¿Dónde está, por fin, el portaaviones? Venezuela en alerta.
El portaaviones USS Gerald Ford está anclado en Marruecos, se dijo por ahí; luego se corrigió y se dijo que no, que estaba estacionado esperando órdenes del presidente de los Estados Unidos para integrarse al Comando Sur, en el Caribe. Ahora, listo, de pronto se dice que ya está sobre las aguas costeras de Venezuela.
La incertidumbre parte de la expectativa entre encontrados bandos. Unos anhelan su arribo y tejen sus mejores fantasías, entre las cuales se incluye la tesis de que ya la emprendió contra la patria de Simón Bolívar; otros abominan la idea y tejen su aventura interpretando que el imperio tuvo miedo y dejó su nave en las costas africanas, acobardado ante Venezuela.
Lo cierto es que el portaaviones es una celebridad y sus pasos son seguidos con ansiedad por ambos polos ideológicos. Oficialmente, Donald Trump ordenó su incorporación a la flota del Caribe. Pero a partir de tal decisión, en el lapso de siete días que tardó la nave en llegar al Caribe desde el Estrecho de Gibraltar, se entretejió la teorización diversa.
Y ya, pues, como declara el gobierno de los Estados Unidos, el portaaviones está bajo la jurisdicción del Comando Sur en el mar Caribe.
Se suma entonces a la ya desmesurada flota estadounidense de la zona, presuntamente para combatir el narcotráfico, lo cual, en la interpretación de un montón, es un despropósito. Están allí en verdad, como afirma buena parte de la humanidad, por su interés en el petróleo, el oro, el uranio, el gas, el coltán, el níquel, la bauxita, el hierro, el titanio, el plomo, el zinc y el cobre venezolanos.
En la lógica militar de los Estados Unidos, hecha para atacar a distancia o a través de terceros, el portaaviones encaja para completar esa narrativa de inminencias. Consiguientemente, Venezuela acaba de declarar estar en alerta máxima a través de un mecanismo defensivo denominado Plan Independencia 200, que articula a la población, a las fuerzas militares y policiales en la defensa de la soberanía nacional. Su principio doctrinal es la Resistencia Activa y Ofensiva Permanente.
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