En apariencias, el problema de los aranceles impuestos a Venezuela por los Estados Unidos luce como lo primordial a superar en la actualidad para estabilizar la marcha del país. Pero tal eventualidad es, prácticamente, una situación rebasada, después de traducirse como una variación más sancionatoria que cumple años ya asestando golpes económicos sin lograr el objetivo planteado, que es deponer al gobierno bolivariano.
Venezuela es ducha ya en la materia. Los años de ataque padecidos, como en todo ser viviente que se adapta, supera y sobrevive, llevó a la nación a comprender que la clave de su destino no está en la dependencia extranjera, sino en el desarrollo de la potencialidad interna. Es decir, bajarle preponderancia a la narrativa petrolera (de hecho, no ha podido vender su rubro principal a sus anchas) y enfocarse en la producción alimentaria, agrícola y pecuaria.
La experiencia de la carestía orientó al venezolano a inventar y fabricar, a hacer sus propios detergentes, a cocinar en un principio a leña, a sembrar o criar en el patio de la casa y, sobremenara, a resistir, comunal y políticamente hablando. De manera que el "novedoso" chantaje de los aranceles está condenado al fracaso si su misión es trabar la madeja de suministros y aprovisionamiento para obligar a un quiebre político por descontento popular. Como el humo del cigarrillo en los ojos, el humo del fogón en los pulmones activó los sentidos. En 2018 el gobierno implementó un Plan de Recuperación Económica y hoy, en 2025, según la vocería de los automercados y supermercados (ANSA), existe un 98% de abastecimiento y el 97% de los productos que se expenden son nacionales.
Luego, el problema de los aranceles no es tal, sino una molestia transitoria, circunstancial, almacenada en la memoria de los eventos conjurados. El real problema de un país es lo que amenaza su existencia y libertad, y eso a veces, por su incrédula posibilidad de acaecimiento, se secunda o posterga. Y Guyana es esa amenaza para Venezuela con su alianza estadounidense e inglesa en aras del Esequibo: el problema real más allá de las apariencias. En el ínterin de la disputa territorial, es segura la proyección imperialista de desbordar márgenes y situaciones para invadir.
Venezuela debe retomar permanentemente, armarse para disuadir y zurcir alianzas para plantar frentes de defensa o combate.
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