viernes, 15 de mayo de 2009

El golpe de este año

La oposición nos ha acostumbrado a los golpes, y golpes en el pleno sentido de su acepción violenta.  Primero en su pasado, cuando era gobierno, con sus múltiples asesinatos y exterminios selectivos contra figuras incómodas de la oposición en su tiempo; y ahora en el presente, cuando ya no es gobierno y da pataletas contra el suelo de Venezuela para protestar por su progresiva pérdida de poder personal, permanentemente soñando con su golpe de Estado, en consecuencia.

De forma que tenemos a una oposición política boxeadora, ayer y hoy repartiendo golpes, según su relación establecida respecto del poder.  Es todo un poema a la constancia, que ella califica de “democrática”.  Volver al pasado o, al menos, salir del presente, como si fuera posible echarle un desperfecto a la máquina de los tiempos.

Y nada peor para gente acostumbrada a calzar tan terribles golpes en una jeta desde siempre que la situación presente de pérdida de fuerza, su enfermedad aquejante desde la llegada de Hugo Chávez al poder.  Cosa terrible e inaceptable de los tiempos, que no tarda en calificar de antideportiva –se dirá-.  Es una desgracia que la gente pierda su condición de pera de boxeo y empiece a soñar  con que ya no le apliquen uno más en su vida, sueño que ella, la oposición golpeadora, no tarda tampoco en calificar monstruosidad de los tiempos, retroceso, comunismo, antiprogreso, barbarie.  El pueblo es para llevar coñazos; esa es su vocación.

En aquella ocasión (cuando era gobierno) sus golpes mandaban a los incómodos a dos metros bajo tierra, hábitat de los gusanos, donde se duerme el sueño que no molesta el sistema establecido de sus prebendas.  Tanto así que entre la capa subterránea ya había empezado a sedimentarse un ingente recurso de materia orgánica que a lo mejor explotarían a futuro como un nunca visto hidrocarburo.  Guerrilleros, militares críticos, estudiantes, líderes vecinales, cualquier pendejo…  Cualquier pendejo podía alimentar con sus huesos la fosa del silencio.

Me tocó perder unos cuantos amigos, de mi época de estudiante en la Universidad Central de Venezuela, cuando las protestas eran un real mechero de indignación, entre los ochenta y noventa.  Para nombrar dos, menciono a Yulimar Reyes y Belinda Álvarez, vilmente asesinadas.  A mí mismo me tocó agarrar algo de plomo y plástico durante las correrías de la represión policial.  Eso era que cada año moría al menos un estudiante, si no era el caso que quedaba ciego, cojo o de algún modo encamado.  Eran los tiempos de Carlos Andrés Pérez, Antonio Ledezma, José Ángel Ciliberto (“Cilipuerco”, entre los estudiantes) y del militar Ítalo del Valle Alliegro.  (Para hablar de más atrás dejo a gente mayor que yo, dado que recuerdos como estos encrespan el alma).

Hoy, que ya no está en el poder, nuestra oposición añora.  No hay dudas.  Lo confirma cuando golpea la mesa y exclama que, si un negro como Chávez hubiera hecho esto o aquello durante los años de su reinado, ya estaría haciéndole compañía a los gusanos sin ningún tipo de chisteo.   Tal es nuestra oposición política derechista venezolana, con ínfula de virreinato dictatorial.

A la evolución de semejante posición política, de gobernante a oposición, le acompaña una correlativa evolución de los golpes que tira, como llevamos dicho.  Desde el mismo momento en que se descuidara en su control y represión sobre las masas, cuando el pueblo le quita la batuta de la dirección del país, no hace más que ensayar golpes y más golpes, de uno y otro tipo, pero con preferencia los de Estado, que son los que le quita el sueño todos los días.

“La oposición-dinosaurio o muta o se queda atrapada en las mallas de los tiempos, viviendo en el recuerdo de sus sangrientas glorias, al margen de la ley si extremada, como es mucho el caso de tanto grupo terrorista en el mundo. Y es de cajón acotarlo: no queremos sino paz para Venezuela.”

