lunes, 10 de diciembre de 2007

Chávez, el hombre comida


Bueno, a pocos días de culminar la jornada referendaria, empezó a aparecer lo que estaba oculto y que jugó un letal papel en los resultados. Los alimentos.
No se dirá que aparecieron de modo pleno y en su generalidad, pues mucho escasea aún en los mercados; pero sí hay que decir que luego del día 2D se empezó a tener razones sobre muchas cosas alimentarias. Entre otras noticias, leo que un general de la Guardia Nacional en Barquisimeto, Luis Alfonso Bohórquez, con base a informaciones que le suministraron unos consejos comunales del área, decomisó 7 toneladas de leche y 2 de azúcar acaparados en los almacenes del Central Madeirense, sobre preciado, de paso. Leo otras noticias por allá sobre el mismo tema, la comida de los venezolanos, escondida, incautada, contrabandeada, etc., que lleva indefectiblemente a la certeza de que el pueblo fue sometido a un crudo experimento político y comercial durante el mes de noviembre inmediato pasado, como ya ocurriera en abril de 2.002 cuando el golpe, sólo que esta vez fue más sofisticado, menos descarado y más puntual en sus efectos.
No diré que productos como la leche, huevos, azúcar o caraotas mantenían niveles óptimos en su suministro a los venezolanos, pero ¡cómo se agravó la vaina en noviembre, en hora pre electoral! No ceder ante el chantaje de comprarle una lata de leche a un buhohero en Bs. 25.000, significaba irse a la cola del mismo acaparador Central Madeirense a codearse con el malestar del paisano, enojado por la carencia, enojo expresado en discusiones concretas en las filas o ante el pobre cajero, quien recibía el reclamo de no permitir la compra de más de dos latas por persona.
De ahí a afirmar que el enojo se tradujo en una abstención electoral o en un castigo, según se vea, no es ninguna temeridad. Chávez, el hombre comida –valga decirlo así- que intenta fundar una república de igualación social y justa distribución de la riqueza, escaseó en su forma nutritiva durante tales días, perdiendo una batalla contra los factores opositores, quienes aglutinan el empresariado que monopoliza la comida de los venezolanos. El Chávez alimentario escaseó de modo concreto en los anaqueles de los supermercados, y los electores se lo hicieron saber. La tesis de la soberanía alimentaria nunca tuvo tanta debilidad como entonces, a cinco años de la experiencia del golpe de Estado, que induce a pensar que la lección de ese hecho había sido aprendida.
Lógicamente, lo dicho es metafórico. No es el presidente el responsable expreso ni único, como tampoco se hará la temeridad aquí de afirmar que tales rubros alimentarios fueron la causal de la derrota, mucho menos creer en verdad que el hombre es un plato de comida. Hay un cosmos de reflexiones y razones, y el asunto de la comida es una tuerca dentro de la trabazón de la madeja, pero tuerca que toca al fin el sensible sentimiento de la seguridad alimentaria. En su específico alcance, tuvo un efecto devastador, acentuado complementariamente con otros logros de la propaganda opositora de corte psicologista, como, por ejemplo, la cuñita que presentaba a la revolución confiscando propiedades y negocios al ciudadano. Al desestabilizador sentimiento de "no existencia" se le sumó el de la brutal negación del todo a futuro, si se aceptaba la Reforma Constitucional.
Ahora, como si nada, pasada la marea, muy orondos aparecen los condenados alimentos, desfilando en su condición de "liberados" ante las cámaras de televisión y los ojos desconcertados de los venezolanos. Orondos porque cumplieron con su encomienda de reblandecer a un pueblo, suponiendo que ellos mismos hubieran estado de acuerdo con el NO. Se dirá que, pasada la "amenaza" de la Reforma, volvió la paz y la salud al país. ¡Ya hay leche, caraota y huevos! ¡Llegó la carne y vamos a comer hallacas tranquilos! ¡Mira bien, venezolano: cuando gana la oposición hay ánimos hasta para reconciliaciones!
Y así como sobre este aspecto se reflexiona, muy bien puede hacerse en relación a otros, como el trabajo de otros ministerios (hablábamos del Ministerio de Alimentación) y otras instituciones, como el INDECU y CONATEL, haciendo el artículo infinito. Baste extender la reflexión a los otros ámbitos y que cada quien encuentre su responsable reflejo ante el espejo.
Finalizo exponiendo unos pensamientos sobre el pueblo, la gente, el paisano, el pana, el camarada o compañero, ese conglomerado humano que se supone se muere por la comida -gran verdad, por cierto-, que piensa que por "la plata baila el perro" y que propone que si Chávez no es comestible no es conveniente. Ese que es maltratado a diario moralmente por plantas de TV que lo presentan como unidades de pensamiento vacío que sueñan con llenar la panza en un país de atrocidades. Ese mismo que va a votar varias veces pero en los mega mercados que organiza el gobierno para paliar sucedáneamente el problema alimentario, reconocido en su existencia, y que, eventualmente, castiga con su voto o simplemente no vota en los reales centros de elección. Ese que se viste de rojo y grita "revolución", pero que de modo inmediato cambia de parecer y de bando si lo asustan con cuentos de camino desde los medios de comunicación. Ese mismo que es ignorante y es conducido, lo cual lo hace inocente y a otros culpables, y enmarca la reflexión de Hugo Chávez cuando se plantea la posibilidad de su inmadurez para recibir el bautizo del proyecto socialista. Ese mismo que es sencillo, sin luz, que espera el auxilio civilizatorio y suele ser sujeto de empresas políticas. A ese que ponen en fuga con cuatro mentiras y que en un tiempo pasado Francisco de Miranda fustigara increpándole “Bochinche, bochinche. Esta gente no sabe hacer sino bochinche”
Señores, así nada se revoluciona. La piel política no puede ser tan de gallina ni la conciencia tan frágil. Se requiere profundizar, y ello significa comprender por qué ocurren las cosas, quiénes son sus responsables y qué buscan. En el peor de los casos, en el caso del hombre más ignorante de Venezuela que vacila ante dos propuestas, procede preguntar si no se sabe, mínimamente.
Es claro, nadie sobrevive "comiendo" de las ideas, con el estómago vacío, pues; pero a un proceso de cambios en espíritu revolucionario tampoco le sirve lo contrario, esto es, hombres sin conciencias que corran a las primeras de cambio. Muy bien lo dijo el hombre más connotado de la historia humana, Jesucristo: "No sólo de pan vive el hombre", traído aquí no para razonar la aceptación de una carestía, sino para no entrar en alarma cuando voces apocalípticas la virtualizan.
Sirva la reflexión para de algún modo despedir para siempre estos "votos" del proyecto político, al que destruyen, y para avanzar en una campaña de moralización para la construcción de una poderosa conciencia política, de suma de voluntades, allí donde no la hay, verdaderos baluartes a futuro del proceso de cambios que se le propone a la patria. Sirva también la reflexión para rescatar aquellos “vacíos”, exorcizando su ignorancia.
Conocimiento, comprensión y conciencia sería el norte del motor constituyente Moral y luces, tercer paso en el propuesto modelo de país que por los momentos remite, al menos en el malogrado formato de la no aprobada Reforma Constituyente.


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