A cada cerdito le llega su domingo, y lo dicho alude al Partido Popular de España (PP), quien durante meses disfrutó de las mieles de la victoria en lo que concierne a frustrar una solidaria relación entre el gobierno de Venezuela y España. Alzaron el grito, en primer lugar, para negar que hubiera la probabilidad de coincidencia entre la orientación política del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ganador con Zapatero de las elecciones, y la concepción "golpista por los votos o las botas" de Hugo Chávez Frías, como lo calificara en el 2.002 Felipe González.
No obstante, si no me equivoco, el presidente Chávez fue el primer mandatario extranjero en visitar a Rodríguez Zapatero, con un impacto tal en España sólo comparable al que tuviera en 1979 la visita de Yasser Arafat, cada cual en su contexto ideológico pero con el elemento común de oponerse al designio imperialista estadounidense. La expectativa del encuentro Chávez-Zapatero fue alimentada por el ingrediente golpista de la España de José María Aznar, cuando en alianza con los EEUU se hizo de la vista gorda sobre lo que pasaba en Venezuela e incluso refrendó el quiebre de la institucionalidad democrática del país al aceptar luego, el día 12, el "Gobierno de transición". De modo que Chávez llegaba a hacer borrón y cuenta nueva, olvidando viejos impasses y preocupándose más por entablar una alianza con la España nueva bajo el mando de Rodríguez Zapatero.
A todas estas, al cochinito del PP sólo le quedaba el papel de espectador, aunque con derecho a pataleo. Hicieron sus declaraciones sobre democracia y derechos humanos, no obstante cernirse sobre ellos el manto cínico del pasado apoyo a Carmona Estanga. José María Aznar había conversado con el pequeño dictador y le había ofrecido su "disposición" de ayuda; fue, inclusive, más allá al intentar sumar a otros países latinoamericanos a la declaración de Madrid y Washington de abogar por la "normalización democrática" sin condenar el golpe. (Vea declaraciones del ex canciller mexicano Jorge Castañeda). Tales porcinas metidas de pata, tan frescas en la memoria colectiva, cohibieron al PP de levantar grandemente su voz de protesta por la visita de Chávez, y optaron entonces por trabajar más arteramente, de momento.
Desde entonces cruzaron genes con los maulas oposicionistas venezolanos, dando origen a una nueva criatura mitológica de la política, tipo centauro, cuyo nombre se lo dejamos a la imaginación del lector. En fin, ante la frustrada imposibilidad de cambiar la realidad por la violencia, se dedicaron a coleccionar gazapos políticos, a buscar charcas o situaciones de ambigua connotación para, a partir de ellas, desarrollar inventivas contra el "régimen" violador de los derechos ciudadanos, amenaza de la seguridad hemisférica y exportador de un retrógrado concepto político que nunca debió aparecer en el contexto de la historia de la ideas.
Otras de las primeras acciones que acometieron, después de la campaña dicha de establecer distancia entre un socialismo y otro, fue presentar a su propio presidente como un débil mental que se dejaba encandilar por un Chávez carismático, quien lo había convertido en un radical y en "uno de los nuestros".
Así, pasando a una segunda fase, devinieron en que cualquier detalle es bueno para empezar a generar una matriz de opinión adversa, más cuando el gran aliado es el gran país del norte americano. Narcoguerrilla, terrorismo, comunismo, genocidio, dictadura, Bin Laden, etc, todos temas de trabajo para enlodarle el prestigio al falso demócrata. Nada podría tener desperdicio. Ni siquiera el vuelo agorero de los zopilotes en el cielo podría escapar a las ciencias argumentativas y adivinatorias de tan frustradas criaturas de la fauna política.
Después que el tiempo obró cierto olvido sobre su apoyo -nunca velado- al golpe de Estado de 2.002, entonces empezaron asomar con más confianza la trompa al firmamento político, y, cuando tuvieron el micrófono del argumento, soltaron sus gruñidos. Me acuerdo que, entre tantas otras infantiladas, acusaron a Chávez en el 2.006 de conformar su gabinete con miembros del grupo ETA, rasgándose las vestiduras, llenos de indignación, pidiéndole a Zapatero que le presentara una queja a Hugo Chávez por tan "macabro" proceder. Chillaron después con la ridiculez de los pobres españoles, nunca contando la historia como es. Etcétera.
Pero cuando se arrellanaron cómodamente para disfrutar del acaecer político fue en ocasión del aparente quiebre del idilio por el sonado caso de la venta de armas a Venezuela con tecnología estadounidense. Allí el cerdo alcanzó el paroxismo, engordando hasta de golpe, sin caer en cuenta que cuando su humanidad está más enjundiosa es cuanto más cerca está de un escogido día domingo.
Y ese día le ha llegado al hipócrita PP hoy, pasados los días de gloria. El lastre golpista que le heredara José María Aznar va juicio ante el congreso español, demostrándose con ello que en política las ideas ni se sepultan ni se asesinan, siendo como el viento, yendo y viniendo, anclando como tormenta o bendición según la circunstancia.
El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, mantendrá hoy en el Congreso su acusación de que el Gobierno de José María Aznar apoyó la intentona golpista en Venezuela del 11 de abril del 2002. Moratinos centrará su denuncia en que el interior Ejecutivo abanderó de manera activa la legitimación internacional de los golpistas, según avanzaron a este diario fuentes diplomáticas. (vea fuente Moratinos reafirmará hoy que Aznar legitimó la intentona contra Chávez).
Acusación esta que siempre estuvo en el ambiente como herramienta política para desvirtuar cualquier incursión PePista en el ruedo de la crítica gubernamental española en materia Venezuela, pero que sólo ahora, después de un breve lapso victorioso opositor, encarna efectivamente para empezar a colocar las cosas en su lugar. El PP es una organización política con doble discurso, que habla de democracia y derechos humanos, por un lado, hasta el grado de mesarse los cabellos de puro patriotismo, y por el otro lado apoya golpes de Estado, vende sus principios al Departamento de Estado gringo y hasta lo complace enviando a su jóvenes a morir en guerras que son extrañas al interés nacional español.
Así que señor Rajoy (jefe opositor español), a quitarse la máscara, cualquiera sea la especie que represente: asno, burro, asno aznariano, cerdo, centauro o lo que sea. Se le suspende la licencia de porte de arma democrático, y cuidado si no ha llegado el momento de esbozar un gesto de pedido disculpas en nombre mucha gente, como lo sugiriera el presidente Chávez en el 2.004 cuando instara al PP a no formar tanta alharaca ante la acusación de golpista, so pena de presentar a la opinión pública pruebas contundentes.
Así las cosas, después de actos de justicia y sinceración como los planteados con el cínico PP ante la opinión pública, la política saludable con España vuelve al cauce de la solidaridad y la alianza, de donde no debió desbordarse nunca. El presidente Rodríguez Zapatero, más allá de compartir algunas visiones con el presidente Chávez, es hasta su admirador en privado, según refieren algunos, al punto que le llaman "el Chávez de Europa". No se debe olvidar que el presidente español es "anti Bush, retiró las tropas de Irak, tiene afinidad por Fidel", no escatimando acciones que puedan hacer fruncir el ceño a instituciones tan conservadoras como la Iglesia (José Luís Carpio: "La Puerta de Alcalá" en Las Verdades de Miguel. - (2.007) sep 28-oct 4; p. 3).
Las expectativas para el encuentro de estas dos personalidades políticas en el mes de noviembre, en la XVII Cumbre Iberoamericana, Chile, son las mejores.
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