miércoles, 16 de diciembre de 2009

Capitalismo hasta suicida

Dice siempre Hugo Chávez ─a modo de broma─ que el planeta Marte en un tiempo albergó vida humana, pero que el capitalismo arrasó con ella. De allí el aspecto erosivo y devastado de lo que quedó del planeta. El industrialismo a ultranza, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el uso de armas nucleares, además de otros elementos (ver abajo), serían el tétrico colofón de la fábula, aludiendo ya a los mecanismos responsables de la hecatombe, mecanismos de presión y represión propios del modelo político-económico imperante en el mundo. Hábito y sistema de la devastación.

El modelo capitalista porfía en su subsistencia, aun cuando contemple las ruinas de lo que su implementación ha generado. La derecha política, con sus ínfulas imperiales, lo defiende a ultranza, a sabiendas de que es la única fachada que disimula la grosera división social de amos y esclavos, explotadores y explotados, y opresores y oprimidos que ella comporta. Históricamente se han hecho (capitalismo y derecha) con el concepto de democracia para la forja de sus intereses. No va usted tan lejos cuando escucha que EEUU cultiva la mejor democracia del mundo (¡qué casualidad, no!) y comprueba que tiene arrestos para intervenir militarmente en otros países y castigar el quebrantamiento de la normativa progresista del mundo: la democracia. De forma que capitalismo, derecha política y democracia (en su versión prostituida la última) parecen constituir el licuado ideológico de la dominación y devastación planetarias.

Los oye usted debatir en medio de la robusta y presente crisis sistémico-financiera, haciendo malabares para vender la idea de que es posible el desarrollo capitalista sin crisis. Emblemático fue el esfuerzo realizado en Pittsburgh (septiembre) por los países más ricos (G-8) para convencer a los restantes miembros del G-20, es decir, a las llamadas economías emergentes, como Brasil, China, Argentina, entre otras.¹ No hay progreso sin capitalismo e industrialismo a ultranza, como si hubiera una conjura de este siniestro grupo para hundir al planeta con sus pobres y salvarse ellos y sólo ellos, los únicos que merecen vivir, ricos todos ellos. El G-8 es miembro completo del otro grupo ampliado, el G-20. Está en todas partes, omnipresente, cuatro de ellos son miembros de los cinco con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por mencionar lo más grave, es decir, su potestad para decidir sobre los destinos de otros.

Puede este poder político-económico contemplar el cadáver de la ruina planetaria con antelación frente a sus propias narices y no reaccionar ni humanística ni humanitariamente, cual si fuera el escuadrón de la muerte que la Tierra necesita para finalmente parecerse a Marte, siguiendo con la anécdota del Presidente de Venezuela. Todo ingrediente de su licuado tanático posee un largo expediente de historia en el planeta. Si es por el industrialismo, dígase que es expresión de ese principio fundamental que caracteriza a la cultura occidental: el imperialismo: se llega al desarrollo, a la hegemonía, a la plenitud de dominio del hombre por el hombre a través del desarrollo a costa del agostamiento de los recursos naturales, considerando siempre que un imperio poderoso ha de ostentar, correlativamente, las más poderosas armas, nucleares, para hablar más en concreto.

Si es por el punto de las armas, como elemento caracterizador de este poder político que pone su grano de arena para acabar con la civilización humana ─se dirá─, sepa usted que los EEUU, emblema modélico de la derecha política capaz de todo para mantener sus preponderancias, roció a Irak con el equivalente fragmentado a dos artefactos nucleares como el lanzado en Hiroshima en 1945, según los técnicos militares. Nunca el ejercicio del poder, de buscar los recursos para preservar su salud a base de sometimiento humano, de hombre contra hombre, había sido tan devastador.

La “democracia”, como otro elemento de la jalea real del dominio modélico político, tiene tanto expediente que huelga detallarlo. Es un discurso, un arma vocal persuasora, un ardid de la diplomacia del dominio, un parapeto hipócrita de la guerra y la invasión, vulgar mecanismo de control imperial. Desde la fundación de los EEUU como imperio democrático (¡?), con brazo mundial colonizador, han practicado más del centenar de invasiones militares, la mayoría de ellas en nombre de la libertad y el progresista principio de la democracia, normalmente considerada ultrajada por ellos.² Más actualizadamente, tiene su equivalente argumental en el terrorismo y la búsqueda de armas de destrucción masiva.

Lo relativo al FMI, que convoca el tema presente de la crisis financiera e involucra el descarnado poder económico de los consorcios sionistas de Wall Street, Asia y Europa, comporta uno de los más abusivos rasgos de la devastación moral del hombre, elemento crítico de la actual decadencia civilizatoria, ominosa señal de los intereses y prácticas que intenta la derecha política mundial preservar. Como dijimos: la explotación del hombre por el hombre, la división de sociedades entre esclavos y amos, oprimidos y opresores; el capitalismo galopante; la preservación de prerrogativas aun a costa de la destrucción ambiental y humana; el uso de armas devastadoras para los fines, etc.

Entra el poder sionista para preservar el sistema, para ayudar a la banca y al ente prestamista internacional por excelencia , el FMI, suerte de Banco Central Mundial que actúa para salvaguardar a la cofradía más rica de planeta. La Cumbre del G-8 de este año (Londres) cuadriplicó en US$1 billón las reservas del FMI, hecho en desmesura que nos lleva a repetir la imagen del cadáver humano planetario frente a las insensibles narices del poder económico, por supuesto, sin que reaccione. Ello sin incluir las ingentes sumas inyectadas a los bancos en los EEUU. Calcule usted, nada más con los primero 700.000 millones de dólares aprobados por el Congreso de los EEUU para rescatar a la banca (sin incluir los 500.000 posteriores y los miles utilizados en Europa para los mismos fines): divídalos entre los 6.700 millones de habitantes de la Tierra y ¡obtendrá usted a cada miembro de la raza humana con 104 millones de dólares! Todos ricos, si la riqueza consiste en tener dinero, lo cual es un tema de coqueteo en la presente reflexión.

“EEUU solamente, con el 4% de la población mundial, genera el 25% de la contaminación planetaria debido a la emisión industrial de gases con efecto invernadero”

La visión amoral de la humanidad empeora cuando se tiene la certeza de que el susodicho poder económico, sionista, capitalista a ultranza, ángulo derecho de la política, está realizando “negocios” con la crisis, misma generada por él. Como decir, carroñeramente, asesino y luego me aprovecho de la materia prima de los cadáveres para comercializar. Tal es lo que ha ocurrido con la crisis, con la banca, con el comportamiento de los grandes capitalistas, con el modelo en sí durante toda su vida, con la reunión del G-8 en Londres, la del G-20 en Pittsburgh y como parece acaba de ocurrir en la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, Copenhague (en actual curso), donde los países ricos (según se acusa) subscribieron un acuerdo secreto para realizar emisiones industriales ellos solamente, con exclusión de los países en vías de desarrollo, a quienes les quieren negar cualquier posibilidad de explotación de sus recursos para su aprovechamiento.

Porque así es el sistema del capital: omnipresente, opresor, individualista, segregacionista, divisor de clases. Tiene presencia y hasta compra con su dinero y poder político las decisiones de las cumbres en materia ambiental, dado que son los principales responsables de las emisiones contaminantes del mundo y, como dijimos, no parecen disponer de otra opción cultural de desarrollo que no sea la de la explotación energética y de los recursos naturales, visión consumista incompatible con su ahorro y con la preservación misma de la especie de la especie humana, para no hablar ya de otras especies, que desaparecen por montones. El imperialismo requiere de este industrialismo para mantener su formato preponderante, y semejante formato del consumismo y explotación de la materia fósil del planeta poseen un efecto arrasador definitivamente peligroso.

EEUU solamente, con el 4% de la población mundial, genera el 25% de la contaminación planetaria debido a la emisión industrial de gases con efecto invernadero. Ello debiera dar para pensar sobre el destino del hombre, sobre su planeta, sobre un modelo político y económico que lo espolea hacia su aniquilación, poniéndonos ya en sintonía con la fábula pesimista de Hugo Chávez, enunciada al principio.

Tales son las “virtudes” del modelo, en números tétricos y en la amoral actitud de sus promotores y seguidores.

Doy más cifras, que nos hacen pensar que no es casualidad que el país más generador de contaminación y destrucción mundial (a propósito de Copenhague y de la fábula marciana) albergue la mayor riqueza del planeta. Cito:

Como lo demuestran las cifras que nos presentan a los 400 norteamericanos más ricos con un haber económico superior al de 150 millones de habitantes del mismo país. Toda una perla: 400 personas [son] más ricas que la mitad del país, con un haber de 1,6 billones (1.600.000.000.000) de dólares.³

A lo cual agregamos que solamente 350 personas estadounidenses poseen el 44% de la riqueza mundial, algo así como 1.061.700 millones de dólares. ¡Vaya si el sistema, “el modelo”, el sueño imperial de toda derecha política, no es unipersonal, piramidal, segregacionista, inmoral, finalmente aniquilador! No diremos en adelante que precisa de un cadáver para reaccionar, cuando no lo hace siquiera frente a la imagen de un planeta en desagracia. Visto así, el mundo camina seguro hacia una destrucción, un descomunal deshielo que hará desaparecer países enteros. El planeta sacrificado a la pervivencia de un modelo político, a la llenura de unos cuantos bolsillos.

A propósito de la Conferencia en Copenhague, leí el caso de la República de Maldivas, una isla en el Océano Índico, proyectada a desparecer con la subida del mar; y, para sorpresa, llegó a mis manos la información sobre un libro que habla de los cien lugares a desaparecer y que vale pena visitar antes de que ocurra, Caracas entre ellos, fantasía o hecho probable que toca la fibra del venezolano que escribe estas líneas.

Culmino con la mención de una película apocalíptica muy a propósito con el tema tratado, concebida en la entraña holliwoodense del mismo país de los pesares aquí citado: 2.012. Usted verá como ocurre el deshielo, como se proyecta la desaparición casi de la especie y ¡cómo nada más se salvan los ricos, únicos capaces de costear la construcción de unas descomunales naves salvadoras, suertes de arcas de Noe!

Digamos, en conclusión, que los modelos de desarrollo humano afectan la salud planetaria, afirmación casi de Perogrullo si no supiéramos que el hombre se ha diseminado impensablemente sobre la corteza terrestre y las transnacionales lo multiplican efectistamente por doquier con la “contaminación” de sus interes; y agreguemos, de paso, que resulta hartamente estúpido devengar descomunales ganancias para un bolsillo si después el portador de tal bolsillo no tiene ambiente donde vivir, dado que el modelo bendito de “hacer negocios” devasta el hábitat fundamental.

