viernes, 23 de julio de 2010

Los hijos de Páez y Santander

Uribe bélico1 ¿Sorprendido de la ruptura de relaciones diplomáticas?  No hay para tanto, paisa o paisano, colombiano o venezolano, respectivamente.  Eso estaba sobre la mesa, dado el espíritu de guerra que merodea desde una década para acá a la región, cuyo único delito parece haber sido despertar de un mal sueño libertario y descubrir que todavía se vive en medio de condiciones coloniales.  Lo que pasa es que duele, por muchísimas razones.

La suerte está echada no desde ahorita, que formalmente se rompieron las cosas, sino desde hace casi 180 años cuando poderes extracontinentales e intereses locales (cuando no personales) obraron para dividir y quebrar un sueño que lucía demasiado poderoso como para ser cierto:  la unidad, la mancomunidad.  Potencias extracontinentales, codicia y sed de poder de muchos pusieron a los pueblos, primero, a dormir y, luego, a naufragar.

Páez y Bolívar Como reza una teoría del caos por allí: nada es casual y solo en su ser, y todo acarrea consecuencias, hasta el aleteo de una mariposa.  Bolívar luchó por una integración que siempre en la historia la humanidad ha sonado utópica (¡cómo cuesta poner a congeniar a un hombre con otro!) y que luego derivó en un fruto maldito de contiendas y afanes particulares.  Muerto él, murió el poder moral, y ya no consiguieron freno los padres de quienes al presente han conducido a los pueblos de América Latina por el derrotero de una falsa democracia y prosperidad.  El débil aleteo inicial se ha convertido en una borrasca hoy, no pareciendo importar tanto los culpables como los hechos, que ya parecen bogar indeteniblemente.

Sería ridículo que, como el chiste*, un paisano o paisa detenga a un gobernante de esos, hijo de Páez o Santander (que los hay indistintamente en todos los países bolivarianos), y le caiga a trompadas para cobrarle el haber trabajado por la separación de las patrias, contrario al sueño bolivariano, cuadrado con el interés extranjero, con el capitalismo destructor e imperial, amador de dioses paganos.  La América Latina cundió en esa prole de Santander y Páez, leguleya y engañifa ella, brutal y caudillista, servida a su propio gusto luego de la muerte del Libertador.

Chávez y Uribe en son bélico Fueron esos hijos suertes de hormigas que se adueñaron del poder, convirtiendo en cuevas de batallas sus respectivos países.  Caídos en la trampas de sus propias divisiones (caudillismo), peleados codiciosamente por el pulgón de sus intereses (poder económico), se apoderaron de las tierras y bienes de las repúblicas, consolidándose en castas, sembrando la miseria social, la división, la exclusión, unas veces unos apoyados por padrinazgos extranjeros, otras veces otros, según la conveniencia del padrino, lógicamente.

Se juraron estos hijos de Páez o Santander la guerra a muerte entre hermanos (ya como cúpulas económicas), calculándose socarronamente quién ganaba más o quién obstentaba el mayor blasón de pulcritud de sangre o de poder político, cada cual desde sus respectivos huecos, como si una reciente guerra de Independencia no hubiera acabado de concluir, hecha precisamente para destruir lo que ahora ellos parecían seguir cultivando con una ansiedad de inusitado colonialismo...  Como si el piso republicano que tocaban no les hubiera sido dado por la sangre y el sudor de un hombre que durante la lucha dejó una cuantiosa fortuna y se vio precisado a cubrirse con una ropa ajena para vestir su muerte.

Ministro Defensa colombiano SilvaEso entre ellos, en las alturas paecistas o santanderistas; entre iguales, digamos, sobre  los niveles de sangre, desde un bunker de país contra otro, como amos del coroto que siempre han sido. Mientras tanto el pueblo siempre fue en medio de semejante juego de poderes y caprichos ricachonescos una masa despaturrada, destripada, descarnada, descalzada.  Suerte de cantera o mina de oro donde se acudía periódicamente para seguir refrendando el poder bajo el discurso del engaño, poder alimentado y sostenido por sudores, sangres y lágrimas.  Ya saben..., es el sistema, la costumbre, la ley, la patria, donde todos tenemos que luchar y defender, entendiendo, lógicamente, que la historia del mundo siempre ha sido un desglose entre unos que mandan y otros que obedecen, unos que comen y otros que son bocados, unos que depredan y otros que sostienen la cadena alimenticia. Lo dice la sabia cultura universitaria.  Lo normal a aceptar.

