Ya ocurrió. Estados Unidos bombardeó las plantas nucleares de Irán: Fordo, Natanz e Isfahán. Hecho reciente, aún oliendo a guerra e indignación el ambiente persa sobre el contexto cultural arábigo. Sin ninguna objeción, el país americano intervino en la guerra al lado de su aliado, Israel.
Ocurrió y no más. Es decir, hasta ahora no se ha precipitado el milagro soñado de la unión final. Por un lado, aliados hay que han expresado su respaldo, como China o Rusia; pero, por el otro, está la idílica hermandad panarábe, de difícil traducción a la acción más allá de la facilidad palabrera. Los persas no son árabes, pero su espíritu y sacralidad son islámicos. Esto último fue lo que detonó que Pakistán ofreciese apoyo a Irán inclusive nuclear en caso de ataque de la misma índole desde Israel.
Quizás sea muy temprano para evaluar. Los ataques acaban de concluir. Donald Trump (sábado, 10 pm, Washington) ya se dirigió a su país y calificó a Irán como el "matón" del Oriente Próximo, precisó los lugares del bombardeó e instó a Teherán a que se rinda so pena de nuevos ataques. Quizás falte más tiempo para instruir la reacción aliada, especialmente árabe (Irán ya reprimió a Israel con su misil 'Kheibar'). No se ha pronunciado el Organismo Internacional de Energía Atómica (Rafael Grossi), de la ONU, bajo cuya supervisión se encuentran las plantas nucleares mencionadas, y bajo cuya responsabilidad recae el peso justificatorio de la desgracia (peón servido para el ataque, tanto israelí como gringo).
Mientras tanto reposan en Irak activos y tropas estadounidenses; y se supone querrán circular por el Mar Rojo y el Estrecho de Ormuz navíos e intereses comerciales occidentales, lo cual hasta hoy domingo es de gran incógnita. También hay el gringo en tropelías en Siria, mordisqueando petróleo.
El árabe es difícil para la unidad, genéticamente sectario como beduino en su desierto africano o asiático. Es chiíta y suní sin reencuentro final; tronco semita, hosco o fratricida como sus mismos hermanos hebreos. He allí la cabeza matriz de Arabia Saudita tirando la bestia hacia la derecha; he allí la persa, desviando hacia la izquierda, ambas queriendo liderar.
Si se pedía algo grave para decantar la unidad panislámica, es hecho: "Gran Satán" atacó al milenario persa. Si Teherán cae, vendrá la esclavitud colonialista para toda la hermandad, la cual, entonces y finalmente, se reconocerá unida bajo un yugo común, específicamente hebreo.
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