Cierta o falsa la fábula marciana en sí, su cuento comporta enormes reflexiones para la vida humana, que nos haga pensar y enrumbarnos hacia un estilo de vida más ecológico y humanista: el hombre congeniado con su ambiente y consigo mismo. Digo con esto que cobra fuerza la propuesta socialista, incluyendo hasta sus rasgos utópicos, dado que pareciera a veces que lo real resulta inútil para salvarse a sí mismo, teniendo que echarse mano de la capacidad idealista de los hombres. Me digo a mí mismo que, si después de leer estas notas, pensáramos que el socialismo no es el camino, es porque seguramente ya estaremos muertos (para el caso que pensemos de algún modo después de muertos). Necesitamos un nuevo hombre, una nueva conciencia, un mundo nuevo de relaciones ambientales e interpersonales, completamente superada de la desgracia histórica que nos ha tocado vivir con el presente sistema de cosas político.

Notas:

¹ Fidel Castro Ruz: “Pittsburgh y la Cumbre de Margarita” [en línea]. En Aporrea.org. – 28 sep 2.009. - [2º pantalla]. - http://www.aporrea.org/internacionales/a87332.html. - [Consulta: 15 dic 2.009].
² Véase la siguiente cronología: “Invasiones norteamericanas. Listado cronológico” [en línea] / Tomado de la División de Asuntos Internacionales, Servicio de Investigación del Congreso, Librería del Congreso (Oficina de Imprenta del Gobierno de Estados Unidos, Washington D.C., 1975). - [S.F.] [30 pantallas]. - http://usuarios.lycos.es/marsat/Textos1/InvasiUSA.htm. - [Consulta: 15 dic 2.009].
³ Oscar J. Camero: “Apartheid democrático” [en línea]. En Animal político. – 28 oct 2.008. - [5º pantalla]. - http://zoopolitico.blogspot.com/2008/10/apartheid-democrtico.html. - [Consulta: 15 dic 2.009].

martes, 1 de diciembre de 2009

El sueño americano: Hugo Chávez, bases militares, desestabilización nuclear y final destierro

Ni hablaré de cifras ni de sofisticados postulados de la guerra, que no me los conozco, por cierto.  Ni siquiera hablaré de lógica.  Seré, no más, lógico.

Sabemos ya que la ínfula imperial le echó las cartas a Venezuela, rodeándola con bases militares, confinándola a una guerra o, mejor dicho, agresión.  Y al mejor estilo del grande que pone a pelear a los chicos para ahorrarse el trabajo y mantener su prestigio de país “recto” ante el mundo.  Lo acostumbrado, pues: Noriega, Hussein, otros.

El trabajo sucio lo harán “los tontos” de Venezuela y Colombia ─por fuerza, así habrán de expresarse de nosotros─, mientras ellos, la camarilla imperial de los EEUU, se aprestan a intervenir (como grandes redentores que son) para separar a los viejos cuates en disputas, a llamarlos a la sindéresis, a la democracia, a la marcha civilizada de las naciones, al concilio, etc; pero a intervenir para realmente determinar agresores y agredidos, según sus métodos y esquemas, y para perpetuar fundamentalmente el conflico, y sugerir en consecuencia la intervención de terceros que medien entre los   problemas (es decir, cascos azules de la ONU o, en su defecto, marines de sus fuerzas armadas, o cualquier otro ardid extranjero al continente).  Y ya sabemos lo que quieren:  petróleo y más petróleo, petróleo elevado a la potencia.  Es un viejo cuento, mil veces echado.

La inmensa provocación de establecer bases militares en los contornos de Venezuela es un hecho que habrá de ser disimulado por la pelea doméstica entre tontos.  Tal es el plan, la táctica.  El gobierno de Colombia lo sabe, porque participa de la vena que quiere regar con sangre a Venezuela.  Provocará y provocará, sin medida.  Es su papel asignado. No tiene gran cosa que perder, plagado como está de conflictos narcopolíticos y guerrilleros, y de desestabilización a granel; y sí mucho que ganar:  que las élites se atornillen inmisericordemente en un país con un sistema de gobierno que distrae sus llagas con la constumbre y la eventualidad de las conflagraciones.  Es el ardid del rico colombiano para permanecer en el poder. Es decir, es la democracia colombiana, ahora de exportación.

Ayer nomás un connotado periodista reveló lo que le llegó de sus fuentes:  Colombia prepara un ataque tipo Ecuador a Venezuela, probablemente en los llanos, donde presuntamente se erigen campamentos de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia.  Luego de lo cual la tarea primordial de instalación de las bases militares estará completada. O sea, el espectáculo de distracción internacional mientras las bases se instalan. Se suscitará una algarabía internacional en torno a países hermanos que se agreden y ya nadie se acordará de las bases Tres esquinas, Palanquero, Larandia y Tolemaida, Malambo, Apiay y todas las otras que los EEUU quieran instalar en el área.

La obra preliminar invasora estará lista.  La atención internacional se habrá disipado sobre el conflicto entre países hermanos, mientras ellos ─hablo de los EEUU por todo el cañon─ ya habrán instruidos a sus aliados colombianos sobre la siguiente fase a seguir.  A saber, no abandonar ya más nunca la conflictividad con el vecino y prepararse para darles curso a ellos mediante una intervención.  Sostener muy fuertemente las riendas de la guerra, de modo tal que no se distraiga uno de sus perros ladrándole al vacío, como si fuera una operación matemática.

Entonces se hablará muchísimo de democracia, de derechos humanos, de progresismo, de la rectitud del gran país del norte, de su generosidad y compromiso con los derechos civiles de los pueblos, de la pobre Colombia agredida y del malvado agresor que hunde a Venezuela en una peligrosa y desestabilizadora revolución americana.  Es posible oír el grito:  “¡Fuerzas internacionales, a la frontera!  ¡Aliados al combate!, ¡En Venezuela se fabrica el arma nuclear!” o cualquier otra cosa que maquille la preocupación fundamental de los parias que intentan intervenir en Venezuela:  Chávez es una suerte ogro apropiado del pozo petrolero más grande del planeta.

“La única salida a esta sentencia de guerra hacia la cual han entubado a Venezuela y Colombia es la urgente conformación de alianzas internacionales y regionales, de modo que pesen en el interés de quienes miran al interior del continente.”

 

Gradualmente se inducirá a Venezuela a atacar a Colombia, en virtud de inaguantables provocaciones en la frontera, preparados todos los perros de la guerra para multiplicar por rugido de cañón cualquier disparo defensivo en su frontera.  Estará lista la propaganda, los incuestionables medios de comunicación ─los mismos de la “libertad de expresión”─, de adentro y fuera del país, para cumplir con su papel de agitación y confabulación.  Sobran en Venezuela los pruritos traidores como para no imaginar que una guerra esté cerca. Civiles venezolanos colombianos, y viceversa.

Se trabajará la figura de Chávez.  Se le alimentará una presunta megalomanía.  Se le erigirá como un dictador con ínfulas de bolivariano prócer por una causa nacionalista.  Probablemente un tercer país ─traidor en la jugada─ será enviado para la dotación de los ingredientes de la inimaginable arma atómica, defensora de soberanías. O enemigo claro, para “sembrar” armas como se “siembran” drogas. Larga travesía y cuento. Para entonces Chávez tiene que ser ya ─por obra y gracia de los medios─ un forajido internacional, pero ya con unas bases militares listas allende la frontera para accionar en su contra como correlato.  Probablemente se intente buscar en el interior del país mediante una fuerza aliada alijos nucleares de cocaína o guerrilleros de las FARC armados con misiles de no sé cuantas ojivas de poder atómico.  Vale todo en la guerra, vale lo que sea necesario con tal de apartar las manos del ogro de los grifos petroleros.

Es decir, se le intentará aplicar al presidente venezolano la receta aplicada a Sadam Hussein ─salvando las distancias democráticas─, ni más ni menos, cuando lo jodieron con las armas, consejos y la misma ayuda que le dieron.  Lo indujeron a una invasión, lo enmarañaron con la compra de unos ingredientes para la fabricación nuclear, lo perfilaron héroe de los sunitas y de una lucha religiosa ancestral para, finalmente, colgarlo en el asta mayor luego de la invasión a Irak.

Y todo tal cual como se pretende hacer por estos lares:  que venezolanos y colombianos hagamos el trabajo ─¡de paso!─ entre nosotros mismos.  Sean los colombianos quienes hagan la guerra y pongan las provocaciones,  y sean los venezolanos quienes cuelguen a Chávez, concitador de guerras, mientras ellos (los aliados de siempre), se apropian de los pozos petroleros.

¿Sonó a sueño, a pesadilla fumadora?  Probablemente, pero precisamente sobre tal impresión aviesa es que descansa la estrategia que se le diseña al país más inflamado de petróleo en el planeta.

La única salida a esta sentencia de guerra hacia la cual han entubado a Venezuela y Colombia es la urgente conformación de alianzas internacionales y regionales, de modo que pesen en el interés de quienes miran al interior del continente.  La UNASUR y su fuerza de seguridad todavía anda en planes de conformación ─esto mismo, por cierto, es un acelerante de la agresión extranjera─.  Hay que apresurar la marcha.

De sobra se sabe que un eventual Chávez de la guerra (o defensor de su patria) estará solo en la jugada, acompañado como siempre por  la hipocresía solidaria de la ONU y por timoratos países “respetuosos del derecho de los pueblos” incapaces de arriesgar en el fondo una ayuda concreta.  EEUU aislará a Venezuela y todos dirán muchas cosas, como siempre, pero no pasará nada, cual Cuba.

Y puestos ya en la tal eventualidad de la agresión y el final aislamiento de Venezuela, no serían los EEUU nada más quienes atacarían, junto a sus perros colombianos de la guerra, soñando con invasiones y expropiaciones:  se trata de una movida corporal más inmensa, más acuciada por su necesidad de recursos petroleros, más íntimamente ligada al filón civilizatorio industrial que ve próximo su ocaso.  Algo así como Chávez contra el mundo:  EEUU, Europa, la ONU, los gobiernos traidores de América Latina (Colombia, Perú, Costa Rica, Panamá, etc) y la camarilla interna lame-botas opositora venezolana, ansiosa de colombianizar a su patria.

Santander emergiendo de su sepultura para terminar de desdibujar la huella de Bolívar.  Las cúpulas del poder colocando a los pueblos en sus añosos vagones de tercera clase. ¡Y que ruede el progreso!

jueves, 19 de noviembre de 2009

La derecha y la izquierda políticas frente al hecho de las bases militares en Colombia

¡Ahí lo tienen!  Parece una tragicomedia.  La derecha política viene de quejarse de que los EEUU han mantenido en el abandono a su “patio trasero” ─¡así piensa ella, incapaz de soberanía!─, mientras las fuerzas enemigas hacen estragos sobre sus intereses y crecen, es decir, mientras los pobres organizan su hambre y claman por un nuevo modelo político de vida.  ¡Dios, qué descuido!

