viernes, 25 de enero de 2013

Globovisión española o el oficio de reembolsar colonias

Miro la TV antigubernamental nuestra hoy en la mañana (Globovisión, pues, y no me pregunten el nombre del programa) y oigo cómo los adláteres de la contrapatria y lo foráneo defienden lo indefendible:  la inocencia del diario El País (de España) por el hecho de reconocer su bache al publicar una fotografía equivocada de un presunto Hugo Chávez se dirá agónico.

Ellos razonan (los periodistas venezolanos defensores) y sueltan que fue un error y que el diario español es magnánimo al reconocer el equívoco.  Dizque el diario retiró apresuradamente ─reflexionan─ las ediciones impresas con la fotografía prácticamente necrológica de Hugo Chávez (un hombre intubado, en nada compatible con la dignidad de un presidente de país habilitado). Que debiera ser suficiente y ¡punto!

Ellos argumentan que no debiera haber luego alharaca alguna, dado que dos cosas disculpan la metida de patas del impreso español:  su retracción y el hecho de que el mismo diario ─según el sesudo analista del programa, Jesús Torrealba─ fue fundado en sus orígenes por gente de la izquierda política.

Ellos y ellas, en fin, Globovisión completa, si vamos al caso, declaran inocencia porque barruntan que todo este embrollo ─que hace que otros de buena fe se equivoquen─ viene a cuento precisamente porque el gobierno venezolano no ha dado suficiente testimonio sobre la salud de Hugo Chávez.

Y así seguí oyendo un montón de paja sonora cuyo inevitable fruto fue la idea en mi cabeza de que no había pizca de amor nacionalista ni respeto constitucional venezolano en semejantes bichos se dirá ufológicos.  Apagué, pensando en guerras, invasiones extranjeras, traiciones, siempre imaginando que ese canal y sus operarios son más de otro lado que de la tierra sobre la cual respiran, que aspira a la paz y democracia.  Pensando que eran españoles está vez, y no gringos, como es costumbre en ellos signficar. Extranjeros y no venezolanos, pues, en todo caso.

El breve contrarrazonamiento que les traigo a tales elementos (si no son nuestros, nos parecen fríos, como números) es el que sigue:  la fotografía, con todo y la retracción excusatoria del diario español, ya había rodado en el tiraje impreso.  Que recogiesen los impresos no repara del todo el daño difamatorio inferido.  Ya había calado en la opinión pública, como es prueba el escándalo mismo que se ha formado en la actualidad respecto del tema.  Ante eso se pide excusas, se procura ser, aunque sea mínimamente, ético, señores periodistas “venezolanos”.  ¿Qué te parecería, María Elena Lavaud ─una de las periodistas del programa en cuestión─ que un medio impreso se equivoque y publique unas fotitos tuyas en posturas nada decentes, pero que luego, como dicen ustedes que es suficiente, pida disculpas y las retire, subsanando el lío, aunque a las tales fotitos las haya mirado una asombrada parte de Venezuela?  ¿No te gustaría una reparación, por lo menos, un desmentido, una aclaratoria de que esa que aparece allí, pelada, peluda y perempenpuda, no eres tú?

 

“Estoy seguro de que no te bastarían unas fofas disculpas para desmentir que esa señora mayor que aparece en tal accionar no es tu amada madrecita.”

 

¿Que no debe haber escándalos?  Medio mundo sabe de las tales técnicas de los golpes bajos:  se pide luego disculpas, pero lo importante es que el daño queda hecho, se acepten o no las tales y devaluadas disculpas.  Sabemos eso, es la guerra mediática.  Que el diario dizque fue fundado con gente de izquierda política ─Sr. Jesús Torrealba─ no atenúa en nada el impacto de la inmoralidad cometida.  ¿Estarías de acuerdo si publicaran por error la fotografía de tu progenitora en tangas? Estoy seguro de que no te bastarían unas fofas disculpas para desmentir que esa señora mayor que aparece en tal accionar no es tu amada madrecita.  En España no hay izquierda, hombre, aprovecho para decírtelo; hay una derecha aberrante que ha poco es posible remonte lo que le falta para volver a la monarquía originaria. Si la hubiera, no estaría como está hoy en día: en degeneración, inhumana.

