No termino de digerir que en una región como Suramérica, secularmente asediada, trasquilada y explotada a fondo por los EEUU, con resultados económicos al día depauperantes como para despertar a cualquiera, se muera su dirigencia por firmar un Tratado del Libre Comercio (TLC) con los ellos. ¡Caramba, la experiencia ha puesto en evidencia que el bendito Tratado capa la autocapacidad de producción y abastecimiento alimentaria, para suplir el hueco con productos importados procedentes del norte! O en otras palabras, claras de claridad: millones de trabajadores dejan de producir alimentos, por hablar de este rubro, pierden su empleo y se ven reducidos a sentarse en un banquillo a comer el producto procedente de la siembra de otros países, mientras el campo yace ahí, flojo e infértil frente a sus narices, seguramente a la espera de que lo manden a sembrar a futuro con maíz u otra cosa para producir biocombustibles, como el etanol. Mientras tanto, las trasnacionales se llenan el bolsillo.
A catorce años del primer TLC firmado en la región, el suscrito entre EEUU, Canadá y México (TLCAN), los resultados no son nada halagüeños para el gran pendejo de México, que desempleó a 6 millones de sus trabajadores y llenó sus anaqueles de productos importados. El campo arruinado, como tierra arrasada por la guerra, se dirá, dada la ingente cantidad de personas que anualmente emigra de ese país hacia los EEUU, como alma que lleva el diablo. Medio millón de mexicanos, reventados en su posibilidad económica familiar, se va hacia la frontera anualmente a rumiar en brazos extranjeros la incapacidad de su dirigencia “nativa” en darle de comer. Es una vergüenza nacional del país azteca, con monumento conmemorativo en el muro que le construyera EEUU en su frontera común, para atajar a los cuates como si fueran perros, no obstante ser ellos mismos, los EEUU, parte de la causa del problema.
No pasarán muchos años, al ritmo de empobrecimiento presente, con el petróleo acabándose en sus tierras y con la reciente reafirmación del tratado entre Felipe Calderón, George Bush y Stephen Harper, ¹ para que ese país corra la suerte de El Salvador, país dolarizado, cuya economía tiene su mayor aporte en las remesas que sus emigrantes envían desde los EEUU. No parece querer comprender la dirigencia de nuestros países que está siendo utilizada para quebrar sus propias casas, tenebrosa y calculadoramente, con el propósito de establecer finales dependencias económicas que, indefectiblemente, terminan también quebrando la autonomía republicana. Los países depredadores invierten para quebrar economías a futuro, siendo luego amos y señores de escombros nacionales, de donde derivan ganancias de reconstrucción o de simple toma u ocupación de los territorios (bases militares, misiones, grupos de ayuda, formas de penetración); los países depredados, como tontos encandilados por los espejitos de la conquista, dejan tomar su oro con la promesa del progreso. A México se le pintó hace 15 años que pasaría "a integrar el primer mundo por supuestos beneficios que aportaría ese proyecto [el TLCAN]". ²
Por supuesto que más allá del acto de encandilamiento conquistador, hay otras razones que parecen escapar a esta conceptualización transculturante. Pero es aparente: se trata del mismo problema de transculturación y pérdida de valores de identidad nacional y de raigambre histórica, que es lo que da individualidad y noción diferencial. El trabajo de zapa de la penetración cultural suele surtir un efecto devastador en la psique colectiva, con el resultado concreto de grupos humanos capados de autoestima y amantes de banderas extrañas a despecho de la propia. Que haya dirigentes de determinados países, grupos selectos de la economía nacional, firmando un TLC con el país de los ensueños, llenando sus bolsillos y el de las trasnacionales a costa de la depauperación de los más pobres, es un acto de monstruosidad sólo explicable por lo arriba dicho sobre la enajenación nacional. Es el país despreciado y perdido por agentes de la descomposición local, de lo exótico. Nadie quitará de mi cabeza que no es casual que un gerente de la Coca-Cola, como Vicente Fox (el primer "cachorro del imperio" de Hugo Chávez), haya llegado a la presidencia de México.