Y la izquierda ─¿qué ha venido pensando la izquierda?─ viene de quejarse de que el mundo se había olvidado de ella y de cualquier otro alto ideal por la especie humana, presuntamente abismada en el quiebre ideológico que proclamó Fukuyama cuando sentenció el fin de la historia y, en consecuencia, la plenipotencialidad del modelo único en el mundo, al grado tal que muchas “izquierditas” vivieron de la esperanza de que los EEUU desapareciesen por obra mágica algún día o que, rebosantes de comprensión humanista, se retirasen de los planos de poder para darle chance a ellas de ejercer sus incomprensible cartillas sin prácticos fundamentos de pueblo (ya sabemos:  se les ha criticado un excesivo teorizar).  Es decir, parecían soñar con acceder al poder de modo fortuito, mediante limosna ideológica o través de una lucha sin fundarse en el apoyo cívico-militar, que es lo que manda la historia.

Unos preocupados por las desatenciones de los EEUU y otros por el olvido del mundo, reducidos los últimos a una especie de arropaje transcultural (las izquierdas existían como adornos de diversidad política de la “democracia”).  Unos pidiendo más apoyo imperial para ellos seguir fungiendo como virreyes explotadores de pueblos y otros lanzando sus clamores de protesta al aire mundial.  Pues, mal, “EEUU” versus “mundo” pareció ser una idea acariciada por la potencia altanera desde hace muchas décadas.  Hollywood es su sudadero onírico (no lo dice quien escribe).

Lo demostraron con Irak cuando, contra la opinión mundial, lo invadieron; cuando hicieron de la ONU un cadáver institucional y pisotearon sus resoluciones, y desde que en todo momento la necesidad de mantener sus altos costes de vida los llevan a buscar bronca a diestro y siniestro dentro del sistema solar.  ¿Tenía algún sentido clamar por la conciencia internacional, por la “presión” mundial, para contener al ogro, siendo que el ogro se figuraba el mundo mismo o por encima de él, y siendo que el resto de la humanidad parecía cruzarse de brazos?  Por aquí la historia le labró el camino de fracaso a tanta gesta revolucionaria:  mucha esperanza sin lucha, y mucha lucha sin pueblo, para no ahondar en detalles.

El liberalismo político es una doctrina de triunfo hasta el momento de hoy, si vamos al caso que gana quien se impone sobre otro, independientemente de su condición moral.  Como no siempre gana el “bueno”, tampoco pierde el “malo”.  Mucho se dice que si los nazis hubieran establecido su imperio de los mil años, otra hubiera sido la historia; y está el clisé, además, de que quien gana escribe la historia.

La derecha política, con su viejo resuello de ansiedad imperial, ha marcado la pauta en el mundo, y no es difícil conocer de sus razones:  individualismo como religión, egoísmo a ultranza, neoliberalismo a millón.  El egoísmo es una mala hierba natural que no necesita cultivo, y conocidos son sus frutos:  supervivencia del más fuerte o con más ventajas (hoy darvinismo social), explotación del más débil o dotado, poder de uno.  Gánate el pan si quieres vivir, progresa en la escala social combatiendo contra otros y sé alguien en la vida.  Lógico y fácil pensamiento que saca del camino ─gustosamente─ a quien no lo comparta.  No requiere gasto energético ni intelectual para su asimilación o comprensión:  sencillamente mueres de no comulgar con ello.

El trabajo arduo de una izquierda, por su lado, es la educación y concienciación de las masas, bajo el enfoque altruista, nada natural, por cierto.  El hombre nace con su gen egoísta para asegurar la pervivencia de la especie, en el contexto de un ambiente hostil y de competencia; pero el mismo debiera ser no tanto suprimido como aplacado, sobre la base de que la especie humana ya logró su preeminencia y permanencia en su ambiente, y sobre la  consideración de que es el mismo egoísmo quien amenaza con arruinar el mundo.  Vía humanismo e intelectualidad el hombre debiera no ser un animal de derecha sino un ser altruista y de sociedad, es decir, de izquierda, en su concresión socialista.  Pero ─se sabe─ la animalista pulsión es el abono triunfal de la doctrina neoliberal que sujeta al mundo.  Gana el facilismo emocional al trabajo intelectual de contenerlo.

Dura lucha supone enseñar lo que no parece de simple brote en la especie ─el altruismo─ y se presenta al intelecto como una asimilación de mayor elaboración.  Tal es el jueguito del facilismo liberal, que disfraza con altura progresista un modelo de vida pulsional animal y combate como antinatural lo que requiere asimilación y pensamiento.  Socialismo es cultivo de una conciencia altruista, su forja en un nuevo gen principal, mutación, si se quiere, aplacamiento pulsional de innecesarias fuerzas egoístas.  Humanismo y humanitarismo.  Cooperativismo, comunitarismo.  No es idealismo, como se le critica, es lucha, con frutos de conciencia. Es un nuevo hombre, como lo ha proclamado la tradición.

Por supuesto, el intelecto elabora y se apoya en la realidad, y acude a la fuerza cuando el animal se desata y hay que enfrentarlo con violencia, sobremanera cuando amenaza los logros de un sistema político realmente centrado en el hombre.  Decía Mao que el poder político nace del cañón de los fusiles, pero ha sido una experiencia histórica que se ha comprendido una vez que el ensayo político ha acumulado progresos que valora defender con la propia vida. La mayoría de las revoluciones tienen el sello de la caótica y espontánea necesidad; suceden y luego se les planifica su defensa, y hasta se teoriza.

En fin, después de tan ligero contraste entre una posición política y otra, vuelvo al principio con la pregunta:  ¿querían más atención los unos y más dosis de conciencia mundial los otros?  Es decir, ¿quería la derecha política más apoyo expreso de los EEUU para atornillar sus virreinatos y más repudio internacional la izquierda para aflorar y proponer los dones de su modelo político, sobre la decadencia del otro?

Pues, bien, la tienen. ¡Allí están siete bases militares más de presencia norteamericana en los contornos de Venezuela, llave de paso al continente!  ¡Y siete vacíos de la opinión mundial, de la ONU, de las relaciones internacionales, de la “presión mundial”!  Respuesta para los unos y los otros.

Se verá en breve, cuando invadir sea inminente, cómo el primer lote correrá (su dirigencia), temeroso de perder la  autonomía explotacional de su feudo:  ansía que lo dejen a sus anchas sobre su “patria” y que no más le saquen al “dictador” Hugo Chávez del camino, en el caso de Venezuela, para él ─el lote─ seguir fungiendo como obediente satélite imperial.  Podría no ser muy buen negocio el tener que compartir tan íntimamente la “soberanía” mercantil de los negocios ─es el primer pensamiento─.  Gringos caminando alegremente por las calles, violando impunemente mujeres y adosándose siempre la mayor tajada de los “hallazgos” comerciales, podría figurar una situación que ni siquiera una derecha política con cierta dignidad estaría en condición de soportar (con todo lo monárquico que comporta el concepto “derecha”, comporta también, de modo histórico y originario, una relativa autonomía y rebeldía).  La historia de la guerra de los EEUU está llena de capítulos de aliados que se les han “volteado” finalmente.

“¡Allí están siete bases militares más de presencia norteamericana en los contornos de Venezuela, llave de paso al continente!  ¡Y siete vacíos de la opinión mundial, de la ONU, de las relaciones internacionales, de la “presión mundial”!"

Para la izquierda política el asunto es más lamentable.  Más allá de tolerar o no mayor o menor presencia imperial, el hallazgo decepcionante estriba en el descubrimiento de que no hay mundo, no hay presión internacional, no hay opinión mundial, ONU o derecho internacional, como plañideramente se figuraron muchos brotes de insurrección en el continente, todos dejados a solas con su destino, abandonados a la intemperie imperial.  Hay la soledad ideológica, la confinación mediática, la solapada maquinación, la conspiración perpetua, la traición, y la cuantitativa certeza del apoyo de unas cuantas dignidades en el mundo, sin duda de gran peso por lo singular; hay, en fin, la soledad humana, la certeza de un destino de lucha por la supervivencia.  ¡Y valgan aquí ─aquí sí─  las loas de reactivación del susodicho gen egoísta, ya ante una amenaza de muerte de la especie!

Clamar por el mundo y descubrir que no hay alma, tiene que tener por respuesta una apabullante capacidad de percepción de la realidad, espoleada por la idea de que se vive en medio de una guerra, como ha sido el perfil que se le ha dado a la humanidad.  Pero no hay mundo, hay esto (y va con las izquierditas ingenuas), como dramático silogismo del hecho real de las bases militares instaladas en tierra colombiana:

  • “el mundo está mucho más cerca de quedarse sin petróleo de lo que se reconoce en los cálculos oficiales” (1).
  • EEUU es el país industrializado de mayor consumo energético en el mundo, y de mayor dependencia petrolera
  • Sus reservas de petróleo, de usarlas, cubrirían para dos años; es decir, tiene 16 mil millones de barriles en reservas y consume 7.300 millones al año (2).
  • El desempleo en su población económicamente activa marca ya el 10%, a saber, unos 14 millones de ciudadanos (3).
  • “datos gubernamentales indican que casi 50 millones de estadounidenses (incluido el 25% de los niños) tuvieron dificultades para obtener lo suficiente para comer el año pasado” (4).
  • Se comprende que el sistema de vida neoliberal es un fiasco humano, y fiasco humano hasta el fanatismo y la aniquilación.  Saber, por ejemplo, que con la mitad de los recursos inyectados a los bancos es posible paliar el problema del hambre en el mundo, es una monstruosidad que no tiene nombre cuando no concita ni acción ni conciencia.
  • Venezuela es el país con mayores reservas de gas después de los mismos EEUU.
  • Venezuela es el yacimiento de petróleo más grande del mundo:  314 mil millones de barriles en reservas, superiores a las de Arabia Saudita (5).
  • EEUU instala seis bases militares en las adyacencias de Venezuela, para alcanzar el tope de 872 bases distribuidas en 46 países del mundo (6).
  • Una de ellas, la de Palanquero, cumple con todos los recaudos para suponerla prácticamente como la puerta de acceso estadounidense no sólo para Venezuela, sino para el continente.

Ante el hecho de que parece haber un sobremundo imperial para las derechas políticas, aun con su defectos críticos modélicos del presente, y de que hay la percepción de no existencia de mundo para las izquierdas (en el sentido de la discusión, y con el permiso del plural), sería básicamente recomendable preguntar ¿qué viene?

Notas:

(1)  “Informante: Nivel de petróleo está más cerca de disminuir de lo que indican las previsiones de la AIE” [en línea].  En Democracy Now! – 10 nov 2.009. - [Pantalla 8]. - http://www.democracynow.org/es/2009/11/10/titulares. - [Consulta:  19 nov 2.009].

(2)  “EEUU rodea militarmente a Venezuela debido a sus reservas petroleras” [en línea].  En Agencia Bolivariana de Noticias. – 19 oct 2.009. - [Pantalla primera]. - http://www.abn.info.ve/noticia.php?articulo=203518&lee=3. - [Consulta:  19 nov 2.009]

(3)  Marcelo Justo:  “Las crisis invisibles” [en línea].  En Diario Gramma. – 18 sept 2.009. - [2º pantalla]. - http://www.granma.cubaweb.cu/2009/09/18/interna/artic03.html. - [Consulta:  19 nov 2.009].

