuel Rosales, continúe ejerciendo alguna forma de poder popular; para el caso, habrá que interpretar crítica, castigo o cualquier otra especie respecto del aparato chavista.  La razón en política no es muy helénica que digamos:  obedece en gran medida a los humores.

Lo otro:  la enjundia del chavismo al celebrar su triunfo "arrasador" (453 de 603 cargos públicos postulados y las 263 alcaldías ya dichas, además de las 17 gobernaciones de 22 en juego) tampoco parece corresponderse con la realidad proporcional que ofrecen los números:  en modo alguno acapara el chavismo (hablamos del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV) al electorado en proporción tan amplia (al menos considerando al universo votante).  La diferencia votante para un bando y otro se ubicó en 11 puntos porcentuales, un 53% para el PSUV y un 42% para la oposición, lo que equivale a hablar de un millón de votos de diferencia, aproximadamente (6 millones 171 mil 382 para el PSUV y 5 millones 69 mil 602 para la oposición, incluyendo los resultados de las alcaldías Metropolitana y Libertador).  Déjese constancia que hay un voto aproximado al medio millón de gente que votó por Hugo Chávez desde otras toldas aliadas

Significa que la oposición, incluso con defectos de crecimiento electoral, no es doblada todavía por el voto chavista (indirecto, estemos claros: no es Chávez el candidato), hecho que tira al suelo la expectativa generada por el discurso presidencial previo a la medición electoral:  arrasar, doblar o triplicar.  Si bien es cierto que en el mapa geopolítico venezolano el chavismo casi cuadriplica a la oposición, mal puede decirse, en honor a la verdad, que lo mismo ocurre en la proporcionalidad de votos.  La oposición estuvo cerca del chavismo, significativamente, en la medición.  No puede haber lugar a engaños ante tan evidente segunda verdad amarga, para ambos:  ni la oposición crece como propalan sus porrista ni el chavismo alza el vuelo arrasador como sugieren las apariencias.  Desde luego, semejante baño de agua fría, para un bando y otro, sólo puede sentirse debajo de la costra de las apariencias.

Y sirva lo anterior para no dejar pasar de largo otra redonda verdad, como no parecen verla algunos dirigentes del PSUV que se empeñan en culpar a la clase media por la pérdida de Petare y Miranda:  como explica el periodista Eleazar Díaz Rangel, toda ella (estrato C de un 16%), más los estratos A y B de la población, suman un 20%, y ni votando a plenitud en contra del chavismo habría sido suficiente para justificar la derrota, cosa que evidencia a las claras que "importantes sectores populares (D y E) votaron por los candidatos de la oposición".¹  De manera que viene al pelo la consideración de cuánto chavista no votó, pero también cuanto dejó de hacerlo por la causa de la revolución.  Ello sin dejar pasar por alto que la clase media, en el supuesto que mayoritariamente le sea adversa a la corriente chavista, parece estar conceptuando como suya el eslogan de lucha de clases.

Hecho a lo sumo pervertido, dado que evidenciaría importantes fallas en el discurso y obrar de proceso de cambios:  la lucha no es contra la clase media ni nada parecido, sino contra el capitalismo bochornoso de los tradicionalmente sectores plutocráticos del país.   Los ricos, pues, y no contra ese mediano pero importantísimo filtro de la intelectualidad y conciencia de todo país que es la clase media.  Cuantioso es el clisé que la coloca como punto neurálgico en la conquista del poder en toda sociedad, siendo casi refrán, por más burgués que suene, que quien la enamora gobierna.  Porque ella funge de filtro, como dijimos, como paradigma, trapiche conceptuador de toda sociedad, meollo ejemplar con efecto influyente sobre las clases de más bajo estrato, allí donde comanda Chávez, para nuestro caso.

"despectivamente ignorando a los grandes sectores populares y colocando el discurso en el plano claro de una lucha de clases, en la que más vale un ciudadano ilustrado o rico que un desdentado "pata en el suelo" chavista, cuya incondicionalidad política se funda en la dádiva que recibe"

Si es puesta a ejercer su intelectualidad en contra de un sistema de gobierno, es seguro que lo mina de manera importante, a despecho de la máxima democrática de contar el chavismo con el aval mayoritario de los estratos inferiores, D y E, de enorme proporción estadística.  Ya de hecho hay una corriente mediática de la derecha venezolana que propala que no necesariamente quien tiene las mayorías ejerce la democracia, despectivamente ignorando a los grandes sectores populares y colocando el discurso en el plano claro de una lucha de clases, en la que más vale un ciudadano ilustrado o rico que un desdentado "pata en el suelo" chavista, cuya incondicionalidad política se funda en la dádiva que recibe.

Sea lo dicho sobre la base incuestionable de que el proceso de cambios no ha abolido a este sector de la consideración de sus políticas; por el contrario,  se ha propuesto, como ha dicho el presidente, hacer de la  sociedad venezolana una única y poderosa clase media.  De hecho, nunca como ahora tal sector se ha beneficiado de las políticas oficiales, pero, quizás, por causa de su misma condición informática e intelectual (la clase que lee, analiza y propugna ideas) esté expuesta más que cualquiera al bombardeo mediático manipulador y ella misma avance, en consecuencia, contra sí. (La propaganda es un arsenal en política).  Los sectores del poder económico en Venezuela han tenido el éxito de hacer creer al país que cuando el Presidente de la República se dirige recriminatoriamente contra las "élites", contra las "cúpulas" o "ricachones", lo hace contra la clase media.  A la amenaza de que la revolución le quitará lo ganado, se responde con cuantiosa tinta derramada sobre los periódicos en defensa de un televisor, automóvil o apartamento, emblemas conducidos de la superación personal.

Finalmente, es irresistible mencionar el hecho que luce paradigmático dentro del panorama político venezolano, a pesar de los numerosos análisis que lo mellan de cara a los resultados de las recientes elecciones:  el prestigio de Hugo Chávez, su personalidad, su honestidad, como lo único translúcido dentro de tan complejo juego de los análisis.  Su popularidad sola, sin el efecto de portaaviones para otros candidatos, supera el 70%, según casi todos los estudios de encuestas realizados en el país.  Sectores populares, clase media y hasta altos sectores de la sociedad venezolana no pueden despojarse de la racionalidad de realizar el debido reconocimiento, por más gafas mediáticas que intenten cruzar sobre sus mentes.

Es el fenómeno, el paradigma, lo único cierto, pues, que así como suscita odios y pasiones concita también el amor esperanzado de millones por la prosperidad de la patria, cosa que ha de ser, por cierto, una de las más amargas y contundente verdades que ha de dolerle al sector político diametralmente opuesto.  Y dado que Hugo Chávez se erige en lo único meridianamente concreto en el panorama político, afín o adverso, no es descabellado afirmar que por sí solo comporta oposición y gobierno, si se considera que la oposición no tiene más plan político que el de llevarle la contraria, hecho que parece licenciar la aseveración de que en Venezuela la política no va más allá del chavismo y el antichavismo, huérfana de oposición programática.

La planteada prueba de consulta para la enmienda constitucional, si bien es cierto no constituye en sí un evento electoral presidencial, donde Hugo Chávez ha resultado tradicionalmente un rival contundente, no deja de estar muy próxima a esa semántica, circunstancia que recomienda, dada la aprobación de su gestión, la realización del referendo para los presentes momentos.  El hecho que la consulta en nada tenga que ver con las recientes elecciones regionales, donde no estaba en juego su figura directa, con resultados de escrutinio no del todo alentadores para la causa partidista, no tiene que poner en entredicho, sin embargo,  la aseveración de que el presidente concita la única oposición de Venezuela (antichavismo), con proyecciones estadísticas –seguramente- muy distintas a las obtenidas en las pasadas elecciones regionales.  No se debe olvidar que un 35% de la población electoral no votó, y tampoco que aquellos gobernadores votados en las elecciones regionales, perdedores o ganadores, no eran Hugo Chávez.

  Notas:

* Sigamos denominando así, porque, según se aprecia sobre los resultados últimos electorales, en el país no parece existir oposición sino antichavismo.  Lucha de clases, según distintos análisis.   Estratos bajos contra los medios, según manipulación mediática, y no contra los altos, pero, como sea, enfrentamiento de estratos.
¹  Eleazar Díaz Rangel:  "Camino peligroso" [en línea].  En Aporrea.org. - 30 nov 2.008. - [Pantalla 3]. - http://aporrea.org/actualidad/a67905.html. - [Consulta:  16 dic 2.008].

viernes, 12 de diciembre de 2008

Antichavismo y razón democrática

Discurso idiota político Siendo el hecho que en la oposición política venezolana no puede hablarse de un bloque unitario que no sea el furibundo antichavismo (lo demostraron las recientes elecciones), muchas penas quedan para la reflexión, de entre ellas para la oposición misma, que no puede ostentar la tan mentada unidad sobre la base de unos principios programáticos políticos (para no hablar de ideologías) que privilegien al país próspero, igualitario y soberano como meta final.