Tal pareciera ser el historial, grosso modo, de esas iniciales cúpulas que se disputaron el terruño de los países como unas haciendas, ya en forma de proles olvidando todo pasado independentista y procedencia, sembrando la división, cosechando hoy tormentas, como se ve soplan los vientos.  Cada uno en su bando, utilizando la antigua unidad mejor como un argumento de soberanía y guerra, apadrinándose en el juego de la historia de sus intereses locales con poderes extranjeros.  Los EE.UU. fueron una potencia que en un principio los trató como socios comerciales (S. XIX) y luego, cuando se declaró imperio (S. XX), ya los mantenía envueltos, enhebrados, dependientes, casi como protectorados, digamos hasta con la historia y valores comprados.

“Hijos de Páez y Santander terminando de aniquilar al padre Bolívar. Parricidas de la historia”

 

Río frontera colombo-venezolana Y hoy, que las masas ya no se aguantan tanto tener vocación de mina, porque del hueso no se explota gran cosa (y eso no le encaja ni al explotado), los pueblos parecen haber despertado y tomado su lugar en el reclamo.  Hay el derecho a la vida, al disfrute de la riqueza patria, a la ilustración, a la libertad...  Hoy entonces se caen las máscaras de quienes secularmente han expoliado y cargado con todo.  Hoy entonces los responsables buscan otra vez al padrino para su defensa (no resisten tanta miradera), pero no como ayer, cuando se defendían entre guerras caprichosas de ellos mismos, sino para contener a los pueblos, que reclaman historia.  Entonces hoy ocurre el fenómeno indigno:  se declaran de una vez de la misma materia y condición del padrino y presentan guerra a aquellos a quienes inveteradamente han explotado, es decir, a los suyos, a su propia gente, su propio pueblo.  Ocurre que las castas de sangre, económicas y gobernantes se hacen aéreas, extranjeras, volátiles nacionales, y van contra los propios, enemigos dentro de la misma patria, patria patria o Patria Grande.

¿A quien no habrá de dolerle semejante historia?  Hijos de Páez y Santander terminando de aniquilar al padre Bolívar. Parricidas de la historia, sembrando el continente de armas, infundios y bases militares para ir en contienda en contra de nacionales esencias, que jamás sintieron ni comprendieron porque se acostumbraron a mirar hacia afuera, a sostenerse mirando para afuera, simplemente.  Trayendo el afuera para el adentro ─se dirá─ para terminar de dinamitar el resto interno y así conservar el interés y posición personales, el negocio, el billete, la empresa, la hacienda, los esclavos, el perfil “connotado” de siempre, el lindo niño hijo de siempre aprendiendo a domeñar pueblos, entrenando esclavos...

Son castas que gobiernan todavía y apuestan a la destrucción del todo para existir en el uno personal, con su amada ventana abierta hacia el exterior, por donde ahora entran irremediablemente corrientes contranacionales, amenazantes hasta de ellos mismos (si no se “cuadran” fiel con el padrino), arrasantes, imparables.  Ahora que los pueblos despertaron y parecen de armas tomar, reclamando historias, a ellos ya (a los hijos de Páez y Santander) no les queda más que la formalidad de declarar su bando, es decir, el foráneo, es decir, el extranjero, pero sobre tierra propia, yendo vilmente contra sus paisas y paisanos.