No digo que la derecha venezolana ha dejado de tirar sus asesinatos selectivos, como está acostumbrada a hacerlo desde su génesis (sabemos que ha sido hasta genocida); pero dado que no le parece efectivo que uno u otro dirigente muera por allá o acá sin que muera el chivo mayor (Hugo Chávez), ha optado por perder la paz en el terco proyecto de su muerte, o en su defenestración, en el menor de los casos.

De manera que su boxeo ahora se entretiene, preferentemente, en dar golpes de Estado, teniendo siempre uno pactado para cada año, desde la misma llegada de la Revolución Bolivariana al poder.  Ya sabemos de eso, del 2.002, o de cada año siguiente, cuando se dio a la tarea de concatenar factores internos y externos para acarrear desestabilización al país, siempre acariciando la idea de la defenestración presidencial.  Toda una pesadilla sobre sus sábanas, que ya se ponen rancias.

Vale, pues, preguntar, cuál es el golpe de este año, con todo y el que ya casi va por la mitad (hay que tener presente que para un golpista el año termina el 31 de diciembre a las 12 de la noche).  Tuvo su época florida con la gestión de Bush, quien los acompañaba en cualquier locura que sus jurásicos cerebros ideasen; y tiene hoy su época de gran esperanza, mientras se dilucida la verdadera orientación del actual presidente de los EEUU.  Acarician de noche y de día que Obama sea eso Chomsky denominó un blanco pasado de unos cuantos tragos de sol.

Y ya desde enero lo sabemos.  Anda por ahí la derecha sonámbula venezolana con un papelito en la mano que no oculta una figurita de ajedrez:  el plan “Jaque al Rey”.  Ya sabemos de eso.  Lo resume en sus postulados José Vicente Rangel, a quien cito:

“a) organización de comandos políticos-militares con fachada pública de carácter social, tomando como ejemplo la corporación de seguridad de Antonio Ledezma y las redes sociales de Leopoldo López; b) presencia en las comunidades urbanas y rurales a fin de activar demandas sociales; c) promover el mayor número de conflictos sociales, laborales, educativos, por servicios, sector transporte, alimentación, etc.; d) generar rumores de inestabilidad económica, financiera y bancaria para alimentar la crisis; e) estimular el descontento en el sector militar a todos los niveles de la institución armada; f) generar situaciones criticas de seguridad que sirvan para promover pánico y desconfianza en las políticas de seguridad del estado, y magnificar a través de los medios la incidencia del delito en el país; g) incrementar la protesta estudiantil radical, combinada con una intensa actividad mediática en diferentes regiones y áreas del país; h) escandalizar con el tema de la corrupción, utilizando cualquier recurso, incluso apelando a denuncias falsas, para desacreditar al gobierno y mostrarlo ante la opinión pública como un gobierno de corruptos.” *

Pero como los tiempos se le hacen adversos, es decir, el boxeador envejece y pega con menos fuerza, ya ni siquiera les está empezando a funcionar el andar tocando puertas a militares para revivir un Altamirazo o el andar hamaqueando a los medios de comunicación para sublevar a la gente en la calle, como si de verdad se estuvieran acabando los bosques proteínicos a los dinosaurios.  Suerte de loquitos soñadores, pero que no dejan nunca de representa un peligro, del mismo que lo representa un recogelatas o enfermo mental en la calle (con el permiso de estas personas en desgracia), quienes podrán eventualmente saltarte encima para inferirte una puñalada

Golpeaba y mataba en el pasado, con furibunda efectividad; mata y golpea hoy, aunque no con tanta fuerza, dado el natural debilitamiento de los años; y a futuro ¿quién sabe?   Probablemente ni tire.  Tal tendría que ser el destino de quien no comulgue con el sentir mayoritario de los pueblos y vivan, por el contrario, del hecho de su omisión. Ir contra corriente implica casi siempre el ejercicio de la violencia.

La oposición-dinosaurio o muta o se queda atrapada en las mallas de los tiempos, viviendo en el recuerdo de sus sangrientas glorias, al margen de la ley si extremada, como es mucho el caso de tanto grupo terrorista en el mundo. Y es de cajón acotarlo: no queremos sino paz para Venezuela.

Referencias:

* José Vicente Rangel:  “Los Confidenciales” [en línea].  En Aporrea.org. – 10 may 2.009. - [pantalla 4]. - http://www.aporrea.org/actualidad/a77569.html. - [Consulta:  15 may 2.009].

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