(4) “Informe del gobierno: 25% de los niños estadounidenses pasaron hambre el año pasado” [en línea].  En Democracy Now! – 17 nov 2.009. - [2º pantalla]. - http://www.democracynow.org/es/2009/11/17/titulares. - [Consulta:  19 nov 2.009].

(5)  “Venezuela avanza hacia el primer lugar en el planeta de reservas probadas de petróleo” [en línea].  En Aporrea.org [Tomado de Agencia Bolivariana de Noticias]. – 13 ago 2.009. - [1º pantalla]. - http://www.aporrea.org/energia/n140492.html. - [Consulta:  19 nov 2.009].

(6)  Alfredo Jalife Rahme:  “Las 886 bases de EU en 40 países [más siete de Colombia]” [en línea].  En Aporrea.org. – 9 ago 2.009. - [3º pantalla]. - http://www.aporrea.org/internacionales/a84113.html. - [Consulta:  19 nov 2.009].

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Burguesía, patria y guerra: de cómo un burgués jamás empuñará un fusil sino para defender la patria mental de sus mercantiles intereses.

Las palabras del presidente Hugo Chávez, “prepararse para la guerra”, en el marco de un escenario bélico que se le arma al país en su frontera colombiana, han iniciado un verdadero proceso de decantación patriótica.  Lejos de la argumentación facilista opositora de que se trata de una “cortina de humo” para encubrir el anhelo eterno de sus sueños, esto es, que “Chávez está caído” (lata que suenan desde que llegó al poder), se trata de un nuevo hachazo presidencial sobre la conciencia de país que tiene o ha de tener un venezolano frente a la eventualidad de una agresión externa, conciencia ─por cierto─ seriamente lesionada en el caso de la mente opositora, para quien no parecieran existir amenazas foráneas por ningún lado, sino problemas internos que repercuten directamente sobre su definición liberal.

Es decir, sobre su enfoque capitalista de concepción de la vida, su dinero, su individualismo rayante en el egoísmo, su mezquina propiedad privada, su constitución interpretada a su manera, en fin, su prensa, libertad e igualdad como factores históricos de definición burguesa, que la lleva a oler como azufre todo lo que comporte cambios en su “detrimento”.  Vale decir, sobre su condición burguesa.  Porque un burgués es eso:  pretendida conciencia de suficiencia y autonomía por encima de reinos (si hablamos de su origen) y Estados, última situación esta que lleva a la interpretación de que le importa un comino pasar sobre el derecho de los demás con tal de salvaguardar sus prebendas (no otra cosa es el Estado:  la confluencia del derecho de todos).

Ni más ni menos, la oposición política venezolana, declaradamente enemiga del proceso de cambios sociales que se ensaya en el país, del que interpreta va contra sus intereses tradicionales e individualizantes.  Perfil dinosáurico en medio de un mundo que, finalmente, ha empezado a reconocer que las fuerzas salvajes del capitalismo y neoliberalismo como modelo de vida le han deparado gran miseria al mundo; pero conciencias que, no obstante, no trascienden al hecho egoísta de su interés inmediato particular.

Porque burguesía es gen egoísta en ejercicio, el poder de uno, hecho que explica su asimilación (o cogeneración) cómoda e histórica respecto del sistema político liberal que prevalece en el mundo, ese mismo que parece haberlo llevado al extremo de una gran catástrofe social, fundamentalmente de desigualdad.  Vino la burguesía al protagonismo sobre la base de los derechos del hombre, aniquilando reinos, creando  el Estado de Derecho, con altos niveles de autosuficiencia y solvencia económica, separando a la Iglesia del Estado, imponiendo su personalismo, sólo para caer en la trampa de sus propios intereses cuando los interpretan amenazados por el mismo sistema cultivado. Gran cinismo.

De tal manera que los mismos valores defendidos eventualmente podrían convertírseles en trampas de sus propias ínfulas de particular libertad, como es evidente ocurre en Venezuela, actualmente sumida en un proceso de cambios.  De pronto, cuando adviene el proceso de cambios liderado por el presidente Hugo Chávez, empiezan a molestar los conceptos tradicionales ensalzados en sus discursos “progresistas”:  la democracia, la constitución, la igualdad social, la igualdad jurídica, las elecciones, la figura presidencial constitucional.  Porque ése ha sido su sino político derechista:  un Estado de Derecho históricamente a su conveniencia, destruible o inútil si no le sirve el vino de la vida en sus ánforas.

El buen burgués tiende al feudo, a una patria aparte si es posible, en aras de preservar o fundar el mundo de sus particulares intereses, con todo y que su histórico origen registra confrontaciones con los poderes monárquicos establecidos para convencerlos de sus derechos individuales y colectivos, sus sueños de igualdad social y humana, sus progresismo, su humanitarismo, lucha que derivó en la final conquista del Estado de Derecho de las sociedades modernas.  Pero el haber tenido protagonismo en el desbancamiento de las monarquías no licencia para inferir que no pueda tender a ella, como deja entrever sus definición política derechista, esa misma que, contradictoriamente, la hacia sentarse a la derecha del parlamento francés, por allá en épocas de revoluciones. La fuerzas históricas mucho coartaron de sus absolutistas sueños (aquello de “A rey muerto, rey puesto”).

De modo que, más que contradicción ideológica o personalista, su avatar es el cinismo, la gran hipocresía de prometer un mundo colectivo cuando no se puede desprender del individualismo y su cabalgante egoísmo, ese que le susurra al oído que las leyes y el Estado son idóneos sólo si no dejan de servir a sus particularidades, así dejen de hacerlo respecto de generalidades.

Semejante estado del espíritu insincero, contradictorio, no delinea a su portador más que como presa de los buitres plutócratas, que lo manipulan como simples herramientas de avance político.  Tal es la clase media en Venezuela, y la mentalidad opositora en general:  una sarta de ciudadanos provistos de derechos civiles contradictorios (así lo perciben desde su condición) que desdeñan que sus leyes puedan rendir tributos y saludos a otras clases sociales históricamente marginadas (digamos que antiguo proletario).  Fácil es dejar sentado que su perfilamiento como clase social empezó con la confrontación contra los poderes monárquicos o feudales para, finalmente, alinearse bajo la misma bandera del espíritu combatido:  la plutocracia de hoy (el poder político-económico), que la utiliza a su antojo. Aunque tenga que reconocerse, antes de la adopción del presente estado acomodaticio e inconstante, que fue motor siempre inicial de verdaderas revoluciones.

En Venezuela es de sobra conocido la manipulación a la que fue y es sometida la clase media:  la Revolución Bolivariana le confiscaría sus bienes, sus hijos, sus derechos, sus negocios, su historia, tan duramente logrados por esfuerzo propio.  Su individualidad, su propiedad privada, su discurso de libertades y autosuficiencias.  El discurso del miedo, implementado por los poderes económicos superiores mediante brutales propagandas, rindió en su momento excelentes ganancias políticas, la más conspicua la derrota de la propuesta de reforma constitucional de 2.007.

¿Cómo puede, pues, un segmento humano con tales caracterizaciones psicológicas prepararse para guerra alguna en defensa de su patria ─volviendo con la invitación del Presidente de la República─, si el concepto “patria” que manejan es el espacio personal de desarrollo de sus personalísimos intereses?  ¿Cómo puede una oposición política con semejante mentalidad defender qué, si en el fondo del alma no les importa que el país sea desmembrado con tal ellos conservar sus feudos y prerrogativas?  No es la dignidad precisamente lo que caracteriza a estas figuras históricas que se aproximan a su debacle.

La afirmación presidencial de que Colombia funge ya como un estado adicional del Estado de la Unión norteamericana no puede ser más acertada.  La aceptación de ese país para que lo cundan de bases militares (con amenazas hacia la soberanía venezolana) es un asunto concluyente sobre ese sentido.  ¡¿Cómo puede un adlátere ideológico del sistema neoliberal del mundo ir contra la fuente programática de su mentalidad, si la patria grande de un buen burgués son los EEUU?!  Súmese a la consideración que Venezuela fue colonia política y mental de los EEUU hasta la llegada de la Revolución Bolivariana, época que sembró al país de perfiles y daños morales que tiempo pasará para que se superen, además de establecer las morbosas definiciones, claras e ideológicas, de lo que llamamos “oposición política venezolana”, o, con más propósito, “IV República”.

No irá un opositor ni un excelente burgués, en consecuencia, contra la fuente de sus lineamientos mentales, a saber, los EEUU.  No tomará un arma en defensa de su patria, en caso de agresión, porque el concepto “patria” en su cabeza, como dijimos, es una entelequia de la conveniencia personal, para la cual se concitan actitudes de supersuficiencia (típicas burguesas), tales como el desprecio hacia las formas institucionales de la Presidencia de la República, de la Constitución, del Estado, las leyes, etc., mismas que han dejado de ser merecedoras de su cultivo y respeto al ponerse al servicio de causas clasistas ajenas (la atención al pobre).

El Estado ─en su criterio─ dejó de funcionar para ellos, no merece respeto, no rinde ganancias ni privilegios como en el pasado; es, por lo tanto, una institución a combatir, y no puede ser enemigo ni invasor quien atente contra su fortaleza, mucho menos si quien invade o atenta contra la soberanía del país comporta el verdadero ideal de patria (EEUU es la patria grande de un buen burgués, mejor, si opositor venezolano).  De manera que no es de extrañar que la oposición venezolana tome partido por el bando de quien no considera enemigo (Colombia-EEUU), y racionalice que así hace oposición (¿patria?), que así combate el “régimen” de Hugo Chávez, que así luchan por la “libertad”, al utilizar herramientas que lo conlleven a su defenestración política.  Hace “patria” quien trae la patria con una invasión y quien atente contra una figura constitucional que, burguesmente, dejó de ser conveniente.

De hecho, el mismo llamado del presidente de “prepararse para la guerra” les alegra el fondo del alma, porque sueñan utilizarlo para generar fisuras dentro de la unidad de las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN), y recrear un golpe de Estado como el de abril de 2.002, o al menos hechos similares a los pronunciamientos militares de entonces en la Plaza Altamira.  Hasta un ex presidente de la IV República, Carlos Andrés Pérez, ya se animó a dar el primer paso y a llamar a pronunciamientos dentro de las FAN. Vea la prensa nacional.

Pero lo triste es que el llamado presidencial de prevenirnos con una buena defensa militar descubra que haya sectores de la población venezolana (ese perfilado arriba) que racionalicen que la patria no puede ser ese espacio natal presidido por una corriente política de su desagrado e inconveniencia, sino ese espacio extranjero ancla de sus convicciones ideológicas. ¿No es precepto burgués ─y revolucionario en su tiempo─ el derecho personal, la lucha por la igualdad, la institucionalidad, el respeto al derecho de los demás, el contrato social, el Estado de Derecho, los derechos civiles (valga la repetición “derechista”), la enfebrecida democracia, bla, bla, bla?

