¿Sabía usted que puede formarse como un licenciado político en diferentes centros universitarios del mundo, igual que lo hace un médico, un ingeniero o profesor? Escuelas para formar buenos políticos que se encarguen de la cosa pública y tomen acertadas decisiones, según leo en un artículo que promociona la apertura de esta carrera en la Universidad de Alcalá, España.
Según consideraciones, "la política es una actividad cada vez más compleja y exige preparación" para insertarse con vitalidad en un mundo tan cambiante como el actual, ya no siendo suficiente para la supervivencia que se sea político de "pura cepa", es decir, de nacimiento, dotado con los rasgos tradicionales de la "picardía, ambición y muchas ganas de mandar". Lo que se conoce como un animal político.
Ahora, si el caso es que usted desea matricularse en una de esas tan poco comunes escuelas de formación política, tenga en consideración que la idea que dio origen a su pensum fue el boom de las escuelas de negocios a nivel mundial. Dos son los modelos paradigmáticos en la formación de los estudiantes: (1) la Escuela de Gobierno Kennedy, en la Universidad de Harvard, EEUU, y (2) la Ecôle National d'Administration (ENA), Francia. De ahí el modelo se ha ido replicando, de modo que encontrará usted más posibilidades de estudios en los siguientes centros:
en EEUU
- Escuela de Gobierno y Servicio Público George Bush, centro independiente y perteneciente a la Universidad de Texas
- Escuela de Gobierno Robertson, Universidad Regent
- Escuela de Gobierno Douglas Wilder, Universidad Virginia Commonwealth
- National School of Government
- Australia and New Zealand School of Government
Por su lado, la ENA, llamados enarcas, ha visto desfilar por su aulas a figuras como Jacques Chirac, Lionel Jospin, Valéry Giscard d’Estaing y Dominique de Villepin. Fundada por Charles de Gaulle, posee la hazaña de monopolizar en Francia los puestos "más prestigiosos de la administración pública".
En fin, todo un sistema cerrado y exclusivo para estudiar política, accesible seguramente para magnates de cualquier cuño. La sola mención de nombre "Harvard" hace fruncir el ceño en el curioso que sacia su sed de información. De paso que suena como "sospechoso", ideológicamente hablando, que los centros de estudios reseñados, a la mar de prestigiosos, tengan su sede en países como EEUU e Inglaterra, y que sus nombres sean homónimos de figuras que, como George W. Bush, trabajan denodadamente para ofrecernos un mundo cada vez más calamitoso. El hecho de descubrir que Ban Ki-moon haya culminado su formación en la entraña del mismo país que tanto lo apoyó para que ocupase el cargo que actualmente ocupa en la ONU, deja bastante en qué pensar. El instituto de estudios políticos en EEUU, la sede de la ONU en EEUU y su Secretario General, nacido en Corea del Sur (la aliada) pero formado en EEUU. Umm…
Bueno esto de estudiar bajo determinados estigmas ideologizantes para demostrar después, con el trabajo, que se ha sido buen alumno. Claro, así ha sido siempre, y ello es fundamento de lo que conocemos como "sociedad", independientemente del modelo de vida que se profese: cada clavija está llamada a realizar su función. Pero lo que no deja de parecer significativo desde el punto de vista del poder -Maquiavelo ya-, es el enorme esfuerzo que despliegan los artesanos del dominio imperial sobre el mundo, encabezados por EEUU e Inglaterra, para forjar mentes y cuerpos que en sus futuros movimientos apuntalen la preponderancia de sus excelentes maestros. Faltaría no más averiguar, para convalidar la sospecha, si en el perfil curricular de un idóneo Secretario General de la ONU sería recomendable "descubrir" que el candidato haya estudiado en un centro de formación de tal categoría, de EEUU o Inglaterra.