El argumento de que el gobierno no ha informado suficientemente no vale como pieza de contraataque:  van como 30 reportes.  Lo que ocurre es que ustedes, señores de Globovisión, ven la cosa muy sencillamente:  ustedes lo que quieren es la foto de un Chávez muerto y punto. Fin de cuento. ¡Allí sí que celebrarían que hay democracia y una eficiente gestión gubernamental de comunicación en Venezuela!  Tal es vuestro apetito necrofílico.

Confieso que luego de apagar el TV, me fui al baño y me duche meticulosamente, como si así me desinfectara de semejante rocío “profesional periodístico” mañanero.  Duele corroborar que nos gastamos una oposición que, siendo nuestra, no lo es al mismo tiempo, por aquello andar soñando con la destrucción cívica del país mismo que ella habita, que nos cobija a todos. Alguien de la familia no va contra su propia casa, como dijer Lincoln.  ¿Cómo se entiende que un marino, para acabar una rencilla sobre la cubierta, se halle en la tarea de hundir el barco completo para solucionar el problema?  ¿De qué locura hablamos?  ¿De donde diantres es esta “nuestra” oposición (estos políticos, estos periodistas), que siendo venezolana se siente más gringa o española pero menos venezolana?  Gente que se esperanza con modelos de derrocamiento y destrucción contra otros países (Libia, Siria, Irak) aplicables al propio.  Gente cuyo oficio y efecto parece ser la degradación… Y, ojo, corrijo, digo “nuestra” porque es el hecho de que está con nosotros, los venezolanos, aquí sobre cubierta, constantemente zarandeando el barco e instigando a la tripulación.

lunes, 21 de enero de 2013

Nuestra oposición extraterrestre

Ok, Chávez volverá.  Estiman que para principios de febrero ya esté repuesto, aunque aún bajo tratamiento (ojo, no me he contagiado ni del periodista Marquina ni del Dr. Bocaranda).  Pero, una vez el presidente en casa, ¿quién paga por esa cantidad de platos rotos de la desestabilización a propósito, precisamente, de su eventual no retorno?

¿Quién paga por los daños morales al país, por las pérdidas económicas (en Táchira destrozaron a montón)?  ¿Quién paga por la lesión en la dignidad, autoestima o imagen de Venezuela en el ámbito internacional, hecho que se traduce en un argumento arteramente utilizado para categorizarnos como país “primitivo”, en pañales cívicos, país bochinche, por quienes desde hace mucho están interesados en colonizarnos a fondo y de una vez por todas?

¿Quien paga esa traición interna que se presta para el ataque externo?   Ese lacayismo que denuncia Alí Primera en sus canciones.

Y dígase esto sin contar que aún, para el 23 de enero, presuntamente la oposición venezolana (derecha política) prepara nuevamente su circo desestabilizador nacional, buscando precipitar una declaración extranjera, una mano imperialista que se entremeta en nuestro país y les dé una mano redentora.

Muy, pero muy lamentable.

“¡Bochinche, bochinche!”, exclamaría Francisco de Miranda, “Esta gente no sabe hacer sino bochinche”.  Y por ahí se va el lamentable retrato político de la Venezuela opositora después de tantos esfuerzos cívicos y civilizadores de la revolución socialista hasta por ella misma, después de tantos años de comprensión de su causa perdida (la de la derecha), de sus ideas y esquemas en crisis, de tolerarles el delito, en plena entrada en el siglo XXI.  Después de tanto tiempo de soslayarle asonadas, golpes de Estados, plazas Altamira, paros, guarimbas, sin que nadie pague por ello debidamente.  Después de tanto corroborar que, ni con el ofrecimiento del mil cielos y perdones, ni mejores constituciones o indultos o vistas gordas o lo que fuere, su naturaleza es reparable, adaptativa o cambiable.