A la oposición la une el antichavismo, y ello es un hecho que consterna, porque el único plan de desarrollo de país que podría ofrecerle a los venezolanos es una agenda cimentada en el plan del "otro", sobre unas ideas ajenas, pero desde un enfoque contrario.  Como si la negación fuese su principio primordial, su plan de gobierno fundamental, más conciso cuanto mejor ensambladas estén las fuerzas contrarias de la revolución bolivariana.  Reacción maniquea antes que propuesta razonada de patria (porque eso es lo ha de proponer un político a su país, en esencia).  Mayor irracionalidad política como axioma ante el uso inobjetable de ella, alusión ésta última   que enarbola el proyecto de transformación socialista cuando se hace a la mar con el viento favorable de las comunidades.

¿No es, pues, la democracia, con su implicación de mayoritarias masas, el eje sostenedor de toda práctica política en cualquier sociedad "progresista" y "evolucionada"?*  Como si cupiera decir la perogrullada que si se tiene la mayoría se tiene la razón democrática, no quedando fuera de tal argumentación más que discurso periférico y hasta extremismo político cuando se emprenden acciones contra ella.  Ni más ni menos la oposición venezolana, con su tentación de extremos, sintiéndose desarmada de palabra y razones, cuanto más si carece de bases ideológica programáticas como propuesta política.  No puede ser que se tenga la determinación de hacer política partiendo de la realidad ideológica del otro y no desde la convicción misma de hacerlo porque hay que incidir sobre un espacio político determinado según bases progresistas convenidas por el Hombre.  Eso, de que a mayor chavismo, mayor radicalismo, comporta un primitivismo psicológico humano sólo rozante en extremismo con su contraparte evolucionada, civilizada y universitaria, como se postulan ser en naturaleza los adeptos y líderes de la oposición venezolana.  Para estas personas, el chavismo, con sus barrios, está constituido por unos monos dirigidos por un macaco principial, el presidente de la república.

El chavismo en Venezuela, con una fuerza demostrada del poder público nacional mayor que 75% (453 cargos de 603 obtenidos en las elecciones regionales), tiene el argumento democrático de su parte, probablemente por compendiar un más generoso plan de atención social y concitar un mayor liderazgo nacional, encarnado en la figura de Hugo Chávez Frías (hay la tesis del "No volverán", que explica el proceso de cambios actual sobre la base del castigo político al pasado); y en modo alguno es responsable de la quiebra argumentativa del adversario, quien dispuso del país a voluntad durante bastante tiempo para desplegar su intencionalidad política, desastrosa en sus resultados desde todo ángulo, por cierto.  El actor político opositor cayó como clase política por peso propio, producto del apuntalamiento de una conciencia nacional que impidió el hundimiento del país en primer término.  El chavismo, como expresión de fuerza de cambio, lo que hizo fue apalancar una esperanza, sumando descontentos.

En su concepción ideológica mayor, como movimiento bolivariano, insurge en una hora de desgaste del ejercicio capitalista y neoliberal en el mundo, escuelas político-económicas hoy en el banquillo de los cuestionamientos.  Fresca estaba en la memoria la desgracia de los países vecinos, emblemáticamente la de Argentina, quien había sido reventada internamente en su economía, entregada como estaba a la doctrina neoliberal.  Venezuela marchaba por el mismo camino, de cómo estaba penetrada por la garra neocolonialista de las potencias occidentales, escalada por una descomunal franja social de pobreza.  El advenimiento de Hugo Chávez, necesariamente bajo la aureola redentora socializante, encuentra el momento histórico para ensamblar un poderosísimo aparato de conciencia y de cambios políticos, sobre el descrédito y ruina de la práctica política imperante.

Mal, pues, se puede argumentar que nadie haya ido contra nadie, como en las viejas épocas de persecuciones partidistas y de cacería de brujas.  Ni siquiera en momentos en los cuales el Estado pudo justificar el uso de la fuerza (como en los hechos de abril de 2.002), fue contra el oposicionismo la fuerza del chavismo; todo lo contrario, durante y después del golpe de Estado de ese año, ha estado a la defensiva por el sólo hecho de ser cónsono con el humanismo que predica:  el encuentro, el hallazgo de país, la superación de Venezuela.  El oposicionismo (o el poder viejo) cae, en fin, por si mismo, por desgaste propio, perdido en el marasmo dialéctico del fraude y el robo, y la guarda de apariencias democráticas; sin liderazgo, desenmascarado por los hechos históricos (como la pobreza), vertiginosamente envejecido en pose y discurso por las fuerzas renovadoras del presente, sin argumentos, quedando como cuenco vacío.  Para nadie se oculta que Hugo Chávez ha abogado siempre porque emerja una oposición sería, leal con el país, política de gran política, como él mismo ha dicho.

"Para estas personas, el chavismo, con sus barrios, está constituido por unos monos dirigidos por un macaco principial, el presidente de la república"

Hoy, ganando el chavismo en las barriadas, tal vez perdiendo en los predios de la clase media (conformada por un 17% de la población, aproximadamente) y perdiendo con seguridad en el escuálido sector de los más ricos (2 ó 3%), se viste su movimiento político con el argumento fundamental de toda democracia:  las mayorías, sean éstas ilustradas o no  (en ningún acta de los derechos humanos o desderechos consta que una persona apta para votar es menos ciudadana que otra, aunque viva en las alturas de un cerro o posea otras características propias de su indumentaria, cultura y hábitat).  De modo que hay que sentar dos cosas:  la existencia de una enorme capacidad de encanto político (carismático liderazgo) y un programa "recuperador" de gobierno, con efecto de redención social en las masas, puntos ambos de los que adolece la oposición política, hecho mismo que la conduce a la irracionalidad política y a actuar por reflexión de las ideas ajenas.  (Hugo Chávez es su quiebra por contraste, no por ataque).

Véase:  el hecho moral y programático (socialista) de atender a los sectores más depauperados, deja sin argumentos al oposicionismo venezolano, que no encuentra el modo cómo inferir barbarie sobre un gesto de enorme valor humano y ecuménico:  la atención al prójimo, mejor si más necesitado (decía Jesús que no venía en busca de justos, sino de pecadores); por el contrario, incurre ella, el oposicionismo, en barbarie y extremismo político cuando adversa semejante accionar de gobierno, tildándolo de bajo, populista, si es que no se desliza por la vía del racismo o el etnocentrismo.   Otro punto:  Hugo Chávez comporta liderazgo, dolor crítico sobre el vacío organizativo opositor, que luce desmembrado y huérfano como sistema, y que es combatido con el mismo argumento primero del populismo y de la política de baja ralea.

Semejante peculiaridad, liderazgo carismático y programa de gobierno de alta calidad humana, deja sin argumentos y programación que valgan, como dijimos, a ese dislocado sector del oposicionismo venezolano, que sólo encuentra sentido de unidad cuando asume la teoría y praxis de ir contra el plan de gobierno de Hugo Chávez como eje propulsor del chavismo.  Como si pudiéramos decir que en Venezuela no existe oposición como tal, con sus credenciales alternativos de propuesta de gobierno, sino antichavismo, efecto preciso de nada poder en contra de su liderazgo incuestionable y de su alta concepción del hacer político.  Tal es la fortaleza de la definición ideológica, que trasciende y suple de ideas al vacío opositor; ante su contundencia de ir hacia los sectores más necesitados, no queda otra alternativa que unirse o desbarrancarse por la irracionalidad de objetarla.

A menos que se pretenda llamar propuesta de país a la tesis de su disolución, la oposición (el antichavismo) tiene la obligación de hacerse con un plan serio de gobierno, que olvide el entreguismo del pasado y la propuesta apátrida de que sean los asesores norteamericanos quienes gobiernen en Venezuela.  No puede -menos- andar concibiendo tampoco que sus ideas políticas se funden en la otredad.  Tiene el reto de olvidar que un país democrático es aquel donde una sola ideología política comanda los espíritus y engaña a las mentes con la apariencia de diversidad, con la variante del bipartidismo.  Como en el pasado lo fueron Acción Democrática y Copei en Venezuela, o como lo son hoy los demócratas y republicanos en los EEUU, o los mismos Partido Popular en España y el Partido Socialista Obrero, todas facciones, dígase lo que se diga, expresión de la misma derecha política.

