Describe un opositor en las redes sociales que el color verde de la vegetación del Waraira Repano es uniforme militar de camuflaje de soldados agazapados, que las rocas que se puedan visualizar a lo largo del trayecto de La Guaira-Caracas son vehículos militares prestos para disparar y que las palmeras que puedan agitarse en el estado La Guaira disimulan entre su maderamen sistemas defensivos antimisiles, casi detallando a los S-300 de fabricación rusa. Y así como éste, muchos otros se lanzan a exponer su trillada creatividad con el propósito, en primer lugar, de conquistar el poder político en su imaginación y, en segundo, denotar que el gobierno bolivariano se encuentra sumido en un trance de terror y paranoia ("cagado") ante la perspectiva de que Edmundo González ingrese al país y se juramente.
Como chinchorro divirtiendo a un niño, empiezan así, temprano, a balancearse las redes sociales con su cargamento opositor de ilusiones, sin caer en la cuenta, como ya es historia, que se repite mil veces más el esquema consabido de soñar realidades y suplantar el mundo con virtualidades, así como la ceguedad de no comprender que, si hay redes sociales para expresar posiciones fantasiosamente insurgentes, es porque el presunto gobierno en fuga no ha llegado aún a las "últimas" como para bloquearlas. En otras palabras, como ya es cíclico hábito político opositor: cunde más la ilusión que la visión, caldo de cultivo básico para el parto de cualquier locura al estilo Juan Guaidó.
Decía Jorge Luis Borges respecto de Herbert Ashe, el inglés de su cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, que "En vida padeció de irrealidad […]; muerto, no es siquiera el fantasma que ya era entonces" (https://ciudadseva.com/texto/tlon-uqbar-orbis-tertius/). Y, si no fuese porque sabido es que el esbozo se refiere a una fantasmagórica ficción, a pie juntillas podríase creer que el escritor argentino ya visualizaba en 1941 a la oposición política de Venezuela, suponiendo que su deseo era retratarla en medio de un mundo absurdo de extinciones. A su decir, creencia e ilusión, la oposición ha ganado todas las elecciones presidenciales, de diputados y gobernaciones desde que Hugo Chávez planteó la independencia política y moral de Venezuela respecto de los EEUU, en 2000; ha proclamado la muerte de gobernantes de Venezuela si es que miraba el cielo y descubría un águila volando hacia el norte, u oía a un brujo haitiano proferir maldiciones y muertes contra Venezuela, ni hablar si descubría a un buque de guerra cualquier navegando las aguas del mar Caribe. Hoy, nuevamente, juega el gallo de su imaginación apostando al golpe de una organización mercenaria denominada "Ya casi Venezuela", a la improbable ficción de que un ejército extranjero meta a la fuerza a Edmundo González a Caracas para que se juramente el 10 de enero como Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela y a la fantasía de que hay una "dama de hierro" llamada María Corina Machado, cuasi invencible, quien preparará el evento con la convocatoria de millones de venezolanos lanzados en jubileo a las calles.
Una apoteosis, sin duda, pero que se cae como cristalería ante un guamazo al despertar el soñador: Caracas, prácticamente, es una capital de difícil toma militar, inclusive para un país inimaginablemente armado como los EE. UU., por no decir inexpugnable para una sarta de ilusos que se apoya en redes sociales, hechicería y oraciones. Un valle militarizado, en efecto, como debe ser en medio de circunstancias de agresión y conspiración, con apenas cuatro bocas de acceso, custodiado por aviación y misiles de avanzada tecnología bajo el manejo de militares de la estirpe de Simón Bolívar. Sépase que, para conquistar un poder, hoy y siempre, será necesario hacerse de los símbolos del poder mismo, ubicados todos en la capital. ¡Vaya calamidad! Se le dice tal cosa a la oposición venezolana porque, carente de votos y democracia, está que arde con su opción de sueños golpistas, motines, rebeliones, hospitales y escuelas incendiados, horcas colgantes en las plazas Bolívar del país, ejecuciones en masa, fusilamientos, confiscaciones, exilios y piscinas de sangre.