 

“Un opositor venezolano de estos es una criatura vestigio de épocas pretéritas coloniales, cuando habitó el dinosaurio del vasallaje imperial, ese de rodillas callosas, aún sobreviviente en cuerpo y alma en muchos especímenes [...]”

 

Situación de lo más injusta para con el venezolano de a pie, ese a quien la revolución bolivariana conceptuó como destinatario del pago de una deuda social e histórica acumulada.  Circunstancia que, sin duda, nos grita que el país no se merece la oposición que tiene; y que, también sin duda, nos expone la incorrespondencia emotiva entre una dirigencia opositora y sus seguidores electores, hecho que, otra vez, nos devuelve a la situación de afirmar que ningún venezolano se merece semejante fraude, asíntota que nos revela que la gente llana que apoya a tal dirigencia lo hace porque en realidad adversa a Chávez y no por el mérito propio de su organización y cúpula.  Hecho que demuestra, en fin, que nuestra oposición no es nuestra, es ajena, extraña, satelital o extraterrena.

Gente directriz que no vive en el país en cuerpo y alma, que, para decirlo con mayor horror, come afuera, en el extranjero, y defeca dentro, sobre nuestras nacionales fronteras, teniéndonos nomás que como país excusado.  Gente que obedece al foráneo para atacar al interno, a su propia patria, de cualquier manera, en nombre de sus capitales intereses.  Gente rica, “especial”, que no quiere a esa otra aunque vote por ella, porque es fea, hedionda, pobre, sin clase, no más que provista de una mano para votarles y un cerebro estúpido y vacío para recibir los gases que le expelen.  Gente, en fin, que no se cree gente (o sea, venezolano que no es venezolano) y que no está realmente donde usted la ve que está.  ¡Vaya complejidad locuaz, señores!  ¡La oposición fantasmagórica! ─se dirá.

¿Pero, entonces, qué son esas criaturas, esa clase dirigente, esa cofradía, ese grupo selecto, ese “súmmun”?  Se llaman a sí mismos “ciudadanos del mundo”, esto es, gente que piensa que la patria no es el terruño donde naces, sino que lo es el cosmos, el planeta, no teniendo, en consecuencia, cuotas morales que pagar respecto al lugar específico de procedencia, ni culto que ejercer, ni ley que observar.  Por el contrario, semejante cuadro sirve para justificar el delito y la traición que prevarican de lo más bello.  “Somos ciudadanos del mundo y no ofendemos a Venezuela con nuestras acciones.  ¡Volamos!”

Un opositor venezolano de estos es una criatura vestigio de épocas pretéritas coloniales, cuando habitó el dinosaurio del vasallaje imperial, ese de rodillas callosas, aún sobreviviente en cuerpo y alma en muchos especímenes, pero sobreviviente ─podría decirse─ en tanto el hecho es que espíritu tan lamentable perdurará hasta que se marchite completamente el cuerpo de la especie que lo comporta (una generación dura 30 años, decía un pensador por ahí).  Ciudadanos del mundo, sin compromisos, cuyos cuerpos portafolios vegetan en Venezuela, cual plantas nefandas, y cuyas almas revolotean sobre otras fronteras, traicionando hasta a la Madre Tierra, cosa contraria a lo que ellos mismos se imaginan veneran.

viernes, 11 de enero de 2013

Diosdado y Nicolás, de “zamuros” a pilares de la revolución

¿Qué mantequilla, no, el show reciente opositor?  Una escandalosa gritadera.  Una mórbida fijación:  Chávez no está, sigue enfermo o está muerto, o lo que sea pero inhabilitado (que es lo importante), ausente, sin efecto, un redondo cero...  En consecuencia debía ser  Diosdado Cabello, como presidente de la Asamblea Nacional, el hombre a asumir el mando.

¡Tonticos, eh, a punto de caramelo babieco o de ser comido por las hormigas, como se dice!  Así obligaban a elecciones en un plazo de 30 días.