¿Qué dos países bolivarianos hayan roto relaciones, porque uno despierta pueblos y el otro los adormece?...  ¿Cuándo en el interés de las castas hubo establecidas relaciones diplomáticas entre los pueblos y para los pueblos, más allá de la macolla de los innombrables interés de ellas mismas?  Había relaciones comerciales, capitalistas de las “buenas”, pero jamás un vaso comunicante de sentimientos de patria, de conciencia, de historia, de identificación e identidad, de orígenes y procedencias históricos, de sentimientos auténticos de pueblos. Siempre hubo un estatus de sangre, poder y dinero por encima, y otro de sudor, explotación y miseria por debajo. ¿Quién pueblo famélico puede intentar relaciones de fraternidad si apenas el fuelle le alcanza para la supervivencia, cercado como vivió en medio del dominio a través de la ignoracia? La historia, también, le había sido sustraída.

Ahora, que el pueblo se levanta, empieza la guerra de Independencia de nuevo, fratricida ella, como toda guerra cuando el enemigo convive en casa como un hermano que nunca fue, o contra un capataz (la clase económica y de gobierno) al que siempre el gobernado por lo menos le reconoció nacionalidad, inocente del engaño.

Pero podría no haber guerra, ni presente ni futura.  Baste con que el pueblo se vuelva a acostar a dormir y ningún dirigente revolucionario se ponga a revolver el divino estatus del sistema de cosas del pasado; baste con que los esclavos vuelvan a sus norias y la clase tradicional dominante, junto a su sistema de cartillaje de explotación humana (el capitalismo), vuelva a ocupar sus puestos de mando, como hijos de Páez y Santander que son, sobre el polvo tranquilo depositado encima de sarcófago de Simón Bolívar; baste con que el padrino de la clase gobernante vuelva a recibir bombeos de energéticos recursos hacia sus arcas, no importando que algún “loco” por allí hable de justicia, revolución o traición a la patria, ni que la gente llana de pueblo pierda el pellejo sobre el asa de las palas.

Caso contrario..., habrá la guerra, una inusitada, que se palpa en el ambiente histórico, entre el bando de los ahijados y padrinos, y los descamisados en rebelión.  No se trata de una suerte echada, sino de una historia.

Notas:
* El chiste aludido más o menos dice así: Un criollo le cae a golpes a un español porque ellos “nos cambiaban espejitos por oro o nos mataban”. Cuando el agredido replica que eso fue hace mucho tiempo, el agresor responde “pero yo me enteré esta mañana”.

viernes, 16 de julio de 2010

Hugo Chávez en Colombia, entre dioses y designios

Magnicidio1 De antiguo sabemos de videncias.  Entre griegos, cuando un guerrero moría en manos de otro, solía predecirle la muerte.  Es famosa la sentencia de Héctor a Aquiles, al pronosticarle su muerte por causa de las flechas de Paris.  Mucho más tarde, a años de haber finalizado la Guerra de Troya, Ulises muere de la manera más simple, cuando era rey en su isla y nada como una guerra lo amenazaba.  El oráculo le había vaticinado que la muerte le vendría del mar y, en efecto, acabó con él un erizo.

Sin duda, si queremos ser efectivos adivinos, podemos sentenciar que todos moriremos.  De ello no hay duda.  El problema siempre será saber cuándo o cómo, a menos que una enfermedad incurable le haga decir a un médico que contamos con tantos meses de vida, por ejemplo.  Edgar Cayce, vidente estadounidense, le dijo un día a una actriz que no se montara en el avión, por más importante que le pareciera aquello que la esperaba en su destino.  No obedeció y su capítulo es historia.  (Por cierto, este vidente vaticinó la desaparición de los EEUU bajo inundaciones, luego de lo cual una era de preponderancia encarnaría en Suramérica)

Vivimos, en fin, en la incertidumbre de la vida, que es como decir de la muerte, no sabiendo cuándo nos toca viajar tan largamente.  No tenemos muy a la mano matar a alguien para que nos “confiese” el futuro, como entre griegos, ni tampoco la suerte de que un amigo vidente como Cayce tenga una visión y nos advierta. Nada de oráculos por estás épocas.