Vicente Fox, con apellido tan criollo y gerente de la Coca Cola antes de ser presidente de México, y Felipe Calderón, el otro graduando, son apenas una muestritas de estos denodados esfuerzos de adoctrinamiento de los centros de poder por esparcir en el mundo bacterias que reproduzcan la prototípica necesidad de que el poder lo ejerzan los tecnócratas. Ya en América Latina sufrimos los estragos de la famosa Escuela de las Américas, EEUU, diseñada para forjar traidores militares a la patria de origen, esto es, soldaditos que salen de Perú, Colombia, Venezuela (aquí ya no), Ecuador y Bolivia, con el amor de su pueblo natal en la mente y regresan amando a EEUU, el modelo militar de los EEUU, dispuestos a morir por EEUU, convertidos en espías y considerando que su nación es una soberana cagada.
De modo que concebir estudios de formación política sin las desviaciones aquí reseñadas debe entrañar un esfuerzo de universalización de la materia, porque de estudios universitarios hablamos. El solo hecho que los egresados de esta disciplina en Francia acaparen los puestos privilegiados de la administración pública, es una aberración, si el enfoque de los graduandos privilegia una única visión de mundo. Demás está acotar que la universalidad se decanta en el propósito educativo de ofrecer al estudiante la diversidad de enfoques de la materia estudiada y se concreta en el acto de soberanía intelectual de realizar su elección, según creencia, raza, ambiente, carácter, idiosincrasia, temperamento y hasta contextura, si queremos exagerar un poco. No concibo, por ejemplo, que un aula del instituto de estudios políticos de George Bush realice un "universal" enfoque sobre la cultura islámica o sobre las corrientes de la izquierda latinoamericana, por ejemplo, con íconos como Ernesto Guevara o Hugo Chávez encabezando un esfuerzo por dar con una fórmula que procure la justicia social para los pueblos, tanto tiempo mancillada por el tradicional estilo de hacer política.
Porque así concebidas las cosas, con el criterio elitesco y exclusivista de siempre, bajo el criterio de una única corriente ideológica y hasta bajo nombres de significativos próceres del imperialismo y sojuzgamiento de los pueblos a escala mundial, es vano andar planteándose si un político nace o se hace, y creyendo que semejante disyuntiva constituya el meollo paradigmático de su estudio universitario. Bajo tal canon, es evidente que se significa que el político se hace, se construye en las aulas del sacrificio de la conciencia, donde acuden unos cuantos privilegiados de las altas esferas.
No es difícil, entonces, imaginar que un "líder" de estos adolezca de una preciosa experiencia del aprendizaje: el calor del pueblo. El niño ricachón que desde una burbuja de cristal sale a redimir a las masas... Estigmatizado por los recios valores de la tecnocracia, el tecnócrata saldrá al ruedo de su patria a aquejar a los suyos en vez proveerle felicidad, enfocado como está por la doctrina de una selecta abundancia y el dominio de los doctos, enfoque -demás está decirlo- de un extremado capitalismo que desincorpora la dimensión ética de lo humano y prepondera la producción a ultranza.
Lejos se presenta el panorama en el que un buen político, sencillo, de pueblo, de clara inclinación por los más desposeídos y hasta pobretón (sería insólito), asuma las rienda de un país, pongamos por caso, como los EEUU, menos si por su sangre no circula el certificante gen de lo anglosajón.
Sin menoscabar el conocimientos como herramienta de perfección de las dotes humanas, como vía de iluminación humanista, nuestro país actualmente ensaya un arduo trabajo de masas que, con la definición de consejos comunales, incorpora el factor socializante como fundamento y figura una permanente aula de clases de lo político, donde usted, señor tecnócrata, podrá criticar cualquier cosa, desde un rostro estudiantil desdentado hasta una piel de tonalidad oscura con pelo "malo", pero jamás podrá achacarle la sin razón que uno de ellos pueda encarnar la probabilidad de ser un político sin ciudad (polis) ni pueblo (demos). Quizás hasta le parezca chocante descubrir centros que se llamen “Escuela de Gobierno y Servicio Comunal Juan Bimba”, por ejemplo, o “Negra Hipólita” o “Alí Primera”. Pero lo seguro es que se estaría trabajando con el pueblo.
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