Usted los miraba cerrar filas en torno a semejante conseja, que mucho es llamarla estrategia, porque la palabrita suena como grande, comporta la idea de inteligencia, ajedrez, cálculo, consideración de variables, efectos civiles y militares, y, como sabemos, nuestra oposición a dado síntomas olímpicos e históricos de que es imbecil.

Y un imbecil no se concentra, se discapacita por causa de su intemperancia, de su visceralidad, su fachismo, su mundo lejano y de apariencias por encima de la vital verdad.

Pero como el cuento no cuajaba y las moscas empezaban a revolotear presagiando descomposiciones, y el día 10-E se aproximaba impertérrito con su carga de juramentaciones, entonces idearon difundir que los poderes en nuestro país estaban en guerra, esto es, la presidencia de la Asamblea Nacional y la Vicepresidencia de la República.  ¡Caramba, tenía que ser Diosdado Cabello porque tenía que ser el que jurara como presidente, en ausencia del recientemente elegido, pues había que obtener elecciones en 30 días a cualquier precio!

 

“Entonces el 10-E llegó y se jodieron.   Chávez continuó siendo presidente, Nicolás, vicepresidente, y Diosdado, el asambleista mayor.”

 

Sudaron, gastaron, se cansaron, a pesar que desde afuera los acompasaron desde medios de comunicación perversos corriendo especies de que Chávez había muerto y dos negros zamuros se disputaban la carroña de su sucesión.  Y así, aunque no con significativo éxito, pertubaron los fríos primeros días de diciembre.  Que si uno de los zamuros asaltaría con militares, que si el otro restablecería relaciones con los EEUU para nuevamente traer a la DEA y se llevaran al primero; que si se odiaban y se ponía zancadillas, y en nombre de interes personales sacrificarían el legado de Chávez (¡ladrones que juzgan por su condición propia!); que uno es chofer de autobuses y el otro perdió con Capriles.  Y dale...  Y dale a la mata para buscar una voz entre los militares.  Y dale... Pero nada que la cosa funcionaba.  No prendía la chispa. La gente y los militares se quedaron tranquilos, se dirá mirando a esa cuerda de locos como soplaban sobre las calles desde sus pantallas de televisión (¡no vayan a creer que los bichos salen a la calle!).  La  gente de ellos mismos se sonreía, seráficamente, si es posible el término, para comunicarles algo de piedad:  el pueblo venezolano, en general, ha aprendido (es la lección) y no se deja.  Ya no se traga cuentos ni llamados viscerales a rebelión; ya se resiente de tanto engaño y por ello no adelanta un paso para apoyor a una sarta de pedazos de locos con palo y perol entre las manos, históricos engañadores de oficio, farsante del abril de 2002, artífices de la miseria secular en en Venezuela.

Entonces el 10-E llegó y se jodieron.   Chávez continuó siendo presidente, Nicolás, vicepresidente, y Diosdado, el asambleista mayor.  La paz cívica y estabilidad se había hecho con Venezuela.  El aire frío seguía frío, recordando al Pacheco del Waraira Repano.  Ningún abanico se movía para aliviar nada y ninguna mano cogía piedras para alimentar pergeñadas guarimbas.  Silencio, y silencio contrastante con el estruendo de los aviones supersónicos Sukhoi que surcaron el cielo caraqueño para saludar al presidente, su constitucional inicio de nuevo período presidencial.  ¡Ah, y también para recordarle ─¿por qué no?─ que aquí en Venezuela había una Fuerza Armada Nacional Boliviarina dispuesta a defender una patria sagrada y legítima.

Ni Diosdado había aceptado su oferta de ser presidente aclamado por 30 días ni Nicolás el consejo de apartar a su hermano ideológico del camino.  Nadie dobló piernas, ninguno vendió su espíritu:  ni charcas ni mercados.  Ningún interés particular privó por encima del valor de la patria.  Cero traición.