Ello nos lleva a las “confianzas” de vivir como todo el mundo, bajo la incertidumbre, que a fuer de ser normalidad la asumimos como invulnerabilidad, no creyéndonos nunca que la pelona nos vendrá a buscar.  ¿Se imaginan?  ¿Pensar en la muerte a cada paso?  Terrible, sin duda, y sería como si muriésemos permanentemente estando en vida, dada la angustia o temores.

Se acabaron aquellos tiempos míticos, de previsión futura, al parecer.  No se movía un soldado griego o troyano hacia el combate (para seguir con la referencia) si un águila daba un “mal vuelo” en el cielo; o si las vísceras de un ave sacrificada revelaban algo siniestro.  A no ser por el pulpo Paul del reciente mundial de futbol, que acertó todos los resultados que predijo, no parece haber en el presente fuentes fiables de predicción, como se corresponde con una época tan científica y desmenuzadora de mitos cual la que vivimios.  Al desconfiar de todo, incluso de aquellos vates que te aconsejan, terminamos confiando en nosotros mismos, casi exclusivamente, como bien se corresponde con una era moderna y postmoderna que propugna a la razón como el don personal, divino y hasta contradivino.  Ya no hay dioses.

Y así el cuento, no nos queda a nosotros más que nosotros mismos, es decir, la razón, la lógica, el auxilio de la ciencia, política y social.  Como dijera nuestro filósofo J.R. Guillent Pérez, hablando de los griegos, por cierto, y del mensaje de su filosofía: “el hombre ha de ser libre, ha de vivir sin dioses”.

De manera que nos queda el análisis para intentar prever el futuro, la consideración en frío de los hechos, en medio del despliegue de un acto mental muy contrario al implicado en cualquier teoría surrealista o caótica, que observa la supresión de la razón.  Más cuanto si lo que pretendemos augurar es nuestra propia seguridad. 

“Se sobredimensiona el efecto de una simple visita en aras de una ansiada probabilidad de muerte”

El presidente Hugo Chávez ha sido invitado a asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos; y al parecer, según ha proyectado hacia los medios de comunicación, el primer magistrado se debate entre ir o no.  Sin duda un acto audaz, no más de pensarlo, cuanto más en su vacilación.

Lógica y razón, que es lo que nos queda, como dijimos, gritan templanza, frialdad en la consideración.  La lógica, por ejemplo, pide respeto en el planteamiento de sus premisas.  No diremos que Colombia, tal cual la configuran sus castas gobernantes decimonónicas, es un pedazo de patria continental perdido, para no sumirnos en una espuma pesimista; pero no debemos dejar al olvido que nunca nos ha pertenecido en alma, realmente, ni siquiera durante la época de Bolívar, época también de Santander, cuando empezó a cuajar como un sistema de gobierno contrarrevolucionario, traidor y apátrida.

Con todo su amor integracionista, Bolívar nos quiso llamar “colombianos”, pero dejó la vida en ello, en el seno mismo de una Colombia ya irremediablemente santanderista y entregada al designio de una nueva fuerza extranjera imperialista, en lugar de la vieja española desalojada.  Casi como un sarcasmo de la vida, de profundo simbolismo histórico, Bolívar murió en sus tierras, mismas en la que floreció todo aquello contra lo cual en vida luchó:  opresión social, opresión colonial, explotación del hombre por hombre, castas terribles de diferenciación social..., y donde al sol de hoy continúa ese jardín muy frondoso.  Colombia es hoy cuna de la contrarrevolución, sede del antibolivarianismo, protectorado imperial de los EEUU, base de 7 guarniciones militares extranjeras, cuña contra la integración latinoamericana, espíritu demoledor contranacional y de ideales.  Hugo Chávez, por su lado, encarna lo contrario, es un espíritu bolivariano, de esos asesinados en el cuerpo de Bolívar en su época... ¿cómo pretender encajar en el centro mismo de la antonimia moral?  Se oyen las protestas de las premisas y las lógicas.