Allí no sólo ocurre que se firman TLC exterminadores de pueblo, sino que su dirigencia política, a la mar de entreguista, negocia la privatización de la última década que le queda al país como proveedor de petróleo. Simplemente increíble. Nada digamos que hoy por hoy es de ese país el hombre con la mayor fortuna del mundo en proyección (Carlos Slim se pelea con Bill Gates en el ranking, según Forbes), ³ por no decir el mayor nuevo pecador del planeta, según el Papa. ¿Cómo se amasa una fortuna tan descomunal en un país donde la gente huye despavorida de su situación miserable? Necesariamente −hay que decirlo− a costilla de los más pendejos. No sería estúpido ni ingenuo afirmar que la gente, sumida en el imaginario colectivo de la pobreza que busca consuelo, emigra a los EEUU para convertirse en ciudadano gringo, ser como el millonario mencionado o al menos como Vicente Fox, que trabajó en la Coca-Cola y llegó a presidente.
Sin embargo, el espejo mexicano de los TLC favoreciendo con su vil metal a unos pocos de la dirigencia político-económica del país (empresas grandes o trasnacionales) y quebrando a una mayoría, no ha servido para gran cosa a la hora de hacer un punto de reflexión sobre el tema. Otros países del hemisferio deliran por firmar uno. El esfuerzo del gobierno de Costa Rica por firmar el suyo fue emblemático. Agotó hasta el extremo de un referendo nacional −supuestamente amañado− su determinación de quebrar su autosuficiencia productiva para inundar su mercado con productos importados. Al decir de Oscar Árias, su fulgente presidente Premio Nobel, era necesario. Y habría que preguntarle al buen alumno de los extremados valores perfectos de la cultura occidental −un Premio Nobel no se entrega a quien no encarne tal condición−: ¿necesario para quién?*
Perú no se rezaga tampoco en prenderle velas a su santo. En República Dominicana se continúa con la plegaria idolátrica a pesar de que ya el TLC generó el despido de un montón de gente en el área de la producción medicinal. Pero quien parece no escatimar esfuerzos para que la dirigencia político-económica de su país se beneficie con el tratado, se llama Álvaro Uribe Vélez, presidente de Colombia. De todos son conocidas sus recientes andanzas en contra de sus vecinos, Ecuador, Nicaragua o Venezuela, relatoras de las más disímiles artimañas para complacer el criterio del gobierno de los EEUU para lograr sus propósitos (bombardeos y super computadoras). No obstante, a pesar de su esfuerzo y que casi logra el cometido de prender una guerra con participación estadounidense en el continente, el Congreso de los EEUU se ha mostrado renuente a concederle su aprobación, suscitando gran consternación en el selecto grupo de mantuanos que en ese pais gobierna y en el presidente mismo de los EEUU, que a ciencia cierta sabe del puntaje positivo ganado por Uribe como para ser recompensado, pero que nada puede hacer en medio de la impotente circunstancia de desprestigio que vive su imagen presidencial.
Todos ellos, grumos oligárquicos de sus respectivos países, ruegan por su TLC con los EEUU (o perpetuarlos, los que ya los tienen), ansiosos de entrar en tratos con las grandes trasnacionales, llenar sus ya gordos bolsillos y reventar a los trabajadores y pequeños comerciantes de siempre, los súbditos de los pueblos. Nadie por ningún lugar parece caer en cuenta del enmarañado lazo de poder supeditador que su firma comporta para los países de economías potentes frente a las débiles, a quienes terminan tragándose, como el pez gordo al flaco. O lo notan y le hacen el juego, más extranjeros que de nacional gentilicio. ¿Cuándo se comprenderá que se es objeto de una fría operación de cálculo, con rédito estratégico a futuro, de quiebre y sumisión de las economías más pequeñas?