La actitud adeca o copeyana (para de algún modo decir oposición), ni en el pasado cuando ejercía el gobierno, ni en el presente cuando ejerce el antichavismo, ha dado con una figura central en torno a la cual arremolinarse, a pesar que su era política haya sido calificada como de caudillista.  No hay nada parecido, porque a los exponentes más conspicuos, como Rafael Caldera o Rómulo Betancourt, no se les puede atribuir otra agenda que el personalismo y el pillaje, sin distingos, como dos malandros reunidos en una celda que obraban a favor de exclusividades.  De allí ese aire elitesco y "superior" con el que muchos exponentes oposicionistas se revisten, como para denigrar  de los nuevos tiempos y guardar las distancias, propias de las estirpes más clasistas.

Sin duda, ha de pasar una generación para que viejas actitudes mueran con sus mismos exponentes. Mientras tanto, la figura imponente de Hugo Chávez, con su plan socialista de gobierno, ha impactado de tal manera que ha sembrado de lo inusual el panorama opositor, de lo inesperadamente invencible cuando de contar con el favor popular se trata, o de hacerse con la razón democrática de manera incontestable.  Ante semejantes perlas de la razón política, si no se recapacita y se invoca una unidad de intereses nacionales para el trabajo, tiene que recurrirse a las mil argucias y sutilezas para iniciar un contraataque, intentando escurrir el bulto de la carencia política propia:  no es Hugo Chávez ni sus programas, sino su entorno; no es Hugo Chávez, sino su populismo, cuya permanencia amenaza la estabilidad republicana; no es Hugo Chávez, sino su verborrea, sus cadenas, su molesto empeño de andar dirigiéndose a los pobres a través de las vías comunicaciones de los ricos; no es Hugo Chávez, quien es un hombre bueno, con grandes intenciones y actitudes cristianas, sino su familia..., etc.

Y ante tanta negación no queda más que inferir lo negado:  que la oposición política tiene por discurso político una sola letra:  el antichavismo, nada de cuño propio a no ser añoranzas por detentar el poder nuevamente, como por arte de magia, así no cuente con el pueblo.  No puede la derecha política esgrimir plan político que valga cuando no tiene el bautizo de la razón democrática, como la tiene la propuesta socialista que cursa para Venezuela:  liderazgo, apoyo popular  y programa ético de gobierno, de redención social, recuperación y construcción de patria.

Notas:

*  Proceden las comillas porque mucho es el país en el mundo que pareciera querer redimensionar, pervertidamente, los términos sin dejarse de acompañar por la noción de democracia.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Debajo de la costra de las apariencias: reelección presidencial y oposicionismo fascista

 Chávez rayo Después de las Elecciones Regionales del 23 de noviembre del año en curso, ya usted ve como están las cosas:  ni el chavismo duplicó siquiera a la oposición venezolana en cuanto a votos, después que la consigna esbozada fuera una "barrida"; ni la oposición, por su parte, logró colocarse siquiera sobre la mitad de las primeras catorce proyectadas gobernaciones a obtener.  Ambas factorías tienen que andar saboreando un gusto a objetivos no cumplidos, para no hablar, amargamente, de derrotas.  El caso opositor es tétrico, como veremos en breve, porque hay más de fachada que de fondo en la aparencial victoria obtenida en cuatro entidades:  Zulia, Carabobo, Miranda y Alcaldía Metropolitana; y el caso del chavismo, especial, porque al arrasamiento que hizo por gobernaciones y municipios en todo el país no se le corresponde una suma de votos proporcional, que duplique o triplique el voto obtenido por la oposición.

En total, el primero sumó 6 millones 171 mil 382 votos, frente a los 5 millones 69 mil 602 de los segundo, incluyendo gobernaciones y las dos alcaldías más conspicuas del país en la sumatoria (Metropolitana y Libertador).  Fuera de la consideración de si es o no una elección regional, con sus acostumbrados márgenes  de baja participación, en comparación con la presidencial,  la medición no deja de tener su significación dado que la participación popular rompió la marca histórica, y la ventaja del chavismo, en consecuencia, no tendría que haber permitido “huecos” de tantas gobernacionaciones fuera de su control, aunque no perdidas, dado el hecho que internamente las dominan.  Recuérdese que las elecciones fueron para elegir por voto a los estratos políticos de más cercana conexión con las comunidades, como alcaldes y concejales, y, si bien es cierto que en este plano el chavismo respondió a las expectativas generadas por el trabajo desplegado sobre las comunidades, el hecho de la pérdida de las gobernaciones (aunque sea de modo formal) constituye golpe efectista opositor de significativo peso.

Vistos así, los resultados evidencian una holgura de un millón de votos chavistas sobre opositores, mismos que se distribuyeron estratégicamente en el país, entidad por entidad, para rendir una espectacularidad de triunfo de 17 gobernaciones contra 5, de las 23 en juego, incluyendo a la Alcaldía Metropolitana.  Sin embargo, desenmascarando la dulzura engañosa de las apariencias, hay que decir que lo que habría sido verdaderamente espectacular es que el chavismo hubiera duplicado o más el voto opositor, en ningún momento permitiéndole posesionarse de entidades demográficas que agrupadas acumulan más de un 40% de la población nacional (Miranda, Carabobo, Zulia, Distrito Federal, sumándole Nueva Esparta y Táchira).

Por supuesto, hay que realizar las respectivas salvedades que en cada una de esas entidades el chavismo tuvo una presencia casi igual a la del factor opositor triunfante, siendo las diferencias porcentuales muy pequeñas.  De modo que la conclusión lógica, aunque la oposición haya quedado al frente gubernamental de la entidad, es que el chavismo está allí de manera significativa y hasta determinante, si se considera que arrasaron en los mandos locales del gobierno municipal:  13 de 19 alcaldías en Zulia, 11 de 13 en Carabobo, 15 de 20 en Miranda.  Ello tiene que llevar a dejar sentado hasta este punto que ni tan derrota es la pérdida chavista de una gobernación, si la tiene tomada por dentro, como ni tan triunfo es la ganancia de ella por parte de la oposición, si la tiene perdida también por dentro.  He allí el quid del asunto:  simple juego de apariencias.

La oposición parece haber coronado un triunfo formal en tales entidades, con pérdida de sus contenidos, apenas ejerciendo gobierno real (sin ser oposición) en Nueva Esparta y Táchira, donde tomaron la gobernación y casi hasta la mitad de los municipios.  De hecho, los números son fulminantes a nivel nacional, más allá de las 17 gobernaciones alcanzadas, penetrando en las honduras de los estados:  de 321 alcaldías en juego, tomó el chavismo 263, y de 603 candidatos a cargos, 453.  Algo así como un 75 a 80% del poder público nacional.

"Ello tiene que llevar a dejar sentado hasta este punto que ni tan derrota es la pérdida chavista de una gobernación, si la tiene tomada por dentro, como ni tan triunfo es la ganancia de ella por parte de la oposición, si la tiene perdida tambien por dentro.  He allí el quid del asunto:  simple juego de apariencias."

Mal podría, pues, hablar la oposición de triunfo, cuando internamente resultó arrasada en las gobernaciones ganadas, así como tampoco puede el chavismo hablar de arrasamiento cuando, a pesar de haber barrido formalmente en el número de entidades conquistadas, no logró doblar siquiera el voto opositor.  Véase cómo se despliega el juego de las apariencias para un bando y otro:  unos creyendo tener el poder en las entidades de más peso poblacional en el país (la oposición cuando dice gobernar en cinco estados y el Dtto. Capital) y otros (el chavismo) aduciendo arrasamiento por tener más entidades conquistadas a escala nacional, pero sin lograr doblar al contrario en votos.

Semejante recapitulación viene al pelo para  caer reflexivamente sobre dos puntos fundamentales de la política actual venezolana:

(1)  El presidente de la república, Hugo Chávez, requería de una mayor espectacularidad del reciente triunfo electoral para, en lo inmediato, sobre la ola de una alta autoestima política, promover la propuesta de la enmienda constitucional con miras a su reelección continua.  La toma -formal, como dijimos- de los estados Zulia, Miranda, Alcaldía Metropolitana, Carabobo, por parte del sector opositor arruinó en significativo grado la emotividad expresa de la propuesta, teniendo que recurrir el chavismo a los recursos del análisis para explicarle al país que detrás de la aparente toma opositora de seis  entidades lo que subyace es una fulgurante mayoría "roja rojita".  Ello constituye un punto no tan favorable, sabida cuenta que en política, con su arte fundamental de la propaganda, lo expreso y fácil es ganancia.  Será de muy dura lucha tener que confrontar la maquinaria opositora aduciéndole constantemente al país que controla casi su 50% por el hecho de "gobernar" las entidades más pobladas, tres o cuatro.  Que no solamente poseen la calidad, sino la cantidad. Un juego de las apariencias que puede resultar crucial, pero que no impide al análisis (y al chavismo) proponer que existen condiciones de fondo definitivas para promover la enmienda constitucional con miras a implementar la reelección continua.

