3. ¿BUSCAR NUEVOS VOTOS O COSECHAR LOS QUE YA SE TIENEN?
Mire, hay un principio elemental de crecimiento que consiste en... crecer. Simplemente.
La conceptuación podría complicarse un poco si decimos que se puede crecer aumentando el número de aquello que se procura o subiendo los niveles de calidad de lo acumulado, aunque no se aumente su número. Usted escoja.
Más aun se puede complicar el rollo si concluimos que la mejor idea de crecimiento es aquella que invita a crecer, numéricamente, al mismo tiempo que con calidad. Hasta acá la sofisticación del razonamiento.
En política hay que crecer o, en su defecto, mantenerse no importando que estancados pero siempre en un nivel de relativa superioridad respecto del adversario. Se prepondera o se muere.
Éticamente hablando, más cuanto si se es socialista por apuntar al logro de una única, estable, segura y feliz clase social, el crecimiento ha de orientarse hacia la calidad, calidad revolucionaria para el caso, lógicamente no descuidando el número. No se gana una elección con el voto de tres calidades contra 3 millones de números.
Ya decía Hugo Chávez que el desarrollo del país debe apuntar a la conformación de una única y poderosa clase media, y por acá, por cierto, se acomodan los tiros de la presente reflexión, punto que dejamos para el cierre.
De votos chavistas, sin calidad revolucionaria, ya sabemos y casi perdemos la república. Nos referimos a los 600 mil y tantos votos menos que cotejó Maduro (14-A) respecto de Chávez (7-O), a ciencia cierta no muy claros en su destinatario: si caprilistas o abstenidos. Lo cierto es que, como hemos dicho, si emigraron de bando, queda evidenciada su importancia nomás coyuntural. Cesado el embrujo carismático de Chávez, un cúmulo de electores digamos de “baja calidad” decide votar por el adversario o sencillamente no hacerlo.
Significa que hay que crecer y crecer en sólido, con el agregado ideológico y de consciencia incurso en el hecho, no desdeñando la importancia circunstancial que pueda tener el voto supernumerario llamado “golondrino”. Más allá de la ética, es política. Un voto duro soporta viento y marea.
“¡Hay que buscar el voto donde no lo hay, aunque se trate de una lógica sin sentido! ¡Hay que ir a por la clase media, caramba!”
Mi trabajo en la parroquia La Vega constató la violación de la lógica de la precedente reflexión. Se conformó el PSUV con cultivar el voto que, aparentemente, lucia seguro en la zona popular y se olvidó de conquistarlo allí donde lucía precario, es decir, en los sectores de clase media como Montalbán (I, II y III). Hubo una predeterminación en considerar que en tales sitios el voto chavista es inabordable, sino imposible. Quien escribe vive en Montalbán II, así como muchísimos otros chavistas que eventualmente podrían abstenerse de validar sus preferencias políticas por causa de tan desalentadora actitud de liderazgo, no hablando ya de la intimidante hostilidad del sector opositor en el sitio.
¿Resultados? La parroquia La Vega decreció chavistamente en un 3% (7-0 = 58.03%, 14-A = 54.33%) y creció opositoramente en 4 dígitos (7-0 = 41.34%, 14-A = 45.15%). Y así habrá ocurrido ─¿por qué no?─ con el resto de las 20 parroquias del Municipio Libertador, donde en promedio el voto chavista con Maduro se redujo en un 4%. De las 21 parroquias que tiene el municipio, el chavismo ganó en 9, incluyendo a La Vega. Se habrá contentado el PSUV con cosechar lo cultivado en las zonas populares (que como se vio están dejando se ser bastiones, a excepción de las parroquias Sucre y el 23 de enero) sin interesarle la conquista de nuevos espacios. El hecho es que en la actualidad la Gran Caracas, el área metropolitana, esa porción capital, mirandina y varguense, ya no es chavista.
¡Hay que buscar el voto donde no lo hay, aunque se trate de una lógica sin sentido! ¡Hay que ir a por la clase media, caramba! ¿No dijo el comandante que el propósito de la patria es hacer de Venezuela una poderosa clase media? Ya veremos otras razones en capítulo siguiente, en estos momentos vitales.
Cuando Jesús de Nazaret invitó a un cobrador de impuestos (Mateo) a comer a su mesa, se arrecharon los demás y él tuvo que decirles: “No he venido a llamar justos, sino a pecadores”. Tal es el trabajo político que debe afrontar el partido: fundamentalmente sumar, y con calidad, aunque, si al momento no es posible tan carísima ética, simplemente sumar, no descuidando la verdura ideológica de los pastizales conservados.
Sirva la preliminar del presente escrito para enmarcar las imponderables interrogantes una vez la quemazón acaecida: ¿qué fue lo que se hizo durante la elección pasada? ¿Se mantuvo cómodamente la calidad de lo conquistado?, ¿se perdió numero, pero se conservó calidad?, ¿se conquistaron nuevos espacios y se perdieron los viejos? ¿Qué es política? ¿Qué es calidad? ¿Qué es cantidad? ¿Qué es revolución, socialismo, consciencia? ¿Qué nombre recibe la confluencia de tales elementos idearios?
Confieso que es más fácil entenebrecer que clarificar, pero por ahí anda el ciego: hay la gran esperanza de dar con un atisbo de luz salvador sin el riesgo de obnubilarse con su resplandor.
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