Nuevamente Hugo Chávez ha logrado timbrar al país, polarizándolo éticamente, decantándolo, desenmascarándolo, esta vez entre la dignidad y la traición, entre una conciencia propia y otra prestada.  Recapacite usted, don burgués, y escoja entre ser un país soberano o seguir siendo la colonia mental de siempre.  ¿No puede ser más fácil para usted tener una patria ─que ya la tiene─ a ser una colonia que sólo anhela, máxime si el recaudo histórico lo apoya?  ¿No puede usted resolver esa contradicción de conciencia, donde sus pulsiones digamos ególatras no choquen tanto con sus presunciones  digamos humanistas?  La patria es tierra concreta, palpable en su propiedad y soberanía; una colonia es desolación mental, castillos de arena en el viento y, esencialmente, un acto de traición. ¿Eso es usted?

martes, 3 de noviembre de 2009

Fábula del lobo imperial y su granero trasero

El futuro no luce nada halagüeño en materia de porvenir político.  Las partes en conflicto, depredadores y depredados, han sufrido cambios en sus organismos que las han llevado a asumir posiciones de combate.  Unos presumiendo de hegemonías, cubierto de viejas glorias, aduciendo ser los dueños del pasto; otros, argumentando evolución, subida en la cadena alimentaria, aduciendo no ser más alimentos de nadie.

Depredadores preocupados porque el alimento ahora le huye, renuente a oír las dentelladas sobre sus carnes.  Sorprendidos de que sus viejas palabras ya no surtan el acostumbrado efecto de hacerles creer que son canciones el ruido de los huesos que crujen.  Que son frentes las espaldas que huyen, oro los espejos y cooperación la explotación.

Y es que el pavor se ha apoderado de su silla imperial, que empieza a trastabillar:  la energía requerida para someter a la selva comienza a escasear y hay la amenaza de que toda esa vieja y larga infraestructura de explotación (petrolera) se quede hueca, sin la fuerza necesaria para emprender acciones de escarmiento ante semejantes actos de sedición.

Por supuesto, les queda mucho armamento, y es tentación hundir el mundo con el hundimiento propio.  ¡Ser o ser es el dilema!  El mundo es un mantel de mesa que puede ser arrastrado en la caída.  ¿Petróleo para 30 ó 40 años?  Las alarmas son rojas.

Porque resulta que los “animalitos” ahora corren para no ser devorados, se unen entre sí y combaten y se defienden, protegiendo sus feudos.  Protegen sus casas, sus recursos naturales, sus riquezas para su propio crecimiento, no creyendo el cuento ése de que es prosperidad el que se los coman y no tengan futuro.  Y al lobo imperial le cuesta creer que esos “animalitos” puedan ser algo más que animales, porciones de energía, comida, combustible, gas, gasolina, oro, petróleo, litio, plata…  Graneros o patios traseros.

Por ello inician una guerra de reacomodo del mundo, de un perfil de mundo que se desploma, para seguir apalancando lo viejo sobre lo viejo. Es la eternidad del tiempo.   Cada quien a su puesto; cada cual a su rol.  La carne para ser comida y el diente para masticar.  Las vacas con sus ubres, los pozos con sus oleoductos…  El frente de la casa al frente y el patio en el espacio trasero.  ¿Qué eso de invertir los valores, como si todavía estuviésemos viviendo el mundo al revés inventado en la Edad Media?

Hay historias de pueblos que mantenían alimentado a su ogro para que no los destruyesen:  cada mes le entregaban una doncella para que se alimentase, sea en su bajo instinto o proteínicamente.  Daba igual.  Hay historias de monstruosos minotauros, de mitológicos dragones…  Hay tantas fábulas, como esta misma que les narro.  Y ello ha de ser la costumbre que rija al mundo, según el lobo, porque es la historia.  Por la ignorancia y la fuerza se gobierna, se somete, se obliga a creer, se engaña, se aterroriza…  El arte lobuno imperial consiste en convencer de que es blanco lo negro, lo malo,bueno, lo idiota, inteligente.  Sobremanera, de que es vida la muerte.  A toda costa. Si, señor.

El lobo imperial que son los EEUU sólo estará en disposición de comprender que ha habido cambios en el bosque cuando esté muerto (¿será eso posible?), porque es su determinación presenciar los cambios cuando experimente la caída y es su convencimiento de que nada fluye (o nada cambia) si no en su contra, parafraseando a conveniencia al viejo filósofo griego.  Y ello es una disposición de la que intentan persuadir a sus ahora guabinosos súbditos, aterrorizándoles, tratándoles de convencer de que es mejor ser pasto que llama, para que no osen dar el primer paso de acabar con el ordenamiento del mundo.  Porque la Providencia los puso allí para ejercer el mando.

Sin importarles que noten sus llagas, sus contrasentidos, sus nuevas crisis, su loca propuesta de que todos cesen y ellos se perpetúen por el tiempo de los tiempos.  Romper semejante orden significaría guerra, confrontación entre pueblos, saqueos, muertes, mares de sangre, como lo especifican en sus discursos cuando se pronuncian… ¿Quién se atreve?  ¿Quién se atreverá? Animalito es animalito, ocupando su puesto en el monte.  Si se trata de un reclamo, hay que ejercerlo ante Dios.  Punto.

De forma que no puede haber cambios ni revoluciones en el “subcontinente” americano, como dan por llamar a la patria de grandes próceres, a quienes, por cierto, no le reconocen ningún estatus sino sedicioso.  Lo que habrá es guerra.  Tal es su creencia. Ninguna especie puede evolucionar, pensar o concienciar de tal modo que aspire a revertir el viejo “orden mundial” (si no ecuménico).  Tal es la mentalidad y reto del lobo imperial.

viernes, 30 de octubre de 2009

El petróleo está echado

Ya usted lo habrá oído mucho:  las cartas están echadas; o, como dijo César con sus tropas cruzando río prohibido en su camino hacia Roma, lo cual desataría una confrontación con el Senado y una sangrienta guerra civil:  alea jacta est, la suerte está echada. Bastante hemos oído de historias fantásticas donde el personaje, para obligar a la suerte o definir su destino, lanza la llave del retorno a la profundidad del mar.  Así el camino toma un solo derrotero, y valga la caminería en la expresión.

Dos años de subsistencia tendrían los EEUU de utilizar sus propias reservas petroleras.  Usted vea las cifras nomás (1).  Ello simplemente debiera iluminar nuestro entendimiento:  su economía, su infraestructura, su perfil imperial, su rol protagónico político en el mundo, quedarían debilitados y comprometidos.  De manera que se trata para ellos de una situación de vida o muerte, tanto peor cuanto no se ha dado con una fuente energética sustituta, mucho menos construido su correspondiente infraestructura de explotación; y tanto peor, además, si se considera su creciente dependencia petrolera, lo cual resulta insólito de un país inteligente y previsor..  Para el 2.025, junto a China, se estima que EEUU consumirá el 40% de las reservas mundiales de petróleo (2).

El petróleo es la vía fácil o señalada porque su explotación tiene una infraestructura centenariamente cimentada.  Ni cerca le ha llegado ni le llega otra fuente alternativa de combustible.  Es la fuente de energía que alimenta al mundo, que le da soporte a su nivel de vida, y no se exagera al valorarla como una condición basal de la actual civilización en tanto sostiene confortables costumbres, ideas y artes humanas (los derivados del petróleo cubren hasta el cuerpo humano).  Quizás billones de dólares podrían necesitarse nada más para reducir la dependencia de la energía importada (petróleo incluido), invirtiendo su gasto en combustibles alternativos, como los de fuentes renovables (solar o eólica), en la llamada segunda generación de biocombustibles (tomados de los vegetales no comestible) o en la gasificación del carbón (3).  Hidrógeno, energía nuclear o celestial, o cualquier otro tópico energético implica un gasto descomunal en su implementación como fuente sustituta alternativa, sin contar que la energía nuclear involucra criterios morales de uso y su utilización está confiscada por las potencias militares del mundo.

Esos billones de dólares es lo que vale nuestra civilización petrolera, que cuenta con el conocimiento tecnológico para dar el vuelco, pero que no arriesga el gasto.  Más barato es la guerra, porque por aparejos suma un botín cuando se es vencedor, y, como sabemos, ese botín son países asolados, confiscados en sus territorios y recursos naturales, por supuesto, incluyendo el petróleo.  Invadir a un país y tomar su petróleo es ridículamente más sencillo y baratillo que ponerse a sustituir fuentes energéticas, y no existen razones para creer que así no seguirá siendo hasta el momento en que sea impostergable aferrarse al precipicio final de la era petrolera.

Momento final, crítico, traumático, de reacomodo de fuerzas en el mundo.  Con toda seguridad, momento de guerra, como la Primera y Segunda guerras mundiales.  El fin de la era, y la hora de la incertidumbre respecto del porvenir, con toda la sintomatología de los cambios de las eras y finales de mundos:  que si el Apocalipsis, que si los jinetes de colores, que si las pestes, que si la señora guerra.  Probablemente hasta  llegué el Anticristo, para darle un tono pintoresco a las palabras.  La desinstitucionalización del mundo se empieza a perfilar, y eso no equivale más que a decir que las instituciones dejan de ser convenientes a sus signatarios y creadores.  Recordemos a la ONU respecto de Irak (por poner el ejemplo mayor), esto es, su resolución de que no se invadiera, y, también, el acto de omisión que hiciera EEUU al respecto, invadiendo finalmente porque sí.  Porque su subsistencia está primero y el pan-petróleo debe ser procurado a toda costa.  Nada digamos respecto de Cuba (para seguir la línea, aunque ya no petrolera), que por años ha obtenido su resolución favorable a la suspensión del bloqueo que le aplica EEUU y de nada ha servido.  De la era que muere, las organizaciones  empiezan a no servir a los propósitos creados.  65 guerras se han suscitado desde la creación de la esa organización inservible que ha sido la ONU.  Pero volvamos…

Países hay cuyas reservas aguantan para ciento cincuenta años, como Venezuela y Arabia Saudita, pero la era del aprovechamiento sistemático, suficiente y global del petróleo la estiman los técnicos hasta los años setenta del siglo.  Y no debe ocultarse a la inteligencia dos cosas, so pena de ser un estúpido (los hay muy cultos, graduados en universidades europeas):  (a) EEUU muere petroleramente y busca con ansiedad prolongar su vida; ser un país armado poderosamente, hasta el grado que lo ha llevado a llamarse “policía del mundo”, le da la facilidad de tomar de donde quiera (me refiero a países vulnerables) su panacea.  De hecho, ningún tonto creerá que, en nombre de principios de no intervención y del derecho internacional, ellos están dispuestos a morir.  Ya Irak y la ONU nos contaron un cuento en la materia .  (b) Venezuela es uno de esos países “vulnerables”, pacífico, insuficientemente armado, incipiente en revolución, con más grito humano que tiro de arma de fuego, de paso anegado en petróleo, esa preciada sangre del vampiro.  Hagamos un silogismo con los dos considerandos, “a” y “b”, y obtendremos un futuro “c” apesadumbrado.