(2)  El prurito victorioso de la oposición venezolana con la toma de cinco estados (tres de ellos densamente poblados, más la Alcaldía Metropolitana), que no se compadece con las realidades internas aquí desglosada, donde quedó demostrado que no se puede hablar con propiedad de triunfo efectivo electoral-popular; se perfila como factor clave en la erección de una oposición altamente desestabilizadora, si asumimos -como parece es la tónica- que después de los recientes comicios sigue siendo la misma franquicia política de siempre, conspiradora, aliada con países extranjero para derrocar al presidente constitucional de Venezuela, elitesca e irrespetuosa de la voluntad popular.  Mejor explicado:  si antes, con el sólo dominio político de Zulia y Nueva Esparta ya se hacía la idea mediática de que era dueña de Venezuela, ahora con seis entidades lo menos que puede aspirar es a un liderazgo regional, para exagerar un poco el asunto.  Ello en la práctica, dueña del poder formal –no esencial, como dijimos-, y dotada también de apoyo popular -hay que reconocerlo-, más el dominio de los medios de comunicación de masa, se traducirá en breve en una franca puerta abierta a la injerencia extranjera con fines desestabilizadores.  No hay por ningún lado ninguna paz asegurada para Venezuela, sumida en la discordia y la confrontación a la que apuntan estos signos, en la desestabilización e injerencia externa, si partimos del hecho conocido por todos: que el liderazgo opositor  sigue viviendo a la usanza antigua:  sin amar a su patria ni respetar las reglas de la convención democrática.

La toma o pérdida de poder por parte de uno de los bandos, aparencial o efectiva, tiene que traducirse necesariamente en una reflexión de país:  el chavismo, con su propuesta revolucionaria, pensando en lo que está permitiendo avanzar desde el sector de la derecha política; y la oposición, con su propuesta conservadora, pensando en lo que está dejando de ganar como fuerza política leal a su país, de seguir incurriendo en la práctica de la violencia y el aventurerismo, permeándose a la injerencia extranjera.  Los conatos fascistas y revanchistas en los que ha incurrido recientemente, en ocasión de la toma de las sedes conquistadas (persiguiendo y desalojando a la gente), no deja albergar gran esperanza respecto a la necesidad que tiene Venezuela de estrenarse una oposición leal y cónsona con los propósitos republicanos y soberanos de aquel concepto que denominamos patria.

Antonio Ledezma Capriles Radonski Bandera EEUU César Pérez Vivas Manuel Rosales

martes, 2 de diciembre de 2008

Oposición política venezolana: de la esperanza a la decepción

Durante los hechos de abril de 2.002, y previamente, por supuesto, en el acaecer de las acciones que le dieron lugar, era lugar común (naturaleza, se dirá), que la irracionalidad política fuese carácter del sector opositor.  No había espacio ni para el encuentro ni para el reconocimiento, mucho menos para la reflexión.  No era raro oír, por ejemplo, a propósito de cualquier medida positiva que hubiese implementado el gobierno, que tal cosa no era cierta, que venía de atrás, de la época adeca, o que simplemente era expresión de la demencia presidencial.

Con semejantes argumentos se generalizaba la vida.  Todo había empezado a ser negro o loco con la nueva gestión de gobierno, cosa que, en consecuencia, merecía desmontarse del poder por contra-paradigmático, fuera de uso, extraño o revolucionario, para utilizar una palabra de mayor malestar.  Si el gobierno presidido por Hugo Chávez tenia mayoritario apoyo popular, como lo tiene ahora, era simplemente porque la ignorancia de las masas menesterosas incurría en el yerro de falsear el concepto de la democracia, modalidad de vida aparentemente sólo apreciable por los sectores de mayor grado de instrucción o potencial económico.

Lo demás no era gente, para rozar casi el contenido del extremo al que se quiere llegar cuando se le niega la condición ciudadana a un habitante de un barrio.  Son los barrios quienes apoyan a Chávez, y eso lo descalifica, lo hace menos presidente, porque, aunque la democracia hable de mayorías, en este caso la mayoría es una nulidad.

Prueba de ello es que el presidente intentase entonces (y ahora) sustraerse de la influencia colonizadora de los EEUU y Europa, ensayando aperturas hacia otros mercados y paradigmas políticos y económicos.  Por ejemplo, que su gestión de gobierno, sus voceros, sus ministros o funcionarios, hubieran empezado a hablar un lenguaje de descalificación contra lo pilares de la cultura más tecnificada de la Tierra, era una temeridad; locuaz lucía que se empezase a desmontar sus bases militares en Venezuela, a pedírsele credenciales a sus funcionarios o a negarlas, a reprochárseles sus declaraciones, a mofarse de su supuesto potencial económico, a retirar las reservas económicas de su seno, a dificultar, pues, en general, el tráfico humano y comercial entre los pequeños pueblos de Venezuela y las grandes urbes de los EEUU.

Locura.  A un gobierno así no había más que darle "golpes", soltarle conspiraciones, tumbarle la mesa y hundirlo así sea con su equivocado apoyo popular.  Cosa que, como se vio, se le dio curso y se intentó llevar a cabo con el golpe de Estado de abril de 2.002.  No podía un loco, negro de paso (así lo descalifican las irracionalidades racistas), gobernar país alguno:  o se salía de un loco del poder o se enloquecía todo el país para no notarlo.  Como el cuento aquel de la bruja que envenena el agua de un pueblo y todos enloquecen al beber, menos el rey, hecho que dispara la más locas protestas ciudadanas en procura de su derrocamiento; al grito "el rey está loco", todos intentaban de cualquier modo erradicarlo.  El asunto se arregló cuando el rey, finalmente, se decidió a tomar el agua y curarse en salud, inutilizando su cordura.

Como si fuera ayer, recordamos tal locura, emprendida por los cuerdos ciudadanos, quienes, armados de pitos y banderines, la tomaban contra cualquiera que se le ocurriese manifestar la demencia de apoyar al "tirano".  Frecuente fueron los encontronazos en las aceras, transporte públicos o en cualquier otro lugar donde coincidiese un "ignorante" con un ciudadano.  Por ejemplo, en el Teleférico, o en una oficina obligada de servicio público, o una carretera nacional, en una de esas tantas paradas donde los viajeros se bajan para tomar agua (elemento natural, por cierto, que toman todos).

Entonces se hizo proverbial, como medida para vivir en paz y no causar malestar a diario, que el afecto a Hugo Chávez callase, para no molestar a tan refinados agentes de la ciudadanía.  Jamás podía un desdentado competir (sino con violencia) contra la altura de un intelectual de aquellos, seres con nivel universitario y elevadas luces, quienes, si no te convencían dialécticamente, entonces parecían concluir que eras un caso perdido, digno de ser erradicado a través de cualquier medida de profilaxis social, como una guerra, un exterminio, un asesinato o, como se dice ahora, “un daño colateral”.  El golpe de abril fue expresión de tales humores.

Pasado el golpe de Estado, cuando el marasmo confirmó por los cuatro costados que la acción violenta figuraba una brutalidad digna en su dimensión sólo de la gente a quien se había pretendido erradicar (Hugo Chávez y su apoyo popular), cundió por breves momentos la esperanza de que los sectores políticos opositores reflexionasen y cejasen un poco en su recalcitrancia; que fuesen llamados por la cordura y el ánimo de encuentro, para, por decir poco, respetar las reglas del juego democrático y darle una oportunidad histórica al país de enmendar su desastre económico generacional.

Pero ya sabemos la historia:  los sectores "ilustrados" de la democracia venezolana habían tomado, por lo visto, mucha agua de la fuente embrujada.  Apenas unos días callaron, como impactados por los efectos reflexivos de sus propios actos; mucho fue el que se hizo la ilusión de que, finalmente, había llegado la hora del reencuentro y la concordia.

Nada más lejos de la verdad.  Concientes de que habían errado con su frustrada acción política, se lanzaron entonces (¡peor aun!) a enmendar su falla y a continuar con lo que habían empezado, esto es, el golpe de Estado, hasta hace poco concretado en fallidos intentos de magnicidios.  Para el primer efecto, se izaron con un mediático discurso pro democracia, haciendo lucir a cualquier ciudadano de la oposición como modélica figura del equilibrio y la convivencia, no importando que detrás de las cámaras sus acciones e intenciones distasen un kilómetro de la realidad.  Viviendo con el doble traje de la palabra y los actos, diciendo y deshaciendo, con doble fondo, pues, como si se tuviera luego que decir que los golpes lanzados no serían tales sino puñados de flores.  Allá los malos intérpretes de finuras tan exquisitas...

