sábado, 6 de diciembre de 2025

DIVIDIR Y ELIMINAR COMO PRINCIPIOS DE DOMINIOS DE UN IMPERIO POR AHÍ

Los Estados Unidos andan por el mundo sembrando discordias, como lo mandó su preceptor, Nicolás Maquiavelo. «Dividan para gobernar», les dijo, y ellos se lanzaron por los cuatro rincones a demostrar su pasta de buenos estudiantes.
En realidad, ese aforismo no es del florentino, sino del emperador Julio César, un experto en conquista y combates. Pero fue Maquiavelo quien lo ensambló catorce siglos después en su obra El Príncipe como parte de una teoría de conquista y mantenimiento del poder.
En sus enseñanzas, ese poder se conquista con tres principios: (1) fuerza, (2) astucia o virtud y (3) adecuación a la fortuna. El tema de la fuerza y la fortuna es ampliamente explicado por la historia. Sin embargo, la astucia o virtud es lo que hace distintivo a este terrorífico profesor y a sus seguidores.
Es decir, es lo que define específicamente lo maquiavélico y lo diferencia de criaturitas conquistadoras como Alejandro Magno o el mismo Julio César. Estos podían ser astutos en un sentido de grandeza y magnanimidad; pero todo el mundo sabe que la cuestionable astucia profesada por Maquiavelo y sus fans no tiene nada de virtud moral. Es esa que vuela cabezas y aconseja eliminar físicamente al enemigo para ser mejor temido que amado.
En fin, eso son los Estados Unidos, como se lleva dicho. Desde 1775 se lanzaron por el mundo a ejercer control y expansión, llevando a la práctica estos dos principios como reglas emblemáticas del nuevo imperio. En ninguna parte donde aterrizan concilian, sino que ponen a sus eventuales súbditos a pelear entre sí para mantenerlos debilitados y mejor gobernarlos, explotarlos y hasta bombardearlos.
Véase la historia. Irak-Irán, Libia, Vietnam, las Coreas, Japón-China-Taiwán y tienen a los países latinoamericanos enfrentados. ¡Brotes de guerra por doquier!
En cuanto a erradicar oponentes, la lista es extensa. Connotadas víctimas o sobrevivientes son Salvador Allende, Fidel Castro, Jacobo Árbenz, Qasem Soleimani, Joao Goulart y hasta Hugo Chávez, si no asesinados, hostigados o desplazados del poder a través de operaciones encubiertas.
Las reseñas oficiales pintan que los gringos así protegen sus intereses, pero todo el mundo sabe que pintan de rojo al planeta.

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