Tenemos Venezuela, aunque transitada por unos orates por allí con palos y poncheras sobre los hombros llamando a sedición, destilando frustración, alzando plegarias a ese dios Ares de la guerra que quizas habita en ese Olimpo sagrado nuestro que es el monte Waraira Repano, rebuznando, quizas ansiosos por salir a quemar los chaguaramos de las ciudades.  Me dicen que vieron llorar a Julio Borges, al del cáncer en las cejas; a Capriles aterrado con el Consejo Legislativo adverso en su gobernación; a Leopoldo López intentando formar una red de otroras sediciosos de la plaza Altamira y a un Yon Goicoechea mover la obesidad que le proveyó el dinero del premio Milton Friedman.

Los chamos están en la escuela, la gente trabaja y yo, con el permiso de mi tiempo para la recreación, estoy a punto de salir a tostar un poco más mi piel en la playa después de envía este escrito a Aporrea.com.

jueves, 10 de enero de 2013

Oposición de Facebook y Twitter, cáncer de redes

Te digo:  la oposición me desilusiona.  Ojo, y no hablo de esa oposición como entidad organizativa, lejana por allá, que parece ajena a las individualidades de carne y hueso que indefectiblemente la conforman, individualidades que por separado pueden lucir, ¿cómo digo?, hasta inocentes de parentesco y culpa.

¡Caramba, hablo del conjunto y sus elementos, ajustados o mal ajustados a su centro pero ajustados al fin, por decirlo de cualquier modo!  De las bocas particulares que repiten la matrices del conjunto corporativo, del bípedo, de los lamentables conocidos y hasta amigos y pariente, del que camina por ahí aportando su granito de ridiculez al todo.

Me disculpan, parientes, amigos míos, lectores, conocidos, virtuales de las redes sociales y de otros tantos recovecos, pero debo decírselo:  ustedes, particulares, concretos, hacen la suma de esa lastimera realidad.  No se salva ninguno, nada.  No hay porque hacer separación entre el amigo que implora por el defenstramiento de Hugo Chávez porque no se juramenta el 10-E y la posición oficial golpista de la organización política con la que hace migas.  ¿A cuenta de qué? ¿Por amigo o pariente, porque no marcha o grita consignas? A ambos, elemento y conjunto, le son comunes la miseria intelectual, la ignorancia y la discapacidad para incorporar a su vida el espíritu del civismo y de la humana ética.

¿Qué porque no perteneces oficialmente al partido de los lamentables, no militas sistemáticamente en él o no vas a las concentraciones que convoca, dejas de parecerte o hacer causa común con Antonio Ledezma, Julio Borges, Henrique Capriles, Ramón Aveledo, etc.? ¡Por favor!  En el ramaje de vuestra alma anida el pájaro jurásico de la intemperancia ética, listo para hacerte pasta comunicante con el fango de extintos tiempos... Porque te digo, a menos que el oscurantismo de vuestra lámpara se apropie una vez más del país, de manera inconcebible, Venezuela al presente apunta hacia una excelencia de humanidad donde quienes no se adecúen a la nueva ética de la polis naciente simplemente no estarán.

Así que excúsame, pero tenía que decírtelo.  No es deseo de muerte ni nada por estilo.  Es, sencillamente, una lamentación fraterna.  Algo así como cuando vas a un baño sucio y te tapas la nariz y tienes el cuidado de no fundir tu pie con alguna sustancia viscosa sobre el suelo.  Y exclamas:  ¡Carajo, es que así es que vive este amigo mío a quien hoy visito!  Y claro, uno toma el trapo por ti, hermano, y empieza a limpiar para en alguna medida ayudar, desinfectar, tal cual como, si al caso vamos, hace el movimiento político socialista que se desarrolla en el país que, ni más ni menos, suple el abandono moral de una oposición ausente y de las personas que como tu que la acompasan.  Porque además, créemelo, la fuerza moral de la baza socialista que dignifica a Venezuela y al mundo mismo también te cubre a ti como parte integral del planeta, te suple, te rellena en ese tu vacío de humanidad y de intelectualidad herrumbrosa.  Porque eso hace el socialismo en Venezuela con su capacidad de humanismo redentora:  es gobierno y oposición a un tiempo, dado que los vacíos como tú y la suma corporativa de los tales vacíos siempre es igual a cero, esto es, igual a ausencia, es decir, a vacío de oposición, a su falta. Nada.