Y así se arrastraron a tantos…, a tanto desdentado mental, hay que decir, si se hace la referencia a quienes jamás lograron presentir el doble rasero de quienes le hablaban.  Dueño de los medios de comunicación social, casi convencen con su esfuerzo de “civismo”, y hasta se respiró en el aire en algún momento que faltaba no más el acaecimiento de alguna elección política para tener oportunidad de demostrar su capacidad de reflexión.  Dispuestos, inclusive, a ceder en cuanto a que aquel famoso "vacío de poder" no había sido tal, sino una argucia de su sobrada inteligencia natural; dispuestos a ceder y conceder ciudadanía a los demás, reconociendo resultados electorales, o el espacio de los demás, su ideas, porte y estampa...

Pero nada.  Ya usted vio la cosa. Se sucedieron tantas elecciones como todas fueron tachadas de "fraude", especialmente aquellas donde no obtenían ventajas.  Se sucedieron, nuevamente, tantas marchas y confrontaciones callejeras en las que no se vio por ningún lado recapacitación alguna, como casi lo decía la TV venezolana opositora cuando a ratos se enfocaba en la grandeza de intelecto de clase tan dotada en el país..., “sembrando la esperanza”.

En fin, se volvieron a torcer los ánimos y en los corazones del venezolano que no aprobaba tanto relajo para el país, nació nuevamente la esperanza de que los humores cambiasen y se llenasen -¡algún día!- de recapacitación política.  ¡Hasta el grado que mucho fue el que manifestó su deseo de que la oposición ganase de cualquier modo representación política para verificar luego si su orfandad de poder público y debilidad popular eran los reales responsables de tanta recalcitrancia personal!  ¡Qué se le concedan cargos, si señor, donde sea, en la Asamblea, en las alcaldías, las gobernaciones, así así, como se concede un papelito en la mano, sin esperar resultados electorales, como un voto a la paz y el entendimiento, dado que una factoría política sin aplicación, en el aire, sin cargo, es sólo un nombre sin sentido!

Y vea usted lo que ocurrió:  nadie le tuvo que regalar nada.  Por trabajo propio, decepción de los afectos chavistas o lo que fuere, obtuvieron en buena lid la ansiada cuota de poder para regir cinco estados en el país (de los más importantes), más una Alcaldía Mayor, teniendo ahora la mágica oportunidad de acreditarse ante el país cívico como una fuerza política en cuyo pasado apenas cursa ese manchón violento del golpe de Estado de 2.002, si al hecho convenimos en olvidar el desastroso pasado de los cuarenta años de "democracia".  De hecho muchas cosas fueron olvidadas desde el mismo 2.002, cuando el presidente llamó al país a la reconciliación y cuando luego, seis años después, decreta una amnistía en el país para concitar la buena volunta de los seres humanos opositores venezolanos.

Pero mucho fue el que despertó del letargo inducido por la agresiva propaganda y el lavado de cerebro, con el mismo efecto posterior a los hechos de abril el día después:  sorpresa y temor por los actos propios.  Sobrecogimiento por lo que ahora acomete la oposición venezolana.  Ciertamente hoy no da golpes de Estados, pero las factorías del poder conquistado causan estragos en las entidades ganadas electoralmente:  persecución de no-ciudadanos (desdentados), desalojo agresivo de los espacios y servicios públicos para suplirlos con su valiosa investidura, discursos de guerra en los que se recuerda que el agua y el aceite no se entienden, para dar una idea.

Hasta el punto que los decepcionados se preguntan:  ¿qué es, pues, al cabo  la oposición venezolana, factoría política a la que se le ha dado tanta concesión para buscar su rostro cívico, cuando responde de manera tan cruda, tan carente de altura, en el momento en que legítimamente se hace con una cuota de poder en el país?   ¿De qué se trata?  ¿De lo que se ha sospechado siempre:  de un aventurero grupo político que utiliza la formalidad y convenio sociales para dar la zancadilla?  ¿Una fachada?  ¿Una punta de lanza oculta tras engañosos discursos? ¿De un eterno retorno del pasado aficionado a arruinar países?

A estas alturas cursa una gran decepción en el país político, hasta el grado que cabe preguntar (no obstante sus casi 4 millones de subscriptores) si realmente existe una oposición leal en Venezuela, sincera, ejemplar, como ella misma se autoensalza infinitamente en las pantallas de sus  medios de comunicación. (Si existe al menos en su dirigencia, para respetar a las personas honestas que le dispensan su apoyo).  Porque mucho fue el que guardó su expectativa para un momento como éste, cuando se va al ruedo a ejercer poderes públicos, para calibrar su real dimensión democrática, efecto que, como se ha visto en Miranda y Táchira con las agresiones, parece irse por la borda.

Si en un principio se vivió el efecto "Chávez es un tirano" (hasta hace poco), hoy la cosa no cambia mucho y se vive el efecto "el satélite es mentira", que no es más que decir lo mismo desde el punto de vista de las negaciones.  Lamentablemente hay que exclamar decepción con el refrán venezolano que reza:  "Perro que come manteca, mete la lengua en tapara", como una manera de reconocer que no hay arreglo cuando en el espíritu se lleva la facción, la naturaleza hacia el golpe y la anulación, o hacia el fascismo, para no hablar tantas pajas.

Por los vientos que soplan, habremos de seguir esperando por los milagros en el firmamento político venezolano, esos pequeños ademanes que nos llevarían a vivir con más civismo, mayor reconocimiento mutuo, esperanza, prosperidad nacional, respeto a las leyes y derecho y criterio de los demás.  Hay mucha gente que todavía espera, por decir una nimiedad, que ella, la oposición política venezolana, reconozca los anteriores triunfos electorales del chavismo y la legitimidad misma del presidente; que algún día salga de su burbuja de “vacío de poder” y se sincere en una actitud de amor real por la patria.

¿Cosa extraordinaria, no?

jueves, 27 de noviembre de 2008

Replanteo estratégico opositor y otros efectos "democráticos"

Manuel Rosales Desde poco antes de las elecciones regionales, la oposición extremista venezolana andaba a dos aguas, como es hábito político ya en sus andanzas:  por un lado preparaba su zarpazo, buscando matar al Presidente de la República, convencida de que nada significativo obtendría en las votaciones, llevando armas magnicidas por aquí y por allá y preparando sumir al país en el caos, listos para acabar con una democracia que para ella es una dictadura; por el otro, se presentaba ante el país como la opción política del "cambio" (o del regreso hacia el viejo sistema de cosas), asediada por la maquinaria "oficialista", en desventaja, victimizada, violada en sus derechos humanos y civiles...  A todo el mundo decía que eran demócratas que luchaban hasta con las uñas para salir, cívica y electoralmente, de este gobierno.

De acuerdo con informaciones, tenía pautada para el 26 del corriente su día "D": desconocimiento de los resultados electorales, canto de fraude, toma de la calle e intento de incendio de la tranquilidad ciudadana.  Sencillamente temía que los resultados decretasen su muerte política, no tanto desde el ángulo del apoyo militante (tiene casi 4 millones de votos) como desde la desgracia que esa militancia fuese insuficiente para coronar numerosas gobernaciones y alcaldías.  La medida más optimista en su tiempo le llegó a deparar cálculos de catorce gobernaciones.  Hechos en países como Nicaragua, donde el sandinismo casi arrasa en las elecciones municipales y la oposición (la derecha política) de inmediato se enfrasca en propalar que hubo fraude, escenificando violencia callejera, se le erigieron en modelos alentadores para sus planes.

Pero ya se ve:  los resultados, con todo y que no obtuviera la oposición política venezolana la meta soñada de más de la mitad de las gobernaciones, la sorprendieron.  De las cinco ganadas en buena lid, tres la sorprenden extraordinariamente, por lo que comportan en geopolítica y geoestrategia:  más control en la frontera con la nueva Táchira, además del ejercido desde antes por Zulia; y, con Carabobo y Miranda, más adyacencia al corazón político del país:  Caracas.  Pero no llegó al colmo su sorpresa:  dentro de la misma Región Capital, lograron el control de la Alcaldía Mayor.

Ante tal redimensión del mapa político, que le augura más calidad que cantidad (geoestrategia y estados densamente poblados), la efervescencia desestabilizadora ceja –por ahora- en sus planes para reconsiderarlos y, seguramente, relanzarlos.  Los resultados le hacen concebir la ilusión de la toma del poder, del mismo modo en que ha venido intentándolo, doblemente:  con el discurso de la democracia (modo lento), pero sin desechar la idea de dar un zarpazo cuando las circunstancias sean propicias (modo rápido).  Por lo pronto, con parte de Caracas bajo mando, con la Miranda tan cercana y la simbólica tierra de Carabobo bajo su titularidad, se le hace necesaria una pausa para rediseñar la estrategia a seguir, la cual dejo a imaginación de los lectores.

