El fin de los Estados Unidos como hegemón imperial está a una cuadra. Es muy probable que no supere 2030. De acuerdo con teóricos, el país se verá sometido a una reconfiguración antes de tal fecha, probablemente arrastrado hacia una guerra global que defina el nuevo orden, el nuevo liderazgo. Estados Unidos experimenta hoy el tránsito hacia el final de su liderazgo indiscutible.
Nadie cuestiona que hay declive. A nadie se le esconde, por ejemplo, que la emersión de China como nuevo poder económico viene a colocar una guinda sobre el pastel de la decadencia unipolar. De manera que la mejor pregunta a formular es cómo el país americano gestionará su propio declive. ¿Con una guerra de reacomodo o de modo pacífico?
Los Estados Unidos transitan la fase de la desconcentración de poder, aquella que anuncia el surgimiento de poderosas rivalidades y la pérdida de control. Léase China, como se dijo, para no agravar el cuadro con Rusia, India o los apocalípticos BRICS. Sería la fase final de un proceso cuaternario de 25 años de duración cada uno. Esta desconcentración habría empezado con el siglo XXI y vendría a inaugurar la era multipolar sobre el ocaso unipolar.
El resto de las fases del liderazgo estadounidense como potencia mundial son las siguientes, según George Modelski: guerra global que los definió como nuevo líder (1.ª y 2.ª guerras mundiales, 1914-1945); poder mundial que ejerció como líder para establecer reglas, legitimidad e instituciones (ONU, contención del comunismo, dominio tecnológico y de los mares, 1945-1973); y deslegitimación, momento cuando se empezó a cuestionar el orden representado (fin de la conversión del dólar a oro, crisis del petróleo y guerra de Vietnam, 1973-2000).
El sino del nuevo tiempo es, pues, la desconcentración del poder gringo. Al emerger la multipolaridad y morir el poder de uno, el mundo se reagrupa en nuevas alianzas para preparar el terreno de la sucesiva guerra global. Es decir, se reinicia el ciclo histórico.
La propuesta de separación de California para 2028, la probable explosión de una crisis de deuda para ese mismo año ($37 billones) y la actual presencia naval de los Estados Unidos en el Caribe parecen indicios preparativos del nuevo reseteo y del inevitable final como imperio.
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