jueves, 4 de julio de 2019

Acerca de la soberanía y el Estado.


 Por: Lic. Jorge García, politólogo

 "si me preguntaran si soy legislador para escribir sobre política, contestaría que no, y que precisamente por no serlo lo hago, si lo fuera no perdería mi tiempo en decir lo que es necesario hacer lo haría o guardaría silencio" J.J.Rousseau

La soberanía constituye uno de los principales temas políticos de nuestros días, y precisar el origen de este concepto es necesario pero también complejo. En términos generales, podríamos decir: que se remonta a tiempos medievales donde estaba en manos del Rey, los estudiosos del término lo desarrollaron a mediados del siglo XV, llegando a concebirse en la edad contemporánea como se conoce hoy, soberanía tiene quien es autosustentable, quien se gobierna así mismo y la sociedad unida a esta voluntad la llamo Estado al cual debemos la paz y la defensa, sin Estado no hay soberanía y sin soberanía no hay pueblo libre, para ejercer su deseo de vivir en democracia.

He afirmado que sin Estado, no hay soberanía. pero vale la pena preguntarse ¿Que es el Estado?

Según la concepción Hegeliana "es producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado, es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismo irreconciliables".

Por su parte, Max Weber nos señala "Estado es aquella comunidad humana que dentro de un determinado territorio reclama con éxito para si el monopolio de la violencia física y legitima".

Este Leviatán como lo llamo Hobbes es producto de la sociedad en un determinado grado de desarrollo que le permite dejar el estado de naturaleza, un número de hombres puestos efectivamente de acuerdo pactan que por mayoría se le concederá a una cantidad de ciudadanos el derecho a representarlos, todos ellos quienes votaron a favor y en contra autorizan las acciones y juicios como si fueran suyos propios a fin de vivir pacíficamente y protegidos frente a otros hombres. Este acto voluntario se convierte en un ejercicio soberano y lleva en su seno una relación simbiótica entre Estado y soberanía. Este Estado moderno es el producto acabado como consecuencia del surgimiento de la propiedad privada y la aparición de la sociedad dividida en clases,  el Estado se convertirá en la instrumentalización que le permitirá a los ricos proteger sus intereses y propiedades, establecer diferencias entre burgueses y proletarios, diferenciar entre fuertes y débiles, entre detentadores y destinatarios del poder producto del ejercicio del gobierno. De ahí que la idea de distribuir las riquezas no sea un simple invento sin sustento teórico del marxismo.

De acuerdo a lo que he planteado describiré los elementos constitutivos del Estado, en primera instancia la existencia de un territorio claramente  delimitado en sus áreas fronterizas, espacios aéreos, y aguas jurisdiccionales, un segundo aspecto es la sociedad compuesta por un sistema de valores, creencias, y costumbres que da vida a lo que llamamos comúnmente nación, un tercer aspecto es el ordenamiento jurídico, sus leyes e instituciones, un cuarto y definitivo aspecto es desde mi punto de vista la importancia del reconocimiento internacional, como política exterior de los Estados.

 

Otra de mis afirmaciones señala que sin soberanía no hay pueblos libres y por lo tanto tampoco democracia.

La causa más Antigua que ha determinado desde los orígenes de la propia historia la existencia de la política es la libertad y en nombre de esta idea se ha introducido en los debates políticos del momento la discusión acerca de la guerra y el empleo de la fuerza.

Hay quienes desde sus intereses creados justifican estas acciones argumentando la necesidad de despojar a tiranos que ejercen el poder sin límites, fundamentado en el miedo y en las leyes para beneficio propio o simplemente aludiéndolas con total impunidad, otros aprueban derrocar supuestos regímenes autoritarios que solo buscan conservar el poder y sus privilegios, estos halcones de la guerra denuncian con frecuencia a presuntos dictadores que no respetan los derechos humanos, la libertad de expresión, la división y autonomía de los poderes imposibilitando el equilibrio que deben guardar los mismos. Estas calumnias son la mejor expresión de los intereses mezquinos en los que se encuentra inmersa hoy la oposición venezolana, se juega las cartas de la intervención militar humanitaria, busca legitimar una acción bélica yankee, dejan en manos foráneas tan anhelada recuperación de la libertad que les permita retomar por las armas lo que no pudieron por la vía democrática, pero no cuentan con el apoyo necesario para obtener la confianza del pueblo.

Estas fuerzas conservadoras que tradicionalmente detectaron el instrumento de ejercer el poder político, han dejado ver en reiteradas ocasiones el carácter violento de su condición de clase, dando por hecho que ni el Estado, ni la forma de gobierno, ni ningún sistema político será bastante fuerte como para sobrevivir una eventual derrota militar. La guerra es el desconocimiento total del Estado, del gobierno, de la soberanía y estas fuerzas reaccionarias no reprimirán sus deseos, ni vacilaran en sus esfuerzos con formalismos democráticos cuando de defender sus intereses se trate.

Sin duda, hay a quienes la estrategia de la amenaza y la disuasión por parte del imperialismo los hizo abandonar sus ideales, pero la soberanía reside en el pueblo, sus instituciones y leyes y no habrá injerencia económica, mediática, judicial, humanitaria y militar que socave la voluntad de ser libres, vivir en democracia y paz.