De momentos, mientras hace efectiva la toma de posesión de las parcelas conquistadas, queda en el aire, como un cuento, el asunto de las armas magnicidas, de los previstos zaperocos para el día "D",  como cuando queda a la vista una plantilla cuyos pronósticos jamás se llevan a ejecución.  Como ocurrió con los planes mismos magnicidas que esbozó el oposicionismo extremo para los momentos de la coyuntura electoral, cuando el gobierno se los develó, quedando en el aire el esquema, sin la soñada concreción.  Hechos todos que no hay que olvidar a la hora de mirar el rostro "democrático" coyuntural que la dirigencia opositora ensaya en estos momentos de reacomodo político.

Pero a pesar de que se serena y toma nuevo aire para maquinar sus cosas, no todo es control entre sus filas.  A algunos, como el candidato a la gobernación de Barinas, Julio César Reyes, les resulta cuesta arriba desprenderse de los preconcebidos planes que esbozaban para luego de las elecciones:  había que gritar fraude y él lo gritó, azuzando a las partes a una confrontación.  Una denuncia de fraude Capriles Radonskiirresistiblemente tonta e improcedente, dado el hecho que algunos de sus correligionarios lograron el triunfo por un margen más ínfimo que el alegado por él, sin que la autoridad electoral tuviere el inconveniente en reconocerlo.  A pocos podría convencer con el cuento de que es confiable el resultado electoral cuando su factoría política gana y fraudulento, cuando pierde.

"En el ámbito nacional, de las 326 alcaldías en juego, el chavismo logró el control en 263, lo cual, para decirlo con propiedad, y sumado al hecho de las 17 de las 23 gobernaciones,  tiñe a Venezuela de rojo.  De un anterior control de 15, el chavismo pasó a 17"

La oposición política, pues, por los momentos, cesa en el empeño de incendiar el país, para tomarse un segundo aire, por lo pronto, como se dijo, para redimensionar  sus planes.  Digiere cuidadosamente lo que no vacila en calificar como "triunfo" (o "alternativa democrática", como lo calificara un dirigente de ella, a quien ya no le parece "oposición" la oposición), a pesar que bajaran a 5 el número de gobernaciones bajo su control, de 7 gobernaciones que controlaba.  En poco tiene que el chavismo haya controlado 17 entidades de las 23 que compitieron en la justa electoral, como si adujera que el país está concentrado en Zulia, Carabobo y Miranda, básicamente.

En su mente sólo anida el éxtasis de haber controlado algunos estados estratégicos, mismos que, para sus arrestos secesionistas, no tendría inconvenientes para declararlos como la nueva  Venezuela, si ya con el solo estado Zulia intentó hacerlo.  Aunque semejante control lo presientan de forma y no de fondo, por el hecho que, por cada gobernación que controlaron, las fuerzas del gobierno dominaron internamente en sus alcaldías.  En el ámbito nacional, de las 326 alcaldías en juego, el chavismo logró el control en 263, lo cual, para decirlo con propiedad, y sumado al hecho de las 17 de las 23 gobernaciones,  tiñe a Venezuela de rojo.  De un anterior control de 15, el chavismo pasó a 17.

Queda, en fin, la oposición como titular formal de 5 estados, mas no de fondo, como dijimos, puesto que sobre este nivel mayoritariamente ejerce el control el chavismo en sus alcaldías.  Véase:  13 de 19 alcaldías en Zulia; 10 de 14 en Carabobo; 15 de 20 en Miranda, 16 de 29 en Táchira y 6 de 11 en Nueva Esparta, si mi verificación no fue imprecisa, excusándome si el tiempo me pone en apuros.*  Pero sabemos que (y debemos estar preparados), para el caso que no haya asimilado el riel de la democracia y el civismo (oportunidad que tan hermosamente se le ofrece ahora), asimila por los momentos el hecho de sumar una nueva estrategia para sus planes desestabilizadores, y repiensa sus nuevos pasos, para seguramente ofrecerle al país algunas conmociones posteriormente.  Sólo es cuestión de tiempo.

César Pérez Vivas Elementos como el control de las policías regionales (lo cual puede envalentonar), la adyacencia política a la capital, el control en la frontera, la presión desestabilizadora desde Colombia y los EEUU, los dólares de la USAID y la NED, y la misma tradición golpista que alberga su corazón desbocado; hacen pensar no tan optimistamente en el devenir tranquilo democrático de la Venezuela de los próximos años .  Si antes, con el dominio único del Zulia como estado geoestratégico, se creía mayoritaria en Venezuela, ahora con Carabobo y Miranda, lo menos que puede pensar es que es dueña de la América Latina entera. 

A repensarse el chavismo también. Es lo que mandan los hechos.

Notas:

* Consulte, para verificación, los resultados publicados por el Consejo Nacional Electoral:  http://www.cne.gov.ve/divulgacion_regionales_2008/

lunes, 24 de noviembre de 2008

Reelección de Hugo Chávez y resultados electorales regionales

Dibujo Consumadas ya las elecciones regionales 2.008, de alcaldes y gobernadores, no queda más que analizar los resultados sin perder de vista dos puntos cruciales para el proyecto de cambios políticos esbozados para Venezuela desde la instancia gubernamental:  la transición hacia el  Socialismo del Siglo XXI y la reelección presidencial indefinida, considerada ésta última por algunos como factor clave para la continuación de las transformaciones.

Como si se dijera que sin Hugo Chávez no hay socialismo a la venezolana que valga, por aquello de valorar  justamente al padre de la criatura y por reconocer (y aprovechar) también en su justa medida las capacidades oratorias y carismáticas del líder de la revolución, con un nivel de aceptación estacionado en un 70%.  Y como si se dijera la perogrullada, también, que para ratificar proyectos y ganar propuestas de reelección se requiere contar con el favor contundente de la población sufragante de un país.

El presidente Hugo Chávez requería, con la urgencia política que le impone la continuidad vigorosa del proceso de cambios previsto para Venezuela, con modélicas repercusiones en América Latina, un triunfo de mayor densidad política en el país, mismo que lo facultaría para, en breve, sobre el efecto de una alta autoestima política, proponerle a los venezolanos un referendo sobre la reelección ilimitada presidencial.  De modo que candidato y proyecto político, padre y criatura, como muchos están convencidos sea, fuesen a la una a ocupar las instancias del gobierno para asegurar resultados óptimos.

Pero ya se vieron los resultados.  A despecho de que la figura del Presidente de la República conserva su 70% de aceptación, y sobre el hecho que inusitadamente participó más de un 65% de la población votante ("el más alto [...] en los últimos años en una elección regional y local"),¹ queda en el ambiente la impresión que ni prestigio personal presidencial ni mayor participación (5 millones y medio de votos chavistas en relación a los 3 y pico de los anteriores comicios) lograron cubrir las metas pautadas, como si el elector, razonadamente, hubiera realizado los correspondientes distingos a la hora de ejercer su voto, escarmentando o premiando lo que le pudiera dictar su conciencia.  Sin duda una crítica para quien tenga que ser criticado y, a fin de cuentas, un extraordinaria conciencia de funcionalidad democrática.

Y sin duda efecto -hay que reconocerlo- de un mejor manejo del aparato y estrategia propagandísticos del bando opositor que, así como en los comicios reformatorios anteriores utilizó a su favor la presunta actitud confiscatoria gubernamental de la propiedad privada y empapeló la ciudad con aseveraciones de que un presunto dictador se quería eternizar en el poder, para esta ocasión desistió atacar directamente la figura presidencial para evitar, como dice James Petras,² polarizar el voto entre un prestigioso Hugo Chávez y su contraparte antichavista, pudiendo salir con la peor parte.  Prefirió la oposición alabar los programas sociales "chavistas", pero criticando siempre el mal manejo de su implementación; que es a lo que se refiere la gente en la calle cuando dice que "el hombre tiene buenas intenciones, pero quienes lo rodean son quienes lo hacen mal".

Queda en entredicho, pues, la aseveración última que se le oyó al presidente -y que ya se había labrado su sitial como explicación de la derrota sufrida en las votaciones del 2 de diciembre de 2.007, cuando la Reforma Constitucional-:  que no había sido una derrota propinada por la oposición, sino por los mismos militantes, quienes habían dejado de votar en una cifra rondante a los 3 millones.  Es decir, una autoderrota por causa de una baja motivación y participación de la militancia.  Se llegó aducir también, con base en datos ciertos, que entonces la oposición política no había crecido, porque menos de su militancia había ido a votar en relación a las estadísticas de asistencia de los anteriores comicios.

