Te digo: la oposición me desilusiona. Ojo, y no hablo de esa oposición como entidad organizativa, lejana por allá, que parece ajena a las individualidades de carne y hueso que indefectiblemente la conforman, individualidades que por separado pueden lucir, ¿cómo digo?, hasta inocentes de parentesco y culpa.
¡Caramba, hablo del conjunto y sus elementos, ajustados o mal ajustados a su centro pero ajustados al fin, por decirlo de cualquier modo! De las bocas particulares que repiten la matrices del conjunto corporativo, del bípedo, de los lamentables conocidos y hasta amigos y pariente, del que camina por ahí aportando su granito de ridiculez al todo.
Me disculpan, parientes, amigos míos, lectores, conocidos, virtuales de las redes sociales y de otros tantos recovecos, pero debo decírselo: ustedes, particulares, concretos, hacen la suma de esa lastimera realidad. No se salva ninguno, nada. No hay porque hacer separación entre el amigo que implora por el defenstramiento de Hugo Chávez porque no se juramenta el 10-E y la posición oficial golpista de la organización política con la que hace migas. ¿A cuenta de qué? ¿Por amigo o pariente, porque no marcha o grita consignas? A ambos, elemento y conjunto, le son comunes la miseria intelectual, la ignorancia y la discapacidad para incorporar a su vida el espíritu del civismo y de la humana ética.
¿Qué porque no perteneces oficialmente al partido de los lamentables, no militas sistemáticamente en él o no vas a las concentraciones que convoca, dejas de parecerte o hacer causa común con Antonio Ledezma, Julio Borges, Henrique Capriles, Ramón Aveledo, etc.? ¡Por favor! En el ramaje de vuestra alma anida el pájaro jurásico de la intemperancia ética, listo para hacerte pasta comunicante con el fango de extintos tiempos... Porque te digo, a menos que el oscurantismo de vuestra lámpara se apropie una vez más del país, de manera inconcebible, Venezuela al presente apunta hacia una excelencia de humanidad donde quienes no se adecúen a la nueva ética de la polis naciente simplemente no estarán.
Así que excúsame, pero tenía que decírtelo. No es deseo de muerte ni nada por estilo. Es, sencillamente, una lamentación fraterna. Algo así como cuando vas a un baño sucio y te tapas la nariz y tienes el cuidado de no fundir tu pie con alguna sustancia viscosa sobre el suelo. Y exclamas: ¡Carajo, es que así es que vive este amigo mío a quien hoy visito! Y claro, uno toma el trapo por ti, hermano, y empieza a limpiar para en alguna medida ayudar, desinfectar, tal cual como, si al caso vamos, hace el movimiento político socialista que se desarrolla en el país que, ni más ni menos, suple el abandono moral de una oposición ausente y de las personas que como tu que la acompasan. Porque además, créemelo, la fuerza moral de la baza socialista que dignifica a Venezuela y al mundo mismo también te cubre a ti como parte integral del planeta, te suple, te rellena en ese tu vacío de humanidad y de intelectualidad herrumbrosa. Porque eso hace el socialismo en Venezuela con su capacidad de humanismo redentora: es gobierno y oposición a un tiempo, dado que los vacíos como tú y la suma corporativa de los tales vacíos siempre es igual a cero, esto es, igual a ausencia, es decir, a vacío de oposición, a su falta. Nada.
¿Crees que porque te lanzas a la calle hacia una conversación de muerte con otro de tu misma ralea, maldiciendo mil veces el nombre del presidente de Venezuela, te hace distinto en espíritu al que anima a la dirigencia partidista que, aunque no quieras, te abraza con los bicharracos anteriormente nombrados, con un Carmona Estanga o un militar de esos parando su inmundicia amoral en una plaza Altamira? ¿Crees que no haces pasta común con la letrina matrizl partidista cuando pones a rodar ruinmente un mensaje telefónico o alguna entrada maliciosa en las redes sociales, desprovista de principios morales o sagrada humanidad? ¡Pardiez! ¿Te salva acaso de irte con el agua bajante de la poceta razonar, por ejemplo, “Yo no soy político y estoy dando mi pura opinión democrática”? “¡Este es un país democrático y patatín, patatán!"