Se debe tener presente hoy y por un largo lapso de tiempo, según el enclave que ha practicado el imperio de los EEUU sobre sus tierras (bases militares, financiamiento), que Colombia es un país perdido para la causa, casi enemigo a no ser por su pueblo llano, igual al venezolano, ecuatoriano o peruano, siempre necesitado de independencia.  Creer lo contrario, anclado en un noble deseo de no reconocer realidades, es perder las únicas defensas que provee el vivir a lo moderno, a lo griego, sin dioses, como dijimos, entregados únicamente a nuestros propios y racionales designios.  Ningún lugar mejor para asesinar a un presidente o ideal como Hugo Chávez que Colombia.  Colombia hoy es el resultado de un proceso histórico, nada borrable en sus resultados en dos o tres años, menos por la vía ilusoria de unos buenos deseos o mentalismo, muchos menos por una simple visita.

Desde el punto de vista de la razón, sobran las consideraciones.  Ella es una capacidad de conciencia.  Hugo Chávez está obligado a tenerla y a regirse por ella.  El mismo presidente ha dicho lo que sería del país si él muriese asesinado.  Huelga hablar de las consecuencias.  Bástese dejar aseverado que pasarán décadas para que una promesa de transformación socialista vuelva a prender en nuestras tierras, mismas que a futuro estarán severamente atenazadas por la derecha política, más acuciosa, más avisada, más inescrupulosa, consciente de la indeseada e histórica experiencia chavista.

Hoy la oposición magnicida y quienes internacionalmente le prenden velas negras a las revoluciones rezan para que Hugo Chávez pierda su guarnición:  una decisión huérfana del visto bueno de los únicos dioses personales de nuestros tiempos modernos:  razón y lógica.  ¿No ha visto usted la alharaca en los medios políticos opositores, donde casi empujan y sentencian “¡Qué cobarde!” para que el presidente se embarque de una mala vez hacia Colombia?  Una de sus plegarias favoritas es el efecto a recoger de la afirmación de que con no ir Hugo Chávez en nada recompone las relaciones con el vecino país.  ¡Por favor...!  ¡Arreglar Chávez el asunto con Colombia cuando 7 base militares de los EEUU se ejercitan y uno de sus soldados predilectos (Juan Manuel Santos) ejerce el poder! Se sobredimensiona el efecto de una simple visita en aras de una ansiada probabilidad de muerte.

miércoles, 14 de julio de 2010

Lo inevitable.

Guerra EEUU-Irán No estoy por saber cuándo sonará el primer disparo, ni desde dónde.  Una guerra empieza o de improviso o después de una larga provocación, hasta que se escapa un primer tiro.  EEUU e Israel pasean su embarcaciones en las aguas internacionales del Medio Oriente, tentando un acto provocante, más allá  de los plazos de espera planteados por la letra de las sanciones de la ONU, figura esta que puede importar un bledo, como quedó demostrado cuando el ataque a Irak.  Los policías del mundo se fueron hacia las aguas internacionales adyacentes al Golfo Pérsico a provocar la suerte, a correr con la tentación de inspeccionar un barco iraní, lo cual tendría su respectivo correlato del país asiático sobre los barcos en aguas del Golfo y del estrecho de Ormuz, como advirtiera un comandante de la Armada.  Inmediatamente podría comenzar el ir y venir de proyectiles, como advierte Fidel Castro en uno de sus escritos. Una lluvia de guerra.

Pronosticar guerras es lo más simple que hay.  Basta con saber cuáles son las objeciones al poder y quién tiene algo que ese poder necesita para seguir ejerciéndose.  Sáquese no más la cuenta a partir del hecho de que se hacen guerras nomás por orgullo, y hasta por imágenes simbólica; con tanta mayor razón y predeterminación, si por necesidad.  Usted recuerde cuando era niño y el más guapetón de los muchachos le pintaba a su madre sobre el suelo y acto seguido la emprendía con escupitajos o lascivos movimientos de caderas sobre “ella”.  Allí empezaba una pelea, una guerra, pues, aunque un abuelo desde una ventana advirtiera que era estúpido caerse a piñas por causa de unas rayas dibujadas sobre la tierra.

