Cabe preguntar qué sentido político tiene María Corina Machado (MCM) después de la estampida de Edmundo González Urrutia (EGU) hacia España, su tapadera o "tapa" como se le reconoció narrativamente. MCM es una política inhabilitada que, audazmente, en abierto desprecio hacia la institucionalidad venezolana, se valió de la persona de EGU para lanzar su candidatura presidencial, amén de un sistema de escrutinio electoral paralelo montado y financiado en los EE. UU.
Sin su avatar para participar ahora en la contienda política, su actividad queda francamente expuesta, pudiéndose mirar con claridad dentro de su interior ilegal y subversivo: política inhabilitada que, como si no lo estuviera, hizo campaña electoral presidencial, usurpando funciones oficiales al publicar cifras y actas de votos, y persistiendo en la manida actitud de desconocer la figura del Estado venezolano y llamar a su agresión desde el exterior, incurriendo en traición patria.
Con su "tapa" como escudo podía llamar a concentraciones de calle, declarar en su nombre a los medios y hasta llamar a la invasión extranjera ("la comunidad internacional"), como repetidamente lo hizo; pero sin su EGU al lado es una personera política más que pierde el frágil velo de oficialidad y protección que el candidato le ofrecía, reforzado con el coro de quienes desde el exterior pujan por desconocer a Venezuela.
Si con la presencia de EGU ya le resultaba cuesta arriba llamar a una concentración política, sin el viejito la experiencia ahora no sólo sigue igual de difícil para su persona, sino que se le convierte en un riesgo de aprehensión judicial para el caso de que el Ministerio Público proceda a acusarla de lo mismo que a EGU: usurpación de funciones, incitación al odio, etc.
Así, pues, sin esa aura política prestada y sin corpulencia política propia, MCM es nada, y, al retumbo acusatorio de un pronunciamiento del Ministerio Público (inminente, por cierto), no le quedará otra opción que huir del país, asilándose probablemente en Colombia junto a Pedro Carmona Estanga o en Panamá muy cerca de los yanquis, gentilicio que le quita el sueño.
MCM ni siquiera es venezolana ─podría aventurarse─ de tanto persistir en desdibujar a su patria: nadie que se llame de un lugar reniega de él y llama a otros a destruirlo. Nació en la patria de Bolívar, como todos los llamados venezolanos nacidos en ella; pero ya se sabe que mucho "venezolano" nacido en Venezuela se alió en tiempo pasado con la corona española. Juan Vicente Gómez nació en Venezuela y entregó a los gringos el país. El encandilamiento, sino la ignorancia, genera semejantes, traspiés. Del mismo modo que el hábito no hace al monje, no debería considerarse que un acta de nacimiento fabrica el gentilicio venezolano, sino su formación y expediente cívicos. El gentilicio de fondo, el sentido de pertenencia, siempre serán asuntos que habrán de estar bajo lupa certificatoria, al menos en Venezuela. Para ser venezolano hay que defender la integridad soberana del país como requerimiento mínimo, se esté de un lado o de otro.
MCM es tan venezolana como espartano fue en época antigua Efialtes, el traidor más espantoso de la historia humana. Aquella llama para invadir a su patria después de sacar a sus hijos hacia el exterior; éste muestra al extranjero persa el camino de la invasión después de saber que sus conciudadanos están metidos de cabeza entre un desfiladero. Salvar a parientes del efecto de una invasión o meterlos de cabeza para que mueran en el evento, no ejerce peso diferencial en la horripilante definición de la traición patria.
Conclúyase, en fin, que la dama, en lo que concierne a la interioridad de su país, transita por una penosa soledad. Sin su avatar, como se dijo, sin fuerza política para llamar a nadie para morir por su causa libertaria, inhabilitada y abandonada por la plataforma política que la respaldó en la campaña presidencial (la misma que ahora piensa en la elecciones regionales y municipales de 2025, y no quiere mancharse con problemas), MCM está olímpicamente derrotada, no quedándole más remedio que la retirada.
Como se comprenderá, no se puede decir lo mismo en lo concerniente a la exterioridad del país, donde radica su única fortaleza, dispendiada por quienes desde hace décadas sueñan con quebrar al estado venezolano y arrancarle sus riquezas. Allí sí que ella en breve formará su reino virtual como eximia alumna de la ultraderecha que es, con rey virtual incluido, apoyada por quienes como criatura política la han forjado desde su nacimiento.
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