Pero ya se ve el resultado, como se dijo:  fueron más chavistas a votar -como se quería- y votó menos oposición (200.000, aproximadamente), y los resultados no se instituyeron en los mejores, al menos desde el punto de vista de las gobernaciones, que no alcaldía.  ¿Cómo explicarlo?  He aquí nuestra tesis de la densidad política, que no es más que la poblacional por estados, es decir, el triunfo -aunque por la mínima diferencia- del bando opositor en los estados más densamente poblados del país (Zulia, Miranda, Carabobo, parcialmente el Dto. Capital), mientras el chavismo se imponía holgadamente en los  estados de menor población, a excepción de Lara y Aragua.  De modo que parece pertinente la expresión de que el chavismo ganó estas elecciones regionales más por extensión formal que por densidad de contenido:  17 entidades no muy pobladas (a excepción de Aragua, Lara y parte del Dtto. Capital) contra tres o cuatro ganadas por la oposición, que por sí solas concentran casi el 40% de la población nacional ( Zulia, Miranda, Carabobo y parte del Dtto. Capital).³

"contra tres o cuatro ganadas por la oposición, que por sí solas concentran casi el 40% de la población nacional ( Zulia, Miranda, Carabobo y parte del Dtto. Capital)"

El chavismo casi duplicó, duplicó y hasta triplicó el voto opositor  en lugares como Apure, Bolívar, Delta Amacuro, Guárico, Lara (triplicó), Monagas (triplicó), Portuguesa, Vargas y Yaracuy, sitios cuya población no rebasa el 30% porcentual del país; mientras que, como llevamos dicho, la oposición ganó, aunque por márgenes mínimos (8 y hasta 3 puntos porcentuales, como en Carabobo) en las entidades de mayor población nacional.  Ello lleva a aseverar, no obstante, que sí, no hay duda, el chavismo es la principal fuerza política del país, que su militancia acudió masivamente a votar, ganando 17 de la 23 entidades en contienda (incluyendo el Dtto. Capital, pero sin incluir las Dependencias Federales ni el estado Amazonas); mas no pudo contra la focalización que desplegó el sector opositor en los estados más densamente poblados, donde nadie puede negar, sin embargo, que el partido de gobierno conserva un poder elector casi igual al que los derrotó. 

Ciertamente, el mapa de Venezuela quedó rojo en extensión, como dijimos, triplicando o más el chavismo (psuvismo) a la oposición por entidades; pero no duplicándolo en fuerza electora efectiva,  como se demostró en la recién culminada justa (obtuvo el Partido Socialista Unido de Venezuela 5,5 millones de votos o más).  Hay, pues, que considerar que las pequeñas fragmentaciones de los bandos no deja sincerar de una vez por todas la fuerza votante de cada uno.

En balance: recupera el PSUV cuatro entidades que habían pasado al bando contrario por "traición política" (Aragua, Guárico, Sucre y Yaracuy), como manifestó el vicepresidente del Partido, Müller Rojas, y recibe un duro golpe con la pérdida del estado Miranda y Carabobo; por su parte, el segmento opositor conserva el importantísimo estado Zulia, quita Carabobo y Táchira al chavismo, levanta tienda en la Alcaldía Metropolitana, pero pierde Sucre, un estado de tradición opositora, a pesar de haber sido gobernado en su último período por un funcionario afín a la causa del chavismo (al menos inicialmente).

En fin, tales resultados comportan ciertas connotaciones, más allá del hecho que el sector opositor quedó en dominio sobre cuatro estados claves del país, tanto por la población electora como por geoestrategia (Miranda, Zulia, Táchira y Carabobo).  Y tales connotaciones tendrán su concreción en la práctica, en el oficio político opositor del cada día, en el supuesto que continúe la tolda opositora con su plan de hacer política en el país bajo la impronta de la desestabilización y la conspiración extranjeras.  Táchira y Zulia:  más problemas en la frontera con Colombia, mayor incidencia del narcotráfico y paramilitarismo, mayor escudamiento de factores conspiradores; Miranda y Carabobo:  mayor espacio para el maniobrar de la desestabilización urbana, apoderamiento de los recursos para los fines (control policial), mayor proximidad operativa a Caracas, el corazón político del país.  La toma del estado Carabobo puede comportar toda la simbología mágica que se quiera, por ser emblema y asiento de uno de los hechos históricos de la Independencia americana.

Una cosa y otra piden dos cosas -a su vez- de parte de gobierno, de modo inmediato:  presencia efectiva en la frontera con Colombia, para prevenir la desestabilización interna y externa, y un más rápido control por parte del poder central de las policías regionales (implementación rápida de la Policía Nacional).

Tips al cierre:

Táchira:  se perdió por 7 mil votos.  Ocupa un lugar estratégico de cara al desestabilizador vecino:  Colombia

Carabobo:  a pesar de haber obtenido un 6,5% de los votos, el escándalo de corrupción protagonizado por el saliente gobernador afectó la propuesta de Mario Silva, quien, significativamente, perdió por tres puntos porcentuales.  Como si se pudiera decir, desde el punto de vista del elector:  para tener un corrupto en el gobierno, nada mejor que un candidato de la oposición.  ¿Para qué revolución?

Zulia:  el lenguaje de confrontación del presidente de la república en contra del gobernador saliente, Manuel Rosales, a quien también en los últimos días electorales se le recetaba cárcel desde varios frentes institucionales, no sirvió más que para victimizarlo y exacerbar el tan famoso regionalismo de los zulianos.  No sólo se dejó de ganar la gobernación, sino la Alcaldía de Maracaibo.  Tendrán que esperarse confabulaciones fronterizas con el ahora opositor estado Táchira

Miranda:  cae por la mala gestión de la autoridad en su municipio más importante, desde el punto de vista geoestratégico y electoral:  Sucre (Petare).

Alcaldía Metropolitana:  el índice de popularidad y gestión del Alcalde Mayor, Juan Barreto, no era la mejor carta de recomendación como para que el chavismo repitiese en el cargo.  Nada peor puede llamar la atención sobre lo inadecuado o ineficiente de una gestión cuando un adeco se posesiona del cargo.

Perla final:  el Municipio Sucre, de Miranda, fue clave en su caída misma y la del Estado al cual pertenece; la Alcaldía Metropolitana, en el Dtto. Capital, fue clave, también, en su propia caída, ahora en manos adecas.  El mismo efecto lo tuvo Acosta Carlez para la causa de quien él llamó su "padre político", a saber, Hugo Chávez Frías.

Notas:

¹  "Noticias:  65,45% de participación en elecciones regionales" [en línea].  En CNE. - 24 nov 2.008. - [Pantalla 1]. - http://www.cne.gov.ve/noticiaDetallada.php?id=4662. - [Consulta:  24 nov 2.008].
² James Petras:  "Las elecciones regionales y municipales del 23 de noviembre de 2008 en Venezuela son más que unos simples comicios" [en línea].  En Aporrea.org. - 22 nov 2.008. - [Pantalla 3]. - http://aporrea.org/actualidad/a67458.html. - [Consulta:  24 nov 2.008]
³ "Ocho entidades concentran el 62,3 por ciento de la población" [en línea].  En INE [Censo de Población y Vivienda 2.001, Avance informativo 9, ene 2.001]. - http://www.ine.gov.ve/censo/boletines/asi_va_el_censo09.pdf. - [Consulta:  24 nov 2.008].

lunes, 17 de noviembre de 2008

Obama y la oposición terrorista venezolana

Imagen tomada de Voltairenet.org La oposición política venezolana, en recesión como los EEUU y su crisis financiera, definitivamente se ha interiorizado que es imposible acceder al poder a través de la vía de los votos.  Por los menos los sectores más recalcitrantes, dedicados a la desestabilización conspiratoria.  Su crítico estado, en sintonía moral con la decadencia de la metrópolis política norteña, ha comprendido que el camino y destino es la criollización de las acciones, dada la adversa suerte que ha corrido la factoría externa que la apoya, la más conspicua, el poder político a posesionarse en breve de la silla presidencial en la Casa Blanca.

La crisis financiera y el triunfo electoral de Obama han constituido un golpe moral tal para estos sectores que no los deja disimular su malestar, expresado en las más disímiles manifestaciones de irracionalidad política.  Desde que Obama es afrodescediente y Chávez también, como elemento cabalístico desalentador, hasta que Condolezza Rice lo es también, como elemento contracabalístico esperanzador.  Ya se han oído voces que, en medio del delirio de una altísima intelectualidad, se han figurado que el "negrito" del norte vendrá a considerarlos como opresores de minorías, entre otros temores; que simpatiza en el fondo con Chávez y que, en medio de sus más terribles pesadillas, es posible venga al país a darse una vuelta por el estado Barinas.