Se busca esquilmar a las economías más vulnerables, liquidarlas en su autocapacidad productiva, para hacer de ellas una figura ávida del consumo, dependientes del más fuerte. La idea es, por ejemplo, en el plano agrícola, que no siembren y que importen lo que el mismo país podría cultivar. La idea es abarrotar el mercado con connotadas marcas del extranjero. La idea es caer en la trampa de los mismos pendejos de siempre, encandilados seres de los espejos (vivos y no vivos) que no ven la hora en el momento en que los perpetúan en sus colonizados oficios de proveedores, surtidores eternos del paradigma explotador, cuasi feudal. No sería aventurado afirmar, por ejemplo respecto de México o cualquier otro país de agricultura arrasada, que podrían destinarlos a la siembra de maíz, pero no maíz para el consumo humano (¿para qué, si importarían todo el alimento?), sino para generar biocombustible, como el etanol mencionado al principio. Serían héroes salvadores del descalabro de fuentes energéticas que se avecina con el agotamiento del petróleo, piezas móviles en medio de una ajedrecística y estratégica operación preventiva.
¿Recuerdan la malograda y sonada Área de Libre Comercio para Las Américas (ALCA), aparentemente rechazada? EEUU nunca ha cejado en su empeño de imponerla en América Latina, y hoy mismo opta por hacerlo a través de "aislados" y locales TLC. Que la pastilla del ALCA se trague bajo la denominación de otras siglas.
Notas:
¹ Todos confían en que el próximo presidente de los EEUU continúe sosteniendo el acuerdo comercial, "porque ha sido benéfico para los tres países". (EEUU, México y Canadá defienden tratado comercial" en Últimas Noticias. - (2008) abr 23; p. 60)
² Roberto Salomón: "Los TLC en la mirilla" en Diario Vea. Encartado Orbe. - (2008) 20 abr; p. 33.
³ “Slim, el segundo hombre más rico del mundo” en Olganza Weblog Busines [en línea]. 11 abr 2007. Págs.: 3 pantallas. - http://olganza.com/2007/04/11/slim-segundo-hombre-mas-rico-del-mundo-forbes. - (Consulta: 23 abr 2008).
* Siempre será para mi un enigma por qué a un escritor como Jorge Luis Borges, de los más europeizados nuestros, no le fue concedido el premio. Algunos razonan que fue porque un "mal" día ensalzó la gesta comunista de Fidel Castro.
A catorce años del primer TLC firmado en la región, el suscrito entre EEUU, Canadá y México (TLCAN), los resultados no son nada halagüeños para el gran pendejo de México, que desempleó a 6 millones de sus trabajadores y llenó sus anaqueles de productos importados. El campo arruinado, como tierra arrasada por la guerra, se dirá, dada la ingente cantidad de personas que anualmente emigra de ese país hacia los EEUU, como alma que lleva el diablo. Medio millón de mexicanos, reventados en su posibilidad económica familiar, se va hacia la frontera anualmente a rumiar en brazos extranjeros la incapacidad de su dirigencia “nativa” en darle de comer. Es una vergüenza nacional del país azteca, con monumento conmemorativo en el muro que le construyera EEUU en su frontera común, para atajar a los cuates como si fueran perros, no obstante ser ellos mismos, los EEUU, parte de la causa del problema.
