La guerra no ha terminado. Fueron doce días, pero los resultados no fueron favorables para quienes la propiciaron, no obstante haber logrado el objetivo de rodear a Irán.
Precisamente ese hecho, "Irán rodeado", fue el error de cálculo que llevó a los Estados Unidos e Israel a estrellarse con su ilusión de que los persas ya estaban listos para la caída.
Gaza, Cisjordania ocupada, Líbano, Siria fracturada, tropas gringas en Irak, bases de la OTAN en Turquía, definieron el mapa con un Irán cercado e hicieron creer a gringos y sionistas que la hora del zarpazo había llegado.
Entonces fraguaron desde la ONU, como siempre han fraguado, buscando la licencia para justificar una agresión e iniciar las hostilidades que habrían de conducirlos a la victoria. Utilizaron a un funcionario llamado Rafael Grossi, director general de la Agencia Internacional de Energía, para espiar y generar un informe ambiguo sobre un desarrollo nuclear en Irán, específicamente en Fordo, faltando muy poco para aseverar que los persas fabricaban armas de destrucción masiva, como el viejo cuento de Irak, como el cuento del narcotráfico en otros países, como el terrorismo ese de las torres gemelas…
Entonces, listos los cálculos e ilusiones, atacaron y resultaron lesionados, ambos perdiendo la susodicha guerra de los doce días. Israel dejó sobre el suelo el caparazón de su mentada invencibilidad al ser atacado en su corazón y los Estados Unidos fueron bombardeados en una de sus bases militares en Qatar, respirando el terror de que los ataques pudieran extenderse hacia sus enclaves del Medio Oriente, donde sus a 40 mil tropas permanecen al alcance de los drones y misiles iraníes.
Imaginaron, pues, el momento del quiebre de Irán. Mal calcularon. Lo visualizaron rodeado y temeroso. El cuento de las centrales nucleares amenazantes no funcionó y claramente fallaron en sus objetivos de destrucción. Ahora son un par de países en mofa, comidilla burlesca en las redes sociales.
Al no cumplir con sus propósitos (someter a Irán, volarle sus plantas nucleares), es casi de obligatorio pronóstico proferir que la guerra continuará. Volverá, y volverá con renovados odios, el odio del fracaso experimentado.
Allí están de nuevo, intentando meter a la fuerza en Irán al tal Rafael Grossi y su ONU para que espíe la ubicación del material nuclear no destruido y de nuevo bombardear. La meta es doblar a Persia para imperar a sus anchas en el Medio Oriente.
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