O piense en el bombardeo al que fue sometida Libia luego que Muammar Khadafi llamara “perro rabioso” a Ronald Reagan, entonces presidente de los EEUU.  Por supuesto, no diremos que fue por causa del insulto en cuestión que se decidió el bombardeo, ¡pero cuanto hay de eso si consideramos que la guerra contra el terrorismo que por aquellos años se iniciaba era la pantomima que se sabe es ahora (un burdo pretexto)!  ¡Échele coco, por este mismo orden de ideas, barajando a la Venezuela actual, acusada de los tres argumentos históricos imperiales de la guerra:  comunismo, terrorismo y narcotráfico!

La guerra que se plantea en el Medio Oriente tiene un cariz de necesidad para la preponderancia de los EEUU en el mundo. Dejémoslo claro. Nada tiene que ver con orgullo, perros africanos o gringos, imágenes o símbolos; ni en modo alguno obedece a la tan cacareada confrontación de civilizaciones, que nos pone a pensar en una sarta de gringos (y al francés Sarkozi, especialmente) yendo hacia esos lugares a prohibir la amputación de manos para los ladrones y el uso de la burka en mujeres.  Nada más lejos.  Cuando los EEUU se posicionan en las tierras del Medio Oriente y aguas del Golfo Pérsico, en plena Guerra Fría, por allá en 1.957 en virtud de una llamada doctrina Eisenhower y posteriormente Carter, lo hacen antes por petróleo y recursos minerales que por contener a la Unión Soviética.

El Medio Oriente estaba formado por estados “canallas” y era un territorio a disputárselo en influencia a los soviéticos, pero también contenía y contiene el “80% o más de las reservas mundiales de gas natural y petróleo, así como reservas de uranio, cobre, cobalto y otros materiales industriales cruciales.”¹  De manera que su teatro de operaciones hoy ─de guerra─ es una consecuencia de un consciente perfilamiento de los EEUU en su condición de aparato industrial extremo-dependiente de la energía, así como es una consecuencia de cálculos geoestratégicos militares.

Es claro que EEUU y compañía se disparan el último cartucho de guerra y expoliación antes de volcarse “preocupadamente” hacia América Latina.  De no resultar satisfactorias las cosas por allá, en breve los tendremos en casa.

Dígase, pues, del modo más simple posible, que los EEUU se la juegan como potencia industrial y militar con su aventura en el Medio Oriente y en aguas del Golfo Pérsico, aunque suene espectacular.  Sobremanera hoy día cuando se proyectan mermadas las reservas de petróleo en el planeta y cuando otro voraz y coloso competidor surge en el panorama internacional (China).  Mírelo así:  los EEUU son unos de los principales productores de petróleo en el mundo, pero no se bastan así mismos para autoabastecer su necesidad, teniendo que importar.  Consumen 20 millones de barriles diarios (produce 5), y se estima que en el 2.025, junto a China, consumirán el 35% de la reserva mundial.

Vea la preocupación norteña […]:  en 1970 los EEUU producían de su propia cosecha más de 10 millones de barriles diarios; hoy apenas llega a 5.  Tienen reservas por el orden de los 16 mil millones, y consume anualmente 7.300 millones, es decir, dos años aproximados de subsistencia.  Diariamente se tragan 19 millones de barriles y, como les dije, ¡produce 5!²

Ellos lo sabían desde mediados del siglo pasado y antes cuando desarrollaron inusitadamente su aparato industrial, tomaron previsiones geoestratégicas; hoy se disponen a recobrar la inversión.  ¿Quién se atreve, ergo, a apostar a que no habrá guerra?  Ya en Irak mantienen presencia y aseguran un alto porcentaje de conquista regional, por más que se arguya que la guerra le resultó un fiasco, según el país es un desorden y no hay seguridad para óptimas extracciones de hidrocarburos.  ¡Pero tal es el plan!  No existe ─por principio─ un país pacificado tomado por los EEUU (Japón, quizás, a precio tan alto), dado que la doctrina de dominio no es precisamente la paz sino el estado incendiario de la zozobra.  Ello faculta permanentemente a la intervención imperial y mantiene en debilidad al objeto de la sujeción. Es decir, la doctrina maquiavélica in situ y en vivo.

