miércoles, 12 de septiembre de 2012

El Centro Carter no viene; ¡qué raro!

Centro Carter imperial El Centro Carter, presidido por el ex presidente de los EEUU que todos conocemos, Jimmy Carter, quien también como todo presidente de los EEUU tuvo su guerra genocida por ahí, ha rato que declaró que no vendrá a monitorear las elecciones del 7 de octubre en Venezuela.  Las razones, miles, con las interpretaciones que unos y otros quieran:  que si no hay garantías de tranquilidad o que sí la hay, o que si el CNE le merece toda su confianza o que no lo invitaron con tiempo, etc.

Y hace apenas unas horas, en el contexto de una comparación entre las elecciones de los EEUU y Venezuela en cuanto a la urgencia de atender mandatos sociales, acaba de declarar que la parte oficial en Venezuela abusa de ventajismo electoral.

Es el inefable Centro Carter, inevitable oficina de observación no sólo electoral que escudriña con el traje y la corbata de la neutralidad y la ayuda la intimidad de las virtuales y potenciales colonias de su país natal, los EEUU.  Como quiera que se maquille, es un aparato de monitoreo de información al servicio de la maquinaria imperial sobre aquellos puntos en el mundo de importancia estratégica y colateral para los EEUU y sus aliados

¿Qué razones tenemos para pensar que no sea así?  ¿Se graduó Jimmy Carter por casualidad de carmelita de la caridad?  ¿Es una figura de efecto inocuo sobre el escenario político de su país?  ¿No despliega una misión del Estado estadounidense en el mundo? ¿Se desligó del todo de su pasada condición de político y presidente de los EEUU, conocedor de las entrañas del monstruo imperial? ¿No reporta como ficha política hacia los centros de poder de su país de origen?  Además fue merecedor del Premio Nobel de la Paz 2002, una institución completamente desviada a cimentar los factores del poder plutocrático mundial (¡Obama es premio Nobel también!); y las razones por las cuales le adjudican el premio de marras es su trabajo de paz en aquellos puntos incendiados mayormente por su propio país de origen,  por apoyar el desarrollo social y económico y, finalmente, por desarrollar la democracia y los derechos humanos en los mismo puntos álgidos, no dejando pasar por alto que los tales argumentos son banderas groseras de coloniaje e injerencia que izan potencia militaristas como el país que le vio nacer.

 

¿qué información de agenda manejan ellos, el Centro Carter, que no manejemos nosotros [...]?

 

¡No pretenderán que creamos que accionará eventualmente, por amor al arte y al humanismo, en contra de los intereses de su país!

Para nuestros efectos democráticos, provistos de un poder electoral suficiente y autónomo, nadie lo requiere para el óptimo desarrollo electoral; pero sucede que extraña que no venga.   ¡Vaya, vaya!  ¡Y más que no haya insistido gran cosa para hacerlo! ¡Vaya, vaya, vaya!  Esto considerando que lo hizo en situaciones más peliagudas en el pasado reciente de nuestro país.

Ahora dizque no viene por una piedrita molesta en el zapato, como si de repente el país hubiese perdido la gran importancia estratégica que sabemos mantiene en la agenda de guerra de los EEUU, y doblegar semejante molestia no valiera la pena.

La pregunta suspicaz viene:  ¿qué información de agenda manejan ellos, el Centro Carter, que no manejemos nosotros los simples mortales desprovistos del saco y corbata de las primicias informativas, posiblemente ingenuas piezas de un ajedrez mórbido?  ¿De qué se desligan al no venir o con qué no se “rayan”?  ¿De qué sustancia evitan embarrarse al quedarse en casita?  ¿A quién o qué le hacen el juego?  ¿Qué cohonestan o legitiman?  ¿A quién le tienden la alfombra o meten la zancadilla?

El pensamiento tiene la libertad de muchas inteligencias con el apoyo de la lógica o del absurdo. Y ya sabemos que esto último, en cualquier caso, es materia firme de nuestra sagrada inteligencia.

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