sábado, 20 de octubre de 2007

Del chavismo sin Chávez al ultrachavismo

Hay por ahí un supuesto Movimiento Ético Bolivariano que, no obstante reconocer el liderazgo de Hugo Chávez, lo critica severamente hasta en su más pacífica y humanista disposición de no haber desatado una cacería de brujas en el país después del golpe de abril de 2.002, léase los medios de comunicación, y haber actuado blandamente con sus enemigos posteriormente. Como se recordará, el 13 de abril de 2.002, una vez repuesto en el poder por el pueblo, el presidente Chávez hizo un llamado a la reconciliación nacional, instando a los factores de oposición a recapacitar sobre la violencia política desatada en el país, a deponer actitudes de quiebre institucional y a trabajar juntos, oposición y gobierno, cada cual en los suyo, por procurarle felicidad a Venezuela; como se recordará también, semejante propuesta, de alto calibre moral y cristiano, tuvo el efecto inmediato de contener ciertos ánimos exaltados y ganados para la revancha, inaugurando una vía de tolerancia como modo de hacer política en un país donde tradicionalmente ha sido vista como el arte de destruir al contrario y, como era de esperarse, tuvo también el efecto desencajador inmediato en muchas mentes simplistas que esperaban el natural castigo, incluyendo a los golpistas mismos, que al notar la amplitud, no dudaron en utilizar la oportunidad para preparar otro zarpazo.
La actitud magnánima de un líder que pudo convulsionar un país traumatizado por la gran felonía de un golpe de Estado, convirtiéndolo en un nacional espacio para la venganza y la persecución al decidir actuar con la misma inmoralidad de los complotados, no caló de un modo muy cristiano que digamos en un significativo sector de la población, quedándole grande la propuesta de concebir arrepentimiento en el contrario, como grandes siempre quedaron algunos otros intentos de gran humanidad en otros aspectos, como el trato al maleante preescrito en el Código Orgánico Procesal Penal (COPP) y cierto articulado de la Constitución nacional que actualmente se somete a reforma.
El recuerdo demasiado fresco y repulsivo de gente como Leopoldo López y César Miguel Rondón llamando asesino al presidente frente a la TV y la radio, respectivamente; el seráfico rostro de Pedro Carmona Estanga invistiéndose como presidente; la persecución desatada por el primer mencionado, llamando de paso poco hombres a los ministros que se ocultaban de sus acciones para proteger sus vidas; la persecución desatada contra Aristóbulo Isturiz, Freddy Bernal y Tarek William Saad, último éste poeta y emblemático hombre de paz; la sangre todavía chorreando en la avenida Baralt, bajo el Puente LLaguno, obra de fugados francotiradores contratados por la dirigencia opositora; el rostro cínico de Napoleón Bravo abriendo su programa de televisión el día 12 con la patética frase "Buenos días, Venezuela, tenemos presidente nuevo"; el recuerdo de la plaza Altamira, donde se reunían militares golpistas a concertar en voz alta cómo derrocar y asesinar al presidente; la reunión de civiles, militares y periodistas dándole las gracias a los medios por los favores concedidos; el irrespeto a las embajadas; en fin, el maremagnum todo, las marchas quebrantadoras de la normativa vigente, la mofa, el escarnio, el bochinche, las mentadas de madre... Todo se conjugaba -y aun hoy lo hace- para redondear un inmediato sentimiento de castigo y hasta de venganza en el venezolano común y corriente, pero frustrado por la misma víctima de la fechorías, el Presidente de la República, aunque obedecido al pie de la letra, como se corresponde con un pueblo que descubre en su líder una desacostumbrada orientación a la magnanimidad.
Pero, como también es de esperarse, no todos entraron por el aro de la recomendación presidencial, y hubo gente, como suponemos a tal Movimiento Ético Bolivariano, que desde el mismo primer momento se planteó lo que habrían hecho de haber sido ella quien ostentara el poder: una cortadera de cuellos justiciera, según se desprende de la naturaleza de sus posiciones asumidas, extensivas a otros aspectos del modo de hacer política presidencial. A cinco años de la hecatombe democrática, cuando no hay ni siquiera un chivito pagando por los desmanes cometidos, los ánimos originarios de discrepancia con el líder bolivariano parecieron haber tomado forma en la organización mencionada, con manifiesto y todo, teniendo de unos días para acá cobertura en los medios, trascendiendo a la opinión pública a través de un supuesto Primer Manifiesto que leo a vía Quinto Día (Luís J. Hernández: "Ni suizos ni bobos. Aparece un movimiento dentro del Chavismo", 2.007, oct 5-12, p. 10) y que resumo para ustedes.

Es una suerte de chavismo ultra chávez, o más allá de Chávez, aludiendo a un estado de idealización presidencial enérgica, muy contrario al otro chavismo que rueda por ahí, llamado chavismo sin Chávez, medio traidor éste, permisivo, consentidor de la corruptela y viles alianza con sectores derechistas. El primero con tendencia a un radicalismo y el segundo hacia un relajamiento de las barreras morales.
Algunas de sus posiciones han sido manipuladas por los medios y editadas de tal modo que se lea bien grande la recomendación que hace el movimiento de que Chávez deje a Globovisión tranquilo. Usted puede encontrar una trascripción del texto del Sr. Hernández en esta dirección de orientación aparentemente ultraderechista.
El referido y presunto Movimiento Ético Bolivariano esboza su manifiesto criticando al presidente Chávez en:
  1. Dejar a su enemigos muy cerca, a diferencia de Fidel Castro, cuyos enemigos están en Miami o desaparecidos. Invocan el error del Libertador, quien dejó mucho enemigo en la retaguardia que hicieron añicos la posibilidad de integración [esto no se corresponde con la defensa que hacen de Páez, el gran desintegrador]
  2. Dedicarse a entablar peleas de poca monta, de efectistas victorias para un público de galería, como pedir la excomunión del Panteón Nacional de José Antonio Páez y atacar a Globovisión
  3. Gobernar al país desde Alo Presidente, pidiéndole que camine los pueblos con látigo en mano como Marcos Pérez Jiménez.
  4. No supervisar los Consejos Comunales, de concreción en la realidad por el hecho de bajar efectivamente dinero, a diferencia del fracaso de los Consejos Locales de Planificación Pública
  5. Hacerse de la vista gorda ante un alcalde que permitió la construcción del Centro Comercial Sambil en pleno corazón de Caracas
  6. No dejar el vedettismo y no pasar rápidamente la ofensiva, so pena fracasar la revolución
  7. No castigar a quienes se burlan de sus órdenes y no cumplen con el pueblo
  8. Abrir más frentes de ataque y combate, como el asunto del diferendo con Colombia.

Todo a su criterio y consideración, señor lector, afecto u opositor. Como ve, en general se trata de una posición que básicamente se enfoca contra un supuesto chavismo dispensador de impunidad y no contra el perpetrador de la falta, como si lo primero permitiera lo segundo; presupone a las comunidades como una jauría dispuesta a devorar el oro de los cobres –o viceversa- y concibe una apacible convivencia ciudadana para aquellos sectores que de suyo permanentemente la enferman con sus mensajes de guerra política a diario, como Globovisión.

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