viernes, 7 de febrero de 2025

EL LOCO TRATO PETROLERO E INMIGRATORIO ENTRE TRUMP Y MADURO

Venezuela aumentó su producción petrolera en un 15% en enero, según la Agencia Reuters. Chevron experimentó un tope histórico de 294 mil bpd. China, por su lado, recibió 442 mil bdp, otro récord productivo, siendo, por cierto, el mayor mercado para el petróleo venezolano (https://www.bancaynegocios.com/exportaciones-petroleras-de-venezuela-subieron-15-porciento-en-enero-por-mayores-envios-de-chevron-y-ventas-a-china/).
La cuenta viene a cuento después de que la transnacional estadounidense quedara incólume ante los ramalazos de Donald Trump, lo cual, hasta ahora, habla bien de un acuerdo de negocios entre Venezuela y los EE. UU., a propósito de la conversación entre el enviado especial para Venezuela, Richard Grenell, y Nicolás Maduro.
Chevron no tuvo objeciones presidenciales de su país para renovar su licencia en Venezuela, prosiguiendo su trabajo extractor, representando un 25% de la producción, por más afán que haya invertido la oposición mediática en desvirtuar los resultados del acuerdo. Recuérdese que se dijo que la licencia se renovó automáticamente sin que Trump pudiera hacer nada al respecto. ¡Risas!
Esto ocurre en un contexto político y mediático de declaraciones en el sentido de que Trump no necesita del petróleo de Venezuela y que en cualquier momento podría arreciar contra su gobierno, como es de esperarse de su política dura y ultraderechista. Contexto, por supuesto, contradictorio, por no decir loco. El demente que dice no necesitar allana el camino para seguir satisfaciendo su "inexistente" necesidad.
Un tanto igual ocurre en la cabeza de Grenell, quien como divo dijo que Maduro sólo obtuvo el placer de su físico cuando se reunió con él, rematando que no se le hará ninguna concesión en el sentido de reconocerlo como presidente, anunciando, de paso, que volverá al país para seguir ofreciendo su cuerpo y seguir liberando presos. Raro, ¿no? No necesitan, pero vienen y van, y llevan y traen.
En fin, como si se dijera que negocios son negocios, el petróleo sigue fluyendo al margen de tantas payasadas de circo, cuya diversión no tiene por qué afectar lo seriamente esencial. Una de las razones que ha puesto a este país y sus funcionarios de cabeza es la creciente presencia competitiva de China en el mundo, que ya los ha desplazado del panorama económico. De creerle a los lobistas de Chevron, cuando calentaban la oreja de Trump para que los dejara en Venezuela, su permanencia en Venezuela combatiría en algo el influjo chino. Es decir, entre China y Venezuela se ha hecho posible que los gringos desvaríen con su patuque de palabras, pero sin atreverse a tocar o romper con Venezuela. El tema del Canal de Panamá evidenció enormemente el temor estadounidense a lo chino, cuando Rubio exigió al defecado de José Mulino que no siguieran en tratos con los orientales.
Por cierto, en esa incongruencia anda también el mismo Marco Rubio, a quien lo maneja un odio genético contra sus orígenes, contra Latinoamérica, en especial contra Venezuela. Quiere ser gringo completamente, cuando la realidad es que es cubano de origen, pero pareciera desear borrar a Cuba para que no existan evidencias de su terrenidad. Casó con una cajera de banco, hija de colombianos. Esto puede recordar aquellos escrúpulos nazistas del Tercer Reich cuando presumían de sangre pura y les aparecía de pronto atravesado un judío en el color de la sangre.
Rubio acaba de ordenar la confiscación de un segundo avión de Venezuela en República Dominicana, el país de moda en materia de arrastramiento e indignidad política. Selló Grenell un trato con Venezuela respecto de la inmigración y Trump de inmediato se llenó la boca gritando que Maduro tendría que ir a buscar a los inmigrantes y a los miembros del Tren de Aragua a los EE. UU., pagando los gastos y colocando sus propias naves.
Pero Rubio confisca aviones y, a diferencia de Trump y Grenell, que hablan loqueras, como se dice en Venezuela, él ejecuta acciones tangibles que podrían afectar el acuerdo inmigratorio del que tanto se ufanan. Podría Venezuela, más allá de la protesta por el avión robado, argumentar que no hay recursos aéreos para buscar inmigrante alguno. No hay aviones, pues, y punto; y, si es verdad que hay la voluntad solidaria de traer a esa gente, ya no se costearían los gastos de traslado.
Es un asunto de equilibrio, si es que hay negocios de por medio por encima de los actos circenses.


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