“Finalmente, ¿sabes lo que más me desilusiona, así, en especial? Esa desesperante baja de guardia de la inteligencia y suspicacia que últimamente la oposición ha experimentado y que tú padeces también”...
Podría ser lo que tú crees o quieres creer, señor pajarito, nomás para permitirte incurrir en actos de irresponsabilidad ética. No más para permitirte condenar, por ejemplo, a un proceso de cambios históricos venezolano que tú sabes es reparador moral y justiciero social, pero que te empeñas en desconocer escudándote en las consejas manidas que dispara la dirigencia política con la cual manifiestas no comulgar. ¡Psssiiii! Es igual la vaina a cuando cometes la imbecilidad de salir repitiendo un arsenal de mentiras disparado por los medios de comunicación, que te rellenan tu vacío moral de empanada de nada.
No vayas tan lejos, no. No camines por esos senderos “blancos” que te hacen creer en increíbles inocencias, en enjundiosas agudezas o en altas estaturas de intelectualidad. ¡Oh, no! Como granito de arena que dices ser, todo tú anónimo y hasta anodino, en nada comulgante ni militante con la estupidez en Venezuela, eres playa, hijo, eres parte del conjunto a fin de cuentas, el que te contiene como elemento, como grano o polvo, lo que seas, y eres, ineludiblemente, ese todo, el grupo , el partido, la inconsciencia, la irresponsabilidad, la inmoralidad, el problema que aqueja. Si no culpable, amigo mío, eres oposición, y ya eso de por sí, por el modo como se ejerce en Venezuela, comporta una desgarradora pena. ¿Para que más balbucir tantas pajas y huir de realidades?
Parte de la carencia política, del problema moral que defeca en Venezuela, carne hecho de ese vacío de oposición sería y ética por la que clama Venezuela. Bochinche, como se expresara (en otro contexto) Francisco de Miranda al momento de ser apresado por Bolívar por capitular ante Monteverde. Porque tal es el bochinche: jolgorio que se suscita en torno a una carencia o destemplanza moral o rectora. Es la danza, pues, señor mío, que vuestra humanidad escenifica para escurrir el bulto de la irracionalidad y desprovisión ética y cívica que os atenaza. Demás está ensartar acá que urge en Venezuela una oposición política y no ese muestrario de malolientes vísceras con que a diario usted emborrona a la patria.
¿Seis millones? ¿Tal es vuestra defensa? ¿Qué sean seis millones de almas opositoras, de tu mismo talante y punto de vista, como dices, y que irresponsablemente utilices para dar legitimidad a tus argumentos? ¡Vaya, vaya! ¡Señor, tanto peor y lamentable, debo decírselo, según líneas de la presente reflexión! Si así fuese el caso, que todo ese gentío fuese como vos, de tinta y pedos estaríamos hablando, y estaríamos, también, consideranado la posibilidad de reciclaje: paja y papel por un lado y gas metano por el otro.
Finalmente, ¿sabes lo que más me desilusiona, así, en especial? Esa desesperante baja de guardia de la inteligencia y suspicacia que últimamente la oposición ha experimentado y que tú padeces también, así sea bajo tu condición de grano de arena, como te llamas para sentirte a salvo de una probable oficialización partidista de tus estupideces y convicciones. ¡Ja, ja, ja! Duele que te decantes por la expresa bajeza de desear la muerte de Hugo Chávez, por ejemplo, así no más, sin condón ni lubricante de por medio, perdiendo capacidades creativas o de imaginación. En abril de 2002 dijiste, junto a los dirigentes nacionales que insistes en no emparentárteles, que Chávez se autogolpeó no más para pescar incautos; y hoy, ¡ay hoy!, hasta ese leve ejercicio de malicia pierdes por la imbecilidad de convertirte en una expresa cápsula de opinión de los medios comunicación perversos que te conducen a la fantasía de creer que un presidente no es presidente por el hecho de no juramentarse un buen o mal día. ¡Joder! Si Chávez no ha muerto (y esto no es una apreciación, sino un silogismo), está vivo, caballo, ¡y qué sabes tú si catando y sopesando emanaciones espirituosas como las que proceden de inefables existencias como la tuya!
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