La semana presente arrancó caliente, literalmente hablado, si juzgamos por el calibre del pedimento presidencial a la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de entregar los rehenes y buscar otra forma de combate, y si juzgamos por la desconcertada reacción de muchos en el plano mismo de la izquierda política… y derecha. "¿Qué pasó, cuate?", parece ser la pregunta despabilada que se hace quien ve en Hugo Chávez el baluarte del nuevo socialismo en el mundo. No menor fue el desconcierto entre las filas opositoras, quienes ya parecen creer que, definitivamente, las reculadas del presidente son una estrategia política para despistar de momento, "tomar impulso" y seguir −en su criterio− plagando de miserias a Venezuela en nombre de la democracia (1). (Lo que uno tiene que escribir para expresar las situciones).
¿Qué hay al respecto? ¿Se rajó Chávez y anda listo para saltar la talanquera, como pareciera sugerir el humor incendiario de tantas plumas que corren el riesgo de chamuscarse? "¿Lo perdimos?", es hasta la pregunta jocosa que se hacen los más tranquilos, imitando a un humorista por ahí. En fin, el revuelo es tal que un extraterrestre fácilmente podría presuponer que el presidente de Venezuela es o era un miembro activo de las FARC incurriendo en traición, declarando en contra de su organización militar. ¿Cómo la ve?
Suena como halado por los cabellos, ¿verdad? Tanto así que quien escribe se resiente por utilizar expresiones que, con toda seguridad, dan gusto a la matriz de opinión difundida de que Hugo Chávez colabora con las FARC, como apunta la acusación norteamericana, y la otra de que quiebra a su pueblo con el ejercicio de un hipócrita populismo, típicamente personalista, latinoamericano, para más señas, como apunta la intelectualidad opositora criolla. Hugo Chávez allá en Colombia, en una fotografía junto a Pedro Carmona Estanga, de lo más abrazado, dándole la espalda al sentimiento gaitanista que tuvo que tomar el monte para salvar la vida; es una imagen que no parece tener problemas para posarse en la rama de muchas cabezas pensantes.
"Se cambió de bando el hombre" −como que quieren decir−, como tantos políticos de oficio que no hacen de su condición ideológica precisamente su divisa; o como los que sí lo hacían, como ocurrió en Venezuela con tantos connotados dirigentes de la izquierda que al paso del tiempo demostraron ser nomás unos lobos disfrazados de ovejas en busca del poder (2). ¡Esto se lo llevó el diablo, carajo! Y más cuando el presidencucho −ya hay quienes así le espetan−(3) declara que lamenta no haber tenido tiempo para decírselo directamente a Marulanda antes de morir, es decir, para que declinara lo que había sido toda una vida idealista como forma de lucha. Estiman que probablemente el Che Guevara y Fidel Castro estén en la lista para recibir lo suyo del presidente venezolano, esperándose nomás la muerte del cubano.
El ánimo se caldea cuando la "canalla" oposicionista abre el pico y, repuesta de la sorpresa, corona de honores a Hugo Chávez, haciendo recordar los gestos de tonificación moral del mismo presidente en momentos difíciles de toma de decisiones: ¡adelante, que si la canalla aplaude es porque vamos por el camino correcto! −palabras más, palabras menos−. Los más connotados fueron Alan García, presidente de Perú, y el Ministro de la Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, acérrimo enemigo de la gestión de Hugo Chávez y próximo candidato a las elecciones presidenciales: ambos loaron grandemente el petitorio que le hiciera a las FARC, interpretándolo rápidamente como conviene a sus intereses, es decir, para complacer a sus jefes políticos (los EEUU), en el caso de Alan, y, además de complacer, para usufructuar tranquilamente del poder durante cincuenta años más, en el caso del otro.
Por fin, amigos, ¿de qué se trata? ¿En verdad hay que creer la especie de que Hugo Chávez traiciona su compromiso socialista ideológico en nombre de un repentino arresto pasional o de una sibilina iluminación intelectual? ¿Tendremos que creer en breve que el hombre hará el esfuerzo por retroceder sobre el terreno ya ganado en esa tremenda lucha de ensayar un modelo político-social más justo, integracionista y soberano, a contrapelo del otro imperante, de corte neoliberal, explotador y expoliador por concepción? ¿Un borrón y cuenta nueva? ¿En verdad es fundado el temor de que en lo sucesivo Chávez pase de una vez la raya y empiece a enviar contingentes militares de apoyo imperial en Irak, retroceda los acuerdos con Rusia, Bielorrusia y China, para acuclillarse ante el poderío de George Bush? ¿Qué devolvamos el satélite chino Simón Bolivar y retornemos nuevamente a los precios pretroleros de siete dólares?
