No habrá ataque aliado contra Siria.
No puede haberlo, al menos como recién se estaba planteando, en plazo brevísimo, como escarmiento al uso de armas químicas por parte del ejército sirio.
Y varias son las razones. La primera es lo que ciudadanos del mundo estemos dispuestos a creer, lo cual constituye el acto de fe principal para licenciar aventuradas ficciones; y la segunda, que un país ─así se trate de los EE.UU.─ no puede así nomás pisotear la construcción normativa del planeta so pena de propiciar severos resquebrajamientos del orden mundial.
Cuando el gobierno de los EE.UU. dice que hubo ataque químico lo hace de modo calculado, en el contexto de maquinaciones trazadas sobre mapas de guerras y, de modo importante, sobre el apriorismo que tú y yo estemos dispuestos a brindarle a sus aseveraciones. Manejan la gran prensa para distorsionar consciencias con su tinta, y, si no estamos dispuestos a ver más allá de los titulares, nos quedamos con la certeza de sus mentiras.
El INTERNET ha hecho su obra y el ciudadano del mundo es más consciente y menos fofo mental. La gente sabe de verdades e intereses y traga el cuento si quiere darle la razón a quien comulga con sus propias creencias. Hemos llegado a un punto estúpido de evolución humana que confunde interés con verdad o mentira, y a eso muchos lo denominan ideología. Si EE.UU. únicamente se creyera la mentira para sus maquinaciones y no existiera por allí tanta devoción idiota, le costaría más la osadía de sus “ficciones”.
Pero, como decíamos, no obstante la baba de tanta sandez, el mundo está más consciente y sabe que los gringos se inventaron el cuento; que el cuento es nomás eso, mentira, y que se acostumbraron a ofender la inteligencia humana, esta vez con su ficción química del mismo modo que lo hicieron en Irak con la destrucción masiva y en Libia con los bombardeos sobre la población civil por parte de Gadafi. Que tan notoria mitomanía, como cualquier enfermedad, responde a desórdenes orgánicos internos: deuda nacional, soporte ideológico acezante, morbidez plutocrática (esa que necesita de vez en cuando invertir en una guerra para luego ganar con contratos de reconstrucción).
El otro punto es el pisoteo del establishment mundial, el intento de ruptura del equilibrio de fuerzas en el planeta, hoy contrapesadas por Rusia y China.
Los EE.UU. poco a poco se decantan por alcanzar a trancos su dueño de establecer una dictadura mundial, seguramente partiendo de la base de que ya lo logró con su pueblo, a quien parece pastorear con embustes “democráticos”, control de su libertad de expresión y velada represión.
“Para entrar con sus cuentos químicos han de tener más cojones y menos fábulas, más cuando corre la especie de un probable ataque ruso a Arabia Saudita como factor compensador ante pérdidas (rusas) y ganancias (gringas) geoestratégicas en Siria.”
Ya para ellos no es problema pasar por encima de las resoluciones de la ONU, al menos hasta hoy que se proponen aventurarse contra Siria. Usted sólo repase su comportamiento desde Kosovo hasta ayer, con el desastre que hicieron en Libia.
Su fácil intervención en países como Irak y Libia parece haberle alimentado el ego romano del dominio mundial, y un pequeño país como Siria se les antoja como un espantajo al paso de sus botas militares.
Pero todo tiene una forma, volumen o peso de idea delineada. El cuento con Siria hoy es diferente y no podrán pasar al ataque de manera tan simple, ni ellos ni sus aliados. Y no es porque la población mundial sea más consciente hoy y mayoritariamente repudie sus pretensiones, sino porque la Rusia de hoy no es la misma que cuando el desastre en Kosovo, donde los aliados hicieron lo que quisieron.
Entonces los rusos estaban en ruinas, sin capacidad de respuesta, recuperándose del desmoronamiento soviético, y aún con secuelas parecieron seguir hasta lo de Irak. Lo de Libia, donde perdieron intereses y espacios geopolíticos, por fuerza tuvo que significarles un colmo.
Siria es socio económico de Rusia, aliado, y Rusia allá posee bases navales. No es concebible, por tanto, un ataque tan deportivo contra ese país, menos aun cuando de lo que se trata no es de llegar a la Siria misma, sino a Irán, uno de los diez países potencias militares del planeta, socio también de Rusia. Y menos cuando parece haberse llegado al colmo con las burlas en el seno de la ONU, donde China y Rusia vetan y los EE.UU. y sus aliados violan. Los rusos han protegido en tres oportunidades a los sirios con sus votos o vetos, y esto ha de ofrecer una lectura.
De manera que los gringos hacen aspavientos y tientan con sus ruidos la capacidad de respuesta de los rusos. ¿Siguen sumidos en la pereza de ver cómo el mundo se les pierde de modo geopolítico? Eso es todo. Para entrar con sus cuentos químicos han de tener más cojones y menos fábulas, más cuando corre la especie de un probable ataque ruso a Arabia Saudita como factor compensador ante pérdidas (rusas) y ganancias (gringas) geoestratégicas en Siria. Ya usted sabe… Los sauditas son aliados de los gringos y…, como se dice en Venezuela, lo que es igual no es trampa. ¿El argumento para entrar en Arabia Saudita? ¡Pues, hombre, cualquiera, desde una carantoña de un príncipe embajador a Vladimir Putin hasta una “presunta” amenaza saudita de ataque a los Juegos Olímpicos de Invierno a realizarse en Rusia!
A Cameron ya su opinión pública y parlamento le dijeron que no; los gringos yo no parecen evidenciar tanta testosterona y sólo siguen chillando por más guerra los franceses, los que menos aparataje bélico tenían previsto aportar para la guerra.
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