Los rusos entraron en combate.  Finalmente.           Fue casi necesario que le mocharan el puerto de Crimea          para reaccionar,          como si hubieran estado hibernando.           Crimea, Ucrania, de donde su gentilicio les mana          históricamente.   Cuando          los aluden como el "oso siberiano" más          que todo para significar fuerza, burlescamente ya muchos estaban          pensando que          era por otra razón el mote, estos es, por lo tardo, por lo          congelado para          responder.
Hoy ya vuelan en Siria y bombardean objetivos del          Ejército Islámico (EI).  Siria,          otro          puerto como Crimea, pero que han mantenido como resultado de esa          disputa          geopolítica de guerra fría con los EE.UU.            Hay que          reconocerlo:  Rusia          perdió presencia bipolar en el mundo,          hecho histórico desde el desmembramiento de la U.R.S.S.  Durante esos años se          agazapó, se dedicó a          restañar la herida interna de la fragmentación, a repensarse en          su federación.  Mientras          tanto el mundo vivió un breve          capítulo de unipolaridad con los EE.UU. como verdaderos policías          del mundo;          mientras tanto se declaró China como la primera potencia          económica del mundo; y          en el ínterin perdió frontera geopolítica y la OTAN hizo y          deshizo, rodeando a          la federación con aliados y escudos antimisiles.  Pero en el ínterin ocurrió,          también, que el mundo          entendió que todo poder necesita contrapeso, visto el desmán          generado por la unidireccionalidad          fracasada de EE.UU. y Occidente.           El          mundo no ha estado mejor sin un Saddam Hussein o Muammar          Gaddafi; ni ha dado          garantías, asimismo, creerlo mejor con un Bashar al Assad o          Jomeini en la misma          condición, muertos.
Se impone, pues, la reacción, el despertar.  Cosas sucedieron.  La unipolaridad, el sueño          corto          estadounidense de creerse con el mando mundial, infló egos, y la          soberbia se          desató.  Fueron capaces          de sancionar a          Rusia como a un país más del concierto de naciones, como si no          fuera ni la          sombra de su contrapeso de poder en el mundo, como si no fuera          un país con          ciertas prerrogativas y consideraciones, héroe de guerra,          salvador de la          humanidad durante la segunda guerra mundial, sacrificado en aras          de la          civilización presente.  Y          como es          histórico, la soberbia, como la codicia, rompe el saco.  Paralelamente intentaron          también los EE.UU. cercar          a China, su pesadilla viviente hoy.  Y a          las claras surge el error estratégico cometido:           la alianza de Rusia y China, verdadero poder de          contrapeso para devolver          este mundo a los niveles multipolares necesarios, obra de la          negligente          soberbia estadounidense.  Rusia          desplaza          aviación y militares a Siria; China, portaviones y helicópteros.  Ya se estabiliza la balanza          de la nueva era.
La derrota de los EE.UU., nomás empezando, es          grande.  El Medio Oriente          es un tablero          programático de posesión dentro de su bitácora imperial desde          los años          cincuenta del siglo pasado (geopolítica, petróleo y hasta agua),          tablero hoy          frustrado, si no complicado hasta el grado de tener que          presentar batalla con          poderes descomunales para lograrlo.           Tardaron en concretar por dilatarse en ejercer su          acostumbrado juego          maquiavélico de inventar títeres para dividir y derrocar, de          inventar enemigos (el          EI).   Y llegaron los rusos y los          chinos al          sitio.  Y se cae, por          consiguiente, el          parapeto del EI utilizado por los gringos para arrasar al Medio          Oriente de los          factores adversos a sus intereses, entre ellos el presidente          sirio.  Se descubre, con          la coyuntura de los bombardeos          redoblados rusos, lo que hace tiempo fue pronosticado:  las luchas del futuro no          serán con ejércitos          nacionales, sino con ejércitos privados, fuerzas especiales,          mercenarios.  Y así          encuentran los rusos bajo sus          bombardeos a los mercenarios del EI, fuerza creada por los          EE.UU. y Arabia          Saudita, a la que estos dejan actuar a su arbitrio en la región          según sus          intereses, dentro de las que militan sus propios mercenarios.
¿Prueba de la homogeneidad entre EI y los          EE.UU.?  Se niegan a          participar en una alianza          con Rusia y China para combatir a los terroristas.  Porque ocurre que, también,          los EE.UU. son          los terroristas de la región y no pueden soltarse bombas contra          ellos mismos,          ni pendejos que fueran.  Simple          lógica.  ¡Casi dos años          en el plan de luchar contra el          EI sin ningún resultado!  Y          los terroristas,          bien, gracias, constituyéndose en una realidad cada vez más          fuerte.  ¡Ah, con los          terroristas que bombardean las          fementidas bombas de libertad y de derechos humanos!
Han de estar sufriendo un mundo los          norteamericanos.  Su          mapa, su tablero de          ajedrez, su Medio Oriente soñado, ha sido pisoteado.  Eso es de ellos por          planificación.  Dios se          los dio.  Yahvé les habló          también de una tierra prometida,          como a sus aliados israelíes.  Alá          también          ─se dirá─ lo habrá querido así, y, si los chinos entran en          combate, no cabe          duda que Buda también tendría que prosternarse ante la estatua          de la Libertad estadounidense          y el payaso capitalista de McDonald's.  Y          ahora los rusos andan volando el espacio de su mapa a su antojo,          con permiso "oficial"          de la gente siria que en él vive como prestada; correteando          aviones F-15          israelíes, cortando aliadas líneas de suministro, rindiendo          terrorista, volando          por los aires fortalezas de asesinos mercenarios.  Su gran tentación (¡y están          que lo piensan!)          ha de ser la que sigue:  dotar          a los          islamistas de armamento antiaéreo para que afronten a los          aviones rusos, como          en un pasado lo hicieron con los muyahidines en Afganistán,          cuando les          suministraron misiles portátiles antiaéreos para derribar la          aviación y los          helicópteros soviéticos, lo cual lograron hasta el grado de          obligarlos a la          retirada, en derrota.  ¿Se          repetirá la          historia?  Es posible que          sí, pero a          costa de definirse claramente el bando forajido de los EE.UU.  ¡Tal es el valor          paralizante de la decisión          rusa de intervenir en Siria, con sentido de oportunidad y          contragolpe histórico!
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