miércoles, 9 de abril de 2025

NO HABIA PANDILLEROS EN EEUU, LADRONES EN PERÚ NI PROSTITUTAS EN COLOMBIA HASTA QUE LLEGARON LOS VENEZOLANOS

Tanto fue la hiperinflación en Alemania en el periodo de entreguerras que un pan llegó a costar 4 millones de marcos. Había que llenar una carretilla para su compra. Darse calor con una quema de billetes salía más económico que comprar el carbón. Con el tiempo, este país derrotado en la primera guerra mundial y sitiado por las condiciones del vencido del Tratado de Versalles se llenó de insólitas carestías que no fue extraño que desarrollara una ideología de la raza para culpar a los judíos de sus padecimientos, así como a otros grupos como los gitanos, polacos, soviéticos, afroalemanes, Testigos de Jehová, homosexuales, discapacitados, disidentes políticos y delincuentes.
Estados Unidos en la actualidad transita un peligroso sendero de la guerra, esta vez comercial. Su presidente, Donald Trump, profundamente despectivo con el mundo, a quien culpa del declive de su país, lo ha sometido al impuesto de unos aranceles que espera le devuelvan la grandeza debida a su imperio. Pero en el ínterin, se ha desmoronado la bolsa de valores, el dólar se ha debilitado, se habla de recesión y China, la primera potencia económica del planeta, podría bloquear la refinación de multitud de metales vitales para la industria gringa como cobre, litio, germanio y galio, además de las tierras raras. El hallazgo de alguna responsabilidad de decadencia en los inmigrantes, delincuentes y parásitos, según Trump, podría estar preparando una cómoda narrativa de desviación de culpas ante el fracaso.
Los venezolanos han sido estigmatizados de manera inclemente en el mundo (especialmente Latinoamérica) a partir de una narrativa política de odio bolivariano desarrollada por la ultraderecha del país, real promotora de la migración. Su objetivo original fue denostar de Venezuela y contribuir al derrumbe del régimen político imperante. A partir de entonces, el mundo de derechas del continente se hizo solidario con el plan de defenestración contra Nicolás Maduro,  señalando y maltratando estúpidamente al migrante venezolano, como si con ello contribuyera a la causa política. No había ladrones, ni prostitutas, ni pandilleros en Chile, Perú, Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Panamá, entre otros, hasta que llegaron los impuros. Faltaría nomás que Colombia, por ejemplo, presente unos índices de disminución de vírgenes adolescentes por efecto de las venezolanas.
En el fondo, son unos tristes países que, como la vieja Alemania, camuflan sus propias ronchas existenciales detrás del discurso del chivo expiatorio necesario.


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