¿Lo ve? Suena exorbitado, ¿verdad? Vea: ayer mismo el presidente de la república llamó a los empresarios de Venezuela (todo el sector) a un gran encuentro de producción nacional, donde se expondría el Proyecto Nacional Simón Bolívar, con el propósito de afincarse en la producción de alimentos, la agroindustria y la manufactura (entre otros aspectos), a objeto de conformar una "alianza estratégica nacional". Habrá que suponer que el firmamento de la izquierda en general tembló, suscitándose hasta terremotos en las sensibilidades más eruptivas. Se habrán dicho: "Ya está, ayer quebró a la guerrilla con sus palabras y hoy, ¡zas!, completará la obra de su final mutación ideológica con nuevas concesiones al sector que más ha invertido en su propio derrocamiento: el empresarial."
Sin duda, de exageraciones hablamos cuando nos vamos así de bruces. Vea nuevamente: Lo primero que le soltó a los empresarios fue que buscaba afirmar su propósito de repolitizar la economía nacional a través de "la izquierda, por la profundización estructural", concluyendo que la "vía venezolana es por el socialismo". ¿Entonces qué? ¿Qué significa eso?, ¿que tenemos a un presidente escindido internamente para hablar de política e ideología según los humores del cuerpo? En modo alguno.
La explicación radica en lo que el mismo Chávez ha llamado la gran Política (así con mayúscula), la concepción de que el arte que maneja las relaciones entre los hombres en sociedad ha de privar sobre los otros conceptos, como el social mismo, el económico y hasta el militar. Ha de ser la Política el gran eje central, encauzadora de los demás bloques de organización de la vida humana. No se logra nada sin poder, políticamente hablando; y a la toma del poder tienden todas las luchas política del mundo, incluyendo la de las FARC, cuyo tema fue el encendedor de esta candela del momento. No se trata de que alguien vilipendie sus propias ideas; se trata de encontrar el camino y sobrevivir, más si se anda perdido en las selvas de los mundos.
No existen guerras eternas ni muchos menos cuerpos que la resistan, remedando el dicho. De allí que se infiera que toda lucha política, como todo proyecto de toma del poder, debe circunscribirse a plazos razonables de toma de los objetivos, hecho que en modo alguno prohíbe que luchemos por un ideal toda una vida y hasta más allá, si fuera posible. Si en determinado período un objetivo concreto no se ha alcanzado, es obvio que toca un cambio de estrategia (que no de lucha), más cuanto si la persistencia en radicales posiciones amenaza con conducir a la derrota total del brote revolucionario. En política, la toma y conservación del poder es un fundamento, porque sin el mismo se hablará siempre de un proyecto que busca cambiar mundos "cuando lleguen al poder". (El poder es político). Con mayor fuerza hay razones para reformular la estrategia si durante medio siglo se anda internado en las montañas, sin batalla comunicacional ganada por ningún lado, no perdiendo el combate militar ni el ideológico en ningún momento, pero sí el político, el diplomático y hasta el popular, según el trabajo de las matrices de opinión puesta en marcha por las poderosas oligarquías.
Las posiciones radicales que entrañan un "no importa, moriremos con las botas puestas", especialmente ejercidas en coyunturales circunstancias, fácilmente pueden conducir a un quiebre completo de la lucha. El arrojo militar, la visceralidad disfrazada de ideas, la furia uterina o como se le quiera llamar, justamente en el momento cuando es el turno de la gran Política, por extensión, de la gran inteligenzia, es un tiro al suelo. Muerto no se hace nada. Corresponden tales radicalidades a "tiempo completo" a un período tierno del crecimiento ideológico. La primera gran derrota del socialismo en el mundo fue por razones de ortodoxia. Muchos revolucionarios hay por ahí sin pueblos, enajenados de los tiempos del mundo, y eso equivale a inexistencia.