¿Crees que porque te lanzas a la calle hacia una conversación de muerte con otro de tu misma ralea, maldiciendo mil veces el nombre del presidente de Venezuela, te hace distinto en espíritu al que anima a la dirigencia partidista que, aunque no quieras, te abraza con los bicharracos anteriormente nombrados, con un Carmona Estanga o un militar de esos parando su inmundicia amoral en una plaza Altamira?  ¿Crees que no haces pasta común con la letrina matrizl partidista cuando pones a rodar ruinmente un mensaje telefónico o alguna entrada maliciosa en las redes sociales, desprovista de principios morales o sagrada humanidad?  ¡Pardiez!  ¿Te salva acaso de irte con el agua bajante de la poceta razonar, por ejemplo, “Yo no soy político y estoy dando mi pura opinión democrática”? “¡Este es un país democrático y patatín, patatán!"

 

“Finalmente, ¿sabes lo que más me desilusiona, así, en especial?  Esa desesperante baja de guardia de la inteligencia y suspicacia que últimamente la oposición ha experimentado y que tú padeces también”...

 

Podría ser lo que tú crees o quieres creer, señor pajarito, nomás para permitirte incurrir en actos de irresponsabilidad ética.  No más para permitirte condenar, por ejemplo, a un proceso de cambios históricos venezolano que tú sabes es reparador moral y justiciero social, pero que te empeñas en desconocer escudándote en las consejas manidas que dispara la dirigencia política con la cual manifiestas no comulgar.  ¡Psssiiii!  Es igual la vaina a cuando cometes la imbecilidad de salir repitiendo un arsenal de mentiras disparado por los medios de comunicación, que te rellenan tu vacío moral de empanada de nada.

No vayas tan lejos, no.  No camines por esos senderos “blancos” que te hacen creer en increíbles inocencias, en enjundiosas agudezas o en altas estaturas de intelectualidad.  ¡Oh, no!  Como granito de arena que dices ser, todo tú anónimo y hasta anodino, en nada comulgante ni militante con la estupidez en Venezuela, eres playa, hijo, eres parte del conjunto a fin de cuentas, el que te contiene como elemento, como grano o polvo, lo que seas, y eres, ineludiblemente, ese todo, el grupo , el partido, la inconsciencia, la irresponsabilidad, la inmoralidad, el problema que aqueja.  Si no culpable, amigo mío, eres oposición, y ya eso de por sí, por el modo como se ejerce en Venezuela, comporta una desgarradora pena.  ¿Para que más balbucir tantas pajas y huir de realidades?

Parte de la carencia política, del problema moral que defeca en Venezuela, carne hecho de ese vacío de oposición sería y ética por la que clama Venezuela.  Bochinche, como se expresara (en otro contexto) Francisco de Miranda al momento de ser apresado por Bolívar por capitular ante Monteverde.  Porque tal es el bochinche:  jolgorio que se suscita en torno a una carencia o destemplanza moral o rectora.  Es la danza, pues, señor mío, que vuestra humanidad escenifica para escurrir el bulto de la irracionalidad y desprovisión ética y cívica que os atenaza.  Demás está ensartar acá que urge en Venezuela una oposición política y no ese muestrario de malolientes vísceras con que a diario usted emborrona a la patria.

¿Seis millones?  ¿Tal es vuestra defensa? ¿Qué sean seis millones de almas opositoras, de tu mismo talante y punto de vista, como dices, y que irresponsablemente utilices para dar legitimidad a tus argumentos?  ¡Vaya, vaya! ¡Señor, tanto peor y lamentable, debo decírselo, según líneas de la presente reflexión! Si así fuese el caso, que todo ese gentío fuese como vos, de tinta y pedos estaríamos hablando, y estaríamos, también, consideranado la posibilidad de reciclaje: paja y papel por un lado y gas metano por el otro.