No pasarán muchos años, al ritmo de empobrecimiento presente, con el petróleo acabándose en sus tierras y con la reciente reafirmación del tratado entre Felipe Calderón, George Bush y Stephen Harper, ¹ para que ese país corra la suerte de El Salvador, país dolarizado, cuya economía tiene su mayor aporte en las remesas que sus emigrantes envían desde los EEUU. No parece querer comprender la dirigencia de nuestros países que está siendo utilizada para quebrar sus propias casas, tenebrosa y calculadoramente, con el propósito de establecer finales dependencias económicas que, indefectiblemente, terminan también quebrando la autonomía republicana. Los países depredadores invierten para quebrar economías a futuro, siendo luego amos y señores de escombros nacionales, de donde derivan ganancias de reconstrucción o de simple toma u ocupación de los territorios (bases militares, misiones, grupos de ayuda, formas de penetración); los países depredados, como tontos encandilados por los espejitos de la conquista, dejan tomar su oro con la promesa del progreso. A México se le pintó hace 15 años que pasaría "a integrar el primer mundo por supuestos beneficios que aportaría ese proyecto [el TLCAN]". ²
Por supuesto que más allá del acto de encandilamiento conquistador, hay otras razones que parecen escapar a esta conceptualización transculturante. Pero es aparente: se trata del mismo problema de transculturación y pérdida de valores de identidad nacional y de raigambre histórica, que es lo que da individualidad y noción diferencial. El trabajo de zapa de la penetración cultural suele surtir un efecto devastador en la psique colectiva, con el resultado concreto de grupos humanos capados de autoestima y amantes de banderas extrañas a despecho de la propia. Que haya dirigentes de determinados países, grupos selectos de la economía nacional, firmando un TLC con el país de los ensueños, llenando sus bolsillos y el de las trasnacionales a costa de la depauperación de los más pobres, es un acto de monstruosidad sólo explicable por lo arriba dicho sobre la enajenación nacional. Es el país despreciado y perdido por agentes de la descomposición local, de lo exótico. Nadie quitará de mi cabeza que no es casual que un gerente de la Coca-Cola, como Vicente Fox (el primer "cachorro del imperio" de Hugo Chávez), haya llegado a la presidencia de México.
Allí no sólo ocurre que se firman TLC exterminadores de pueblo, sino que su dirigencia política, a la mar de entreguista, negocia la privatización de la última década que le queda al país como proveedor de petróleo. Simplemente increíble. Nada digamos que hoy por hoy es de ese país el hombre con la mayor fortuna del mundo en proyección (Carlos Slim se pelea con Bill Gates en el ranking, según Forbes), ³ por no decir el mayor nuevo pecador del planeta, según el Papa. ¿Cómo se amasa una fortuna tan descomunal en un país donde la gente huye despavorida de su situación miserable? Necesariamente −hay que decirlo− a costilla de los más pendejos. No sería estúpido ni ingenuo afirmar que la gente, sumida en el imaginario colectivo de la pobreza que busca consuelo, emigra a los EEUU para convertirse en ciudadano gringo, ser como el millonario mencionado o al menos como Vicente Fox, que trabajó en la Coca-Cola y llegó a presidente.
Sin embargo, el espejo mexicano de los TLC favoreciendo con su vil metal a unos pocos de la dirigencia político-económica del país (empresas grandes o trasnacionales) y quebrando a una mayoría, no ha servido para gran cosa a la hora de hacer un punto de reflexión sobre el tema. Otros países del hemisferio deliran por firmar uno. El esfuerzo del gobierno de Costa Rica por firmar el suyo fue emblemático. Agotó hasta el extremo de un referendo nacional −supuestamente amañado− su determinación de quebrar su autosuficiencia productiva para inundar su mercado con productos importados. Al decir de Oscar Árias, su fulgente presidente Premio Nobel, era necesario. Y habría que preguntarle al buen alumno de los extremados valores perfectos de la cultura occidental −un Premio Nobel no se entrega a quien no encarne tal condición−: ¿necesario para quién?*
Perú no se rezaga tampoco en prenderle velas a su santo. En República Dominicana se continúa con la plegaria idolátrica a pesar de que ya el TLC generó el despido de un montón de gente en el área de la producción medicinal. Pero quien parece no escatimar esfuerzos para que la dirigencia político-económica de su país se beneficie con el tratado, se llama Álvaro Uribe Vélez, presidente de Colombia. De todos son conocidas sus recientes andanzas en contra de sus vecinos, Ecuador, Nicaragua o Venezuela, relatoras de las más disímiles artimañas para complacer el criterio del gobierno de los EEUU para lograr sus propósitos (bombardeos y super computadoras). No obstante, a pesar de su esfuerzo y que casi logra el cometido de prender una guerra con participación estadounidense en el continente, el Congreso de los EEUU se ha mostrado renuente a concederle su aprobación, suscitando gran consternación en el selecto grupo de mantuanos que en ese pais gobierna y en el presidente mismo de los EEUU, que a ciencia cierta sabe del puntaje positivo ganado por Uribe como para ser recompensado, pero que nada puede hacer en medio de la impotente circunstancia de desprestigio que vive su imagen presidencial.
