Ni siquiera hay que investigar quién es o de dónde viene; importa saber que Edmundo González apareció de pronto porque María Corina Machado, inhabilitada para competir por la presidencia de Venezuela, necesitaba un avatar o maniquí que la representase.
Simple verdad. Pudo haber sido una señora llamada Corina Yoris, en quien la inhabilitada puso el ojo primero, pero aquella tuvo tropiezos en formalizar su candidatura, decidiéndose luego por González como un repele, como se dice en venezolano cuando no queda más opción que hacer uso de un desecho.
Triste verdad. Es lo que fábrica adentro ocurrió y se sabe sobre el susodicho, vox populi. Machado en el momento encabezaba un monumental golpe internacional contra Venezuela, apoyado por el concierto enemigo exterior de siempre, pero estropeado de antemano por la ya conocida inhabilitación política.
Con ella se ofrecía grandemente la ganga de erradicar a Nicolas Maduro y su socialismo del firmamento; y se habla de ganga porque es poco lo que había que pagar para lograrlo, tomando en consideración que todos los golpes contra Venezuela desde Henrique Capriles en adelante se han financiado con la misma plata robada al país, con el oro robado por Inglaterra y, últimamente, con el pillaje de CITGO en los EE. UU.
Ganga grandemente también porque la abanderada reunía tremendas virtudes para el batazo final contra la patria de Simón Bolívar: traidora orgullosa, económicamente poderosa, en manejo de una plataforma informática que prometía competir con el ente electoral del país para invalidar cualquier resultado adverso de las elecciones.
Todo un entramado para un hermoso plan de coronación política que no se podía abortar sólo porque ella no pudiera competir en la justa electoral. Había otros modos. No tendría por qué frustrarse nada de lo hablado con lujo de detalles entre España, EE. UU. y la UE, además de algunos esbirros latinoamericanos. Mucha riqueza y poder en juego como para no esforzarse con un poquito de amellamiento del personal ego.
Y he allí que, hágase la luz, asomó el genio de Edmundo, llamado ahora presidente en el extranjero, líder de nada en Venezuela, país que informáticamente preside. ¡Vaina insólita! Cuando apareció en el panorama, dio la impresión de ser arrancado de un largo sueño de la vejez, de pronto invitado a tener una fantasía juvenil con vacaciones pagadas. Y allí fue que se supo que había sido funcionario diplomático en algunos países.
Ahora viaja por allí, hace giras en nombre de Venezuela, promoviéndose como presidente victimizado, y ya se saben de sus costosísimos gastos de traslados. Estrecha manos de expresidentes y presidentes que se la tienen jurada a Venezuela, redondeando apoyos. 120 mil dólares fue el insólito costo de traslado hasta Guatemala desde República Dominicana, sin contar las otras movidas que tuvo tenido entre Argentina, Uruguay y EE. UU.
Cualquiera podría razonar que los tales amigos de la "democracia" que lo aúpan, poderosos ellos con el don metal, no escatimarían gastos para derrocar a Maduro, sabiendo que, si el sueño corona en la realidad, habrá riqueza de sobra para todos, especialmente para el amigo más connotado, los EE. UU. ¿Quién puede creer que un Álvaro Uribe, paraco ricachón que odia a Venezuela, le negará una platita para financiar sus viajes? Es un ejemplo, y ejemplo con ganas porque, dada la emotividad del colombiano en contra de Venezuela, pareciera que tuviera inversiones en el viejito.
La otra opción es la conocida por todos: Europa y EE. UU., de vieja data ya, desde que Hugo Chávez fue presidente de Venezuela, financiaron a todos los traidores con el dinero robado a los venezolanos. La oposición sabe de ello y no expresa vergüenza por ello; de otro modo, estaría hoy preguntándose de dónde Edmundo saca el dinero para diseminar odio e injurias por el mundo con tanto lujo de metales.
Y es de averiguar la movida porque don Edmundo, de tímido señor criador de guacamayas en su apartamento en Caracas, aparte de comedor de empanadas, ahora resuena como magnate por los aires del mundo. Las malas lenguas de la mediática ya enfilan sospechas en el sentido de que es utilizado como fachada para disimular contrabandos por parte de reconocidos traficantes. Usted averigüe quién lo llevó hasta Guatemala.
No es de extrañar el asunto si los EE. UU. tiene su mano y magia metidas en el embrollo. Sabido es que atacan a los países utilizando fondos procedentes de los propios delitos locales: tráfico de armas, de drogas, trata de blancas. Cuento viejo. En Colombia compran y venden drogas; está el caso Irán-Contras; contra Venezuela utilizan ya el mismo oro de los venezolanos represado en Inglaterra; en el Medio Oriente roban petróleo y con su venta financian sus conspiraciones. Son capaces de tener al pobre don Edmundo como una "mula" colombiana, pagando el peso de sus pasos con su propia carga.
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