La suerte, pues, que es como decir la guerra, está echada, y recuerde que no a otra cosa aludió Julio César cuando sentenció la frase frente a su río Rubicón.  Y no porque yo lo diga o porque Venezuela comete el “delito” de ser rica en petróleo, proposiciones ambas ridículas.  Se trata de una circunstancia de convergencia histórica, cuando se acaba el recurso, una gran civilización de consumidores se ve amenazada de extinción, y, sobremanera, los agentes depredadores comprenden que la cadena alimentaria se les subleva, es decir, América Latina y el Caribe, su tradicional “patio trasero”, despiertan, alzan la voz y se rehúsan al destino de ser sólo bocados en las fauces.  América Latina, del Sur, del Caribe, en revolución, con movimientos telúricos de conciencia , sublevada y, en breve, según la pintan las señales, en armas, para defender sus espacios.

Para los EEUU, la comprensión de que en su “patio trasero” cunde una suerte de rebelión en la granja, es un detonante de altos niveles de alarma:  a su problema de exploración estratégica de recursos, se le suma que el granero quiere arder en llamas.  Han tirado la llave del destino al mar y nos han “entubado” hacia la guerra de defendernos en nuestro hábitat.  Son ellos o nosotros, en esa restante porción de vida que le promete el secuestrarnos como fuente energética para su feneciente modelo civilizatorio.  Véase la siguiente cronología, que figura una lógica de precipitantes factores de confrontación:

  • Golpe de Estado en Venezuela, con participación de los EEUU (frenar la Revolución Bolivariana)
  • Reactivación de una flota de guerra en el Caribe (síntoma de preocupación, de pérdida de influencia)
  • Golpe de Estado en Honduras, con participación de los EEUU (crear un espacio, básicamente, de intimidación hacia el continente, como diciendo es lo que pasará a quien insista en sustraerse de su influencia o dominio)
  • Bases militares en Colombia (las alarmas se disparan y se comprende que Venezuela ha tomado una conciencia peligrosa de cambios, contagiada a otros países).
  • Venezuela empieza a comprar armas para su defensa (hecho necesario, según se perfilan las pretensiones de los EEUU, pero al mismo tiempo argumento útil para acusarla de armamentismo).
  • Y, lo último, el intento del Congreso de los EEUU de colocar a Venezuela en la lista de países terroristas (difuso concepto que aglutina narcotráfico y guerrilla) (4).

Venezuela, como ojo del huracán, puesta en el trance de ser reserva energética a cualquier precio (precio ínfimo comparado con el esfuerzo de buscar nuevas fuentes de suministro), tanto más cuanto mayor es la probabilidad de que su presidente no se someta voluntariamente al imperativo de ser “granero” y, también, tanto más cuanto grandes son sus presentes esfuerzos  por diversificar el mercado de sus ventas petroleras.  Por ello las rondas de buques de guerra en los alrededores del país, las bases militares en Aruba y Curazao (al norte), la del Arauca, Colombia (al suroeste), y las tantas otras restantes proyectadas en su periferia (5).  En lista negra Venezuela, terrorista ella, probablemente bloqueada, seguramente consumiendo internamente su petróleo, esperaría la hora final de la invasión mientras es obligada a preservar sus recursos para los amos del mundo.  Una forma estratégica de preservar su recurso petrolero es bloqueando o embargando al país, impidiendo su comercialización, penalizando al país que se atreva a comprarle, como se hace con Cuba y su bloqueo desde hace décadas, como reza por allí una tal Ley Helms-Burton.

Probablemente la guerra contra nuestro país tarde en llegar una década o unos quince años ─siendo optimista (6)─, pero lo cierto es que en la hora presente sus halcones preparan las condiciones.  Mientras tanto tiene el país, como única vía de supervivencia, (a) procurar alianzas más activas con Rusia y China, de mayor compromiso, (b) armarse adecuadamente para su defensa (por lo menos para disuadir con numerosass bajas al contrario), ( c) obtener la tecnología necesaria para autodotarse de armamento defensivo en caso de bloqueo (7) y (d), también, ir abandonando la actitud dependiente petrolera, de tal modo que el oro negro no sea una condición de chantaje para la existencia propia.

Si somos una reserva energética, granero o patio o lo que sea, si nos sentimos como tal o no nos sentimos como tal (da igual), si nos perfilan las potencias militares como tal, si tenemos petróleo (que es el hecho), combustible del mundo; no tendríamos ya que decir que la suerte o la guerra o las cartas o los dados están echados, sino el petróleo.  La humanidad siempre ha tenido un futuro de guerra:  le toca a los unos u otros, circunstancialmente.  Esta vez el hado revolotea sobre Venezuela, y es bueno conocer de ese destino bélico y nada halagüeño del mundo, porque sirve para decir ─parafraseando un refrán─ que guerra avisada no debería permitir que desaparezcan naciones.

Notas:

(1)  Oscar J. Camero:  “Breve retrato petrolero del sistema imperial de los EEUU” [en línea].  En Animal político. – 23 oct 2.009. - [Pantalla 8]. - http://zoopolitico.blogspot.com/2009/10/breve-retrato-petrolero-del-sistema.html. - [Consulta:  29 oct 2.009].

(2)  Michael T. Klares:  “La nueva geopolítica de la energía” [en línea].  En Indymedia Colombia. – 11 may 2.009. - [Pantalla 14]. - http://colombia.indymedia.org/news/2008/05/86487.php. - [Consulta:  29 oct 2.009].
(3)  Klares, Op. Cit., [pantalla 12].
(4)  Eva Golinger:   “US CONGRESS MEMBERS ATTEMPT TO PLACE VENEZUELA ON TERROR LIST/CLINTON PACTS WITH DICTATOR MICHELETTI IN HONDURAS” [en línea].  En Postcards from the Revolution. – 28 oct 2.009. - [Pantalla 2]. - http://www.chavezcode.com/2009/10/us-congress-members-attempt-to-place.html. - [Consulta:  29 oct 2.009].
(5)  “Bases militares de EEUU en Latinoamérica” [mapa] [en línea].   En Telesur. – 2.009. - [Pantalla única]. - http://www.telesurtv.net/noticias/afondo/especiales/bases_militares_latinoamerica/. - [Consulta:  29 oct 2.009].
(6)  2.025 no es un capricho.  México, el gran vecino energético de los EEUU, estará ya seco en sus pozos y las proyecciones disparan las necesidades de los EEUU hacia niveles alarmantes.
(7)  James Petras:  “Venezuela debe buscar apoyo extra continental para hacer un balance y equilibrar el peso que tiene EEUU en Colombia” / entrevista [en línea].  En Rebelión. – 14 sep 2.009. - [Pantalla 4]. - http://www.rebelion.org/noticias/opinion/2009/9/venezuela-debe-buscar-apoyo-extra-continental-para-hacer-un-balance-y-equilibrar-el-peso-que-91448. - [Consulta:  29 oct 2.009].

miércoles, 28 de octubre de 2009

Desprecio gringo

EEUU nos desprecia profundamente.  Un pito vale para ellos nuestra cultura, nuestros valores patrios o históricos, mirándolos, según sus pretensiones, como eventuales objeciones a su política colonizante de devastaciones nacionalistas. Un carrizo valen para ellos nuestros liderazgos, soberanías, leyes, mejoras sociales; por el contrario, son piedras en el camino, vallas a tumbar, para ellos poder ejercer su prerrogativa de dominio.

Una nación sin convicciones históricas y fundacionales suficientemente fuertes es para ellos un candidato fuerte a colonia, base militar o granero energético.  Un país sin una arraigada conciencia histórica se le figura un pasto fácil para las llamas, para la aniquilación del poco valor que pueda resguardar.

Necesario es el vacío, la ignorancia, el caos, para ellos ejercer, maquiavélicamente, su hegemonía.  Un Simón Bolívar molesta, en tanto icono de lucha por la libertad y contra la opresión procedente de imperios.  ¿Por qué?  Porque su sola mención, su solo recuerdo, invoca sentimientos de pertenencia, de patria, de igualdad, de conciencia y lucha contra el invasor.  De resistencia, hecho que le resulta enormemente costoso al país norteño en la eventualidad de una guerra domeñante, invasión o expropiación.

Son ellos quienes, en nombre de semejantes apetencias imperiales, hacen del desprecio cultural una política de dominio.  Son ellos quienes inventan y ejercen la tesis de la aniquilación de culturas, de guerra de civilizaciones.  Son ellos quienes pregonan y ejercen el modelo unipensador en el mundo, ése que te demuele en un país una estatua del Che Guevara o Sandino para colocar una del payaso de McDonald's, y hablar luego de libertad, unidad o uniformidad, derechos civiles, libre albedrío y tantas otras pajas instituidas en sus discursos.  Son ellos quienes nos desprecian.

Matar al líder para acabar con la resistencia; incendiar las bibliotecas, para acabar con las memorias históricas; robar las obras civilizatorias,  los íconos culturales, las joyas históricas, la arqueología, para figurarle a los pobladores que tales son solo sintomatología de un mal recuerdo, de un país débil que se llamó tal, de una noción de nación tan frágil que es una invitación ─suponen ellos─ a que los lugareños se aborrezcan a sí mismos y los amen a ellos.  (Véase nomás el caso Irak). Tal es el discurso del desprecio, del irrespeto a la inteligencia de los demás, cínicamente sin importarles que a la víctima no se le esconda una de las evidencias más grandes del sistema solar:  que son ellos, los EEUU, su dirigencia que no su pueblo, la entidad que cultiva más odios en la Tierra.

Otrora (Guerra Fría) fue la lucha contra el comunismo y el antisemitismo su bandera cínica de combate, su política de Estado abusiva e invasora, su discurso caza-bobos y despectivo de la inteligencia de los pueblos.  Hoy son el terrorismo, el narcotráfico y el militarismo, las nuevas herramientas discursivas de dominio, el nuevo modo de decirte que les importa un gajo lo que pienses o seas, en aras de avasallar y penetrarte para pisotear tus fundamentos:  tu historia, tus valores nacionales, tu sentido de pertenencia, tu psique colectiva; y en aras de implementar ellos, finalmente, su hegemonía.  La nueva manera de despreciarte en tu ser histórico para ellos fundar sobre tus huesos una nueva colonia.

No otra cosa hace cuando con descaro puede acusar al mundo entero de militarismo, y son ellos quienes venden el 75% de las armas que se producen en el mundo, y tienen un presupuesto militar y de defensa superior a la suma de los presupuestos militares del mundo.  ¿Qué le puede importar quién cuando lo acusa de desarrollar o comprar armamento y amenaza con invadirlo?  Un carajo. ¿Qué de historia, nombre, inteligencia, nacionalidad, puede importar en ti si cada una de tales cosas resulta para ellos un problema, una estupidez nacionalista a resolver, o, mejor dicho, una nadería a aniquilar?  ¿Dónde queda la lógica, la inteligencia, la estadística, que eventualmente se pueden invocar para concitar la justicia?  ¿De qué sirve saber que tienes razón si a la final morirás igualmente bombardeado?  No está la razón al servicio de la vida, podría, para el caso, sentenciar el filósofo.