Una vez dejado en claro la voracidad y la extremo-dependencia energéticas de los EEUU, el otro factor a considerar es el sionismo que se ha posicionado medularmente en el aparato de poder político y económico del país, hasta el punto que empleados de la CIA, para hablar de un nivel de expresión significativo, se quejan de que se han convertido en un apéndice operativo del Mossad.³  Más allá, incluso, al echar usted un ojo a las estructuras gubernamentales de los EEUU, notará que las instancias están copadas por personalidades y funcionarios que no parecen vacilar en considerar a Israel como una suerte de “patria histórica”, hacia cuyo ara se opaca el juramento de fidelidad debido a los EEUU.  Rahm Emanuel (jefe en la Casa Blanca), Hillary Clinton (Secretaria de Estado), Joseph Baiden (Vicepresidente), Robert Gates (ministro de Defensa), Timothy Geithner (ministro de finanzas), Bill Richardson (ministro de comercio), Tom Dashle (ministro de salud), entre otros, son bueyes que inclinan la balanza hacia una región imperializada por el Estado de Israel, que es como si dijéramos EEUU.

Para finalizar y para hacer más próximo el drama del Medio Oriente respecto de nosotros, acérquelo usted a América Latina y correlacione la situación en el aspecto de los recursos naturales, de la geopolítica y geoestrategia.  Como allá, donde el Medio Oriente fue registrado como un haber geoestratégico, acá existe un registro de “patio trasero”, figurando Venezuela y Brasil como los fuertes en reservas de recursos naturales, geopolíticos y geoestratégicos, y Colombia o Chile como la avanzada de la bota imperial en el continente. Es claro que EEUU y compañía se disparan el último cartucho de guerra y expoliación antes de volcarse “preocupadamente” hacia América Latina.  De no resultar satisfactorias las cosas por allá, en breve los tendremos en casa.

Notas:
1. Michael T. Klare:  “La nueva geopolítica de la energía” [en línea].  En Indymedia Colombia. – 11 mayo 2.008. - [Pantalla 8]. - http://colombia.indymedia.org/news/2008/05/86487.php. - [Consulta: 14 Jul. 2.010].
2. Oscar J. Camero:  “Breve retrato petrolero del sistema imperial de los EEUU” [en línea].  En Animal Político. – 23 Oct. 2.009. - [Pantalla 9]. - http://zoopolitico.blogspot.com/2009/10/breve-retrato-petrolero-del-sistema.html. - [Consulta:  14 Jul. 2.010].
3. Nil Nikándrov:  “El Bilderberg conspira en América Latina” [en línea].  En Fondo de la Cultura Estratégica. – 3 Jun. 2.010]. - [Pantalla 5]. - http://es.fondsk.ru/article.php?id=3070. - [Consulta:  14 Jun. 2.010].

 

viernes, 9 de julio de 2010

5 de julio: firma del Acta de Independencia y ascensión de Manuela Sáenz al Panteón Nacional

La Milicia Bolivariana desplegó un operativo de custodia y seguridad

Histórico reconocimiento a quien en vida fuera una soldado y compartiera vida sentimental con el Libertador. Se reporta, además, el sin precedente ascenso de dos mujeres al rango de vicealmirante en evento protocolar en el Fuerte Tiuna.

Caracas. Con motivo del traslado de los restos simbólicos de Manuela Sáenz al Panteón Nacional, desde la Casa Natal del Libertador donde reposaban en vigilia desde el sábado, la Milicia Bolivariana desplegó el 5 de julio un operativo de seguridad que consistió en extender una cadena humana de custodia entre los sitios, realizando labores de resguardo público para la comitiva que, en una primera fase, tenía la responsabilidad del traslado del cofre contentivo de los restos de la heroína.