El pasado histórico debería ser el primer maestro, ese que enseña con errores y recuerdos de derrotas. Al presente no se puede transpolar el pasado. Hoy cualquier batalla se libra en la psique de los hombres, en el fervor de las masas, utilizando las nuevas herramientas tecnológicas del saber y la difusión científica. La lucha frontal diplomática, si es posible. Vea usted mismo como la Revolución Bolivariana ha calado y se para, legítimamente, en la tribuna internacional, lidiando con la hipocresía política pero fijando sus posiciones al fin. Al día de hoy nadie pide un cese de una lucha legítima en Colombia, porque de ser así se desvirtúa hasta la palabra; pero parece tener aquí invitación un lenguaje de nociones si se quiere hasta musicales: tiempo, cadencia, silencio, pausa, circunstancias que deben dar lugar a una gran reformulación estratégica. Las FARC, dado el tiempo transcurrido y con una oligarquía atornillada ahora con apoyo internacional en el poder, desesperadamente necesita una ventana de combate "formal" hacia el mundo exterior, ahí donde está la opinión pública. Nadie propone declinar nada, ni parar ni entregar, ni mucho menos.
Véase la misma oligarquía estadounidense −para ilustrar este punto atinente al poder político− cómo en breve se dispone a llevar a la presidencia al negrito Obama, bajo la promesa de cambio. Tiene la percepción cierta de que el esquema colonialista directo de la Casa Blanca, de guerra e invasiones, es insostenible ante la opinión pública internacional, y se dispone arteramente a retroceder en tal punto, aunque sea de modo aparencial. Medio planeta sabe que Obama es más de lo mismo, pero maquillado; esto es, la promesa de "un imperialismo más presentable" (4). Claro, es la derecha política maniobrando para conservar su plaza. ¿Pero en términos de una guerra −que tal es la política− es sólo facultad de la derecha política procurar abiertamente conservar el poder? ¿No lo puede hacer la izquierda por estar atapuzada de doctrinas combativas a la vieja usanza, como el idealismo suicida en determinadas momentos?
"La derrota del 2D (dos de diciembre 2007) fue a su manera una bendición porque quebró la matriz mítica de que el presidente venezolano es un dictador; [...] En tal contexto, la declaración, en apariencia en contra de las FARC, desmonta el esfuerzo mediático de ligarlo a la guerrilla."
No, caballero. Ni tan ortodoxamente, pero tampoco tan frívolo. Se requiere el cuerpo con la sangre circulando en la carne para seguir portando las ideas. Es eso el socialismo nuevo que tanto han puesto a correr con la incertidumbre: adecuación de formatos, aclimatación de ideas, sin la pérdida humanista fundamental de la doctrina. Científico, si se me permite corromper el término romántico, en sintonía con la sistematización del saber y su aplicación. No obstante, si a algún delicado le molesta la ofensa del término en tal contexto, entonces tómelo como una reflexión con orientación bolivariana.
Lo cierto del asunto es que Hugo Chávez maniobra estratégicamente con miras a la trascendencia política. Quien desbocado se lanza al terreno a despotricar y a acusar de escandalosa traición, lo hace desde el filón del mismo idealismo aéreo que históricamente fue derrotado, desde la tribuna de quien no ve que el año 2008 es crucial para el proyecto político en la cabeza continental (Venezuela), para las revoluciones en América Latina, para la izquierda y el bolivarianismo en general. Perdido Hugo Chávez en las elecciones regionales previstas en Venezuela para el mes de noviembre, es una América Latina quebrada en su proyecto político de cambio, el acabose de unos esfuerzos reconstitutivos, la verdadera guerra del hambre contra los mortales de estos lados y la verdadera institucionalización del terrible modelo económico que ejercita la derecha política.
Quienes no recuerden que promovió en la Asamblea Nacional un estatus político para las FARC, esto es, la guerrilla como una organización beligerante (5), pueden irse por el camino de acusarlo de mezquindad en sus razonamientos: que las FARC están erigidas como la excusa fundamental de la presencia de las tropas norteamericanas en la región, amenazando a Venezuela; y pueden también obviar que el esfuerzo del presidente desde el principio ha sido el labrarle un formato de presentación aceptable a la organización, vía opinión pública internacional, para que con garantías incursione en el terreno de la contienda política electoral en Colombia.
