Poco a poco reaccionan China y Rusia ante el apetito planetario de EEUU y los países europeos, conformados por Alemania, Francia, Inglaterra y algunos asomados, como Portugal y España (en Suramérica Colombia), obligados a lamer escrotos por las míseras circunstancias que los amenazan. El objetivo es claro: la crisis acucia y liquida preponderancias o, lo que es lo mismo, no da la misma fuerza y perfil de confianza a quienes pretender convertir en una hueste al mundo y comandarlo. O más claro aun: es tanta la crisis de valores políticos e ideológicos, sin hablar de la financiera, que cambiar el rostro geopolítico del planeta podría ayudar un poco a paliarla, a conseguir un extra de dinero, a olvidar las deudas, a borrar países incómodos a quienes se les deba o posean reservas petroleras u otra riqueza. Caotizar el mundo para “pescar en río revuelto", como se le dice en Venezuela, y no deberle a nadie.
Si tu le debes hasta las nalgas a China (como es el caso de los EEUU), alborotar el planeta, borrar geografías y nacionalidades, podría trocar en realidad que el país acreedor no te cobre o lo considere prioritario momentáneamente, sumido en otras preocupaciones mayores generadas por los "problemas”. Y si el país acreedor dejase de existir, tanto mejor, barrunto que nos pone en la imaginación que los gringos deben de andar ansiosos porque a China u otros países del orbe les caiga un meteorito gigante, una bomba atómica o se los trague la Tierra. Si desaparecieran nombres y caras, nada se debería, en consecuencia, y, al contrario, deseable sería porque quedarían expuesta tantas riquezas sin dueños… Piénsese en Libia: ya la invadieron, le colocaron un gobierno títere, como en Irak, y le robaron sus reservas internacionales, del modo más impúdico concebible, repartiéndose la bolsa en el oscuro rincón de la delincuencia internacional.
Simple lógica. Es el plan de los EEUU y su combo militarista europeo: caotizar, rezar y velar por ello. Es historia vieja, argumento generador de guerras: la crisis financiera y de mercados de los países europeos empujó hacia las más grandes guerras de la historia de la humanidad. Las potencias prefieren declarar guerras antes que declararse en quiebra, como si fuese tal reacción un puro instinto político de supervivencia. La renovada actitud china y rusa ante el proyecto del combo imperial de sancionar vía ONU a Siria, después de haberse engullido a Irak y Libia, es saludable para la contención de desatados apetitos y para mantener el equilibrio, aunque tarde luzca.
Uno el observador se pregunta por qué no habrán reaccionado antes, con Irak, con Libia, como ahora con Siria. ¡Bueno, no hay nada de particular respecto a Siria: el asunto es que ya era el colmo y parecía necesario hacer algo, so pena de dejar que las huestes imperiales se les posaran sobre las rodillas! Rusia, desmembrada en su otrora grandeza (URSS) por el sistema capitalista, y China, gigante creciente, aunque amarrado a una bomba de tiempo militar que los gringos le pusieran al ladito, allí en Taipei o Taiwán.
Los hechos avanzan, en un nuevo pulso de guerra refrita. ¿Usted nota alguna novedad histórica respecto de pasadas circunstancias bélicas?
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