“Yo soy idiota, tú eres idiota, ellos piensan…”

Y para el caso de América Latina y el Caribe, no puede ese país (EEUU) ejercer un mayor despectivo cinismo.  Allí nadie puede ser inteligente, ni tener historia, ni hablar de estadísticas, ni de lógica, ni tener próceres, ni moral, ni patria, para rebatir nada.   Es un “patio trasero” y punto, al que en la actualidad le calzan sus últimas irrefutables invenciones:  narcotráfico y militarismo.  Venezuela se arma dizque nuclearmente (lo dicen así como así) y el resto de los demás países o coadyuvan al narcotráfico o son narcotraficantes.  Un Bolívar, Martí, Sandino, Guevara, son solo objeciones histórico-nacionalistas que impedirían el florecimiento de su dominio cultural y civilizatorio, o, en el mejor de los casos para ellos, rótulos tras los cuales se solaparían la subversión y el terrorismo. Lo que ellos dicen ha de ser la verdad y lo que los demás oyen debe de ser cierto; el resto de cualquier consideración es estúpido.  Yo soy idiota, tú eres idiota, ellos piensan…

Somos militaristas y narcotraficantes, y punto, sobremanera ésta última acusación, que ellos providencialmente parecen haber reservado para nuestros países.  No puede tener lógica ─ni la merece─ quien será destruido.  Como si tal fuese el eslogan de sus maquinaciones, de su política imperial.  Veamos el sarcasmo sobre este punto del narcotráfico:

¿Para efectos de qué puede servir que alguien exponga que Puerto Rico, por ejemplo, es dominado por ellos en mar, tierra y aire, y es ese país un paraíso para el narcotráfico; que alguien denuncie que ellos utilizan dineros del narcotráfico para financiar guerras, como el caso Irán-Contras respecto de Nicaragua; que ellos son el principal productor de marihuana y el mayor consumidor de cocaína en el mundo; que la producción de droga aumentan donde ellos es establecen supuestamente a “ayudar” con su DEA; que el Plan Colombia aceleró los índices de producción de estupefacientes; que ellos solo certifican y penalizan ─metiéndolos en listas “negras”─ a quienes sólo producen y no a quienes consumen descomunalmente, como ellos; que obliguen a otros países invadidos (por razones de narcotráfico) a ejercer impunidad hacia ellos, como el caso de Colombia, donde sus soldados tienen una especie de derecho de pernada sobre la población femenina, a quien violan sin que los pueda penalizar el Estado?

Solo hay una respuesta:  para nada, para sólo ver que a los caballeritos del norte les importa un carrizo tu inteligencia y tus convicciones.  ¿No fue a eso, por cierto, que vino Obama a las cumbres de nuestros países, para a burlarse en propia cara de nuestros presidentes y ejercer un profundo desprecio de Estado?  Parece allí, a propósito, quedar institucionalizado el desprecio del que hablamos.

Somos narcotraficantes, terroristas y militaristas, y punto.  Que alguien, llevado por el silogismo o la lógica, argumente que la cosa parece un invento (o una burla, mejor dicho) y que no parece justo que quien adolezca de llagas llame a los demás llagosos, es un firme candidato a ser hecho burla por sus inusitadas conclusiones.   Un loco, probablemente un suicida, un bicho nacionalista, algún anacronismo que no parece apreciar el progresista pensamiento del mundo.

No pareciera tener gran valor que las evidencias hagan parir una pregunta como esta:  ¿con todo lo que sabemos, con lo que se sabe de ellos, qué son ellos cuando nos hablan de militarismo y nos imputan como narcotraficantes?  Según ellos, nadie parece suficiente aquí para contestar; y lo mejor que se puede hacer es esperar que ellos nos “soplen” la respuesta.

viernes, 23 de octubre de 2009

Breve retrato petrolero del sistema imperial de los EEUU

Decir que los EEUU nos pretenden por nuestro petróleo, es un lugar común de los más pegajosos de este mundo.  Que aman nuestra flora y fauna, nuestras tierras mineralizadas y la geoestrategia que les proporciona, puede resultar hasta más ridículo de tanto realismo que comporta.  Pero ¿qué se le hace?  Es un hecho del que se puede hablar infinitesimalmente, como cuando comentamos el estado del tiempo, así demos la impresión de que con nuestras palabras agreguemos otra gota de agua al mar.

Es un hecho del que hay que hablar, pero hablar a conciencia en tanto potencialmente podría afectar nuestras vidas con su eventualidad; tratarlo con gravedad, combatiendo el halo de perogrullada que lo envuelve, mismo que podría llevarnos a percibirlo como un asunto dado de la vida, vitaliciamente regular, como el mar mismo, el cielo y la tierra, casi despercibidos debido, precisamente, a su condición de superexistencia y cotidianidad (no otra cosa refieren los clisés). La vida, pues, tu vida, el imperialismo diario de nuestras vidas.

Y habituamiento insólito ése de que sobre nuestras existencias penda una enorme espada de guerra y de apropiaciones, con todo el caudal de sangre y vidas humanas que supondría derramado.  Como si fuésemos un ganado, unas reses, en un delimitado redil propiedad de fuerzas superiores; como si fuésemos una alacena de donde el despensero nos toma dosificadamente.  Esperando nuestra hora, vale decir, cuando al amo imperial le empiecen a fallar los suministros por otro lado (o se le haga difícil obtenerlos) y se decida a explotarnos frontalmente, sistemáticamente, para seguir chupando una ubre que le prolongue la vida.

Porque nadie lo dude:  ninguna vida no pide permiso para vivir, y en la medida en que los EEUU comporte un sistema de vida (imperial), en esa medida vivirá, si se quiere naturalmente (no hay alto ni bajo instinto), procurando la dote que le asegure su subsistencia.  Instintivamente, se puede decir, dado que el impulso es la fuerza básica de la vida.

De forma que no creerá usted, pedazo de iluso, socialista soñador o humanistas de mil cipotes, que ellos le pedirán a usted permiso para vivir, del mismo modo que usted no lo haría, por más que no responda a las leyes de este mundo y nos hable de idealismo o convicciones.  No creerá que ellos menguarán voluntariamente para que usted brille como un magnífico sol en un nuevo y nunca luchado sistema planetario.  Que se irán y le dejarán.  Que fenecerán para que usted nazca.  Qué se sacrificarán para que usted viva, porque usted es mejor y más bonito.  ¡Por todos los dioses!  La vida misma, en su esencia superviviente, no procede así, con tanta innaturalidad.

Los EEUU son un ser viviente, por si no lo sabíamos, con tendencias básicas como toda vida, y básicamente egoístas, esquilmantes, expropiantes, territorialistas, esclavistas, animal en la selva al fin, donde la ley del más fuerte es gen.  Pero vida animal más allá de la animalidad misma, como ha sido la histórica condición humana, destructura de mundos: tanto más cuanto más los defina la condición ideológica del capitalismo expoliante, que los lleva más allá de la instintualidad y la subsistencia.  Porque usted lo sabe…  Un animal selvático no acaba con su ambiente, no contamina hasta más no poder, no destruye de un solo trancazo lo que se puede comer, no mata a otros más allá de la necesidad y la supervivencia…  Ya usted lo ha visto:  es como si quisiesen ser la especie única en el planeta, y planeta destrozado por ella misma, lista en su bestialidad tecnológica para empezar a devorarse a sí misma.  Tales son las proyecciones de tan inusitada especie al “timón” del planeta Tierra.

Lo demostraron con Irak.  Invadieron y punto, sin ONU ni otros ocho cuartos, como se dice, sin pedirle consejo a usted ni a un iraquí.  Desaparecieron el país, su gentilicio, sus museos, sus bibliotecas, su largo linaje de ser otrora cuna de la civilización más  antigua de la humanidad.  Se lo depredaron y ya; se lo deglutieron, se lo asimilaron.  Su modo de vida consumista, su terrible tren de derroche y suntuosidad, así se lo sentenciaron como una inaplazable necesidad.

El mamífero requería petróleo para asegurarle unos años más a su declinante sistema económico basado en la energía de los hidrocarburos.  Y también el espacio, para posicionarse geoestratégicamente en el Medio Oriente y poder procurarse primacía en la lucha por los terrenos del mundo, ya aludiendo a su competidor de siempre, Rusia, y a la flamante  y creciente economía china, que ahora figura un gigantesco zancudo explorador de hidrocarburos.

Dueños del petróleo, asegurarían por largos años (hasta que se agote) la primacía de su modelo imperial.  Estarían en capacidad y sobre la disposición de recursos para alimentar sus tropas, moverlas, ponerlas en lucha donde lo requiera la preeminencia de su “providencial” especie, fabricarle armas; y tierra adentro, entre la frontera social de su nación, seguirían con el suficiente arresto de poder para mantener entrecamisado a su engañado pueblo con el cuento de la “mejor democracia del mundo”, a la final bajo el ardid de la competencia egoísta y el consumismo galopante, que le hacen creer libre.   Tal es el engendro, engendro con combustible, armas y dinero para perdurar hasta que las reservas de su modelo de vida suplan.  Lo que vendrá después es otro cuento.

Algunos pronostican que la era del petróleo cerrará en los 60 ó 70, a pesar de que hay países (como Venezuela), con reservas útiles hasta para doscientos años.  Pero el petróleo en el mundo, como masa energética confiable pancivilizatoria, podría dar la talla hasta este primer centenario.  Entretanto los EEUU, como vitalidad política e ideológica que basa su subsistencia imperial en la explotación de los hidrocarburos, ya realiza sus movidas de piezas sobre el tablero.  Se trata de matar o morir para obtener petróleo, para seguir viviendo; y, como les dije, nadie pide permiso para vivir, mucho menos si se trata de un imperio, de todo un sistema establecido de poderes y sumisiones, alimentado por el llamado combustible del diablo.

“No es difícil barruntar que, si además del petróleo se posesionan de la Amazonia (un descomunal recurso), aquí hay bastante combustible para alargarle la vida a tan enloquecido imperio.”

Es la guerra, pues, que no quede dudas.  No existe otro modo de confrontación, lamentablemente para los soñadores.  Se es imperio o no se es, y ello implica un combate vital, como en todo ser.   Nadie le quita el combustible a una vida sin una guerra, y, aun, en el supuesto de que petróleo se acabase hoy repentinamente, los EEUU difícilmente menguarían mansamente para que otros ocupen sus aniquiladas hegemonías.  Entonces se habrá caído en un quiebre estructural económico-ideológico (como ya empieza a haber señas de ello con la decadencia capitalista), dando paso a lo que queda de tanto luchar por los espacios y sus recursos desde siglos pasados:  las armas, la guerra, hasta que el mundo asuma su nuevo orden.  Y armas nucleares, para más señas, entrando ya, con toda semántica, en la completa Era Nuclear. (Las guerras en el mundo son inevitables, porque constituyen el espacio y tiempo de un reacomodo crítico, social, económico e ideológico).

