El presidente de los Estados Unidos en demasiadas ocasiones ya ha dado muestras de asnina ignorancia sobre temas históricos o geopolíticos. El asunto no tiene por qué escandalizar, dado que la especie humana, en menor o mayor medida, es ignorante y no tiene la obligación de saberlo todo.
Lo crítico del asunto está en el hecho de que un jefe de Estado, de plano asesorado, la evidencie sobre temas relacionados con el ejercicio de sus funciones. Por ejemplo, ¿cómo se le ocurre preguntarle al presidente de Liberia dónde aprendió a hablar tan bien el inglés cuando ha debido saber que en ese país es ese el idioma oficial?
Suele Donald Trump criticar con sevicia los achaques y equívocos de Joe Biden cuando se le presenta la oportunidad. Pero es indudable que el calibre de su ignorancia puede rebasar espectacularmente al de su predecesor con metidas de pata similares a la descrita.
Este tema de la ignorancia viene a cuento para ilustrar la condición de reo de algunos mandatarios, encarcelados por su entorno de ministros y asesores. Su desconocimiento fundamental de la historia y la creencia de que no importa gran cosa porque de eso se encargan los asesores, los convierten en verdad en figuras víctimas de inconfesables intereses.
Así, sin ánimo de excusar la responsabilidad de sus actos, no es de extrañar que el ignorantón de Trump se haya dejado atrapar por las maquinaciones de su secretario de Estado, Marco Rubio, y la poderosa mafia cubano-venezolana de Florida con relación al tema de la droga presuntamente procedente de Venezuela.
Es en extremo factible que se crea el cuento de que el 7% de la droga que en verdad procede del Caribe hacia su país equivalga al 90% real procedente del Pacífico. De ser así, no cabe duda de que la pobre criatura está cogida en una red de temerarias arañas.
Desde Venezuela, país de los hechos, la pieza clave que alimenta semejante entramado destinado a conducir a un presidente es María Corina Machado con sus mentiras. Su primer cuento es el Cártel de los Soles; el otro, que el chavismo le manipuló las elecciones perdidas de 2020; y el último, el Tren de Aragua.
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