En un primer tiempo, bajo el mando de los comandantes, la Milicia se formó en la Plaza El Venezolano, diagonal a la Casa Natal del Libertador, desplegada en dos agrupaciones de diferente uniforme: la verde oliva de la Milicia Territorial y la gris de la zamorana o milicia campesina, como se le conoce. Luego, hacia las 10:00 AM empezó el movimiento hacia la zona norte de la ciudad, desde la esquina San Jacinto, pasando por la Av. Urdaneta y continuando hacia la Av. Panteón, a objeto de habilitar el paso de la comitiva hacia el Panteón Nacional. La comitiva con los restos de la heroína “Manuelita” Sáenz hizo acto de presencia poco antes del mediodía, escoltada por cadetes y distintas organizaciones civiles y sociales.

La heroína.

Manuela Sáenz nació en Ecuador el 27 de diciembre de 1.797 y murió en Paita, Perú, el 23 de noviembre de 1.856, bajo los efectos de una trágica peste de difteria que asoló la zona, hecho que conllevó a que sus restos fueran enterrados en una fosa común y sus posesiones incineradas, perdiéndose con ello una valiosísima documentación histórica de la que era custodia.

Durante ocho años fue compañera sentimental del Libertador, llegándole a salvar la vida en Santa Fe de Bogotá en 1.928 al hacerle frente a los conspiradores. Por tal razón, según cuño del mismo Libertador, se le conoce como la Libertadora del Libertador.

Manuela Sáenz ya mucho antes de conocer a Bolívar era una activista política, desde la época de su matrimonio con el médico inglés James Thorne, en Lima, donde vivió y compartió con otras mujeres adversas a la autoridad española un creciente descontento que finalmente derivó con una participación femenina en los movimientos revolucionarios de la época, encabezados por Simón Bolívar en Nueva Granada y San Martín en el Perú.

Se le conoce, además, como una persona irreverente y desafiante de las convenciones culturales que enclavaban a la mujer en una posición sumisa y secundaria respecto a un rol más protagónico en los asuntos sociales. En lo sucesivo renegó del matrimonio contraído con el inglés (arreglado, como era la costumbre), excusándose con que no podía vivir con un hombre que le causaba repulsión; decidió seguir a Bolívar, a quien “adoró” vivo y “veneró” muerto. Este hecho le acarreó no poca crítica durante la época, dada su condición de mujer casada.

Posteriormente, cuando es ya mujer militar, ”mostraba su talante vistiéndose de hombre (...) y cabalgando con mayor destreza que sus acompañantes (...) rebelde y luchadora", como lo expresó el presidente Rafael Correa en el acto de recepción de los restos en el Panteón, al retomar la valoración histórica que se desprende de la figura de Manuelita como defensora de los derechos de la mujer y de su autodeterminación.

Manuelita combatió en la Batalla de Pichincha, recibiendo el grado de Teniente de Húsares del Ejército Libertador. Luego participó en la Batalla de Ayacucho, desde donde el mariscal Sucre la postula a Bolívar para coronela en los ascensos. El 22 de mayo de 2.010 el Presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa la asciende al grado de Generala de Honor de la República, en el mismo sitio donde se sellara la independencia del Ecuador (Cima de la Libertad). El pasado día 5 de julio, a 199 años de la firma del Acta de la Independencia venezolana, es promovida al grado de General de Brigada del Ejército Bolivariano y sus restos se depositan al lado derecho del sarcófago del Libertador, Simón Bolívar, en el Panteón Nacional, máximo altar de la patria.

Es de hacer notar que a estos efectos de reconocimiento del papel de la mujer en la gesta revolucionaria, en fecha conmemorativa de independencia como lo es el 5 de julio, posteriormente el presidente Hugo Chávez, presidió los ascensos de 381 oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, celebrados en le Patio de Honor de la Academia Militar, Fuerte Tiuna, donde en un acto sin precedentes ascendieron dos mujeres al rango de vicealmirante.

Se trata de Carmen Meléndez de Maniglia y Silvia de Semeco. Desde 1832, en la Armada Nacional no hay registro de ascenso de oficiales femeninos a tal grado.

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