Vea la preocupación norteña así:  en 1970 los EEUU producían de su propia cosecha más de 10 millones de barriles diarios; hoy apenas llega a 5.  Tienen reservas por el orden de los 16 mil millones, y consume anualmente 7.300 millones, es decir, dos años aproximados de subsistencia.  Diariamente se tragan 19 millones de barriles y, como les dije, ¡produce 5!¹  ¡Caramba, cualquiera se asusta y pertrecha, a sabiendas de que un ogro devastador se sabe con pobres expectativas de vida, restándole nomás como argumento de supervivencia su propia condición de ogro dotado de armas!

No existe ningún problema silogístico (ya es un lugar común, como dije) en imaginar que, ansiosos de pura vida, necesitados de porvenir, se vuelquen hacia nosotros, anegados regionalmente como estamos de petróleo y con una insondada Amanzonia.  ¡Hombre, y sin pedir permisos, para que usted lo sepa!  De hecho la región del Amazonas está señalada entre sus libros escolares como de su propiedad, como una región que actualmente está manos de unos “indios” como nosotros que no la cuidamos (preparan sus huestes desde la infancia).

Si, es un lugar común común remencionarlo, pero nuestra región andina le suministra a los EEUU el 25% del petróleo que consume (de ello nada más Venezuela proporciona el 15) y no es difícil barruntar, después que Venezuela (nada más ella)  está cerca de certificar reservas por el orden de los 314 mil millones de barriles, más que la misma Arabia Saudita, que tiene 170…²  No es difícil barruntar que, si además del petróleo se posesionan de la Amazonia (un descomunal recurso), aquí hay bastante combustible para alargarle la vida a tan enloquecido imperio.

¿Copió usted mi preocupación por éste tan aplastante lugar común de que nos buscan para depredarnos?  Digo algo más, para terminar:  es ciertamente Euroasia-Cáucaso-Medio Oriente (el triángulo petrolero) la red energética más estratégica del planeta, dado que posee el 70% de las reservas de petróleo del mundo, y donde el imperio estadounidense se la juega día y noche con sus conspiraciones (lo último fue su aventura en Georgia); y podrá ser, también digo, el Medio Oriente por sí sólo, como lo declarase el expresidente Eisenhower, la “zona del mundo más importante estratégicamente”, por sus reservas de petróleo…  Pero nada tan fácil y barato como nuestra América, donde, a modo de contingencia, es posible invadirle sus países y extraerle luego sus recursos sin grandes dificultades, mientras se le solucionan al imperio sus reveses en la dicha zona “más estratégica del mundo”.  Como sabemos, no hay aquí, como por allá, países armados atómicamente para defender sus soberanías, que le ofrezcan gran resistencia (Brasil ha poco dio el primer paso y compró submarinos nucleares para custodiar sus recientes hallazgos petroleros). Como si fuéramos, pues, la mandarina petrolera, que se pela con facilidad; o, llamándonos de otro modo, el combustible vital de aquellos que, ineludiblemente, buscaran consumirnos. El pan, el combustible, el alimento.

No venga entonces, hombre, a recriminarme el clisé:  del mismo modo que vienen por nosotros en plan de expoliación, no es posible que a usted se le oculte el lugar común consiguiente:  ellos no pueden ser amigos, ni humana ni animalmente hablando (¿el instinto, se acuerda?).  Tan claro como el cielo, elemental como el agua y la tierra.  Tal debería ser la impronta de todo este largo, trillado y preocupante cuento.

Notas:

¹  “EEUU rodea militarmente a Venezuela debido a sus reservas petroleras” [en línea].  En Agencia Bolivariana de Noticias. – 19 oct 2.009. - [Pantalla primera]. - http://www.abn.info.ve/noticia.php?articulo=203518&lee=3. - [Consulta:  23 oct 2.009].

²  “Denuncian en Rusia que bases en Colombia desestabilizan a la región” [en línea].  En Diario Gramma. – 24 ago 2.009. - http://granma.co.cu/2009/08/24/interna/artic15.html. - [Consulta:  23 oct 2.009].

lunes, 19 de octubre de 2009

Oposición ilusa e izquierda ciega

Vea las siguientes cifras del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD) en cuanto a la calificación de “buena” de la gestión presidencial:  mayo, 61,5; julio 64,2; septiembre, 57,9 y octubre 62,4%.   Digamos que son niveles sostenibles y uniformes, además de extraordinarios para cualquier presidente en el mundo.  Una breve incursión en las corroboraciones se lo certifica a cualquiera.  Usted vaya.

No obstante, el mes de octubre amaneció de fiesta para la oposición venezolana, y usted por donde lee encuentra que Chávez está prácticamente caído, como ya parece ser costumbre a la hora de sus enfoques políticos y el uso de sus también extraordinarias reglas de medición.  No citaré las fuentes por estar saturada la INTERNET con la noticia repetida.

Presuntamente para el mes de octubre, que refiere los porcentajes del mes anterior, la intención de voto para el presidente de la república aterrizó en 39,8%.  Si el IVAD así lo manifiesta, nadie lo duda; pero al  parecer el motivo de la fiesta opositora consiste en comparar el renglón de “calificación de gestión” (buena, regular, mala, etc.) con el de “intención de voto”, que prefigura ya una porcentualidad electoral.  Así, la insondable mentalidad opositora, instruida su dirigencia en los exquisitos centros de educación de la derecha mundial, toma una cifra de aceptación presidencial (de las mencionadas arriba, por el orden del 60%) y la compara con la respuesta obtenida a la otra pregunta.  Algo así como comparar las patas de una gallina con la cabeza y argüir luego que hay legitimidad en la comparación por pertenecer las partes a un mismo todo.

Sin embargo, no me crean mucho.  La página del IVAD permanece cerrada (dice “en construcción”) como para realizar comprobaciones y sé que un opositor a ultranza celebrará que yo ande mintiendo del modo más descarado con la difusión de verdades tan “inventadas” (¡así son sus silogismos!); crítica de todos modos sin remedio, porque, incluso, para el caso que la susodicha página encuestadora estuviese abierta, sabríamos igualmente cuáles serán sus pronunciamientos:  página “oficialista” o “gobiernera”, no creíble, por consiguiente.  No hay atajos.  Además, en desmedro de sus apreciaciones, este autor podría ya estar manifestando síntomas de contagio perceptor, de tanto remover con un palo la materia derechista y alucinante opositora.

Pero dado este orden de cosas, dual, donde unos dicen la verdad y otros no, y viceversa, y donde las fuentes solamente son creíbles si responden a la determinada profesión política particular, parece propicia la ocasión para presentar los siguientes esquemas, válidos para la reflexión de ambos bandos, uno de ellos (la derecha política) empeñado en ver lo que no existe y el otro (la izquierda), en no ver lo que sí.  Vamos al grano.

“Nadie lo duda, y la vaina pide arreglos y atención con la misma fuerza y optimismo con que celebramos que la Revolución Bolivariana le haya deparado al pueblo venezolano un mejor índice en calidad de vida.”

El primer caso se desglosa así:  la ONU acaba de certificar a Venezuela en el puesto 58 como el país con más alto Índice de Desarrollo Humano (IDH), con un crecimiento sostenido desde el año 2.003, tomando como criterios de evaluación aspectos tales como educación, salud y economía.  De hecho, la organización remata que Venezuela está entre los cinco países con el más alto crecimiento sostenido desde el año dicho, hechos o noticias todos para nada tomados en cuenta en los habituales portales de información “creíbles” de la oposición venezolana.  Tiene su versión de realidad y punto, y le vale un pito que le digan que la pared que señalan no es negra sino blanca.  Nada digamos que ahorita mismo, cuando termino este escrito, la FAO (otra dependencia de la ONU) acaba de dictaminar que Venezuela es uno de los países mejor alimentados de América Latina:  las kilocalorías ingeridas por los venezolanos alcanzan las 2.790 diarias, por encima de la cifra recomendada por algunos autores para un hombre adulto (2.700).

Pero veamos más muestras y más botones:  al presente se niega esa oposición a reconocer que la misma organización (ahora como PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) declaró a Venezuela como “Territorio libre de analfabetismo”, el 28 de octubre de 2.005.  O, para ser más farandulero si se quiere, ni por asomo se le ocurre mencionar que Venezuela figura hasta en el Record Guinness desde el 2.008 como el gentilicio más feliz de la tierra (vaya e investíguelo usted mismo, hombre, y déjese de conflictos con las fuentes).  De forma que la creación política opositora venezolana pareciera sugerir, cuando insiste en no creer en veredictos de instituciones otrora amadas, que tendrían que existir dos ONU, dos PNUD y hasta dos organizaciones de records (Guinness Word Records) para saciar su ansiedad de mundo virtual.  (¡Ay, con esa segunda opción de realidad que siempre se anda dando!)

Los puntos dichos podrían justificar, naturalmente, los altos niveles de aceptación de la figura presidencial y su gestión de gobierno (para no detallar más y para no convertir esta nota en una loa sin autocrítica, dado que podría correr el riesgo de no acotar lo que sigue).  Pero existe el otro problema que apuntalé arriba, ése que la vertiente izquierdista parece no querer ver (al menos en los niveles altos de la dirigencia, de las instancias donde se fraguan los discursos):  la inseguridad y la corrupción.  Nadie lo duda, y la vaina pide arreglos y atención con la misma fuerza y optimismo con que celebramos que la Revolución Bolivariana le haya deparado al pueblo venezolano un mejor índice en calidad de vida.

Es un nubarrón, una cresta de tempestad, que debe ser aplacada con el ímpetu con que Bolívar se ofrecía hasta para enfrentar a la Naturaleza.  Ello sin mencionar ahora el nuevo problema:  los apagones en el ámbito nacional.  A toda hora son argumentaciones que desdicen de lo bueno logrado, si lo queremos poner grave y si invocamos la estoica, severa o masoquista (juguetona, ingrata o lo que sea)  naturaleza humana que parece solazarse más con resaltar los defectos que los logros.  Argumentaciones tales que usted y yo sabemos constituyen un extraordinario frente de ataque de los sectores opositores, cuyo discurso contrarrevolucionario crecientemente parece estar calando tanto en los centros urbanos como en las zonas rurales, si juzgamos por las expresiones de molestias del hombre de a pie, a expensas, por cierto, de las manipulaciones de  opinión de los medios de comunicación del país.

Vivir prácticamente en la calle me lleva casi altaneramente a exclamar “¡He dicho!”, y a dejar mi contribución de análisis para quienes tienen capacidades operativas dentro de la dirección política.