Finalmente, ¿sabes lo que más me desilusiona, así, en especial?  Esa desesperante baja de guardia de la inteligencia y suspicacia que últimamente la oposición ha experimentado y que tú padeces también, así sea bajo tu condición de grano de arena, como te llamas para sentirte a salvo de una probable oficialización partidista de tus estupideces y convicciones. ¡Ja, ja, ja! Duele que te decantes por la expresa bajeza de desear la muerte de Hugo Chávez, por ejemplo, así no más, sin condón ni lubricante de por medio, perdiendo capacidades creativas o de imaginación.  En abril de 2002 dijiste, junto a los dirigentes nacionales que insistes en no emparentárteles, que Chávez se autogolpeó no más para pescar incautos; y hoy, ¡ay hoy!, hasta ese leve ejercicio de malicia pierdes por la imbecilidad de convertirte en una expresa cápsula de opinión de los medios comunicación perversos que te conducen a la fantasía de creer que un presidente no es presidente por el hecho de no juramentarse un buen o mal día.  ¡Joder!  Si Chávez no ha muerto (y esto no es una apreciación, sino un silogismo), está vivo, caballo, ¡y qué sabes tú si catando y sopesando emanaciones espirituosas como las que proceden de inefables existencias como la tuya!

 

jueves, 3 de enero de 2013

La muerte de Chávez y el triunfo de los imbéciles

Se cansa uno de tanta imbecilidad, pero no de los imbéciles esos que define el diccionario (gafos, brutos, alelados), sino de la gente que le hace honor al sentido original de la palabra:  cínico y fuera de contexto.

Se puede ser muy brillante y saber que otros te meten gato por liebre, pero la verdad es que te haces imbécil simplemente cuando quieres serlo, cuando esa “realidad” que te proponen inocular seda tu orgullo derrotado y te compensa con una percepción virtual de victoriosa irrealidad; cuando decides “tragarte” una versión que se acomode a tu formación o expectativas de vida, ideología, sea política, económica, social, etc., aunque todas fuercen tu percepción honesta de realidad.  ¡Vaya, vaya!

Es decir, el imbécil lo es a conciencia. ¡Hummm! Por aquí vamos: Venezuela, luego, es un hervidero porque cuando la vaina se da de tal suerte no es más que cinismo, o sea, una deliberada manera de seguir adelante, creyendo en lo decidido a creer, a sabiendas de su perversión, en abierto reto al estatus o verdad. Y el país está poblado de eso, de gente así, cínica como de oficio y profesión, de locos, de bicharangos.

Así, pues, nuestro país está lleno de tales cínicos e imbéciles, especialmente opositores.  Los miras a diario por doquier.  Es probable que no tengas que alzar gran cosa la vista para divisarlos y a lo mejor te acompañan en tu casa.  No es difícil, desde que hay familias políticamente divididas.  Yo mismo, aquí en mi casa natal, me rozo a diario con dos o tres hermanos imbéciles que tengo.  Y es probable que yo mismo sea el imbécil que tanto pinto para otros, sólo que tendré que esperar el escrito de uno de ellos para leerme en detalles (a uno se le contagia lo cínico).

Un imbécil de estos nuestros blande un fácil perfil:  gusta de las ficciones y sueños para escudar su yerro, fracaso o fragilidad, cual cangrejo que camina de culo (parte muy tierna y vulnerable) para protegerlo entre la arena.  Se hace de cualquier ficción o versión de realidad para taponar su culito de cangrejo y parecer únicamente la pura fachada que ostentan:  tenazas agresivas y amenazantes, propias de una criatura fuerte, bien dotada y triunfadora.  ¡Ja, ja, ja!

Tal es nuestra oposición, lamentablemente:  unos completos cangrejos de fachosas tenazas y culitos blandos.  Baste nomás recordar capítulos de la historia reciente del país.  Unas soberanas cangrejadas, si así podemos hablar (o imbecilidades, cinismos, meadas fuera del perol, para decirlo en vernáculo).  Por ejemplo, cuando se embarraron las patas (ellos, nuestra oposición) con el golpe de Estado de abril de 2002, dijeron después que la vaina fue “un vacío de poder”. ¡Joda: suficiente! Defínalo usted, amigo lector:  ¿imbecilidad, cinismo o cangrejada?   Por favor, convengamos en no utilizar la palabra “cobarde”; ya bastante insulta la pintura puesta en la pared de la historia.

