jueves, 2 de octubre de 2025

ATLÁNTIDA [FICCIÓN POLÍTICA]

El país había sido invadido, devastadoramente. Las naves pulverizaban la tierra y extraían el petróleo hacia gigantescos cargueros en el océano Atlántico. Cuantiosas naves bloqueaban el sol, sostenidas en el aire en medio del estruendo de los motores y la exhalación polvorienta de la tierra bajo el efecto taladrante de los rayos. Los negros chorros del hidrocarburo, como cabelleras del terror, ascendían hacia los tanques flotantes, los cuales partían después como enormes bandadas de saurios voladores. Por tierra, el betún y el gas también eran colectados por robots rastrillos y maquinarias aspiradoras, respectivamente, formando interminables hileras de vehículos hasta el delta del Orinoco.
Era la hora de la guerra en medio de un mundo extenuado, sin vegetación, sin fauna, sin agua, sin minerales, con población humana en declive y sol borrosamente contaminado. El país anteriormente se llamaba Venezuela, pero fue degradado a territorio de recursos en la última reunión de la Sociedad Mundial. Como muchos otros países, otrora pacifistas, incapaces de defender su humanidad, fue desmantelado, borrándose oficialmente su historia y prohibiéndose el recuerdo de su nombre.
El Consejo de Humanidad de la Sociedad Mundial (CHSM), expresión del poder tripolar en el planeta, votó dos tercios a favor del borrado. El Oeste ─quien ejecutaba la expoliación─ pactó la decisión con el Este a cambio de facilitarle la recuperación de un territorio de antigua propiedad en sus fronteras. El Sur, conformado por la prototípica África y la estratégica Suramérica, no tenía voto y en su generalidad estaba clasificado como "reservorio", excepción hecha con algunos países que persistían en defender una maltrecha soberanía, como el milenario Egipto y el desértico Brasil, respectivamente. El Norte, por su lado, cuyos bastiones radicaban en el polo de la tierra, pujaba por quebrar la barrera Oeste-Este para también explotar el Sur.
La cruel guerra apuntaba contra el género humano, clasificado también como "recurso" mineral en aquellos sitios donde la necesidad de combate estableciera una "mina". La decisión comportaba capturar a los habitantes del territorio y procesarlos en procura del calcio, el fósforo y el magnesio de sus cuerpos, básicamente, además del leve porcentaje de oro, todos elementos necesarios para la industria militar. Desde velocísimas naves espaciales, fueron colectados, siendo primero "petrificados" por disparos de luz y luego triturados y almacenados como polvo en contenedores móviles.
Millones se lanzaban al mar, donde había más posibilidad de supervivencia debido a que no podían ser pulverizados expresamente por los submarinos y las embarcaciones de caza. La clase dirigente, por su lado, era capturada y enviada al frente de guerra; los niños se enlataban como fuente de proteína para la soldadesca.
El país recién salía de una prolongada experiencia de asedio que nunca ensayó una agresión directa, pero que sembró el terror en la población e hizo que clamase a sus gobernantes por una política de preparación bélica que pudiera, por los menos, disuadir a un eventual atacante.
Los Welser era esa familia gobernante, decidida, no obstante, a mantener una línea conciliadora y diplomática hasta lo posible. Sin embargo, en su fuero interno, previendo la hecatombe de su patria, invirtieron décadas en fabricarse refugios subterráneos donde esconderse, desde donde ejercieron una feroz resistencia con los Comandos Bolívar durante un par de años antes de ser ejecutados. En sus últimos tiempos republicanos, cuando podía olfatearse el porvenir de la destrucción, fueron odiados por la población al no preparar el país para su defensa y sumarlo a la resistencia global (como Brasil, por ejemplo), empeñados en un contranatural pacifismo ideológico y en confiar la seguridad de la nación a un ausente derecho internacional.
Sus cabezas fueron incrustadas como trofeos en las principales naves de extracción petrolera y replicadas en los cientos de miles de vehículos de exploración mineral. El otrora país suramericano fue convertido por el Oeste en una gigantesca plaza de explotación telúrica, campo de maniobras y ejercicios militares contra sus consabidos enemigos del Norte y Este.
 


Libre de virus.www.avg.com

No hay comentarios: