jueves, 20 de febrero de 2025

DEL ESQUEMA DA VINCI-IMPRENTA A LA ÉPOCA TRUMP-INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Camínese por la selva de las redes sociales, que no son más que ventanas de la polis en su cabal sentido griego. Se recordará, pues, al viejo filósofo: el hombre es un animal político. Casi todo es político, sino económico, en cuyo caso, entonces, se pensará en otro viejito, aunque no tan vetusto: Carlos Marx.
El primero con la máxima de que el hombre es expresión de su ciudad y sociedad, trasuntando política en cada gesto; y el segundo, con la otra máxima de que la organización social humana es reflejo de una maquinaria de gastos, trasuntando economía en cada gota del sudor evolutivo. Las dos banderas, pues.
Pero andando entre la espesura informática, se notará, como se expresó en otro escrito, que hay un cambio en el contexto humano, como si se ingresara a otra época. Es claro que desde hace rato el hombre transita de la era industrial a la digital, precipitándose hacia una consolidación o cambio en algún sentido inescrutado.
El impacto chino con su Inteligencia Artificial (IA) Deepseek, gratis, mutó en alta medida el comportamiento del hombre, internauta en gran medida, siempre espécimen político, provisto ahora ya no sólo con una ventana hacia el mundo con sus redes sociales, sino con una especie de abismo hacia el conocimiento. Como si se hablara de un Leonardo da Vinci por doquier (guardando las reales distancias), considerado el último humano universal, aquel que en su tiempo abarcó la totalidad del humanismo existente.
La llegada de la imprenta desbocó la difusión del conocimiento, haciéndolo prácticamente inasible para una única vida humana. Luego, aquel que ambicionase abarcar lo sistematizado en una disciplina cualquiera del conocimiento humano, podría terminar frustrado. De allí que la mente y civilización humanas no tuvieron otra salida que dividir el campus del saber en parcelas, especializándose. El escozor e impotencia ante lo múltiple y extenso es un humano padecimiento propio de la Modernidad, del mismo modo que lo fue la ignorancia en épocas primigenias. El humanismo se resiente de no saberse suficiente para abarcar y explicar su propio destino.
No obstante, la misma era informática ha puesto reparo a dicho sufrimiento humanista. Se inventó la IA, desbordando los límites de la adquisición cognitiva, y ha fungido como apagafuegos de esa ansiedad cósmica generada por la imprenta y sus libros, y por la maquinaria de la revolución industrial. IA y robotización, como respectivos corolarios, van de la mano.
 La tal IA china generó con su llegada una catástrofe financiera en los mercados estadounidenses del rubro de la misma especie. Gratuita y barata, quebró la "industria". Cien veces más económica en la construcción de su infraestructura y entrenamiento, no tiene rival en la actualidad, obligando a la competencia a la gratuidad; y los EE. UU., el mismo país que la creó, ha cifrado en su proscripción y sanción la esperanza de contención.
Al artilugio tecnológico lo acompaña el juego de actitudes políticas y económicas. No se vaya tan lejos y véase en el advenimiento de Donald Trump una concreción del mencionado cambio de época. La política (en su sentido localista griego) no es la misma desde el mismo momento en que la tecnología amplia el conocimiento y la casa humanos. El político estadounidense, en apariencia díscolo, padece de desbordamiento: la luna, marte, el sol, Groenlandia, el Canal de Panamá, le pertenecen. Su tan mentando sentido pragmático lo centra en las líneas económicas (cual empresario que es), paralelos de la política. A un tiempo que amplía el radio de su vista dígase extraterrena, retrotrae la esfericidad de su economía. No más gastos, no más membrecías a organizaciones, no más extranjeros parásitos, no más burocracia, no más financiamientos, no más ejércitos pandémicos, tal vez no más guerras de corte convencional.
El impacto de los cambios es tal que quien esperaba dar continuidad o apoyo a una empresa lógicamente política con la llegada del personaje ha tropezado con objeciones de forma y fondo.
Es el nuevo tiempo, hora de mutar.
 
 
 


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