O, si no, véalos cada vez que hay una elección presidencial. Rebobine. A la sazón siempre ganan, son arrechos, tienen la mayoría, Chávez es un miedoso a punto de huir del país, son demócratas, bla, bla, bla:  la eterna cantaleta y tal. Y la verdad, la verdad de las verdades:   siempre pierden, indefectiblemente, llevando más patidas en ese trasero que perro callejero.

 

“¿Es que acaso la ausencia física del presidente Hugo Chávez significa que ellos no recibieron palo democrático por ese rabo golpista durante más de una década, grisáceo y terroso ya de derrotas?”

 

Es, ni más ni menos, lo dicho:  gente inteligente que decide ser estúpida y creer (vivir la ficción) en aquello que lo reivindica desde su hábitat de naturalezas muertas y derrotadas.  ¡Caramba, gente que decide mear fuera del perol, hermano, para después de creer mil veces una mentira hacerla, finalmente, su verdad!  Esto es paisaje nuestro de cada día; si no lo cree, salga a la calle, vejestorio mental, vea a la gente a su vez ver televisión, leer la prensa u oígala hablar de política en las avenidas. Es realidad, nada exenta de un triste dolor de país de mi parte, por cierto.

¡Ah, catajarra de imbéciles!  El último cuento-supositorio que se meten es que Chávez pronto morirá y que ellos, al seguir vivos, son los vencedores...  ¡Carajo, ya usted ve la ficción pura que le refiero!  Así están las mentes, las inteligencias que alumbran entre las filas opacas opositoras.  Sentirte ganador porque otro se muere (y esto no implica concesión ni reconocimiento sobre la salud de Hugo Chávez)...  Ya tú ves, don lector, el ritornelo de moda y compensador que ahora se narcotizan.

No digo yo que alguien no se pueda morir, mañana, ahorita, en cualquier momento.  Evento parte de la vida; contraste definidor de la vida misma; hecho cotidiano y natural.  Cosas que pueden ocurrir, como sabemos, completamente reales y aceptables.  Pero formarse la ficción o imbecilidad de triunfo de que con la muerte de Chávez ellos siempre tuvieron la razón y fueron desde un principio unas huestes victoriosas...  ¡Piedad, por favor!  Suena ya a otra cosa, a canción de loco.  Como si el presidente Hugo Chávez hubiera entablado con ellos una fiera apuesta de muertes o vidas y no una batalla ideológica, magnánima, completamente hermosa sobre el plano de las dimensiones civiles, éticas y democráticas. ¡Pardiez!

¿Es que acaso la ausencia física del presidente Hugo Chávez significa que ellos no recibieron palo democrático por ese rabo golpista durante más de una década, grisáceo y terroso ya de derrotas?  ¡Caramba!  ¿Equivale eso a ya no tener más el culito rojo de cangrejo revolcado sobre la faz de la Tierra? ¡Ah, mi Venezuela, país más feliz de la Tierra, sin embargo aquejado por tanto loco de garrote!

Y por ahí siguen con sus estupideces fuera del perol:  Chávez muere y paga por sus pecados, teníamos razón, ganamos, lo que es del cura va para la iglesia, tenemos ahora otro vacío de poder, Dios decide, EEUU es un santuario, Fidel es otro que se muere, mi versión de realidad es cierta, patatín, patatán.

¡Joder!

¡Y pensar que hay tanta gente inteligente que conozco metiéndose tales pastillas mediáticas (¿de qué otra pasta pueden estar hechas?)  Por eso es que ser imbécil político (el acto ese de ver los medios y escoger las versiones noticieras tapa-derrotas) no es un hecho ni fortuito ni natural en una persona inteligente opositora venezolana (y valga el contrasentido), sino una elección de vida.