Pero pasada ocasión, con el quiebre de la operación humanitaria, de cara al evento fundamental de las elecciones regionales venezolanas, no queda más que reformular la estrategia con miras a sumar políticamente, incluso a precio de reconocer "verdades amargas" dentro de las mismas identidades ideológicas. Incluso a riesgo de dar felicidad a la canalla política y generarle ilusorias expectativas, pero con el propósito de recoger un fruto, recuperar una moneda para provecho propio en un momento coyuntural importantísimo. ¿O debe el presidente estar permanente en situación de satanización política para complacer a las rocas ideológicas de la ortodoxia? Técnicamente, las elecciones se ganan con la identificación con las masas, su guía orientadora y con el combate de las matrices adversas de opinión. Y en eso anda el "candidato" Hugo Chávez, en el combate comunicacional estratégico, en el contexto de una política de "rectificación" que ha dado el magnífico fruto de desarmar a los factores adversos, incluida la opinión política internacional.
La derrota del 2D (dos de diciembre 2007) fue a su manera una bendición porque quebró la matriz mítica de que el presidente venezolano es un dictador; la devolución de los proyectos, como el famoso currículum educativo, y el retiro de leyes, como la famosa de inteligencia, han tenido la virtud política de mantener desarmada la argumentación opositora. En tal contexto, la declaración, en apariencia en contra de las FARC, desmonta el esfuerzo mediático de ligarlo a la guerrilla.
A ello habría que agregar, finalmente, que quien no quiera ver la inminencia de una conflictividad militar en el área, promovida por los EEUU con el argumento del combate al narcotráfico y la guerrilla, o no vive en América Latina o realmente cree en las matrices que propalan los medios de que el ejército de los EEUU es algo parecido a una fuerza de paz. Las precisiones son claras, con tanto gringo navegando en el Mar Caribe y equivocándose en el espacio aéreo. Grandemente ha detenido la opinión pública a los EEUU en su prurito por acometer otra de sus "necesarias" invasiones en América Latina, esta vez en contra Venezuela. En tal contexto, con el capítulo de la FARC, algo desarma Hugo Chávez y, de algún modo, propone a las FARC ganar tiempo (tiempo para pensar). Como si perdiendo también se ganara. ¡Vaya la política, eh!
En fin, amiguitos, tan largas palabras ojalá conduzcan a una reflexión sobre estos planos del maniobraje político, que deben ser vistos desde el mismo plano y no a brinco de corazón. Yo, el primero, me indigno nomás con imaginar que la lucha contra la oligarquía colombiana pueda terminar en el cesto de la basura; que el sentimiento gaitanista y su asesinato pudieran pasar al diccionario de las iniquidades o vacíos, sea ya porque se pierda la guerra o se decline en continuar con la lucha. ¡Jamás!, como exclamaría cualquiera de quienes murieron con las botas puestas entre las honduras de la selva, hombre de ideales hasta el final. Pero sin duda, la invitación de Chávez habrá de servir para aplacar un poco el pecho y buscarle aplicación al intelecto. La guerrilla rebasa ya el medio siglo, y puede darse un "silencio" para analizar en frío. Sin malas interpretaciones. Un proceso de sopesamiento, de toma de decisiones. Es una toma de decisiones: O se meten las FARC más en el monte o se obliga a la oligarquía colombiana, vía trabajo intenso de observación internacional, a aceptar su competencia política. Y aquí toda América tendría que trabajar. Pero sabemos que esto último sería la otra gran guerra, más allá de los mil retos que −confieso− me suenan hasta utópicos. (¿Pero qué? ¿Quebramos de una vez la utopía?)
De paso es bueno prevenir lo que viene, más fuerte inclusive para quienes no quieran abrevar en los enfoques políticos. La reciente visita de Bill Richardson a Venezuela, promoviendo desde ya el diálogo desde la gestión ganadora de Obama, ha dejado sembrada la determinación en el gobierno venezolano de conversar con el nuevo presidente de los EEUU, situación para la cual se prepara el ambiente desde ahora. Vea usted, pues, la Gran Política, aunque le levante el resquemor a tantos delicados. Note cómo el candidato gringo ha bajado el discurso encendido contra Venezuela, incluso contra Cuba, igualmente atacando cuando habla pero quitándole calibre satánico: "Sí, −declara Obama− creo que es una amenaza, pero una amenaza manejable" (6). Dada la situación de mentoría política entre Fidel Castro y Hugo Chávez, y dada la circunstancia de cambios aunque pequeños en la isla, resulta poco más que increíble que el viejo zorro de Fidel no tenga la mano metida en este ajedrez político. Un paso semejante no se da sin reflexiones o consultas, de buenas a primeras, en medio de una soledad política.
Notas:
1 comentario:
es difícil compartir tu óptica , sobre este gobierno... pero bueno es tu derecho pensar como quieras . a mi este gobierno es solo mentiras tras mentira
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