Todos ellos, grumos oligárquicos de sus respectivos países, ruegan por su TLC con los EEUU (o perpetuarlos, los que ya los tienen), ansiosos de entrar en tratos con las grandes trasnacionales, llenar sus ya gordos bolsillos y reventar a los trabajadores y pequeños comerciantes de siempre, los súbditos de los pueblos. Nadie por ningún lugar parece caer en cuenta del enmarañado lazo de poder supeditador que su firma comporta para los países de economías potentes frente a las débiles, a quienes terminan tragándose, como el pez gordo al flaco. O lo notan y le hacen el juego, más extranjeros que de nacional gentilicio. ¿Cuándo se comprenderá que se es objeto de una fría operación de cálculo, con rédito estratégico a futuro, de quiebre y sumisión de las economías más pequeñas?
Se busca esquilmar a las economías más vulnerables, liquidarlas en su autocapacidad productiva, para hacer de ellas una figura ávida del consumo, dependientes del más fuerte. La idea es, por ejemplo, en el plano agrícola, que no siembren y que importen lo que el mismo país podría cultivar. La idea es abarrotar el mercado con connotadas marcas del extranjero. La idea es caer en la trampa de los mismos pendejos de siempre, encandilados seres de los espejos (vivos y no vivos) que no ven la hora en el momento en que los perpetúan en sus colonizados oficios de proveedores, surtidores eternos del paradigma explotador, cuasi feudal. No sería aventurado afirmar, por ejemplo respecto de México o cualquier otro país de agricultura arrasada, que podrían destinarlos a la siembra de maíz, pero no maíz para el consumo humano (¿para qué, si importarían todo el alimento?), sino para generar biocombustible, como el etanol mencionado al principio. Serían héroes salvadores del descalabro de fuentes energéticas que se avecina con el agotamiento del petróleo, piezas móviles en medio de una ajedrecística y estratégica operación preventiva.
¿Recuerdan la malograda y sonada Área de Libre Comercio para Las Américas (ALCA), aparentemente rechazada? EEUU nunca ha cejado en su empeño de imponerla en América Latina, y hoy mismo opta por hacerlo a través de "aislados" y locales TLC. Que la pastilla del ALCA se trague bajo la denominación de otras siglas.
Notas:
¹ Todos confían en que el próximo presidente de los EEUU continúe sosteniendo el acuerdo comercial, "porque ha sido benéfico para los tres países". (EEUU, México y Canadá defienden tratado comercial" en Últimas Noticias. - (2008) abr 23; p. 60)
² Roberto Salomón: "Los TLC en la mirilla" en Diario Vea. Encartado Orbe. - (2008) 20 abr; p. 33.
³ “Slim, el segundo hombre más rico del mundo” en Olganza Weblog Busines [en línea]. 11 abr 2007. Págs.: 3 pantallas. - http://olganza.com/2007/04/11/slim-segundo-hombre-mas-rico-del-mundo-forbes. - (Consulta: 23 abr 2008).
* Siempre será para mi un enigma por qué a un escritor como Jorge Luis Borges, de los más europeizados nuestros, no le fue concedido el premio. Algunos razonan que fue porque un "mal" día ensalzó la gesta comunista de Fidel Castro.
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