Por supuesto, el telón de fondo de sus preocupaciones es la pérdida de continuidad de una empresa que venía viento en popa, fortalecida sobremanera con la promesa injerencista de un McCain y una Sara Palin, quienes no tenían problemas en pregonar que invadirían a Venezuela para combatir al "tirano" de Hugo Chávez Frías, enemigo de los EEUU.  Empresa enfebrecida con su loco sueño de los desalojos violentos o golpes de Estado, no obstante que ya apuntaban que los efectos de la crisis financiera mundial le infería ciertos descontroles, como es el hecho que el gobierno de los EEUU suspendiese momentáneamente su encono contra la administración del presidente de Venezuela para sumirse en su propia problemática, amén de atender un proceso comicial.

Crisis que, si a ver vamos, no le quitaba el sueño al oposicionismo venezolano tanto como que McCain y Sarah Palin perdiesen la presidencia, imbuidos como están en la maraña de intereses políticos y económicos del poder interesado en la continuidad republicana, invasora y belicista.  Porque, si de crisis a hablar vamos, la misma podría rendir para los fines deseados, esto es, para justificar de cualquier modo un ataque al gobierno venezolano, perpetrar una invasión, controlar los hidrocarburos y darse así un respiro financiero en la dura lucha por controlar el oro negro en los mercados.

Pero los resultados son los que ya conocemos:  ganó el "negro" la presidencia de los EEUU y la crisis financiera no ceja en sus proyecciones preocupantes.  Más inyecciones se prevén para la banca mientras el descontento popular mella la credibilidad del sistema de gobierno estadounidense.  Factores ambos que distraen la atención de la matriz defenestradora contra Hugo Chávez, disminuida por un lado en sus finanzas (hay que presumirlo) y afectada en su cabalidad por la nueva connotación moral del nuevo gobierno de los EEUU, muy a despecho, inclusive, de las múltiples voces que se levantan vaticinando que la llegada de Obama al poder no implicará cambios de fondo en la política exterior de los EEUU.

Obama acaba de confirmar que reducirá las tropas en Irak y que el desmontaje de la prisión de Guantánamo es casi un hecho, faltando nomás que tome posesión para darle curso.  Y la oposición política venezolana, por su parte, como revela el periodista José Vicente Rangel,¹ ya busca financiamiento para sus acciones en la banca criolla interesada en la desestabilización, dado que las expectativas desde lo exterior se les pone color de hormiga, como interpretamos por acá nosotros.  Porque así como no es creíble que un presidente recién electo por la esperanza de cambio de millones persista obstinadamente en hacer aquello que pudo impedir su triunfo electoral, tampoco lo es que el sector opositor más recalcitrante se atenga a la posibilidad de que el barco cambie de curso y espere hasta entonces.

"Tal es el plan de llevar al país a un extraordinario parto de violencia, inusitada mayéutica del derramamiento de la sangre: parir artificialmente la verdad de que a Chávez no lo quiere nadie, es un tirano, sin apoyo popular, portador de pestes para Venezuela"

Siendo que Barack Obama y la crisis financiera constituyen un elemento de mengua o de distracción en la "heroica" lucha contra Hugo Chávez, momentáneo o de inciertas proyecciones, al oposicionismo venezolano no le queda más que la sinceración de sus fuerzas internas, la criollización de su golpe, por decirlo a nuestro modo, dejando a la fisiología de la política exterior del gobierno norteamericano el que se decida por invadir, buscando un golpe de suerte moralizador para su efecto interno, como es tradicional en la política estratégica de opinión pública de la Casa Blanca (guerras relámpagos).  Del mismo modo que dejan al derivar del mercado el que los precios del petróleo bajen y suman en el fango de la desgracia la credibilidad que el pueblo venezolano deposita en su gobierno, en unos niveles cercanos al 70% de aceptación.  O al capricho de la feneciente gestión de Bush, que finalmente se atreva contra el gobierno venezolano y le deje designado el panorama político exterior al nuevo presidente.

Mientras tanto, mientras vuelve a cobrar protagonismo en el plano internacional con su temática antichavista,  el oposicionismo venezolano ya le pide dinero a la banca nativa, teniéndose que sospechar que de algún modo se le ha ido a pique el apoyo financiero; y que ya luce dispuesta a implementar un método de trabajo conspirativa más vernáculo, lejos de la paradigmática solución gringa de "encharcar para luego limpiar", esto es, de atacar mediáticamente la imagen de determinado objetivo político, incoarle un expediente, sea de narcotráfico o terrorismo, para luego actuar directamente en su contra.  Clásicos resultan ya Allende, en Chile, y Noriega, en Panamá, en este sentido, pero lucen lentos.

Y esta vía no es otra que la paramilitarización o colombianización de Venezuela.  Más al alcance, más al día, más a la vera del camino de las zonas populares, donde palpita el alma mayoritaria del apoyo presidencial.  Tan fácil como barato resulta pagar a una cuerda de matones para que siembren el terror en las comunidades, con asesinatos selectivos y casuales.  El mismo periodista citado ha denunciado en varias ocasiones que se han paramilitarizado tanto barriadas en Catia como en Petare, y en uno de sus últimos programas propuso el día 26 de noviembre como una fecha prevista para conmociones.²

Traslado de armas magnicidas de un estado a otro, ataque terrorista a ciertas plantas de televisión para alimentar la matriz contra la libertad de expresión, conversación entre militares y movidas de militares en Colombia (como las de Baduel), son ciertamente ingredientes de la baza conspirativa del plan de los EEUU en Venezuela, el mismo que ha ido perdiendo fortaleza por las razones descritas arriba, pero que ha dejado la determinación criolla oposicionista de perseverar en el punto dicho de la colombianización, de la gaitanización de Venezuela, el más a la mano, el más barato, el más irresponsable desde el punto de vista de la nacionalidad venezolana y el más fulminante desde el punto de vista de la caotización de su sociedad.

Claro que el resto de los puntos "tecnológicos" de la receta imperial siguen vigentes en la actualidad, pero como por inercia, debido a la falta de atención de los halcones de los EEUU; mas las evidencias de los últimos meses han dejado en claro cuál es la metodología fundamental de los sectores extremistas venezolanos:  paramilitarismo y magnicidio, como ya se dijo.  Militares detenidos, planes desmontados, armas magnicidas errantes de un estado a otro, planes de "octubre rojo" fraguado desde Colombia, hallazgos de armamento en Baruta...  Como si se dijera que mientras no se pueda asesinar al Presidente de la República entonces se le desestabilizan con terror las bases políticas de su permanencia.

Por lo que comporta de progresivo, fundado en la dificultad de presentar ante la opinión internacional que Hugo Chávez es terrorista o narcotraficante, el plan esbozado desde el gobierno actual de los EEUU para derrocarlo luce lento, costoso y de poco fruto desde que se está aplicando (ahora más que nunca con los cambios); razón por la cual salta a la palestra la medida vernácula de matar para colombianizar al país.  Todo un poema de motivaciones demoníacas.  Una derecha terrorista, fascista, matando sistemáticamente a quien aputale credibilidad o sostén para el gobierno, desde los estratos más populares hasta los más encumbrados.   Tal es el plan de llevar al país a un extraordinario parto de violencia, inusitada mayéutica del derramamiento de la sangre: parir artificialmente la verdad de que a Chávez no lo quiere nadie, es un tirano, sin apoyo popular, portador de pestes para Venezuela.

Cuando una oposición política, cerrada a la vía de la convención democrática, pierde apoyo del pueblo, incidencia sobre el sector militar y empieza a sentir soledad desde los predios del apoyo extranjero, sin contar que las proyecciones la dejan contra el suelo en los venideros comicios, empieza a lucirle tentador la guerrilla urbana (su "dignidad" no la deja irse al monte de las izquierdas), el terrorismo a lo Colombia, el sabotaje, la componenda, el crimen...  Cualquier lenguaje que mantenga en desgaste al poder que la desalojó de sus añoradas glorias.

¹ José Vicente Rangel:  "(VIDEO) Vea "Los Confidenciales" de José Vicente Rangel (16.11.08)" [en línea].  En Aporrea.org. - 16 nov 2.008. - [Pantalla 2]. - http://aporrea.org/actualidad/n124148.html. - [Consulta:  17 nov 2.008].
² José Vicente Rangel:  "(VIDEO) Vea "Los Confidenciales" de José Vicente Rangel (28.09.08)" [en línea].  En Aporrea.org. - 28 sep. 2.008. - [Pantalla 8]. - http://www.aporrea.org/actualidad/n121426.html