Es la política, hay que estar claro.  Ella se define como arte o          doctrina para          gobernar al Estado, y en cuanto a arte hay implicado un cuido y          unas técnicas          de sostenimiento de dicho Estado.           Es decir,          hay un momento para hacer en función de dicho sostenimiento.  Además, la política también          se define como          una habilidad que juega con el tacto en el manejo de las cosas,          sea ya para dar          el aniquilador garrotazo o el conveniente espaldarazo.  Por tal razonamiento habrá          que comprender que          la corporación Polar (Empresas Polar) no haya sido expropiada a          esta hora en          algunas de sus empresas, en especial Alimentos Polar.  Habrá que decir con la          conceptualización que          se espera el momento de mejor tacto, políticamente de menor          impacto.
¿Quiere decir entonces que, en función del          sostenimiento del Estado, no se tocan ahora ninguna de las          empresas de la          corporación?  ¿Tanto          poder tiene el          baluarte de Lorenzo Mendoza que, si se expropia, se cae el          gobierno?  No          precisamente, hay que decirlo, pero, si es          ahora tomada parte de su corporación, en especial la de los          alimentos, se          pierden las elecciones.  Tal          es la          debilidad del Estado en la materia, material alimentaria,          materia trabajada          desde hace rato por el empresario para permitirse la holganza de          pavonearse          delante del gobierno con sendas pistolas humeantes.  Lo dijo en la conversación          que le grabaron          con Ricardo Hausmann:  está          en guerra, y          vive sus quinces minutos de gloria, intocable.           Ha orquestado su guerra económica y ahora mismo, hora de          elecciones,          recoge su fruto.  ¡Que me          toquen no más!          ─parece exclamar─.  En          política, arte del          tacto y contratacto, funciona de manera eficiente el chantaje:  harina de maíz precocida,          pastas y arroz Primor,          margarina, atún y sardinas enlatadas, aceite Mazeite, vinagre,          salsas,          mayonesas, jabones y detergentes, lavaplatos, licores          alcohólicos y no          alcohólicos.
El Estado venezolano, también hay que decirlo, ha          cometido un ingente error al no actuar en el momento político          adecuado para          accionar contra el monopolizador y  chantajista, y lo está          pagando.  Ahora mismo          debe callar y tragar grueso.  En          un momento en que la gente se parte de la          arrechera en la calle haciendo colas para conseguir comida, es          contraproducente          luchar contra la imagen del empresario que casi se cita a sí          mismo como el          alimentador del pueblo venezolano.           En          marzo de 2009, cuando el presidente Hugo Chávez ordenó expropiar          a Cargill, ya          había asomado el Estado lo que andaba por venir:  "No          vamos a tolerar y          repito la empresa Polar ─dijo entonces Chávez─ podrán creer sus          dueños que son          de sangre azul, si no entran por la goma los vamos a expropiar          se lo advierto".  Luego,          pasado el tiempo con el presidente Nicolás          Maduro, a la vista se tiene que el trabajo no se ha hecho.  Chávez prácticamente asomó          que se buscaba el          mejor momento, la hora de menos efecto político, para la toma, y          cuesta creer          que desde entonces hasta hoy no se haya encontrado.  Consiguientemente el          plutócrata (uno de los          hombres más ricos del mundo) ha estado jugando a la guerra          contra el gobierno,          se ha estado llevando sus empresas para otros países, esconde su          producción a          los venezolanos y hace apenas unos días lo descubrieron          conspirando          abiertamente contra el Estado venezolano…           ¿Qué se esperaba?  ¿Qué          trajese un          abiertamente un ejército uniformado de mercenarios para meterle          las esposas?
Existen algunas incongruencias que la mente más          desguarnecida de razón no asimila.           ¿Si          las comunicaciones y la energía eléctrica son valores          estratégicos susceptibles          de toma por parte del Estado, sensibles al empoderamiento          social, y bajo este          enfoque del primer plan socialista fueron tomadas la Cantv y          otras tantas          empresas, por qué el criterio alimentario no ha ejercido          justificado peso para          la expropiación o nacionalización y un monopolista como Lorenzo          Mendoza anda          que le pinta palomas al gobierno?           ¿Socialismo complaciente o medroso?
Pero para otra vez será, dice la lógica política          o          la canción.  Hoy el          hombre puede reír un          rato hasta la hora electoral y, si los resultados le son          favorables, por largo          tiempo, evidenciándose acá que en política cuando le llega la          hora a algo o          alguien no se puede dejar de hacer para dejar pasar.  Como en la guerra, que de          guerra se habla, el          descuido de no acometer una acción para una situación madura, se          puede pagar          con la derrota.  Y para          que errores          parecidos jamás ocurran o se olviden, de vez en cuando es bueno          ir a las          fuentes de los planes socialistas, cuyo espíritu resume Chávez          en 2007 en las          palabras que siguen:  "La  nación          debe recuperar la propiedad de los medios estratégicos de          soberanía,          seguridad, defensa (... ) esa es un área estratégica de un país,          como el agua,          la energía eléctrica, los teléfonos, los servicios telefónicos",          cuanto          más si de alimentos se trata, que son materia de soberanía.  ¿O no?
Por  otro          lado, la lógica pura, no la del tacto político, dice que a          Mendoza y a sus          Alimentos Polar les ha llegado la hora.  La          expresión "Estoy en guerra", pronunciada a Hausmann en la          grabación presentada          por Diosdado Cabello, es una confesión de parte tanto para el          acto traidor de concitar          al FMI en contra de Venezuela como al hecho de contribuir con la          guerra          económica en contra de los venezolanos.           Sus alimentos no se consiguen y da igual que sean          expropiadas o no sus          empresas. ¿Dónde está la brillantez de la cacareada producción?  Mucha estupidez en la calle          comenta que el          hombre es un empresario de los alimentos y de las bebidas que da          empleo al          país, por lo tanto sagrado; pero sería saludable responder a las          preguntas ¿dónde          están sus renombrados alimentos?, ¿por qué no abundan hasta el          grado de evitar          una cola para adquirirlos?  La          respuesta          es simple:  los          contrabandea, se los          lleva a otros países, a Colombia por confabulación, los niega a          los venezolanos          para utilizarlos como arma económica contra el Estado, funge          como golpista          económico.  De manera que          si la          expropiación de sus tanques de guerra (sus empresas de          alimentos) no ocurre          dentro de unas horas porque así lo licencia la lógica humana,          esa que no es necesariamente          política, ya tendrá que ocurrir en un plazo perentorio dentro          del compás          táctico de la estrategia política.           No es          sostenible para un bando pendejo (el Estado) una guerra donde el          contrario le          lanza misiles y él le responde con flores cuando se acuerda.